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¿Quién paga cuando los multimillonarios de la India no van a la quiebra?

Fuentes: Bloomberg

El mes pasado, el imperio de los negocios de Eike Batista, el que fuera séptimo hombre más rico del mundo y talismán del resurgir económico del Brasil, se derrumbó. Este desastre debería incitarnos a reflexionar sobre los peligros del crecimiento económico basado en el crédito y las empresas muy apalancadas no sólo en Brasil sino […]

El mes pasado, el imperio de los negocios de Eike Batista, el que fuera séptimo hombre más rico del mundo y talismán del resurgir económico del Brasil, se derrumbó. Este desastre debería incitarnos a reflexionar sobre los peligros del crecimiento económico basado en el crédito y las empresas muy apalancadas no sólo en Brasil sino también en los otros países BRICS.

Batista consiguió préstamos e inversiones extraordinarias de un banco del gobierno gracias a la supuesta alta productividad de sus campos petrolíferos, utilizó dinero de los contribuyentes para financiar un lujoso estilo de vida, coches rápidos, yates y una esposa que era una ex modelo de Playboy. Su maquinaria empresarial alimentada por crédito renqueó hasta detenerse definitivamente cuando sus campos resultaron estar secos y su empresa petrolera insignia, OGX Petroleo y Gas Participacoes SA, se quedó sin dinero para pagar deudas que ascienden a más de 5 mil millones $.

La semana pasada, mientras conducía cerca del triste y abandonado aeropuerto de Shimla, que la compañía Kingfisher Airlines Ltd. de la India, conectó con el mundo, pensé en la propia versión de Batista de la India: el extravagante dueño de Kingfisher, Vijay Mallya quien, como el empresario brasileño, fue aparentemente la estrella de una economía en auge astronómico. Mallya trabajó duro para cumplir con el lema de la cerveza que producía: «el rey de los buenos tiempos» de fiesta con estrellas de Bollywood a bordo de su yate de lujo, el Indian Empress; también tenía una franquicia de coches de carrera y supervisó un calendario de trajes de baño.

«Modelos en bikini»

Cargado de deudas, Kingfisher se hundió el año pasado después de no poder pagar a sus empleados durante siete meses. Poco después de que la esposa de uno de sus trabajadores se suicidara en octubre de 2012, el joven hijo de Mallya publicó en Twitter que estaba jugando «voleibol con modelos en bikini».

Con su imperio de negocios en peligro, Mallya ha rebajado su perfil. En agosto, los bancos respaldados por el Estado de la India, a los que debe aproximadamente 1’4 mil millones $, se alejaron de su propia cultura de clemencia y grabaron un aviso en la puerta de la sede de la compañía: su plan, irrealizable, por ahora, es incautarse del edificio a fin de recuperar las deudas pendientes de pago.

Pero sería un error pensar que el despilfarro de los especuladores de la India pertenece al pasado. La drástica desaceleración de la economía de la India en los últimos meses ha puesto de manifiesto lo que muchos sospechábamos desde hace tiempo: que el auge económico del país en la última década fue impulsado en gran medida por la deuda, permitido por la afluencia sin precedentes de capital extranjero, antes que por amplias, sostenidas y sostenibles reformas liberales. De hecho, la idea misma de reforma llegó a ser confundida con «la liberalización de las restricciones de la política económica a las organizaciones empresariales», como señala Santosh Desai, profesional de la publicidad y comentarista.

Así, en lo que un alto ejecutivo en el Financial Times, compara con un «esquema Ponzi», las grandes corporaciones con inversiones demasiado ambiciosas en los buenos tiempos, fueron capaces de reestructurar varias veces los préstamos de los bancos respaldados por el Estado, que incluso el gobierno mismo recapitalizó diligentemente con su propio dinero. Un resultado de este capitalismo tan colaborativo à la India siempre tendía a ser un extraordinario grado de apalancamiento de las empresas y de los mercados de activos. Es lo que estamos presenciando hoy.

Un informe de agosto titulado «La casa de la Deuda – Revisitada » de Credit Suisse Group AG revela que 10 de los mayores conglomerados industriales de la India, incluyendo las compañías Reliance Industries Ltd. de Anil Ambani, Essar Power Ltd. de Ravikant Ruia, Adani Power Ltd. de Gautam Adani y el Grupo Essar, tenían deudas de más de 100 mil millones $. Gran parte de esta deuda – la mayor desde finales de 1990 – era en moneda extranjera.

Una debilitada rupia ha aumentado el tamaño de la deuda, y la desaceleración en los sectores de la construcción, infraestructuras y minería no ha ayudado. Según Credit Suisse, la hora de la verdad llegará el próximo año, en el período fiscal que termina el 31 de marzo. Para entonces, la desaceleración del crecimiento habrá afectado gravemente la capacidad de estas empresas para hacer dinero y pagar sus deudas, que serán mucho mayores en el año fiscal 2014.

