Dos de las afectadas por la hipoteca que acampan en #RodeaBankia en Madrid cuentan su experiencia previa en otro encierro para conseguir los ‘papeles’ en 2001.
Merci y Verónica, dos de las acampadas desde hace diez días a las puertas de la sede central de Bankia en Madrid, ya han pasado por este tipo de experiencia en otra ocasión. Fue en enero de 2001, cuando, después del accidente de tráfico que llevó a la muerte de 12 trabajadores ecuatorianos en Lorca (Murcia), brotaron encierros de inmigrantes por diferentes puntos de todo el Estado.
Amigas desde hace 25 años, ambas se implicaron en el encierro del Colegio Mayor Chaminade que comenzó el 17 de enero de 2001. Algo más de un mes de convivencia en la capilla de este colegio mayor de la ciudad universitaria de Madrid que Merci recuerda como «una experiencia muy bonita» de la que además saldrían con un permiso de residencia y trabajo. «Ahí durmiendo en los bancos de la capilla éramos cuatro pelagatos, pero ganamos», destaca 11 años después, y así lo ha contado para infundir ánimos en las asambleas del #RodeaBankia.
Allí, entre cartones, sacos de dormir y las dos primeras carpas instaladas para protegerse de la lluvia, se encargan cuando pueden de preparar y repartir el caldo o los cafés con los que se calienta la gente de la acampada. «Es lo mismo que hacíamos en el Chaminade», recuerdan. Como entonces, Merci dice que por su temperamento no le gusta mucho «andar hablando», sino preparar las actividades y aspectos prácticos de la convivencia en el encierro.
«Esto está siendo más duro, en el encierro de 2001 nos las arreglábamos mejor y al final no nos queríamos marchar», dice medio en serio medio en broma. Entonces, la presión de los diferentes encierros obligó al Gobierno de José María Aznar a abrir un proceso extraordinario que llevaría a la regularización de cerca de 300.000 personas. El movimiento de encierros, que se extendió desde Murcia a Barcelona, pasando por Andalucía y Madrid, recibió un apoyo considerable a través de manifestaciones como la que recuerda Verónica por las calles de la ciudad universitaria de Madrid: «Mucha gente se unió a esa marcha, íbamos con caretas y disfraces gritando «Papeles para todos», y los estudiantes montaron un cordón para que no hubiera problemas con la policía».
Ambas se tapan la cara y sueltan una risa nerviosa cuando rememoran lo que sucedió apenas cuatro años después de conseguir sus papeles, cuando avalaron las hipotecas de sus pisos con sus respectivas nóminas. Como le ocurre al resto de afectados por los avales cruzados, el banco no se detiene en las nóminas y las propiedades de una de las partes, sino que va también a por las del avalista. En su caso, los problemas empezaron cuando Verónica se quedó sin trabajo el año pasado y tuvo que seguir enfrentándose en solitario a una cuota que alcanzaba los 1050 euros mensuales. Con dos hijos y su marido en paro, Merci pasó a tener que enfrentarse a su propia cuota de 1.500 mensuales y al proceso de ejecución hipotecaria de su amiga. Tras consultar los datos de sus pisos en el registro de propiedad, ambas sostienen que las escrituras de sus hipotecas atribuyen a sus viviendas más metros cuadrados de los que realmente tienen, 15 metros en el caso de Verónica.
Un año después, Bankia les reclama 216.000 y 246.000 euros, la totalidad del importe de sus hipotecas, pese a que ambas han pagado 6 años de cuotas. «Por una amiga contactamos con la Plataforma de Afectados por ls Hipoteca» y, a partir de allí, con la asamblea 15M de su barrio, Vicálvaro. «Si se lucha, se consigue algo», afirma Merci, que acaba de recibir la primera carta dl juzgado donde se le avisa del comienzo de la ejecución de su hipoteca. Tras 10 días de encierro, en #RodeaBankia ya han conseguido aplazar un desahucio y existe el compromiso -no escrito- del aplazamiento de otros cinco.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/Si-luchas-consigues-algo.html