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Un general uzbeko

Fuentes: La Estrella Digital

Es difícil comprender la verdadera situación interna en Afganistán, donde la implicación militar española ha aumentado en los últimos días con el envío de más personal y material, si se ignoran algunos detalles concretos de lo que allí viene ocurriendo sin apenas llamar la atención de los grandes medios de comunicación. A principios del pasado […]

Es difícil comprender la verdadera situación interna en Afganistán, donde la implicación militar española ha aumentado en los últimos días con el envío de más personal y material, si se ignoran algunos detalles concretos de lo que allí viene ocurriendo sin apenas llamar la atención de los grandes medios de comunicación.

A principios del pasado mes de febrero se pudo contemplar en Kabul una escena que podría haber sido el acto central de una tragedia wagneriana. En el tejado de su residencia capitalina, el fornido general Abdul Rashid Dostum desafiaba con gestos arrogantes al cordón policial que rodeaba el edificio y que había desplegado allí con el propósito de detenerle. Más de medio centenar de sus soldados privados (o pistoleros a sueldo, según se interprete la naturaleza de su ejército personal) ocupaban las ventanas y las azoteas del domicilio, bien armados y listos para el combate, protegiendo a su jefe nato frente a las fuerzas de seguridad del Estado que intentaban hacer cumplir la Ley.

El asunto cobraba más relevancia porque, desde marzo del año 2005, Dostum venía desempeñando el cargo de jefe de Estado Mayor a las órdenes del jefe de los Ejércitos, elevada posición política y militar que se sospecha le fue adjudicada por el presidente Karzai con el fin de que residiera en Kabul, alejándole así del norte de Afganistán, donde se encuentran sus apoyos tribales, principalmente entre los uzbekos.

Durante unas horas se mantuvo tan anómala situación. En ese tiempo estallaron revueltas populares en las provincias del Norte adictas al sitiado general, donde sus seguidores quemaron las oficinas del partido rival. Aquí se empieza a complicar la maraña: este partido había sido creado por Akbar Bay, antiguo aliado y amigo de Dostum, después de que sus relaciones se enfriaran.

El origen del conflicto que mantuvo a Dostum sitiado en su propio domicilio radica precisamente en el prolongado enfrentamiento entre estos dos poderosos jefes locales. El día anterior, Dostum, acompañado de medio centenar de hombres armados, había asaltado el domicilio de Bay. El jefe de la Policía declaró que Dostum estaba muy bebido y excitado. Se produjo una pelea entre las bandas rivales, y sólo ante la llegada de la Policía se retiraron Dostum y sus hombres. Bay y uno de sus hijos hubieron de ser atendidos en el hospital.

Como consecuencia de ese incidente, se intentó detener a Dostum al día siguiente. La detención no se produjo. La revuelta popular en su apoyo se extendió por varias poblaciones y ante el temor de que estallara una guerra civil que implicara a uzbecos y turcomanos, enfrentados a la mayoría pashtún que ejerce el poder, el Gobierno de Karzai hubo de transigir: el cerco se levantó después de que Dostum prometiera colaborar con la investigación de lo ocurrido. Colaboración que ni siquiera comenzó, pues cuando fue requerido para declarar ante el fiscal general, Dostum no compareció, alegando que eso era ilegal. En consecuencia, fue suspendido de sus funciones de jefe de Estado Mayor.

El historial de Dostum es digno de una novela de aventuras. Nacido en 1954 de una familia humilde, fue formado e instruido militarmente en la URSS. A su regreso creó una milicia de soldados a caballo, armados con rifles Kalashnikov, que fue ampliando y reforzando. Odiaba a los talibanes, que le privaban de dos de sus principales aficiones: el güisqui y las mujeres. Durante diez años reinó libre en sus provincias septentrionales, apoyado por Moscú. Luego cambió sus alianzas en varias ocasiones, en función de cómo se desarrollaban los acontecimientos.

Su arrojo personal era incuestionable. Se cuenta que desde su caballo al galope saltó sobre un tanque talibán y mató al jefe de la unidad acorazada que desde él la dirigía. Con acciones de ese calibre se convirtió en un mítico jefe militar. Además, proyectaba una imagen menos hosca que los talibanes: es partidario de la libertad de trabajo para las mujeres, fomenta la música y los deportes, y apoya la libertad religiosa.

Cuando en el 2002, tras la larga guerra civil, se encontró ante el riesgo de ser procesado por crímenes de guerra (su brutalidad en combate no tenía límites), atenuó su papel de jefe militar y volcó su actividad en la política. En el 2004 fue candidato a la Presidencia, aunque apenas reunió el 10% de los votos, dada la hegemonía demográfica de los pashtunes en Afganistán.

Así son algunos de los principales protagonistas de la política afgana. Su parecido con los atildados burócratas de Bruselas o los del Cuartel General de la OTAN es inexistente. Sin embargo, personas como Dostum son los que más pueden influir en el destino del pueblo afgano. No es conveniente ignorarlos.


* General de Artillería en la Reserva