Lo que ha quedado claro luego del último mensaje presidencial es que al gobierno aprista se le han acabado las ideas y las propuestas. Cerca de dos horas de un discurso lleno de números y logros que la población no ve ni siente, y que menos hace suya. El presidente García se ha mostrado no […]
Lo que ha quedado claro luego del último mensaje presidencial es que al gobierno aprista se le han acabado las ideas y las propuestas.
Cerca de dos horas de un discurso lleno de números y logros que la población no ve ni siente, y que menos hace suya.
El presidente García se ha mostrado no como un estadista, no ha planteado los temas de fondo de la política nacional, no ha desarrollado la agenda social que está expectante y pendiente; sólo ha repetido un discurso ya trillado que resalta el éxito del crecimiento económico y las bondades de la inversión extranjera, pero obvia clamorosamente los problemas sociales que cada vez tienden a agudizarse.
Y al parecer se agudizarán más, pues el presidente ha optado por mantener la aplicación de su política neoliberal, ha optado por respaldar a un equipo ministerial que ha demostrado fatiga, que no tiene reflejos y que es incapaz de plantear propuestas para afrontar temas como la inflación y el alza de los alimentos de primera necesidad, alzas que castigan principalmente a los sectores más populares.
Lo que se ha visto en este mensaje, es que estamos ante un poder político incapaz de representar a las mayorías, un poder que se niega a reconocer los problemas sociales y que no está dispuesto a atender dichas demandas.
Lo más terrible que le puede pasar a un país es perder la fe en sus gobernantes, y el gran problema del gobierno y de la clase política es que ya no representan el interés de la nación.
Las ausencias Salvo el anuncio para la creación del Ministerio de Cultura y que al final de su mandato el gobierno reducirá la pobreza al 30%, no se ha dicho nada interesante, nada expectante que se pueda destacar del mensaje presidencial.
Lo que no ha pasado desapercibido, es que temas como la lucha contra la corrupción no se hayan mencionado, tampoco una sola línea sobre el caso Fujimori. No es casualidad que el presidente García al salir del hemiciclo se haya saludado afectuosamente con la bancada fujimorista, quien días antes le diera su respaldo al APRA para mantener la presidencia de la mesa directiva.
Sobre el empleo y las condiciones laborales de los trabajadores tampoco se ha mencionado nada, siendo que el incremento de utilidades de las empresas, particularmente de los sectores, construcción, minería, pesca y agro exportación ha crecido verticalmente, mientras que el salario se ha mantenido invariable a la ola de bonanza económica que recorre el país.
En materia educativa, se ha anunciado que para este año serán un millón los alfabetizados. Pero si bien esto podría considerarse un avance, también podría representar un retroceso si es que el programa nacional de alfabetización no contempla otras etapas de inserción educativa de los alfabetizados. Es decir, las personas alfabetizadas hoy pueden ser los analfabetos por desuso mañana si no hay continuidad e inserción de nuevas instancias educativas, así como políticas de promoción para la población beneficiada.
Al margen de esto, lo demás del discurso presidencial ha sido intrascendente, carente de ideas y ha dejado un sabor insípido. Se nota que al APRA sólo le interesa el aplauso fácil del empresariado, la derecha y las transnacionales.