Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
La última remesa de cables diplomáticos publicados por WikiLeaks como parte de medio millón de archivos relacionados con el ministerio de Exteriores de Arabia Saudí contiene un revelador documento sobre un «acuerdo de apoyo recíproco a la candidatura del Gobierno de Rusia al Consejo de Derechos Humanos dando por sentado que el Gobierno de Rusia también extendería su valioso apoyo a la candidatura de Arabia Saudí» en las elecciones al organismo realizadas en mayo de 2013.
No hay nada trascendental en el asunto, a ciencia cierta, pero llama la atención al pragmatismo que ha caracterizado las relaciones entre Arabia Saudí y Rusia. Es interesante que el conflicto sirio no haya interferido en el acuerdo mencionado en 2013. En realidad el acuerdo antecede la fisura entre Riad y Washington después del comienzo de negociaciones directas entre EE.UU. e Irán.
Ante este telón de fondo, las evaluaciones saudíes respecto a la visita del vice príncipe heredero Mohammed bin Salman (MbS) a Rusia, encajan en la perspectiva. En el periódico del establishment saudí, Abdulrahman Al-Rashed, gerente general de Al-Arabiya television, advierte antes de exagerar la interpretación de la visita a Rusia de MBS.
Rashed reconoce la desilusión saudí respecto a las políticas de EE.UU. en Medio Oriente y toma nota de que Riad ha tomado «un paso poco usual y decidido hacer lo contrario» al incrementar los vínculos de negocios con Rusia en áreas críticas como la energía y tecnologías nucleares y militares cuando EE.UU. ha impuesto sanciones y boicotea a Rusia.
Aún así, Rashed resume: «Por cierto, no deberíamos sobrevalorar los nuevos eventos más allá de los marcos políticos, porque me cuesta imaginar que Arabia Saudí haya decidido volverse contra sus alianzas (con Occidente), pero probablemente quiere salir del estrecho rincón estadounidense y expandir sus opciones».
Rashed sugiere que probablemente los saudíes han ofrecido a Rusia «el mayor papel en la operación y supervisión» de los 16 reactores nucleares que ha decidido construir «para unirse al club nuclear». Pero en el lado político, Rashed evalúa: «Arabia Saudí quiere que Rusia, que es un protagonista clave en Siria, Yemen y Líbano, esté a su lado. Rusia juega un papel importante en el equilibrio militar con Irán».
En general, lo que se destaca es que Rashed aplaca la excitación por la visita a Rusia de Mohamed Bin Salman (MBS). Implica que los malentendidos entre Arabia Saudí y EE.UU. no llegan a significar una ruptura y, esencialmente, Riad está diversificando sus relaciones exteriores. (A propósito, MBS se encuentra actualmente de visita en Francia para firmar «acuerdos trascendentales por un valor de decenas de miles de millones de euros» en los campos de defensa, aviación civil y energía solar).
Todos los indicios coinciden en que Moscú asume la visita de MBS. Por supuesto, por mucho que el manejo y la gestión de 16 reactores nucleares podría ser un buen negocio, si los saudíes esperan que Rusia deje de participar en su cuasi alianza con Irán en las guerras por encargo en Siria o Yemen, no es un precio que Rusia estaría dispuesta a pagar.
En Siria, por lo menos, Irán se convierte en el socio indispensable para Rusia. Debería complacer a Rusia que Irán esté hablando de formar una alianza regional con Irak y Siria para combatir el terrorismo y esté trabajando hacia una cumbre regional de los tres países, posiblemente en la próxima semana.
Una vez dicho esto, Rusia cuenta con cambios en las políticas exteriores iraníes después de que se llegue al acuerdo nuclear y espera que el acercamiento de Irán con Occidente se haga inevitable, pero que esto suceda gradualmente, no de un día al otro, sino paso a paso. Más importante es que Rusia cree que Teherán seguirá desarrollando las relaciones mutuas.
El influyente periódico ruso Kommersant informó el lunes, citando una fuente en el Kremlin, de que Moscú ha manifestado a Teherán su disposición a entregar los avanzados sistemas de misiles antiaéreos Almaz-2500, que son más avanzados que las unidades S-300 que ofreció originalmente en el acuerdo de 2007.
De nuevo, Rusia ve a Irán como un rival potencial en el mercado energético mundial. En un comentario del lunes, la agencia noticiosa oficial TASS citó a un experto ruso: «A Irán no le interesan en absoluto los intereses de Rusia. Necesita dinero y en alguna fecha futura podrá presentar una considerable competencia a Rusia. Y no solo en Europa: en el mercado del petróleo en dos o tres años y en el mercado del gas entre cinco y siete años».
Por cierto, Irán también es una potencia regional altamente determinada, vastamente ambiciosa. Su integración con Occidente no puede y no tendrá lugar al coste de sus políticas de «Mirada hacia el Este» orientadas a China y Rusia. Teherán está insistiendo a favor de su plena membresía en la Organización de Cooperación de Shanghái (SCO). El papel de Rusia, al ser el país anfitrión de la cumbre de la SCO el próximo mes, será cuidadosamente observado.
Sin duda, las ecuaciones en tres direcciones que incluyen a Rusia, Irán y Arabia Saudí están entrando en un período de transición. Los tres protagonistas participan en un juego a largo plazo.
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M.K. Bhadrakumar ha desarrollado una carrera diplomática en el Ministerio de Relaciones Exteriores indio. Entre sus destinos figuran la URSS, Corea del Norte, Sri Lanka, Alemania, Pakistán, Uzbekistán, Kuwait y Turquía.
Fuente: http://atimes.com/2015/06/russia-through-the-saudi-looking-glass/