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India

Trescientos millones de dioses contra Alá

Fuentes: Rebelión

El activismo antimusulmán del Primer Ministro indio Narendra Modi y el de su partido el Bharatiya Janata Party o BJP (Partido Popular Indio), parece haber dispuesto que los trescientos millones de dioses que, se dice, tiene el hinduismo se han puesto en marcha contra Alá.

Una vez más, como cuando fue Ministro Principal (gobernador) del estado de Gujarat entre 2001 y 2014, Modi prácticamente inauguró su Gobierno con una matanza, tras un confuso episodio que había dejado unos 60 karsevaks (devotos) hindúes que regresaban de una peregrinación generando varios días de disturbios en la ciudad de Ahmedabad, disturbios que se saldaron con la muerte de cerca de 800 musulmanes y unos 250 hinduistas. Tras convertirse en Primer Ministro de la Unión India, en 2014, Modi junto al BJP continuó articulando medidas políticas y constantes operaciones mediáticas contra la comunidad islámica, intentado de alguna manera provocar una limpieza religiosa, como si fuera posible obligar a los más de 220 millones de musulmanes que la componen a abandonar India para instalar su ansiada Hindutva, la versión supremacista del hinduismo. En esa dirección articuló la Ley de Enmienda de Ciudadanía (CAA por sus siglas en inglés) que, con la aparente excusa de otorgar la nacionalidad a miembros de minorías llegadas desde Afganistán o Bangladesh, apuntaba a revocar la ciudadanía de los musulmanes indios, o los continuos avances contra la autonomía de Cachemira, un estado de mayoría islámica.

Una de las últimas provocaciones llegó de parte de Nupur Sharma, portavoz del partido del Gobierno, el pasado 26 de mayo, cuando en un encuentro televisivo donde se discutía la posibilidad, cada vez más real, de la posible demolición de la mezquita Gyanvapi, construida en el siglo XVII en la ciudad sagrada para el hinduismo de Varanasi, en el norteño estado de Uttar Pradesh, donde según los hindúes se levantaba el templo Kashi-Vishwanath dedicado al Dios Shiva, que ahora pretenden reconstruir. Un detalle nada menor si se recuerda que en 1992, en una disputa similar en la ciudad Ayodhya, también en Uttar Pradesh, una turba de seguidores de la Hindutva alentada por dirigentes del BJP atacó y demolió la mezquita de Babri, del siglo XVI, provocando un espiral de violencia que dejó más de 2.000 muertos. Los instigadores finalmente fueron absueltos en el 2020 y ahora en el lugar de la mezquita se levanta un templo a Rama, la máxima deidad hindú, financiado por el gobierno de Modi.

Al calor de la discusión en el programa televisivo, el vocero oficialista hizo algunos comentarios insolentes acerca de Aisha, la esposa del profeta Mahoma, lo que no solo provocó la protesta de los musulmanes locales, sino también de países como Omán, Catar, Kuwait, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Indonesia y Malasia, los cuales formalizaron su disgusto convocando a los respectivos embajadores de India mientras distintos grupos de esos países han llamado al boicot contra India.

Modi acorralado por la nueva crisis, dada su dependencia de hidrocarburos provenientes del Golfo, además de que en esos países se asienta una gran migración india que gracias a sus remesas mantiene a miles de familia en la Unión, se vio obligado a hacer a un costado a Nupur Sharma y Naveen Jindal, otra importante figura del BJP que se había burlado de Mahoma en un tuit. El alejamiento de estas dos figuras no dejó de acarrear tensiones al interior del Gobierno y su partido.

Las torpes declaraciones de los ahora exfuncionarios del BJP provocaron que tras las oraciones del viernes día 10 se generaron violentas protestas en Ranchi, capital del estado de Jharkhand. Dichas protestas dejaron dos musulmanesasesinados por las fuerzas de seguridad y centenares de heridos. En el estado de Uttar Pradesh se realizaron manifestaciones en numerosas ciudades y cerca de 300 personas fueron detenidas. En Bengala, donde los enfrentamientos se extendieron todo el fin de semana, los manifestantes bloquearon rutas y vías férreas al tiempo que un mercado, una comisaría y una oficina del BJP fueron incendiados.

Tras las manifestaciones también se comenzaron a generar diferencia hacia el interior de la comunidad musulmana mientras que el imán de la Gran Mezquita Jehan-Numa de Nueva Delhi, el Syed Ahmed Bukhari, distanciándose de los manifestantes pidió su detención y  exigió que cesen las protestas, temiendo que el incidente se convierta en una nueva ola de violencia contra su comunidad. En esa misma dirección el Jamaat Ulama-e-Hind (Consejo de teólogos musulmanes indios), la organización socio-religiosa más antigua y más grande de los musulmanes indios, fundada en 1919, se prepara para emitir una fatua firmada por unos 1.000 de los hombres del Consejo que prohíba a su los fieles cualquier protesta violenta en nombre del profeta. En contraposición el Consejo de la Unión de los Musulmanes de India ha reclamado que se procese al ahora exportavoz del BJP, al tiempo que se ha pronunciado contra la violencia policial hacia los manifestantes.

