La enorme Universidad Federal de Ondina, en pleno centro de Salvador, así como otra decena de sitios de encuentros, en toda la ciudad, recuperan su normalidad luego de la avalancha de casi 80 mil personas que animaron entre el 13 y el 17 de marzo la última edición del Foro Social Mundial (FSM). Acaba de […]
La enorme Universidad Federal de Ondina, en pleno centro de Salvador, así como otra decena de sitios de encuentros, en toda la ciudad, recuperan su normalidad luego de la avalancha de casi 80 mil personas que animaron entre el 13 y el 17 de marzo la última edición del Foro Social Mundial (FSM). Acaba de terminar esta edición y se abre la fase del balance.
Convocada apenas un año antes; organizada a velocidad «supersónica» por un decidido Colectivo Bahiano; cuestionada por algunos actores alter mundialistas *históricos*; reconocida por centenas de organizaciones que inscribieron las casi 2000 actividades auto-gestionadas que animaron los 19 ejes temáticos de su programa -distribuido a último momento solo por medio electrónico-, la edición del FSM de Salvador tuvo el coraje de existir.
Marcha multitudinaria
El evento bahiano arrancó el martes 13 a la tarde con una marcha popular que culminó en el centro histórico y que reunió a cerca de 20 mil participantes, según diversas fuentes consultadas.
La misma fue el preámbulo de lo que luego sería el resto del evento. Participación predominantemente bahiana / brasilera colorida y animada; presencia débil del resto del continente latinoamericano, así como de Europa, África y Asia; consignas claras de fuerte condimento anti-Golpe de Estado «temerista»; marcado protagonismo de mujeres y juventud negra; organización de calidad y sin percances significativos.
Un Foro de puertas abiertas
Luego de un arranque un poco caótico del miércoles 14 de marzo -similar a lo que sucede en cada edición- debido a acreditaciones tardías y actividades diseminadas en espacios distantes, la maquinaria se fue aceitando y el contenido comenzó a aflorar. Todo en un marco expresamente querido por los organizadores de «puertas abiertas», donde ninguna exclusión fue permitida.
Toda persona, acreditada o no, portadora de su credencial o sin ella, tuvo el derecho de participar en las actividades que quisiera. Sin retenes ni controles de seguridad en las puertas principales ni secundarias del recinto universitario. Bajo la mira atenta y solidaria de centenas de benévolos dispuestos a simplificar el rigor de las largas caminatas bajo las temperaturas tropicales del verano bahiense.
Tres foros temáticos en un mismo FSM
Y si de contenidos se habla, tres foros se entremezclaron en un mismo espacio. El del programa preparado por la propia Universidad Federal y materializado centenas de actividades, muchas de ellas con nivel académico, divulgado en un programa específico de más de 50 páginas. El de los temas propios a la realidad brasilera, en muchos casos con contenidos políticos claros y consignas movilizadoras. Y el de las temáticas más «universales» – donde también participaban los locales- y que permitieron intercambios ricos y amplios con aportes internacionales.
Desde la Carpa de «Nuevos Paradigmas», promovida por varios ONG internacionales con contrapartes latinoamericanas hasta los talleres que se abocaron a los problemas de la cooperación internacional. De la resistencia antinuclear a los espacios que cuestionaron los acuerdos de libre comercio o dieron espacio privilegiado a las iniciativas internacionales contra las multinacionales.
De la interculturalidad -como tema esencial en un Estado multicultural- a la cuestión migratoria – en una región heredera del esclavismo colonizador. Incluyendo los cambios climáticos; la educación del futuro; la compleja realidad de la población LGTB; los desafíos de los pueblos indígenas; las campañas continentales contra la agresión extractivista; las alternativas locales etc.
La Asamblea Mundial de las Mujeres (realizada en el histórico centro del Pelourinho); la de la Defensa de la Democracia, en el Estadio de fútbol de Pituaçu – pálida en cuanto a presencia, fuerte en cuanto contenidos con la participación el ex presidente Lula da Silva-; así como una serie de Asambleas de Convergencia, fueron aportando contenidos que si se logran sintetizar debidamente en el futuro pueden aportar referencias importantes para muchos actores sociales locales, regionales e incluso internacionales.
La «Ágora de los Futuros», del día de cierre del FSM, actualizó una interesante metodología, a través de la cual cada participante o convergencia podía depositar sus reflexiones, propuestas o conclusiones en los muros amplios de la céntrica Biblioteca universitaria, justo donde cuatro días antes se habían hechos las acreditaciones de los participantes.
Un evento más allá de los debates de fondo
Las discusiones de fondo sobre el presente y futuro del FSM que se vienen dando en los últimos meses – y años- no parecieron repercutir, directamente, en la dinámica propia del evento de Salvador.
Cierto es constatar la ausencia de Salvador de movimientos sociales de primera importancia en el universo altermundialista, en particular la Vía Campesina. Importante es también reconocer que, por ejemplo, el Movimiento de los Trabajadores rurales sin Tierra (MST) de Brasil, principal actor brasilero dentro de Vía Campesina, no saboteó el evento bahiano a donde acudió con una representación de su fuerza, aunque sin movilizar representantes de sus bases. Y que aprovechó la llegada a Salvador de organizaciones aliadas a nivel internacional para organizar un encuentro informal de los Amigos del MST.
Salvador no aportó soluciones al debate sobre el futuro del FSM. Pero tampoco se paralizó por la reflexión abierta y no saldada, desafiando con la práctica de una convocatoria exitosa a las teorías más pesimistas que presagian la muerte del que consideran un espacio moribundo.
La realidad mundial actual, tan o más compleja que la del 2001 cuando el FSM nació en Porto Alegre, no muestra piedad alguna hacia la auto determinación propositiva de los actores sociales.
En América Latina, los movimientos más dinámicos, sufren la criminalización en aumento. En Europa, las crisis civilizatorias expresadas, por ejemplo, en el laberinto migratorio, reducen los espacios del pensamiento alternativo. En Norteamérica, parecen hechos de la historia las protestas desafiantes de los «occupy» de finales del 2011, aunque siguen emergiendo resistencias sociales anti-Trump.
En ese contexto el FSM de Salvador, con sus debilidades y complejidades, tuvo sin embargo el valor de existir, de realizarse, de convocar y de hacerlo dignamente. Superando ampliamente -en lo cuantitativo- la edición anterior de Montreal de 2016. Facilitando que contenidos vitales para la sociedad civil internacional encuentren un espacio y eco en el evento que acaba de concluir.
Y aunque la reflexión crítica sobre el FSM debe profundizarse, tal como lo reiteran muchos de los promotores históricos del mismo, Salvador también expresó su certeza: el Foro Social Mundial es un espacio internacional que tiene derecho a existir.
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