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Rohingyas, un olvido insignificante

Fuentes: Rebelión

Cerca de las tres y media de la tarde del pasado lunes 22 de marzo, sin causas conocidas, estalló un incendio en el campamento de refugiados rohingyas de Kutupalong-Balukhali, próximo a la ciudad costera de Cox’s Bazar, al sudeste de Bangladesh, en cercanías de la frontera con Birmania, desde donde proceden los refugiados, huyendo de la limpieza étnica que, desde hace más de una década, practica el gobierno birmano junto al Tatmadaw (Ejercito) contra el millón trecientos mil miembros de la etnia musulmana.

Represión que a partir desde 2017, se ha incrementado a niveles insospechados, lo que obligó a casi un millón de ellos a abandonarlo todo y escapar al país vecino, que los han arrumbado, junto a la comunidad internacional, en una treintena de los pequeños campamentos en torno a Cox’s Bazar, lo que ha se ha convertido, con el millón doscientos mil, en el asentamiento de refugiados más grande del mundo.

Los que, dado el hacinamiento y las condiciones de máxima precariedad, sin infraestructura sanitaria suficiente, prácticamente sin baños, debiendo recorrer grandes distancias para conseguir leña y agua, es llamativo que el Covid, no se haya extendido mucho más, de los que las autoridades han reconocido.

Las irregularidades del terreno, de unas 3500 hectáreas, cercado por alambres de púas y vigilado desde altas torres, por hombres del ejército bangladesí, convierte todo en algo todavía mucho más improvisado, ya que más allá de las pequeñas colinas y los profundo zanjones, dada la condición arcillosa del suelo, se generan constantes desplazamientos de tierra con el consiguiente derrumbe de las viviendas, casi todas de cañas de bambú y lonas, generando muertos y heridos, casi, de manera constante. Esa área es horadada por las periódicas tormentas tropicales, a las que se les suman los monzones, que asolan puntualmente la región entre junio a septiembre.

El incendio del lunes, que afectó cerca de sesenta hectáreas y que “afortunadamente” se produjo durante el día, evitando una catástrofe mayor de haberse producido en horas de la noche, ha provocado la muerte de hasta ahora 15 personas, cuando en su intento de escapar de las llamas, se vieron encerrados por las altas alambras, que rodean el campamento; otras 560 resultaron heridas, mientras que 400 se encuentran desaparecidas. Dado que todavía los movimientos de remoción de las más de 5 mil “viviendas” destruidas por las llamas. Las expectativas por encontrar con vida a los desaparecidos son sombrías. Los expertos coinciden que la rápida propalación del fuego, se ha producido por el estallido, prácticamente en cadena, de centenares de garrafas de gas, que los refugiados utilizan para cocinar.

La destrucción ha dejado sin ninguna protección, como si alguna vez la hubieran tenido, entre 50 y 100 mil personas, al tiempo que más de 20 mil, han escapado. sin que se conozca hacia dónde. Por lo que se teme sean blanco del odio, de los muchos ciudadanos bangladesíes, que rechazan su presencia en el país.

El campamento de Kutupalong-Balukhali, formado por veintidós campos más pequeños, los que siguen recibiendo refugiados de manera diaria, no cuentan con ningún ordenamiento y sus trazados caprichosos, se limita a las callejuelas que se crean en los espacios que dejan chozas y carpas, las que obviamente carecen de agua potable, baños y electricidad. Un detalle revelador del abandonó de los rohingyas por la comunidad internacional es que el campamento cuenta con solo diez camas de Cuidados Intensivos (UCI), para el millón trecientos mil, de los muy potenciales ocupantes.

Tras el incendio que se habría extendido por más de doce horas, centenares de familia han quedado separadas, sin que nada supieran unos de otros, entre ellos muchos niños, que, al momento del incendio, se encontraban en una de las madrassas (escuelas coránicas) del campamento y estuvieron deambulando jornadas enteras sin encontrarse con sus mayores. Las autoridades han confirmado que, a más de cuatro días de los hechos, 23 niños siguen desaparecidos. Mientras que en otros lugares de Kutupalong-Balukhali, ya se están realizado los Janazahs (funerales), de los cuerpos identificados.