Las observaciones del Syed Bikhari se corporizaron en el estado de Uttar Pradesh, donde desde el día 12 se han denunciado numerosas torturas contra los manifestantes detenidos, al tiempo que el Ministro Principal del ese estado, Yogi Adityanath, ordenó la demolición con excavadoras de las viviendas de varios de los detenidos sin aviso previo, ni aval judicial.

En la capital india el Vishva Hindu Parishad o VHP (Consejo Hindú Mundial) llamó a los fieles hindúes a los templos para orar al dios guerrero Hanuma  en protesta por las manifestaciones musulmanas. Mientras el principal impulsor de las acciones contra la comunidad musulmana de la India, Narendra Modi, que a lo largo de toda su carrera política ha inyectado odio contra el islam, produciendo una profunda grieta entre las comunidades que durante años vivieron en paz, ha optado por un silencio atronador.

Más fuego en el interior de la India

La cada vez más caliente situación política de la Unión India, que parece contagiarse de la crisis climática que este año ha provocado, al igual que en Pakistán, temperaturas de más de 46 grados en vastas regiones del país, tampoco consigue apagar los incendios provocados por las declaraciones de los funcionarios del BJP.

Al-Qaeda en el subcontinente indio (AQIS) ha prometido llevar a cabo ataques suicidas por los comentarios “insultantes y difamatorios” contra la compañera del profeta. En su comunicado informa de que “los terroristas ahora deberían esperar su final en Delhi y Bombay, en Uttar Pradesh y Gujarat” y que “los corazones de los musulmanes de todo el mundo están sangrando y llenos de sentimientos de venganza”.

Si bien esta franquicia de al-Qaeda, creada en 2014, ha tenido un relativo apoyo de países vecinos como Pakistán y Bangladesh, no ha logrado afianzarse en la comunidad musulmana de India y no ha podido ejecutar ningún ataque de importancia hasta el momento, a pesar de las cada vez más agresivas campañas del hinduismo y las políticas de marginación por parte del Estado. El vacío que ha hecho la comunidad musulmana al AQIS, así como al Dáesh -de gran crecimiento en países de Asia Central- podría revertirse y los mensajes integristas podrían finalmente hacer pie entre los más jóvenes de la comunidad.

Por otra parte, tras el anuncio del Gobierno del nuevo plan de reclutamiento militar, se produjeron importantes disturbios en varios estados de la Unión como en Bihar, Rajasthan y Uttar Pradesh, donde miles de jóvenes aspirantes a ingresar a las fuerzas armadas atacaron edificios públicos, saquearon oficinas y asaltaron docenas de estaciones de tren, lo que obligó a la suspensión de unos 30 servicios diarios.

El Gobierno del primer ministro Modi pretende crear un esquema llamado Agnipath (camino de fuego) que comenzará en tres meses, con el que se intenta reducir la edad promedio de las fuerzas armadas de casi dos millones de efectivos, convocando a personas de entre 17 y 21 años con contratos de cuatro años con la excusa formal de modernizar a las fuerzas armadas haciéndolas más eficaces.

El Agnipath reducirá las pensiones y los salarios, por lo que se podrán liberar fondos para la adquisición de más tecnología. Sin confirmar si el obsoleto sistema de conformación de la mayoría de las unidades del Ejército basadas en regiones, castas o clases, será también modificado.

De ahora en más solo un cuarto de los 45.000 mil reclutas incorporados, a los que se conocerá con el nombre de Agniveer, a cambio de los 60.000 de hasta hace dos años, mantendrán su puesto en las fuerzas armadas, mientras que quienes se deban retirar recibirán una suma fija de casi quince mil dólares en lugar de la pensión y otros beneficios.

El anunció ha provocado mayormente protestas entre jóvenes de origen rural, para quienes era habitual unirse a las fuerzas armadas donde de poder ingresar conseguían un contrato por un mínimo de 17 años y una pensión al jubilarse.

Los estallidos, principalmente en estados pobres del país, se dan con el reinicio de las incorporaciones que habían quedado congeladas por la pandemia. La gran mayoría de aspirantes a reclutas se quejan de que tras los cuatros años de servicios quedarán con muy pocas posibilidades de conseguir trabajo en otras actividades, dado el desempleo y la pobreza en sus estados, los que no han podido acompañar el crecimiento generalizado que ha tenido el país en estos últimos años y cuyos 300 millones de dioses parecen seguir ignorado a millones de almas.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.