Corea del Sur llevó a cabo ayer nuevas maniobras con fuego real en el Mar Amarillo (Mar Occidental) cerca de la tensa frontera con Corea del Norte, desoyendo las amenazas del régimen comunista y las críticas de Rusia y China. Con el mundo en alerta, los ejercicios se desarrollaron sin incidentes durante una escasa hora […]
Corea del Sur llevó a cabo ayer nuevas maniobras con fuego real en el Mar Amarillo (Mar Occidental) cerca de la tensa frontera con Corea del Norte, desoyendo las amenazas del régimen comunista y las críticas de Rusia y China.
Con el mundo en alerta, los ejercicios se desarrollaron sin incidentes durante una escasa hora y media ante la isla surcoreana de Yeonpyeong, alcanzada el mes pasado por el régimen de Kim Jong-il con rondas de artillería que mataron a cuatro personas.
Según la agencia surcoreana Yonhap, un portavoz de la Junta de Jefes del Estado Mayor surcoreano dijo que no hubo ninguna «provocación» del régimen norcoreano durante las maniobras, en las que participaron diez barcos de guerra, cazas de combate F-15 y cañones autopropulsados K-9.
Los 280 residentes de la isla de Yeonpyeong fueron evacuados a primera hora a refugios antiaéreos ante las amenazas de Corea del Norte, que había advertido de un «ataque más letal» si esos ejercicios tenían lugar en aguas que considera de su territorio.
Corea del Norte calificó de «provocación militar» las maniobras de Corea del Sur en el Mar Amarillo (Mar Occidental), si bien dijo que no merecen una respuesta, informó la agencia oficial norcoreana KCNA.
El Comando Supremo del Ejército del Pueblo Coreano señaló en un comunicado que las Fuerzas Armadas del país comunista no vieron necesidad de responder a «una provocación militar imprudente», según la KCNA.
Pyongyang no reconoce la línea fronteriza marítima trazada en 1953 al término de la inconclusa Guerra de Corea (acabó con un armisticio y no con un tratado de paz) y el Mar Amarillo ha sido escenario de frecuentes enfrentamientos entre ambos países vecinos.
Las de hoy han sido las cuartas maniobras que desarrollan los militares surcoreanos desde el intercambio de disparos de artillería del 23 de noviembre, que tuvo lugar precisamente cuando en la zona estaban en marcha ejercicios con miles de tropas del Sur.
Por ello Moscú y Pekín habían pedido a Seúl que renunciase a organizar esos ejercicios y el embajador ruso forzó ayer una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU que acabó sin acuerdo, ante las profundas discrepancias entre sus miembros.
China y Rusia creen que esta exhibición militar aumenta el riesgo de un enfrentamiento armado en la península coreana, hoy en día un «polvorín» en palabras de Bill Richardson, gobernador de Nuevo México (EEUU), que llegó el jueves en visita privada a Pyongyang.
Estados Unidos, que tiene 28.500 soldados en la península coreana, opina que su aliado del Sur tiene derecho a realizar este tipo de ejercicios.
El presidente surcoreano, Lee Myung-bak, calificó por su parte de «natural» que un Estado soberano lleve a cabo maniobras defensivas, «sobre todo si es una nación dividida en confrontación militar», y dijo que ningún otro país puede intervenir.
Lee ha sido criticado por su tibia reacción al incidente con Corea del Norte del 23 de noviembre, el más serio sobre territorio de Corea del Sur desde el final de la guerra hace casi seis décadas.
Pese a las amenazas de días pasados, el régimen comunista se mantuvo mudo durante la jornada.
En Pyongyang estaba Bill Richardson, ante quien el régimen de Kim Jong-il se habría hoy comprometido a permitir el regreso a Corea del Norte de los inspectores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) para examinar el complejo de Yongbyon.
En abril de 2009 Corea del Norte expulsó por última vez a los inspectores del OIEA que supervisaban sus instalaciones atómicas, una medida que ya había tomado en 2003, cuando decidió abandonar el Tratado de No Proliferación de armas nucleares (TNP).
El régimen de Kim Jong-il busca desde hace tiempo la reanudación de las negociaciones a seis bandas para su desnuclearización a cambio de incentivos económicos, pero Corea del Sur, Estados Unidos y Japón reclaman primero una solución a la crisis actual.
Ese diálogo multilateral, en el que participan desde 2003 China y Rusia además del propio Corea del Norte, está paralizado desde hace dos años por iniciativa de Pyongyang, conocido por sus tácticas negociadoras imprevisibles y constantes cambios de opinión.
Po su parte el Gobierno japonés pidió ayer a Corea del Norte que no utilice las maniobras militares previstas por Corea del Sur como una excusa de posibles «provocaciones», informó la agencia local Kyodo.
El ministro portavoz, Yoshito Sengoku, explicó que el primer ministro nipón, Naoto Kan, ha ordenado a su Gobierno que esté alerta ante el temor a una confrontación en la península coreana por la inminente celebración de maniobras militares de Corea del Sur cerca de la frontera marítima con Corea del Norte.
«El Gobierno japonés pide con firmeza a Corea del Norte que no tome medidas de provocación utilizando esos ejercicios militares como excusa», indicó Sengoku.
A la vez, el ministro portavoz de Japón indicó que este país seguirá trabajando con Corea del Sur, Estados Unidos y otros países implicados en el Consejo de Seguridad de la ONU para trasladar un «mensaje firme» al régimen de Kim Jong-il.
En una reunión celebrada hasta última hora del domingo en Nueva York, el Consejo de Seguridad se mostró incapaz de lograr el consenso para rebajar la tensión entre las dos Coreas y buscar una salida política a esa crisis, aunque decidió seguir negociando en las próximas horas.
Las habituales tensiones entre Seúl y Pyongyang se han incrementado desde que el pasado 23 de noviembre el Ejército norcoreano disparase artillería contra la isla surcoreana de Yeonpyeong, y muriesen dos militares y dos civiles.
Desde entonces, Corea del Sur ha organizado tres ejercicios militares en sus costas, uno de ellos con Estados Unidos, que han sido recibidos con amenazas por parte de Pyongyang, sin que hasta el momento se haya registrado una nueva confrontación.