51,2 millones de hombres y mujeres han tenido que huir de sus hogares como consecuencia de los conflictos, la persecución o la violación de los derechos humanos. En total, 33,3 millones de personas se han desplazado dentro de su país buscando un lugar más seguro, 16,7 millones han tenido que salir de sus países como […]
51,2 millones de hombres y mujeres han tenido que huir de sus hogares como consecuencia de los conflictos, la persecución o la violación de los derechos humanos. En total, 33,3 millones de personas se han desplazado dentro de su país buscando un lugar más seguro, 16,7 millones han tenido que salir de sus países como refugiados y 1,2 millones han pedido asilo. Además, uno de cada dos refugiados es menor de edad, la cifra más alta en los últimos diez años. Si todos ellos formasen una nación, sería la 26ª más grande del mundo. Son, sin embargo, el país de los invisibles.
La Unión Europea y Oxfam Intermón en España están impulsando EUsaveLIVES – Tú salvas vidas, un proyecto internacional para visibilizar la frágil situación de millones de personas procedentes de Siria, Sudán del Sur y República Centroafricana, que se encuentran en medio de un exilio forzado y en la mayoría de los casos, olvidado. La intensificación de los conflictos en los últimos años en estos países ha elevado el número de personas desplazadas a su mayor cota desde la II Guerra Mundial. «Muchos se ven obligados a cambiar de lugar incluso en varias ocasiones. La violencia, el abuso y la explotación por lo general no cesan al terminar la crisis, a pesar de los acuerdos de paz, las elecciones o el alto el fuego. Y con ello ven con horror el no poder normalizar sus vidas de nuevo», denuncian en un informe. Éstas son las conclusiones.
Siria
Antes de huir de Siria y llegar al campamento de refugiados de Shabreeha, al sur de Líbano, Sahra buscó refugio en decenas de pueblos de Siria con sus tres hijos y su marido: «Fuimos dejando todas nuestras pertenencias en los sitios donde nos quedábamos porque no podíamos llevarlas con nosotros. En múltiples ocasiones, tuvimos que salir tan rápido para evitar las balas que no tuvimos tiempo ni de recoger nuestras cosas. Al final, llegamos solo con la ropa que teníamos puesta. Aquí (en el campamento que se estableció hace décadas para los refugiados palestinos que huyeron a Líbano) ya no hay balas ni bombas, pero seguimos sin tener suficiente para comer. Mi marido no encuentra trabajo y aún no nos hemos podido cambiar de ropa porque no tenemos otra».
La mitad de la población de Siria antes de la guerra, más de 11 millones de personas, ha tenido que salir de sus hogares en busca de un lugar más seguro. Al menos 200.000 personas han perdido sus vidas. Hay casi cuatro millones de refugiados que están huyendo a través de las fronteras de Siria, por lo que la situación representa una de las mayores crisis de refugiados desde el final de la Segunda Guerra Mundial. El efecto dominó desencadenado por toda la región debido al conflicto supone un grave riesgo para la seguridad y la estabilidad de los países vecinos y ha contribuido a la desestabilización de Irak.
La escala de un conflicto sin precedentes ha llevado a Naciones Unidas a realizar el mayor llamamiento humanitario de fondos de su historia: 8.400 millones de dólares, más de la mitad de la suma de todos los llamamientos del resto de crisis. Hay necesidades humanitarias sin precedentes, con cuatro emergencias de Nivel 3 y la crisis del Ébola. A pesar de que se han registrado los mayores llamamientos de petición de ayuda, lo que ha llevado al límite los presupuestos de los donantes, la respuesta internacional a la crisis de Siria no ha seguido el ritmo de las crecientes necesidades de la población afectada. El llamamiento de Naciones Unidas para Siria y la respuesta regional solo consiguió financiarse en un 57 % en 2014, a pesar de que desde el inicio de la crisis las necesidades humanitarias en el país se han incrementado en más de seis veces el porcentaje de financiación.
Sudán del Sur
La violencia y el abuso han desplazado a cerca de dos millones de personas de sus hogares. Cuando la violencia estalló en diciembre de 2013, Manuel, diplomático, y Peter, comercial, eran vecinos aunque nunca habían intercambiado muchas palabras. Uno Dinka, otro Nuer. Aunque eran las etnias que luchaban entre sí, su historia fue distinta. «Manuel nos cobijó a mí y a mi familia en su casa. De no haber sido así, ahora no estaríamos vivos. Él arriesgo su vida para mantenernos a salvo. Nunca lo podremos olvidar… pero entendí que si nos quedábamos ahí le podrían matar, al igual que a nosotros. Por eso nos fuimos dejando todas nuestras pertenencias. Tras muchos días caminando, sin comida ni agua, llegamos al campamento de UNMISS. Mis hijos estaban aterrorizados, mi mujer, exhausta y yo, después de haber combatido en la guerra civil, vi como todas las esperanzas de un nuevo país se venían abajo». Un año de conflicto ha provocado que más de seis millones de personas necesiten ayuda y que dos millones y medio no tengan alimentos suficientes.
Las mujeres son las que se están llevando la peor parte. Violaciones, abortos forzosos y acoso sexual se han convertido en instrumentos de guerra. A los combatientes, se les incita al odio y a hacer uso de la violencia sexual contra mujeres y niñas de acuerdo a sus presuntas filiaciones políticas o etnia. El objetivo es infligir pánico y crear un estigma social sobre las victimas en un contexto de total impunidad. Más de 12.000 menores han sido reclutados como niños soldados.
República centroafricana
Jeanne es una joven de 25 años de República Centroafricana que tuvo que escapar del país con sus cinco hijos cuando supo que los grupos armados habían matado a su marido. «Recorrí kilómetros con uno de mis hijos en la espalda y otro en los hombros, porque eran demasiado pequeños para poder caminar. Cuando crucé la frontera, una familia chadiana nos acogió. Logramos salvar nuestras vidas, pero ahora no tenemos casi que comer y lo poco que logro sacar trabajando en el campo no es suficiente para alimentar a todos mis hijos». Querría volver a su casa y reunirse con el resto de su familia, pero no sabe cuándo lo logrará.
La violencia ha destruido las escasas infraestructuras y los servicios existentes, desmantelando las redes comerciales y provocando una caída del 58% de la producción agrícola. Pocas esperanzas para una población diezmada por las continuas guerras, donde el 90% de la población sólo come una vez al día, no hay apenas servicios sociales ni centros de salud y la educación se ha interrumpido.
En este contexto, la huida ha sido la táctica empleada por la mayor parte de la población. Aunque la cifra de desplazados varía según resurge la violencia, son cientos de miles los que han tratado de buscar cobijo en asentamientos. Algunos de ellos sólo han podido acceder a campos temporales donde la ayuda humanitaria difícilmente llega, expuestos a la malaria y a otras enfermedades. La gran mayoría de los desplazados quiere volver a sus hogares, pero temen que si lo hacen sus vidas correrán peligro. La falta de recursos económicos y de pertenencias hace que este deseo se convierta en un sueño imposible.
Fuente: http://www.lamarea.com/2015/03/10/refugiados-el-pais-de-los-invisibles/