Introducción Llegados al punto de desarrollo tecnológico actual, somos capaces de crear infinidad de riqueza con muy pocos recursos, y sin mucho esfuerzo físico humano. Eso debe implicar necesariamente jornadas laborales más cortas, y mejor pagadas. La sociedad debería estar brindando servicios públicos de alta calidad. Pero esa no es la situación, más bien todo […]
Introducción
Llegados al punto de desarrollo tecnológico actual, somos capaces de crear infinidad de riqueza con muy pocos recursos, y sin mucho esfuerzo físico humano.
Eso debe implicar necesariamente jornadas laborales más cortas, y mejor pagadas. La sociedad debería estar brindando servicios públicos de alta calidad.
Pero esa no es la situación, más bien todo lo contrario. Empleo en escasez, algo lógico por la menor necesidad de mano de obra humana. Pero jornadas más largas y peor pagadas para quienes las ejercen.
Algo que sólo puede llevar a la conclusión de que existe una gran acumulación de la riqueza de la sociedad, en muy pocas manos.
Desde una perspectiva de ingeniero sólo puedo pensar que existen unas necesidades de la sociedad fácilmente calculables en cuestión de luz, agua, sanidad, educación, ayuda especial, e incluso alimento y vestido.
También está demostrado que los recursos naturales con los que se construye todo, no son infinitos, y por tanto hay que emplearlos con eficiencia.
Economía
Para ilustrar esta idea se me ocurre como ejemplo la construcción de una casa en el bosque. Imaginemos que llegan 100 personas con la misión de construir una casa.
La tarea es simple, que se organicen como quieran, con la tarea de construir una casa de la mejor manera posible, y a ser posible en el menor tiempo.
Bajo los estándares neoliberales actuales, las personas irían anárquicamente cortando árboles, picando piedra, y levantando cimientos. Al final del día habría varios intentos de construcciones, a lo sumo una casa construida, y definitivamente gran cantidad de material desperdiciado.
En un modelo organizado por la sociedad, se hubiera decidido de antemano de una manera lógica y práctica, cuánta cantidad de material sería necesario, y repartir las tareas de extracción de material, y de construcción.
La casa se hubiera realizado en menor tiempo, de una forma planificada y ordenada, y utilizando únicamente los recursos necesarios, y ni uno más.
Feminismo
Últimamente observo algo que me produce gran consternación, y es ver el movimiento feminista criticado bajo falacias ad-hominem. Es decir, mostrando sólo el mensaje de algunas radicales en sus momentos de mayor elocuencia, y aprovechando esto para criticar todo un movimiento de reivindicaciones justas.
No obstante, suena hipócrita criticar ningún patriarcado, o situación de desigualdad por género, ignorando la cuestión de renta. Mujeres independientes económicamente, padecen en menor medida todos los problemas asociados al machismo, o incluso la violencia de género. Todo esto no es más que una extensión del modelo jerárquico de desigualdad social actual, como ocurre también con el racismo.
Nacionalismo
Otro problema actual que puede verse es con Trump en USA o en Inglaterra con el Brexit, etc. La solución que se ofrece a la población es que se unan en el concepto de «nación», despreciando todo lo que provenga de fuera, priorizando antes a sus explotadores nacionales, que a aquellos que son explotados igualmente, pero de distintas nacionalidades. Por ello la construcción de muros de contención (de la pobreza), será visto como inevitable.
Esto lleva a una falta de enfoque en el problema real, y como toda confusión en la sociedad sólo agrava y complica el problema. Hay nacionalismos que dicen no compartir estos rasgos de prejuicios y odio, pero deben saber que la idea de «nación» siempre lleva la confrontación implícita. Si algo tuvo claro el socialismo original, era la necesidad de unirse bajo una sola organización (La Internacional), pues la idea de clase no podía someterse a unas fronteras creadas por coacción y sangre, en algún momento del pasado. Es obvio ver a día de hoy cómo unos pocos acumulan todo la riqueza mundial, y cómo la mayoría de países del tercer mundo sirven de fábricas de esclavos, incluso con niños. Los responsables de ese drama, son ciudadanos de nuestras naciones occidentales. ¿Cómo hablar con orgullo de nuestras naciones, con sus gobiernos y elites? Con todo el daño causado a familias de medio mundo, suena patético presumir de nuestro modelo occidental, esclavizando por nuestro consumo egoísta, incluso a niños, y tapándonos los ojos hipócritamente. Como si la ausencia de una solución directa, y la lejanía del lugar del crimen, nos hiciera más inocentes a título individual, aunque seamos conscientes de lo injusto del modelo existente.
La izquierda actual
Derrotada en todos sus términos. Nunca sonó más rancio hablar de lucha de clases. Porque todos sabemos que no hay una pequeñísima minoría elitista controlando cada nación, y su riqueza.
Todo motivo de lucha suena vacío y de poca esperanza. ¿Un mundo más justo? Todos hemos aceptado ya la injusticia. Llegados a este punto, asumimos el individualismo, y aunque nos gustara un mundo mejor, primero pensamos en nosotros mismos y los más cercanos. ¿Qué hueco queda entonces para una revolución social, en una sociedad que ha perdido toda esperanza de cambio?
Sólo queda concentrarse en la forma, y procurar olvidar la esencia, o al menos mantenerla fuera del debate. La obsesión con lo políticamente correcto del lenguaje me recuerda a lo que ocurren en Estados Unidos con los negros. Siempre emplean terminología racial escrupulosamente cuidada: african-american. Dar por hecho que un ciudadano americano que lleva tantas generaciones en ese país, es africano, me sigue pareciendo un tanto racista. No obstante, el problema fundamental me parece que los ciudadanos negros tengan condiciones de vida mucho peores, de media, que los ciudadanos blancos. La terminología importa bastante poco cuando no gozas de sanidad, educación ni muchos recursos, por los que tu condición inferior se perpetuará en las siguientes generaciones. Lo mismo ocurre con las mujeres y el feminismo. Enfocad la lucha en los derechos, no en el lenguaje, eso va implícito en el empoderamiento social.
El cerebro necesita ver avances, así que a la hora de acometer una tarea, prefiere concentrarse en tareas no críticas pero factibles, que en implementar la verdadera solución. Nuevamente como ingeniero, vuelvo a pensar que en mi trabajo ningún compañero ni superior, me permitiría entregar una solución a base de parches, que no solucionara de raíz el problema de base. ¿Por qué entonces aceptamos este tipo de soluciones como válidas, constantemente? Esto es lo que ocurre con leyes absurdas que no cambian nada, ONGs y diferentes manifestaciones de caridad en general. Aunque su labor es admirable y constantemente cambian cosas, todo sigue igual y nada parece avanzar a mejor. Yo no llamo a no participar en estas acciones, sino a repensar la organización y el plan de acción.
Conclusión
Con esto es fácil llegar a la conclusión de que sólo una economía socialista es capaz de asegurar la satisfacción de necesidades de toda la ciudadanía. Sólo así se garantiza el esfuerzo colectivo, y a su vez el reparto para el disfrute, de la riqueza generada. No habrá forma de que la sociedad avance hacia este punto a menos que las soluciones que presenten se centren en la esencia, y no en la forma. Algo que ocurrirá cuando la situación sea insostenible, de manera lógica y natural, aunque mucho me temo que no sin sangre, sudor y lágrimas.
Alexánder Coop, Ingeniero informático
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.