Pablo Stefanoni escribe un texto de título kilométrico («Orientalismo, perdices mareadas o degradación ética/moral de la izquierda neoestalinista: Una respuesta a Fernando Montiel T. sobre Kim Jong-Il») como respuesta a mi artículo: «Oriente», Kim Jong-Il y la prensa: modelo para armar. No hay mucho que decir. Y no hay mucho que decir no porque no […]
Pablo Stefanoni escribe un texto de título kilométrico («Orientalismo, perdices mareadas o degradación ética/moral de la izquierda neoestalinista: Una respuesta a Fernando Montiel T. sobre Kim Jong-Il») como respuesta a mi artículo: «Oriente», Kim Jong-Il y la prensa: modelo para armar.
No hay mucho que decir. Y no hay mucho que decir no porque no resulte interesante el análisis de Stefanoni -que lo es- sino porque el grueso de su texto se construye sobre una premisa falsa. ¿Y cuál es esta premisa? Que mi texto fue escrito para defender al régimen que Kim Jong-il heredó de su padre -Kim Il Sung- y que luego heredó a su hijo -Kim Jong Un. No es así: Stefanoni no critica lo que hice en mi artículo, sino lo que no hice. De haber querido escribir un texto con el fin de defender a los Kim´s lo habría hecho. Una vez más, no lo hice y por eso no hay mucho que decir. Pero de cualquier modo, algunos comentarios resultan pertinentes.
Dice Stefanoni que por mi «neoestalinismo» me inscribo en esos que «siguen sin querer ver la realidad y son maestros en esos «rodeos» para desviar la discusión a la hora de enfrentar la necesaria diferenciación de la izquierda emancipatoria de la neoestalinista en sentido amplio». Dice también que seré referencia futura en materia de «marear a la perdiz». (disculpe mi desconocimiento de los protocolos pertinentes pero ¿aquí es donde doy las gracias?) Una cosa es clara: Stefanoni está convencido de lo que dice. Y si está convencido -de otra forma no veo la razón para dedicar un artículo suyo como respuesta a un artículo mio- ha de ser porque tiene elementos claros, contundentes e irrefutables de mi neoestalinismo.
¿Los tiene? No, no los tiene. La seguridad con la que me cuelga el letrerito de neoestalinista, esa seguridad con la que su dedo flamígero apunta mi ceguera a la realidad y esa seguridad con la esgrime palabras que certifican mi maestría en dar «rodeos» se vienen abajo de modo por demás cómico. Dice Stefanoni que «El único objetivo del artículo -el mío- parece ser una defensa implícita del despótico régimen…». ¿Con semejante monumento a la inseguridad dice que soy yo el que habla con rodeos? A ver, ¿desde cuando «parece ser» es igual a «es» y desde cuando lo que Stefanoni percibe como una «defensa implícita» se convierte en realidad? Si está seguro de que mi artículo es una defensa del régimen norcoreano Pablo, escríbalo como tal y no tire la piedra y esconda la mano con un tímido «parece ser» que después, en su febril interpretación, da como real. Repito: nada en mi texto es una defensa ni implícita ni explícita del régimen norcoreano. ¿Exactamente qué frase puede ser interpretada como tal? Respuesta: ninguna. Una vez más: de haber querido escribir un artículo con ese tema y con esa intención lo habría escrito. En breve: no busque conspiraciones e intenciones camufladas, gatopardeadas, implícitas, soterradas o como Usted guste y mande donde no las hay.
Voy a dejar de lado el hecho de que Stefanoni haya aprovechado el viaje para utilizarme como puerta de entrada para exorcizar sus desamores con Alejandro Cao de Benós, y esto porque en las críticas que tiene a la persona y al trabajo de cuasi-vocero oficioso del régimen norcoreano yo no tengo nada que ver. Pero no deja de resultar tragicómico que una de las acciones que tantos malestares gastrointestinales provocan a Stefanoni de Cao de Benós sea precisamente la que practica el propio Stefanoni. ¿Y cuáles son estas acciones? las funciones de «traducción». Para muestra un botón: Dice Stefanoni: «Cuando Montiel habla de lo «estúpidos que somos» en realidad es un inclusivo falso: está hablando de los estúpidos que son quienes creen que, como dicen los periodistas, Corea del Norte es una dictadura. Porque para Montiel si la prensa burguesa dice llueve, los revolucionarios debemos decir: hay una sequía de la hostia». ¿Qué fue lo que dijo que no le gustaba de Cao de Benós? Ah sí! Que tradujera… a Usted que le gustan los dicho populares hay le van algunos que le ajustan muy bien: «del mal del que huyes es del que mueres», «ves la paja en el ojo ajeno pero no la viga en el propio», «el comal le dijo a la olla», «el burro hablando de orejas»…
En todo caso es un privilegio ver que ahora tengo intérpretes (¿acá si debo agradecer verdad?), lástima que sean tan malos, aunque no sabía que fuera yo tan influyente Pero por mera curiosidad ¿en qué facultad dice que tomó usted el curso de «Introducción al pensamiento de Fernando Montiel T.»? Le pregunto porque en su lugar pediría que me devolvieran mi dinero: pésimo trabajo. Ahí le va, en exclusiva: El pensamiento de Fernando Montiel T. por Fernando Montiel T. dedicado a Pablo Stefanoni: todas las tiranías son criticables y despreciables cuando vulneran la satisfacción de necesidades básicas de su población (¿qué necesidades básicas?: alimentación, vivienda, salud, educación, vestido, libertad e identidad), y a esta norma no escapan ni las satrapías petroleras del Golfo Árabe/Pérsico, ni los regímenes dinásticos en la península coreana, ni los gobiernos militares y/o las «democraduras» -como diría Galeano- en África o América, por igual las que se localizan al norte del rio Bravo -como la de Estados Unidos- o al sur del mismo -como la de México. Ahí tiene Usted. No trate Usted Cao de Benós, digo -perdón, Pablo Stefanoni- de decir a los lectores qué pensar, que por definición no son analfabetas, ni son menores de edad, ni débiles mentales, ni mi artículo está en coreano: permítales sacar sus conclusiones.
