Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
A Achama Vargese su patrono kuwaití le impidió recibir tratamiento médico, a pesar de haber sido diagnosticada de diabetes
(Foto MEE/Rejimon Kuttappan)
Tras haber sido atraídas con falsas promesas a los países del Golfo, muchas trabajadoras domésticas indias desaparecen allí cada año. Y no a todas ha podido encontrárselas.
«Un día estaba comiendo y no oí que me llamaban. Perdieron la paciencia y el marido vino corriendo adonde yo estaba, me golpeó la cabeza con las manos y empezó a darme patadas. Me caí al suelo», dijo Sindhu Prassanna recordando su traumática experiencia como asistenta para una familia saudí en Abha, capital de la provincia suroccidental de Asir.
Prassana está ahora a salvo de vuelta a casa en la India con la ayuda de una ONG local y de las autoridades indias.
Al relatar su odisea, explica que era regularmente golpeada y maltratada por la pareja para la que trabajaba, incluso por las cosas más nimias. Trabajaba casi 19 horas al día -desde las cuatro de la madrugada a las once de la noche- y sólo le permitían comer sobras y alimentos pasados.
«Trabajé durante casi seis meses y tuve que volver a casa con las manos vacías», dijo.
Prassana consiguió el trabajo a través de un agente no oficial que le presentó su vecino, en la esperanza de conseguir algún dinero extra en el Golfo.
«No conocía los canales oficiales de reclutamiento y confié en el agente», dijo Prassana, que presentó una denuncia contra él ante las autoridades locales.
Fue llevada a Dubai en un primer momento, para después ser trasladada a Abha, donde le dieron un visado por tres meses.
(Foto: MEE/Rejimon Kuttappan)
«No sé si el visado era de trabajo o no», dijo.
Después de que sus familiares presentaran una denuncia como persona desaparecida, pudo volver a casa en marzo.
Según Rafeek Ravuther, director del Centre for Indian Migration Studies (CIMS), una ONG que se dedica a ayudar emigrantes desaparecidas, en 2016 descubrieron unos 86 casos.
«De los 86 casos, 13 están todavía desaparecidas en los países del Golfo. Hemos podido rescatar y traer a casa al resto con la ayuda de las autoridades indias y de trabajadores sociales», dijo Ravuther, que estuvo implicado en el rescate de Prassana.
«Presenté denuncias oficiales ante las autoridades indias, y con su ayuda pudimos encontrar el paradero de las mujeres traficadas y devolverlas a su país con la colaboración de los funcionarios de la embajada india y de los trabajadores sociales del país anfitrión», añadió.
«Solía abofetearme a menudo»
Al igual que Prassana, Susheelama Achari, de 47 años, viajó en 2015 a Arabia Saudí para trabajar como sirvienta a través de un agente no oficial, confiando en poder ganar algo de dinero para mantener a su familia.
«Era mi primer trabajo en el Golfo. Tuve que luchar mucho», dijo Achari a MEE:
«Mi primer patrono me vendía a muchas casas para que trabajara en ellas como sirvienta temporal, llegué a servir en once casas», añadió.
Achari dijo que a veces la encerraban en una habitación oscura y sólo le permitían dormir cinco horas al día.
(Foto: MEE/Rejimon Kuttappan)
«Sin motivo alguno, mi patrono se ponía a darme de bofetadas», añadió.
Después de trabajar sin cobrar nada durante más de un año, Achari volvió en marzo a la India con la ayuda de la policía saudí, que trabajó en cooperación con los funcionarios de la embajada india.
«Todavía no he recibido el salario de nueve meses. Pero no estoy preocupada por eso. Al menos he podido regresar y estoy a salvo», dijo. «Tuve que sufrir mucho maltrato físico y mental».
Según Josephine Valarmathi, del Movimiento Nacional de Trabajadores Domésticos de la India, una ONG centrada en el bienestar de los trabajadores domésticos indios, «el salario medio mensual está fijado en 280$. Sin embargo, la cifra varía de un país a otro».
