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La Fira Alternativa de València dedica la edición de 2015 a la educación

«Sin un interés natural del niño, no hay aprendizaje»

Fuentes: Rebelión

La Escuela Moderna de Ferrer Guardia, inaugurada en Barcelona en 1901, afirmaba de modo palmario su programa educativo: «Excitará, desarrollará y dirigirá las aptitudes propias de cada alumno, a fin de que con la totalidad del propio valor individual, no sólo sea un miembro útil a la sociedad, sino que, como consecuencia, eleve proporcionalmente el […]

La Escuela Moderna de Ferrer Guardia, inaugurada en Barcelona en 1901, afirmaba de modo palmario su programa educativo: «Excitará, desarrollará y dirigirá las aptitudes propias de cada alumno, a fin de que con la totalidad del propio valor individual, no sólo sea un miembro útil a la sociedad, sino que, como consecuencia, eleve proporcionalmente el valor de la colectividad». En la Escuela Moderna no había exámenes, ni premios ni castigos, no podía decretarse la aptitud ni la incapacidad de nadie. «Debe dejarse al niño que en dondequiera que esté manifieste sinceramente su deseo». La importancia del juego en el aprendizaje. Francisco Ferrer Guardia fue condenado a muerte en un consejo de guerra, y fusilado en la prisión de Montjuic en 1909, acusado de instigar la Semana Trágica de Barcelona.

La ideología de la Escuela Racionalista impregna muchas de las iniciativas presentadas en la Fira Alternativa de València, dedicada este año a la educación. Por ejemplo el Espai d’Educació Lliure Els Donyets (entre los municipios de Bètera y Olocau, en la provincia de Valencia). Con 20 años de experiencia, este «Espacio de Ecuación en Libertad» se basa en tres principios: el respeto por el ritmo individual, la libertad en la elección de las actividades y la igualdad en la toma de decisiones. En el comedor, ecológico y vegetariano, nadie es presionado para comer nada que no quiera, ni para comer más o menos de lo que desea.

¿Qué es, desde esta perspectiva, la escuela convencional? Lugares en los que «se fomenta la lucha por ser el mejor (con los exámenes y las metas), el sexismo (con los juegos o las maneras diferentes de relacionarse), la doble moral, la verticalidad (en la relación con un profesor distante)», sostiene Imma Serrano, de Els Donyets, en un artículo publicado en la revista del Ateneo Libertario Al Margen de Valencia. «Porque los niños cuando no tienen miedo, cuando se confía en ellos, cuando se les deja decidir, como decía Wilhelm Reich, saben qué es lo que quieren y lo que necesitan, y son capaces de autorregularse. De esta manera, buscan el placer, el conocimiento y el trabajo, sin separaciones, totalmente unidos», añade.

Parecidos son los principios de la Escuela Libre Tierra de Niños, en Godella (Valencia). El punto de partida es la capacidad natural de aprender, que los menores puedan, a través de su propia curiosidad, desarrollar (cada uno) sus capacidades. «El respeto de sus ritmos e intereses, límites y diferencias; no impedir, imponer, juzgar, sino ofrecerles los medios para que jueguen, aprendan naturalmente y construyan el mundo», declara entre sus principios esta escuela libre.

«Si a un menor no le interesa el Teorema de Pitágoras nunca lo va a aprender», coincide Julio Sánchez, miembro de la Asociación para la Libre Educación (ALE), entidad en la que participan -de modo horizontal- cerca de 300 familias que forman a los hijos al margen de los centros oficiales. Dentro de los niños que no aprenden en las escuelas regladas («Unschooling»), se incluyen los que se educan en casa («Homeschooling») con el acompañamiento de los padres. Los dos anglicismos se han hecho muy comunes en este modelo formativo. Las familias inscritas en esta asociación con más de una década de recorrido, responden al último perfil.

Puede que los tiempos no resulten hoy muy propicios para generalizar la pedagogía alternativa (que no sólo fueran entre dos y tres mil familias las que educan a sus hijos en el hogar). Por eso, apunta Julio Sánchez, «también defendemos la escuela pública y de calidad, pero ojalá incluyera otros métodos de aprendizaje». Una pregunta recurrente que se plantea el no iniciado es por la «legalidad» del modelo, ya que la escolarización en el estado español resulta obligatoria entre desde los 6 a los 16 años. La situación del «Homeschooling» en España podría definirse como de «alegalidad»: no se reconoce el derecho, pero tampoco hay legislación que lo prohíba. De hecho, «se pierden muy pocos juicios», afirma Sánchez. Hay resquicios jurídicos. Por ejemplo, «cuando la legislación se refiere a la escolarización obligatoria, no dice que esta tenga que ser presencial».