Una vez más, como ha sucedido les ha sucedido en Birmania, miles de rohingyas, lo han perdido todo, es decir su poca ropa, documentos, algún enser doméstico y los recuerdos, que habían podido salvar de los incendios provocados por el Tatmadaw, cuando entraron a saco a sus aldeas, la mayoría de ellas ubicadas en el estado de Rakhine, en el oeste de Birmania. El mismo ejército que hoy tras el golpe de estado del primero de febrero, masacra al pueblo birmano y tiene detenía a su ex-socia política y secuaz en el genocidio rohingyas, la Premio Nobel de la Paz 1991, Aung San Suu Kyi.

Este es el segundo gran incendio, que se declara en los campamentos rohingyas en lo que va del año. El anterior se produjo el pasado catorce de enero, en el sector de Nayapara, donde también hubo grandes pérdidas entre las que hay que anotar cuatro escuelas financiadas por Unicef, además de 550 chozas, que dejaron sin techo a 3500 personas, aunque no se informó de muertes. Donde también resultaron destruidos, dos hospitales, uno perteneciente a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el otro financiado por el gobierno turco, un centro de distribución de alimentos y un mercado

Para algunos activistas de ONGs, estos accidentes, de los que se desconoce el resultado de las investigaciones por parte de las autoridades, podrían estar vinculados a las presiones del gobierno bangladesí, para conseguir trasladar a los rohingyas a la isla de Bhasan Char, en la Bahía de Bengala.

La isla de las maravillas

Hasta ahora, unos trece mil rohingya, han sido trasladado, de manera no demasiado clara, a Bhasan Char (Isla Flotante), que dado su conformación aluvional, es propensa a inundaciones, y se encuentra en la ruta de los grandes ciclones por lo que permanecer inundada de junio a septiembre. La isla, que tiene una formación sedimentaria, de unos cuarenta kilómetros cuadrados, se ha formado hace unos veinte años. A unos treinta kilómetros del continente, frente al estuario del río Meghna, a la que solo se puede acceder por barco, después de tres horas de navegación. Ya que es imposible la construcción de pistas de aterrizaje dadas las condiciones del suelo. La Isla sufre constante inundaciones, particularmente en la temporada de Monzones. Sin límites precisos, Bhasan Char, al tiempo que pierde tierras en algunos lugares con el mar, en otros parece recuperarla, por los que su forma y tamaño son sumamente variables, motivos por lo que distintas organizaciones de Derechos Humanos, denunciara el lugar como inhabitable.

Bhasan Char, además de encontrase en la ruta de los grandes ciclones, sus aguas son intensamente surcadas por piratas, que secuestran pescadores en busca de rescate y saquean las pequeñas comunidades costeras.

Según las autoridades de Dacca, con el proyecto Ashrayan-3, implementado por la Armada de Bangladesh a uno costó de 350 millones de dólares, se intenta alivianar el peso de Cox´s Bazar, por lo que se ha construido en Bhasan Char, 1400 casas, 120 refugios contra ciclones, edificios administrativos, oficinas para la ONU y organizaciones no gubernamentales, escuelas, dos hospitales con 20 camas cada uno, centro de socorros, almacenes, estaciones de bomberos y policía, faro, mezquitas, un helipuerto, plantas de energía rutas y drenaje, además de un terraplén de 12 kilómetros de largo y dos metros de alto para contener las inundaciones, además de instalaciones para la agricultura, cría de peces y aves de corral, ganado y la producción láctea.

El pasado cuatro de diciembre se inició el traslado desde el puerto de Chattogram, en dos tandas de 3500 refugiados cada una y ha continuado hasta alcanzar los actuales trece mil, esperando alcanzar este año el tope de los cien mil. Mucho menos del diez por ciento del total de refugiados, de los que nadie conoce su futuro.

Una comisión de Naciones Unidas, se prepara para viajar a Bhasan Char y comprobar de manera fehaciente si lo prometido por Dacca, para eso cien mil refugiados es real, ante el drama total es casi tan insignificante, como los propios rohingyas.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.