«Tuve que escapar de allí»
A Achama Varghese, de 45 años, otra mujer india que emigró a Kuwait desde Kerala en septiembre de 2015, su patrono le impidió recibir tratamiento médico cuando trabajaba como enfermera auxiliar.
«Tenía algunas deudas que debía pagar. Trabajaba como auxiliar de enfermería en una ciudad cercana», dijo. «Por eso, cuando un agente me presentó una oferta, confié en él y emigré a Kuwait, donde todo el tiempo estuve sufriendo».
Después de siete meses en ese empleo, le diagnosticaron diabetes. Cuando su salud se deterioró, su patrono se negó a llevarla al hospital para que recibiera tratamiento.
«Tuve que huir de allí y refugiarme en la embajada de la India», añadió Varghese.
Varghese estuvo meses hospitalizada en Kuwait antes de poder regresar a la India en marzo.
«Mi marido no puede trabajar porque tiene la mano derecha paralizada. Sufre artritis reumatoide. Por eso es por lo que emigré», dijo.
«Ahora estamos los dos enfermos y no contamos con ningún ingreso», añadió.
«No tengo ni idea de qué puedo hacer»
Pero no todas las mujeres consiguen volver a salvo a casa. Sindhu Saraswathy es una de las decenas de trabajadoras domésticas indicas que han desaparecido después de aceptar un trabajo en los países del Golfo.
En octubre de 2016, Sarawathy se fue a Arabia Saudí para trabajar como sirvienta para ayudar a su familia.
La hija de Saraswathy Krishnankutty, Sindu, está desaparecida en Arabia Saudí
(Foto: MEE/Rejimon Kuttappan)
«La última vez que nos llamó a casa por teléfono fue el 22 de enero». Su madre, Saraswathy Krishnankutty, de 70 años, está intentando presentar una denuncia por persona desaparecida ante las autoridades locales con muchas dificultades, al no tener los documentos necesarios para poder hacerlo.
Todo lo que tiene es una foto de pasaporte de su hija y un documento de identidad indio.
Otra hija de Sarawathy, Simi, de 23 años, dijo que su madre estaba muy triste la última vez que habló con ella.
«A mi edad, estoy haciendo trabajos domésticos en el barrio para poder comprar arroz. No conozco los intríngulis para presentar una denuncia», dijo Krishnankitty.
«No tengo ni idea de qué puedo hacer», añadió.
Esfuerzos del gobierno
Valarmathi dijo que aunque el gobierno indio ha establecido estrictos procedimientos para el reclutamiento de trabajadores domésticos, se sigue engañando, maltratando y traficando a las mujeres indias en el Golfo.
En 2015, el gobierno indio inició un sistema de emigración online, un canal oficial seguro de reclutamiento para quienes quieren emigran al extranjero a trabajar; especialmente a 18 países árabes y norteafricanos que se han inscrito en el sistema denominado Emigration Clearance Required (ECR).
Además de esto, el gobierno indio ha firmado también acuerdos bilaterales con los países del Golfo para asegurar la protección de las trabajadoras domésticas y enfermeras, ya que están más expuestas a ser explotadas, pero Rabuthin dijo que estos acuerdos bilaterales no son suficientes, añadiendo que debería haber más restricciones y garantías que protegieran a los inmigrantes indios.
Hace ya bastante tiempo que se viene criticando a los países del Golfo por el trato que dan a los trabajadores domésticos y por la utilización del sistema kafala, un «sistema de patrocinio» que vincula la residencia legal de los trabajadores a sus patronos. Tampoco pueden dejar sus empleos sin el consentimiento escrito de su empleador. En marzo, una sirvienta etíope dijo que estaba tan desesperada intentando escapar de su abusivo patrono en Kuwait que llegó a saltar por una ventana. El patrón gravó un video que se hizo viral en el que parecía que intentaba ayudarla. Fue arrestado por la policía kuwaití, según informaciones de los medios.