En suma. En México aprendí una expresión popular que me fue bastante útil en diferentes contextos, y posiblemente exista en otros lados, pero yo la escuché por primera vez en México D.F. «Traduttore Traitore». Si algún no hispano parlante me pregunta en el futuro qué es «Traduttore Traitore» le enviaré el artículo de Pablo Stefanoni aparecido en «Rebelión» el 26-12-2011 bajo el título («Orientalismo, perdices mareadas o degradación ética/moral de la izquierda neoestalinista: Una respuesta a Fernando Montiel T. sobre Kim Jong-Il».
Pero entonces ¿cuál es el tema de mi artículo? El artículo es una crítica al modo en que se realiza la cobertura de la muerte de Kim Jong-il. Punto. Stefanoni se lamenta de que Edward Said «no esté aquí para defenderse del uso de su clásico Orientalismo al que Montiel apela para justificar cualquier dictadura…» ¿Y dónde está la «defensa» esa defensa que tan inquieto te trae Pablo? Son alucines tuyos, Pablo (¡por favor, si no la controlas no la fumes!). En mi texto escribo: «la miseria en Corea del Norte es explicable, pero no justificable». ¿Será en esta frase donde Stefanoni encuentra lo que él llama mi «neoestalinismo»? ¿qué no una cosa es «explicar» el por qué alguien está enfermo y otra justificar la enfermedad? Son dos cosas muy diferentes, pero estos matices no los ven, ni Villarino, ni Stefanoni ni muchos otros. La explicación simplona que me atribuye a mí en la lectura de Said, es la que practica él en la lectura de mi texto. Pero no es su culpa. No lo puede evitar.
¿No lo puede evitar? No, porque Stefanoni ve en blanco y negro «Yo sí creo que Kim Jong-il «era un mal hombre que hacía cosas malas». ¿Muy simplista? Puede ser. Pero es a partir de esta simple constatación que podemos complejizar lo que queramos.» Al día de hoy -volvemos a las frases Pablo- empíricamente no se ha podido refutar que «Árbol que crece torcido jamás su tronco endereza». Al partir de la idea de que «Kim Jong-il era un mal hombre que hacía cosas malas» colocas la conclusión antes que los argumentos (eso tiene un nombre: juicio a priori, es decir, pre-juicio, o sea, prejuicio ¿desde cuando la carreta va por delante de los caballos?). Si Stefanoni quiere ver el mundo de forma maniquea y monocromática es cosa suya. Personalmente creo que los conflictos humanos son mucho más complejos y que hay que asumir esa complejidad desde el principio, creo que el mundo no se divide entre buenos y malos y estoy convencido de que hay muchos tonos grises entre el blanco y el negro. Para este no es el mundo de Stefanoni, el suyo es más infantil: a favor o en contra de Kim Jong-il, ¡Confiesa Montiel! ¿Eres izquierda emancipatoria o izquierda neoestalinista! ¿Estás en el equipo de los buenos o de los malos? Esa visión Pablo, muy tuya y muy respetable -siempre que no jodas a nadie más con ella- sí es estalinista. Tú me la atribuyes a mí y eso en sicología tiene un nombre: proyección.
Dice Stefanoni que -condescendientemente- dejará de lado mis comentarios sobre Vaclav Havel (¿acá también hay que dar las gracias verdad?) para centrarse «en lo que dice [Montiel] -y sobre todo no dice- sobre el «Querido líder» Kim Jong-il.» Como dicen los que gustan de las etimologías: Quot erat demonstrantum. A partir de este punto -que es muy pero muy al principio- voy a ser criticado no por lo que escribí sino por lo que no escribí, y no sobre un tema del que me ocupé, sino de un tema del que no me ocupé. Dicen en ciencias jurídicas que «a confesión de parte, relevo de pruebas» y entones ya resulta ocioso seguir discutiendo las críticas de Stefanoni. Otros dicho que viene al caso: Pablo, «el pez por la boca muere».
Finalmente, me resulta interesante esa pasión loca que tiene Stefanoni por las etiquetas. Sin fundamento ni sentido (¿o es lógico descalificar a alguien no por lo que dice del tema del que se ocupa, sino por lo que no dice de un tema del que no se ocupa?) Stefanoni me cuelga la etiqueta de neoestalinista. ¿Será que él se cuelga a sí mismo la etiqueta de revolucionario con la misma ligereza? Digo, porque cuando le preguntaron al Subcomandante Marcos si era un revolucionario el zapatista tuvo la humildad de contestar que no, qué él era apenas un rebelde. Si tomamos ese como estándar ¿será que los méritos «revolucionarios» de Stefanoni son más y mejores que los del comandante zapatista? Igual y sí -en su loca cabecita- y si ese es el caso seguramente cuando Stefanoni dice «los revolucionarios debemos…» estará pensando en él y los que están a su altura revolucionaria: Fidel, Raúl y Camilo para empezar. Y digo, ya entrados en gastos ¡cálcenle a Stefanoni las botas de El Libertador! ¡arrópenlo con la levita del Mariscal Sucre! ¡equípenlo con la foto de Alberto Korda! -para que certifique que es igualito al Ché- y liberen la furia para que trepado en un caballito de juguete -y con espadita de madera al cinto- salga a luchar contra los molinos neoestalinistas de su imaginación.
Bon voyage Mr. Revolution!
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