Las aguas de la isla española de Lanzarote se han convertido de nuevo en el cementerio de los ciudadanos a los que Europa obliga a jugarse la vida y, muchas veces, a perderla. No son muertos sin verdugo, puesto que son las leyes migratorias europeas las que obligan al viajero a jugársela en el […]
Las mujeres viajan con el vientre abultado o embarcan a hijos adolescentes en un intento de hallar el ancla, siquiera endeble, que les amarre a nuestro cruel continente. Las aguas devoran vidas, sueños, y si tuviéramos alma, también se hundiría en este océano de vergüenza.
Nos asustan con invasiones de subsaharianos… cuando los informes demuestran que la inmensa mayoría de los desplazamientos de estos ciudadanos se circunscriben al norte de la madre África. Nos mienten para que soportemos mejor nuestra cuota de responsabilidad en este genocidio consentido.
Nos dicen que es una mera cuestión de papeles la que impide a los africanos empobrecidos disponer de la libertad de movimiento que permite a un francés, y por extensión a cualquier ciudadano de la UE, aspirar a un empleo a miles de kilómetros de Europa. En Guadalupe, Reunión, Martinica o Guyana.
En esas colonias que los franceses gobiernan o algo así, las calles arden en rebelión. Un mes de huelga para pedir sueldos dignos y productos básicos al acceso, no de los turistas metropolitanos, sino de los isleños.
Y ahora que en esas islas hace demasiado calor, porque la olla de las injusticias ha estallado…. nos ponen la miel en los labios para sestear al sol sin sobresaltos. Leo una oferta: «Viaje a la isla Mauricio… sin pasaporte». Hábil propuesta comercial para salvar, sin papeleos, los planes de los turistas a los que la rebelión social antillana ha frustrado sus vacaciones de invierno.
Son los sin papeles vip. A diferencia de quienes viajan en barcazas de muerte a Lanzarote, a los visitantes de isla Mauricio nadie les tratará con falsa misericordia de «pobres gentes atrapadas en las redes de las mafias locales». No queda bonito remarcar el perfil naïf de esos paisanos a los que los tour-operadores empaquetan en charters al paraíso, ni tachar de mafiosos a los gobiernos que ahogan vidas a pie de frontera.