Matizó que «no se puede decir que la globalización destruya los Estados porque cada uno tiene sus factores», y explicó que actualmente hay en el mundo 50 Estados afectados en sus estructuras institucionales, crisis que no afecta sólo a los países del Sur. Mariano Aguirre, codirector y coordinador de Programas de Paz y Seguridad y […]
Matizó que «no se puede decir que la globalización destruya los Estados porque cada uno tiene sus factores», y explicó que actualmente hay en el mundo 50 Estados afectados en sus estructuras institucionales, crisis que no afecta sólo a los países del Sur.
Mariano Aguirre, codirector y coordinador de Programas de Paz y Seguridad y de Derechos Humanos, FRIDE (Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior), expuso en Ourense el vínculo entre la crisis del Estado, la pobreza y el fenómeno de la violencia. En la primera conferencia del Simposio Internacional celebrada en Ourense, Aguirre profundizó en una crisis que no afecta sólo a los países del Sur y que provoca «el crecimiento de la pobreza y una evolución de los conflictos sociales a grados de violencia».
Crisis del Estado: «fuente de unos problemas, reflejo de otros»
Aguirre expuso la situación actual del sistema de Estados, en el que «aproximadamente 50 se encuentran afectados en sus estructuras institucionales: no garantizan la seguridad, el poder judicial es corrupto, están controlados por élites que buscan su beneficio económico, etc». Explicó además que en este sistema hay otros Estados que ni siquiera existen como tal (Somalia), y otros que son Estados constituidos débiles, con una constitucionalidad frágil. Profundizó en un primer término en la definición de Estado moderno, como concepto que remite a un territorio dado, con un orden constitucional que da un marco jurídico a la población (que pasa a convertirse en ciudadana con derechos y deberes), que cuenta con el monopolio de la fuerza (ejército armado), y con una legitimidad externa, por la cual es reconocido como tal.
Respecto a la crisis matizó que no es algo que afecte sólo a los países del Sur, sino que es más general y está vinculada con el proceso de globalización. «Desde los años 80 se produce la tendencia a disminuir la capacidad de gestión del Estado», y puso entre otros ejemplos, la crisis existente en las sociedades del Norte en el binomio trabajo-Estado». Destacó la «tendencia transversal a privatizar el Estado», a bajar barreras al comercio, al tiempo que injustamente se cierran otras barreras de manera estratégica en función de intereses económicos, porque «todos somos iguales, pero unos son más iguales que otros», -apuntó citando a Orwell-.
Estado y globalización
Si bien es cierto que la capacidad de gestión de los Estados se ha visto mermada por la globalización, Aguirre matizó que «no se puede decir que la globalización destruya el Estado porque cada Estado tiene sus factores». Explicó que de hecho existe incluso un interés por el retorno a la cuestión del Estado, en cuanto todos se benefician de su papel, mismo las multinacionales.
Identidades
El ascenso de las identidades es otra de las cuestiones que afectan al Estado. Aguirre expuso que en los últimos 20 años se ha producido un fuerte cambio con el ascenso de las identidades (como el caso de los nacionalismos), y que está vinculado con la exclusión. En estos Estados «el poder actúa no de forma global sino parcial, favoreciendo a grupos por su raza o etnia, y que ha derivado en un problema que ya es generalizado en el mundo árabe, y que crea fenómenos como el terrorismo».
Integración económica del Estado
Otro problema grave de los Estados en crisis apuntó a la fragmentación de su economía, traspasada por los problemas de identidad. «Cuando no hay una economía integrada, cuando el estado se controla por poderes patrimoniales encontramos las situaciones de pobreza».
Pobreza
Una pobreza, que para su apropiado conocimiento es necesario analizar desde el punto de vista del Estado y de la historia (el pasado colonial) de cada país. Destacó además la tendencia a integrar la pobreza en una amalgama de conceptos: inseguridad, guerras, desigualdad, y en este sentido apuntó -citando ideas recogidas en el Informe del Panel de Expertos de la ONU- que «el desarrollo emerge como condición necesaria para la seguridad y la seguridad como condición necesaria para el desarrollo».
Violencia
«Cuando no hay Estado hay más posibilidades de que los conflictos sociales lógicos evolucionen a grados de violencia.» Esbozó así los distintos tipos de violencia: de guerra, estructural (derivada de la exclusión y la pobreza), de represión (por parte de los gobiernos, presente en los Estados en crisis) y como resistencia a la opresión (guerrillas), fenómeno que se agudizan con la crisis de los Estados.
Señaló que en la actualidad la mayor parte de la violencia en este tipo de Estados frágiles es la de los sectores de gente joven que se siente marginada (los ‘maras’ en Centroamérica, la kale borroka en El País Vasco), e indicó que el fenómeno deriva en nuestras sociedades de un problema grave: la falta de oportunidades por la ausencia de trabajo (jóvenes denominados ‘sostenedores de muros’). «A este problema hay que añadir que la emigración ya no constituye una salida», añadió.
«No sé si hay soluciones, pero hay mucho que hacer», concluyó. Se trata -explicó- de entender el papel del Estado y sus conexiones con estas cuestiones; de supervisar qué labor desempeña, en qué dirección, y participar activamente en grupos. Porque el Estado está en crisis pero no es el único actor, está la ciudadanía, la sociedad civil.
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