Otra cuestión recurrente es por la socialización de los menores. ¿Qué contacto tendrán con otros niños si se les saca del medio escolar? «Un niño educado en casa puede igualmente participar con otros niños en actividades, en los parques, en bibliotecas…», sostiene Sánchez. Por otro lado, añade, «hay estudios que consideran que la socialización horizontal entre niños de la misma edad no es la ideal; resulta más bien forzada». Históricamente, en las tribus, convivían y se socializaban juntos niños de diferentes familias y edades, así como menores con adultos y ancianos.

Otro «problema» que podría plantearse es si en un mundo tan ferozmente competitivo como el actual, los menores no escolarizados terminarían «desarmados»; o si el hecho de autorregularse, y dejarse llevar sólo por la curiosidad natural, les impediría desarrollar cualidades hoy muy valoradas como el esfuerzo y la disciplina. «Creemos que el niño que desde pequeño no ha sido arrancado de su familia, y arrojado a la escuela, tiene mucha más seguridad en sí mismo que otros», responde Sánchez.

Además, «¿qué garantía laboral ofrecen hoy tres licenciaturas?; y ¿quién asegura que las materias en las que uno se forma tendrán vigencia mañana en el mercado de trabajo?». En cuanto a las titulaciones, en el estado español se plantea un estricto paralelismo entre curso, edad y graduación, algo que no sucede en Inglaterra o Estados Unidos. «Es un sinsentido», asevera Julio Sánchez, que dificulta a los menores educados en casa acceder a las titulaciones, cuando pueden tener perfectamente los conocimientos requeridos, pero con otra edad. Además, los resultados de estos menores son en muchos casos mejores, porque se examinan directamente para obtener una titulación que les motiva.

Pese a que el interés de ALE se centra en el «Homeschooling», también la asociación sigue con interés las aportaciones de los centros y pedagogías alternativos: Freinet, Montessori, la escuela de Summerhill… En estos casos hay una palmaria falta de voluntad política y de medios económicos. Dado que la educación en el hogar familiar tampoco es en absoluto masiva, al estado le preocupa poco. «Presentamos a todos los partidos políticos nuestras propuestas antes de las elecciones, y a todos les pareció bien; pero después no se la juegan por 2-3.000 familias cuando detrás tienen a los lobbies cristianos», explica Julio Sánchez. En la izquierda se toparon con no pocos obstáculos, debido al «choque» con el modelo de educación pública, gratuita y laica defendido por ésta.

El «Homeschooling» requiere un coraje importante por parte de las familias. En un contexto de recesión muy aguda, al menos uno de los cónyuges tiene que dejar de trabajar para ocuparse de los menores. «Pero si tienes claro que el lugar de tus hijos es ése (no la escuela-adoctrinamiento), te buscas la vida». Considera Sánchez el colegio como «un lugar muy parecido a una cárcel, con rejas, puertas cerradas y tanto horarios como disciplina muy rígida». A ello no es ajeno uno de los fines que el estado otorga a la educación: «normalizar» a los niños en modelos que los acaban convirtiendo en trabajadores dóciles de las empresas.

Considera que en casa, en una biblioteca, en Internet pueden encontrarse al menos tantos recursos como en la escuela, y que al final, de lo que se trata, es de «acompañar al niño, y de que éste se deje llevar por la curiosidad natural». Ahora bien, todo lo anterior no es garantía de que el proceso formativo cumpla con las premisas, por la presión de las marcas, el cine, la abrumadora competitividad… En una tribu era sencillo, nada más destetar al infante empezaba a aprender y socializarse de modo natural; en los entornos rurales pervivía una parte del modelo, «pero hoy las ciudades son un disparate.

¿Cómo educar a un menor en Madrid o Barcelona, en un piso de 40 metros cuadrados?; pues hay gente que lo hace». A veces el «Homeschooling» se asimila equivocadamente a las películas estadounidenses, en que una familia de profesionales acaudalados forma a sus hijos en un entorno idílico. «La verdad es que aquí un miembro de la pareja se ha de dejar un trabajo para quedarse en casa; es todo lo contrario».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.