La crisis migratoria que recrudeció en Myanmar tras el accionar del Tatmadaw (ejército birmano) y organizaciones fundamentalistas budistas como el grupo 969 y el movimiento Ma Ba Tha, (asociación patriótica de Myanmar), contra la minoría rohingyá, concentrada en el estado de Rakhine, donde se asienta la mayoría, de hasta hace pocas semanas, el millón 300 mil […]
La crisis migratoria que recrudeció en Myanmar tras el accionar del Tatmadaw (ejército birmano) y organizaciones fundamentalistas budistas como el grupo 969 y el movimiento Ma Ba Tha, (asociación patriótica de Myanmar), contra la minoría rohingyá, concentrada en el estado de Rakhine, donde se asienta la mayoría, de hasta hace pocas semanas, el millón 300 mil musulmanes birmanos que carecen de todo derecho y que según ha denunciado el jefe de derechos humanos de la ONU, el jordano Zeid Ra’ad al-Hussein se está practicando «una limpieza étnica de manual».
Lo que ha obligado en estas últimas tres semanas por lo menos a 400.000 rohingyás a huir a Bangladesh, que se suman a un número igual que llegaron tras las periódicas operaciones que práctica el gobierno de Naipyidó contra ellos.
El comandante en jefe del Tatmadaw jefe del Estado Mayor el general Min Aung Hlaing, aparece como el máximo responsable del genocidio, que cataloga a la etnia como un grupo de inmigrantes bengalíes que deben volver a su país. Según sus declaraciones: «Se debe acabar con un problema que no debería existir en Myanmar».
Mientras el peso político de esta nueva operación antirohingyás lo está llevando Aung San Suu Kyi, el general Hlaing, en estos últimos días ha profundizado la limpieza étnica en una carrera contrarreloj, intentando terminarla antes que la burocracia internacional pueda producir algún tipo de sanción.
Hlaing, fue una de las cabezas de la represión de la» Revolución de Azafrán» en 2007 para contrarrestar la manifestaciones encabezadas por monjes budistas que exigían una baja en los precios de los alimentos y el costo de vida. En su foja de servicio también consta la aniquilación en 2009, del Ejército Alianza Democrática Nacional de Myanmar de la minoría étnica kokang cuya violencia y prácticas de guerra sucia obligó a unos 40.000 mil miembros de esa etnia a huir a China.
Según la constitución birmana el poder político del país no controla el accionar de las fuerzas armadas, que se maneja prácticamente de manera independiente, dirigiendo también a la policía, los servicios de seguridad, el control de las prisiones, las fronteras, además de dominar el 25 % del Parlamento.
Para contener la oleada de refugiados que sin duda se continuara el Gobierno de Dhaka que ha intentado por todos los medios impedir esta nueva llegada de refugiados, ha decidido en estas últimas horas la construcción de un campo de refugiados para albergar a estos nuevos 400.000 que han entrado en el país, en los últimos 10 días. Este nuevo asentamiento de aproximadamente 800 hectáreas se sumaría a los campos ya desbordados de Teknaf, Kutupalong, Balihkali, y se ubica en Cox’s Bazar, a unos cincuenta kilómetros de la frontera birmana.
Esta decisión de la Primera Ministra bangledí Sheikh Hasina, tratando de controlar el desborde que se está sucediendo en las aldeas fronterizas, cuyas calles se han visto inundadas de rohingyás pidiendo comida, agua y en muchos casos asistencia médica, ya que son muchos los refugiados presentan heridas y diferentes enfermedades, que podrían desatar epidemias de características imprevisibles.
Por su parte el ministro de asuntos internos Asaduzzaman Khan, dijo que los rohingyás no podrán salir del campamento y que el gobierno impondrá severas normas a los nuevos habitantes del asentamiento.
Las organizaciones humanitarias que ya están actuando en la región han señalado su preocupación por las condiciones físicas y de salud con que han arribado numerosos contingentes de refugiados tras semanas de persecución y acoso por parte del Tatmadaw.