Escenario brasileño

Según Bloomberg News, el ajuste de cuentas puede venir incluso antes para empresas como Reliance Industries Ltd. de Mukesh Ambani, el mas poderoso emporio comercial de la India, o Vedanta Resources Plc, de Anil Agarwal, que tiene 10’6 mil millones dólares de bonos y préstamos con vencimiento el 31 de diciembre y 7.400.000.000 $ en los siguientes tres meses.

Un escenario brasileño -empresas apalancadas con caída de la productividad- parece estar desarrollándose en la India. De acuerdo con Bloomberg, el rendimiento del mayor yacimiento de gas de Reliance Industries Ltd en la India ha caído 75 por ciento desde su pico en 2010. La Dirección General de Hidrocarburos de la India multó a Reliance Industries Ltd con casi 2 mil millones $ en los últimos tres años por producir por debajo de los objetivos.

Entonces, ¿podría darse una implosión al estilo Batista en la India? Hay varios argumentos en contra. Las grandes quiebras de empresas no son comunes en la India, donde el nexo entre las grandes empresas y el gobierno es más fuerte de lo que es en Brasil. Los bancos estatales son propensos a refinanciar y reestructurar sus préstamos a las empresas, incluso a riesgo de cargar sus propios balances con activos no productivos. (También es casi imposible que los bancos en la India recuperen las grandes deudas, como revela la desesperación de los prestamistas desventurados de Kingfisher).

Mukesh Ambani puede apoderarse de los escurridizos beneficios a través de sus inversiones en petróleo de esquisto de Estados Unidos y en la revolución del gas; el último trimestre, las ganancias de su multimillonaria apuesta estadounidense eclipsaron las de la India por primera vez. Las advertencias de Credit Suisse pueden llegar a ser «especulativas y equivocadas», como afirma un representante de Reliance Industries Ltd.

En cualquier caso, el informe de Credit Suisse, que se centró exclusivamente en las aberraciones de los balances de las grandes corporaciones indias, hace caso omiso de su poder político-social que viene de varias fuentes. En los últimos años, han sido beneficiarios de una cultura en la que, como escribe Desai, «la vida de los ricos se trata con admiración, y cada acto de indulgencia, recibido con aplausos.» Esto les anima a «vivir en una isla de engaño, con la ayuda de medios de comunicación y festejados por el público que entra en su campo de visión».

Influencia envidiable

Batista tenía sus conexiones y compinches, pero debería envidiar la influencia de sus homólogos de la India. Fotografías de una fiesta de cumpleaños de la esposa de Mukesh Ambani este mes – celebrada en un palacio real en Rajasthan en lugar de la residencia privada de 27 plantas de los Ambani en Mumbai – muestran una élite india leal y satisfecha, incluido el Ministro de Industrias y leyenda del cricket Sachin Tendulkar. Los huéspedes para los que fletaron 32 aviones incluían el cineasta con conciencia social, Aamir Khan, así como el nuevo icono adolescente de Bollywood Ranbir Kapoor.

En 2009, una conversación grabada entre cabilderos citaban a Mukesh Ambani jactándose de que el gobernante Partido del Congreso era ahora su dukaan o tienda. Quizá no expresó tan explícitamente los derechos de propietario sobre el gobierno, aunque casi no disimula el hecho de que es propietario parcial de los medios de la India y su inmensa influencia sobre ellas. Pero uno sólo puede maravillarse de cómo, en respuesta a una demanda por parte de Reliance Industries Ltd., el gobierno duplicará los precios internos del gas natural a partir de abril del próximo año, y como una decisión que tiene profundas consecuencias para las pequeñas y medianas empresas y los agricultores, por no mencionar la clase media hindú, resultó casi totalmente indiscutible para la oposición política y los medios de comunicación.

El fin de la política monetaria laxa de los EE.UU, una disminución drástica de los flujos de capital, y más golpes a la rupia, podrían empeorar la situación de las empresas indias que se hunden en deudas. Pero incluso si todas las condiciones previas se dieran, una implosión al estilo de Batista en la India todavía parece poco probable. Por el contrario, el daño se infligiría a los bancos prestamistas, a algunos políticos que serian chivos expiatorios, a la credibilidad de los medios de comunicación y a los pringados de siempre, los contribuyentes y votantes.

Pankaj Mishra, autor indio de ensayos literarios y políticos y del volumen Temptations of the West, es columnista de Bloomberg.

Fuente: http://www.bloomberg.com/news/2013-11-17/who-pays-when-india-s-billionaires-don-t-go-bust-.html

Traducción para www.sinpermiso.info: Francisco Ramos