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Cronopiando

Santo Domingo: La ciudad de los sicarios

Fuentes: Rebelión

Hubo un tiempo en que no había empresario, funcionario o presidente dominicano que no tuviera para Santo Domingo algún maravilloso plan urbano destinado a transformar la capital. Desde el ex síndico Corporán y su Ciudad de los Niños en el que dar acogida a todos los «palomos» de la calle, pasando por la Ciudad del […]

Hubo un tiempo en que no había empresario, funcionario o presidente dominicano que no tuviera para Santo Domingo algún maravilloso plan urbano destinado a transformar la capital. Desde el ex síndico Corporán y su Ciudad de los Niños en el que dar acogida a todos los «palomos» de la calle, pasando por la Ciudad del Inmigrante que prometiera Leonel años atrás durante una gira por Estados Unidos, hasta la Ciudad Cibernética que sugiriera Fello, otro ex síndico, y retomara el propio Leonel como proyecto, todos los años, hubiera o no campaña electoral, alguien nos prometía convertir Santo Domingo en la Ciudad de los Juegos, la Ciudad de los Bancos, la Ciudad de los Residuos o construir otra isla delante de la isla.

Ninguno de estos proyectos resultó. Los niños de Corporán se fueron haciendo adultos y hasta murieron ya ancianos, mientras de su ciudad, no obstante los fondos recibidos, sólo llegó a construirse la puerta de entrada, hoy convertida en una ruina oculta bajo arbustos y matorrales. La Ciudad del Inmigrante que prometiera Leonel sigue teniendo en Nueva York su principal referencia a pesar de la fuerte competencia de otras ciudades estadounidenses, o de Madrid, Barcelona, Atenas, ninguna de las cuales, que se sepa, ha sido levantada por el actual presidente que sigue manteniendo en los excedentes de población que expulsa el principal recurso económico del país. Y de la Ciudad Cibernética que augurara el ex síndico Fello, queda para la memoria su monumento a la Fuente Cibernética que semanas después de ser inaugurada ya carecía de agua y que muy pronto también perdió la fuente hasta desaparecer del malecón de la capital. Ni siquiera la posibilidad de transformar Santo Domingo en la Ciudad de los Ex presidentes, cuando la capital acogió a algunos ex mandatarios haitianos, al ecuatoriano Noboa y al venezolano Carlos Andrés Pérez, tuvo el éxito que merecía semejante iniciativa. Y es que, no obstante la legión de delincuentes sin Estado en tránsito por Latinoamérica, como Abdalá Bucaram, Alberto Dahik, Salinas de Cortari, Alan García, Fujimori, Carmona, Arnoldo Alemán, Carlos Menem, Collor de Melo, Oviedo y tantos otros, Miami seguía siendo una fuerte competencia para Santo Domingo

Tampoco las promesas de convertir Santo Domingo en una Nueva York chiquita o en otra Miami dieron resultado. A lo sumo, todo lo que se consiguió fue hacer de la capital una nueva Las Vegas, parte atrás, condición que se fue extendiendo por todo un país salpicado por miles de bancas de apuestas en las que el pobrerío que todavía no ha emigrado sepulta sus esperanzas de una vida mejor.

El propio Leonel, más recientemente, intentó construir la Ciudad de los Buzones, en los que la gente pudiera expresar sus quejas y felicitaciones por las tantas iniciativas del gobierno y que tampoco logró el éxito que se le auguraba.

Pero anda en marcha un proyecto, igualmente apadrinado por el actual presidente que, tal vez, sí tenga éxito, que acaso si pueda resultar: convertir Santo Domingo en la Ciudad de los Sicarios. Acaso, ni siquiera Miami pueda ser competencia a pesar de la surtida gusanera de que dispone.

Al margen del amplio surtido de sicarios de que ya se dispone, de atracadores que se desplazan en modernas yipetas, en Mercedes Benz y motos Harley Davidson, bajo el comando, a veces, de mayores de la Fuerza Aérea y otros altos oficiales sin oficio militar conocido, Santo Domingo acaba de incorporar, con el beneplácito del gobierno de Leonel Fernández, a toda una eminencia en el mundo del crimen: el general colombiano Mario Montoya.

El actual embajador colombiano en República Dominicana, ex instructor de la Escuela de las Américas, está imputado en varios sumarios como responsable de múltiples asesinatos cometidos por sus hombres en Colombia. Organismos como Amnistía Internacional cifran en 2.100 los asesinatos de civiles a los que se vestía como guerrilleros de las FARC para cobrar cuantiosas recompensas. También está imputado este siniestro personaje en el asesinato de decenas de civiles en Medellín hace siete años. Y lo ha denunciado, entre otros medios y organizaciones, hasta la prensa estadounidense como el diario Los Angeles Times, que se hizo eco de un informe filtrado de la CIA en el 2007.

Pero ninguna de estos hechos, de estas denuncias, ha servido para que el gobierno de Leonel Fernández contrariara al presidente colombiano Uribe en su afán de «enfriar» como embajador en República Dominicana a tan fiel servidor. Tampoco la denuncia, de Narciso Isa Conde amenazado de muerte por los mismos intereses que han llevado a Montoya a Santo Domingo.