La directora ejecutiva adjunta de ONU Mujeres, Lakshmi Puri, habla en este artículo de la necesidad de que el Grupo de los 77 impulse acciones para que el siglo XXI convierta en prioridad política la equidad de derechos de las mujeres y de las niña, a fin de acabar con el patriarcado como en el siglo XX se hizo con el colonialismo
Los gobernantes del Grupo de los 77 (G-77), el mayor bloque de países del Sur en desarrollo más China, se reunirán en Bolivia el sábado 14 y domingo 15 para conmemorar el 50 aniversario de su fundación.
El grupo original de 77 países reúne ahora a 133 estados, convirtiéndose así en la mayor coalición de gobiernos del ámbito internacional. Centrales entre las prioridades del G-77 desde su creación han sido la promoción de una agenda de equidad entre las naciones y las personas, el desarrollo sostenible e inclusivo y la solidaridad mundial.
Pero nada de eso se logrará sin la incorporación completa de las metas de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.
A fines de mayo viajé a Bolivia para asistir a una histórica reunión internacional, en preparación para la Cumbre del G-77, dedicada exclusivamente a las mujeres y la igualdad de género. Más de 1.500 mujeres, muchas de ellas indígenas, colmaron la sala, llena de energía.
El presidente boliviano, Evo Morales, también estuvo presente, como testimonio de su compromiso y liderazgo en torno a esta agenda fundamental.
De esa reunión surgió un mensaje, alto y claro. Si queremos que en el siglo XXI cesen la discriminación, la desigualdad y la injusticia debemos centrarnos en las mujeres y las niñas -la mitad de la población mundial-, que siguen sufriendo discriminación todos los días y en todas partes.
El siglo XX acabó con la colonización. Ahora el siglo XXI debe ponerle fin a la discriminación contra las mujeres. De la descolonización debemos pasar a la «despatriarcalización».
Esta reunión tuvo lugar en un momento crítico y en un lugar significativo. América Latina vivió sus propias luchas contra la discriminación y la opresión. En un continente al que solían caracterizar notables desigualdades y dictaduras violentas surgió un vibrante movimiento que puso a la región en el camino de la justicia social, la democracia y la igualdad.
En Bolivia existe una norma constitucional contra la violencia contra las mujeres y una ley contra la violencia política que la hacen pionera en la región y más allá.
Esta esperanza de un futuro mejor y más justo debe extenderse al mundo en su totalidad, y el G-77 puede desempeñar un papel decisivo en esto.
La elaboración de la agenda de desarrollo post-2015 y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) está llegando a una etapa crítica. El Grupo de Trabajo Abierto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible está a punto de concluir su labor y los estados miembros concluirán la nueva agenda de desarrollo en el curso de 2015.
Esto coincide con el examen y la evaluación de los 20 años de la Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing (1995), el marco de referencia internacional para lograr la igualdad de género y los derechos de las mujeres.
Beijing +20 nos brinda la oportunidad de impulsar una aplicación rápida y efectiva de la agenda de la igualdad de género y los derechos de las mujeres y de velar para que sea un elemento central del nuevo marco de desarrollo.
Debemos sacar el máximo provecho de estos procesos y sus interconexiones para garantizar que la igualdad de género, los derechos de las mujeres y su empoderamiento tengan un lugar destacado en la nueva agenda de desarrollo, así como acelerar su implementación.
Tenemos la oportunidad histórica y la responsabilidad colectiva de convertir a los derechos y el bienestar de las mujeres y las niñas en una prioridad política, tanto en el planeta como en cada país. Con este fin, el nuevo marco debe adoptar un enfoque integral, transformador y basado en los derechos que aborde la desigualdad estructural y la discriminación de género.
Este enfoque integral debe incluir objetivos para eliminar la discriminación contra las mujeres en las leyes y las políticas, cesar la violencia de género, asegurar la efectividad de los derechos de salud sexual y reproductiva de las mujeres y las adolescentes a lo largo de sus vidas, y el reconocimiento, reducción y redistribución del trabajo de cuidados no remunerado.
Llegó la hora de ponerle todo el peso político a la aprobación de leyes que eliminen la discriminación contra las mujeres y promuevan la igualdad de género.
Llegó la hora de asignar recursos que financien los servicios a las víctimas y sobrevivientes de la violencia contra las mujeres.
Llegó la hora de fortalecer la recopilación de datos nacionales y llevar a cabo una investigación sobre el uso del tiempo para comprender mejor el trabajo de cuidados no remunerado o una investigación sobre la violencia contra las mujeres.
Llegó la hora de hacer que los espacios públicos sean seguros para las mujeres y las niñas.
Llegó la hora de mejorar la infraestructura rural para fortalecer el acceso de las mujeres a los mercados y ayudar a combatir la pobreza feminizada rural.
Llegó la hora de destacar la labor de quienes defienden la igualdad de género, de reconocer los modelos que han superado los estereotipos y ayudaron a crear igualdad de condiciones para las niñas y mujeres en todos los ámbitos, en la política y los negocios, en el mundo académico y en el servicio público, en el hogar y la comunidad.
El padre de la independencia de India, Mahatma Gandhi, dijo con razón que la verdadera liberación del colonialismo no se logrará a menos que cada ciudadano y ciudadana sea libre, igual y capaz de realizar su potencial.
El siglo XXI debe terminar con la vieja práctica del patriarcado y la discriminación de género, y desencadenar a las mujeres y las niñas para que puedan disfrutar plenamente de sus derechos humanos.
Cuando el G-77 se reúna el sábado 14 y domingo 15 en Bolivia, para la Cumbre conmemorativa de su 50 aniversario, tengo grandes esperanzas de que haga de esta agenda definitoria de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres una pieza central de su proyecto de desarrollo y libertad internacional para los próximos 50 años.
Lakshmi Puri es la directora ejecutiva adjunta de ONU Mujeres, con sede en Nueva York.