Sin embargo, suele ser muy difícil que los trabajadores domésticos puedan demostrar el maltrato e incluso cuando sí pueden, sus patronos rara vez tienen que enfrentarse a acusaciones criminales o resultan condenados por los tribunales, según Human Rights Watch.
HRW entrevistó a varias mujeres que trabajan en el Golfo, que dijeron que sus empleadores les habían confiscado el pasaporte, retenido sus salarios, obligadas a trabajar sin descanso ni días libres y que estaban sometidas a abusos psicológicos, físicos y sexuales. En algunos casos, los abusos incluían trabajos forzosos y tráfico de personas.
Algunos gobiernos del Golfo se han esforzado por mejorar la situación de los trabajadores domésticos, pero no lo suficiente como para garantizar sus derechos básicos, según los grupos por los derechos humanos. MEE solicitó información de las embajadas saudí y kuwaití en la India sobre anteriores reclamaciones, pero en el momento de editar estas líneas no se había recibido contestación.
En 2013, Arabia Saudí emitió una serie de regulaciones que dan derecho a los trabajadores domésticos a tener al menos nueve horas de descanso al día, un día libre a la semana y vacaciones pagadas cada dos años, según HRW.
Pero con los trabajadores domésticos a merced de sus empleadores tras las puertas cerradas de los hogares privados, es difícil poder controlar que esas regulaciones se cumplen.
Estos derechos son también bastante menores a los estipulados para otros trabajadores que están bajo las leyes laborales, en virtud de las cuales no deben trabajar más de ocho horas al día, pueden no acudir al trabajo en caso de enfermedad y han de recibir compensaciones por horas extras, algo a lo que los trabajadores domésticos no tienen derecho.
Puerta de entrada al tráfico de personas
Ravuther dijo que los Emiratos Árabes Unidos eran utilizados como punto de entrada para el tráfico de personas en todo el Golfo, porque es fácil entrar allí en comparación con otros países del Golfo.
«En los EAU se puede obtener fácilmente un visado como turista y después ser «vendidos» a empleadores de otros países», dijo Ravuther.
En un intento de combatir tal situación, el gobierno indio ha lanzado varias campañas para educar a los potenciales migrantes, especialmente a las trabajadoras domésticas, sobre la necesidad de la emigración segura.
Hay varios videos y tweets oficiales advirtiendo a los indios que sólo deben emigrar a través de agencias oficiales de reclutamiento y ponerse en contacto con la embajada india una vez llegados al país extranjero.
Las ONG locales están pidiendo sanciones más estrictas contra los agentes ilegales de reclutamiento y un mayor control por parte del gobierno. Según un documento parlamentario indio, en 2016 se registraron 213 casos contra reclutadores ilegales, de los cuales se procesó sólo a 42.
En 2016, la cifra de trabajadores migrantes indios que consiguieron permiso de emigración para su reclutamiento en los países del Golfo fue de 520.960.
Pero esta es sólo una fracción del número total de trabajadores domésticos en la región, la mayoría de los cuales no están trabajando oficialmente reconocidos.
La Confederación Internacional de Sindicatos (ITUC, por sus siglas en inglés) estima que hay 2,4 millones de trabajadores domésticos migrantes «esclavizados» en los seis países del Golfo.
Tras las malas experiencias vividas con agentes no oficiales, las mujeres con las que MEE contactó se muestran ahora muy recelosas a la hora de aceptar una oferta de trabajo en el Golfo que pueda hacerles cualquier tipo de agente, oficial o no oficial.
«Me he dado cuenta de que es muy arriesgado», dijo Achari. «Buscaré ofertas de trabajo y reclutamiento sólo a través de los canales que el gobierno ha establecido para poder sentirme segura y protegida».
Rejimon Kuttappan es un periodista independiente dedicado especialmente a la investigación. Lleva diez años informando sobre el Golfo y la India centrándose en temas de derechos humanos, derechos laborales, derechos de los migrantes y derechos de la mujer. Suele publicar sus trabajos en Thomson Reuters Foundation, Migrants-Rights, Times of Oman, Scroll.in, FirstPost, The Caravan.
Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión.org como fuente de la misma.