Es muy poco lo que estas organizaciones y el propio Gobierno podrán hacer frente a esta crisis. Ya que Bangladesh además de estar superpoblado, unos 160 millones de habitantes en una superficie de 144.000 kilómetros (Uruguay cuenta con 176.220), es uno de los países más pobres del mundo, en que donde un tercio de sus habitantes vive con menos de un dólar al día. Con un 30 % de en el umbral de la pobreza extrema, que convierte al país en uno de los más pobres de la región. Con una economía basada en la ganadería, la agricultura y cuya única industria es la textil, con mano de obra prácticamente esclava, sin regulaciones laborales, de seguridad y sanitarias, lo que ha convertido al país en el centro ideal para la explotación de multinacionales de la moda. Su producción textil ocupa el segundo lugar a nivel mundial detrás de China.
Según datos del Banco Mundial en las últimas dos décadas salieron de la pobreza 20 millones de personas y existen índices de crecimiento importantes aunque está muy lejos de ocupar a la mayoría de su población.
Bangladesh, entonces Pakistán Oriental, consigue su independencia en 1971 tras una cruenta guerra con Pakistán Occidental que se estima dejó entre 300.000 y tres millones de muertos. Desde entonces golpes de Estado, revoluciones, asonadas, rebeliones militares y protestan sociales han marcado el ritmo político del país dejando siempre un gran número de muertos. La última gran masacre se registra en el año 2000, en el que fueron asesinadas más de 6.000 personas y fueron heridas 40.000 en diferentes protestas laborales. En 2001 consigue un importante triunfo el partido Bangladesh Jatiotabadi Dôl (Partido Nacionalista de Bangladesh) de Jaleda Zia, la viuda del fundador del Bangladesh moderno Mujibur Rahman, asesinado en 1975, que gobernó hasta 2009. En la actualidad encabeza el gobierno otra mujer, Sheikh Hasina, del partido Awami Muslim League (Liga Awami de Bangladesh).
Rohingyás sin mundo
No solo Bangladesh ha recibido importantes flujos de refugiados rohingyás que huyen de las arbitrariedades del Gobierno birmano. Desde los años 70 esta etnia ha buscado refugio en diferentes países musulmanes, se estima que unos 350.000 en Pakistán, 200.000 en Arabia Saudita, 150.000 en Malasia, 40.000 en India, Indonesia, 10.000 en los Emiratos Árabes, 5.000 en Tailandia y 1.000 en Indonesia.
Hasta ahora ninguna de estas naciones se ha mostrado proclive a seguir recibiendo más refugiados e incluso en India, donde la cuestión entre las comunidad musulmana aproximadamente unos 150 millones están viviendo un momento de gran tensión política y social, impulsado por las medidas nacionalistas del ultraderechista Primer Ministro Narendra Modi.
En estos últimos meses los rohingyás han sido declarados ilegales y se han anunciado próximas deportaciones a Myanmar. Las comunidades de esta etnia establecidas particularmente en Sharam Vihar y Madanpur Khadar, en el sureste de la capital Delhi, Jammu, Hyderabad, Haryana, Uttar Pradesh y Rajasthan viven desde hace dos meses en la incertidumbre y el miedo de tener que volver a Myanmar, donde creen los espera una muerte segura.
El sábado 9 de septiembre en una reunión mantenida en Kazajistán entre el presidente turco Recep Erdogan y el jefe del estado iraní Hasán Rohaní, acordaron enviar ayuda humanitaria a los musulmanes de Myanmar y coordinar junto a otros países musulmanes acciones diplomáticas sobre el Gobierno que de hecho encabeza Aung San Suu Kyde para detener la violencia. Este acuerdo entre Erdogan y Rohani, se profundizará el próximo 4 de octubre cuando Erdogan visite oficialmente Teherán.
Mientras las maquinarias burocráticas internacionales se ponen en marchan la maquinaria genocida del el Gobierno birmano continua generando más muertos y más desesperación a esta minoría que parece no tener lugar en el mundo.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC .
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