En Nueva Zelanda, una empresa llamada Perpetual Guardian decidió reducir la semana laboral a cuatro días, y a principios de año, por dos meses, lo hizo bajo la política de: «Trabaje cuatro días y cobre cinco», los resultados del experimento se publicaron este miércoles. La compañía de 240 empleados explicó que, durante el período de […]
En Nueva Zelanda, una empresa llamada Perpetual Guardian decidió reducir la semana laboral a cuatro días, y a principios de año, por dos meses, lo hizo bajo la política de: «Trabaje cuatro días y cobre cinco», los resultados del experimento se publicaron este miércoles.
La compañía de 240 empleados explicó que, durante el período de prueba, la productividad aumentó un 20 por ciento, y que los trabajadores estaban más comprometidos y entusiastas.
«La productividad aumentó solo un poco, pero el nivel de estrés disminuyó», aseguró el gerente de la empresa de fondos Andrew Barnes en declaraciones a una emisora de radio. «Los estudios han demostrado que cuanto más horas trabajan los empleados más caen sus niveles de productividad».
En marzo, la empresa comenzó con el nuevo horario laboral, que se aplicó junto con un reajuste salarial; los empleados recibían el sueldo de cinco días, trabajando solo cuatro.
El directivo detalló en una entrevista con el New Zealand Herald que a pesar de que la atención pública se puso en la cantidad de días que los empleados trabajaban, no fue realmente el objetivo del estudio.
«Estamos pagando por la productividad. Estamos haciendo una clara distinción aquí entre la cantidad de horas que se pasa en la oficina y lo que sacamos de eso», detalló.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Auckland supervisó la prueba para analizar el impacto en el equipo.
Antes de llevar a cabo la prueba, el 54 por ciento de los empleados estaba satisfecho con la relación existente entre la vida laboral y privada, pero esa cifra aumentó a 78 durante el experimento.
Sin embargo, algunos trabajadores no estuvieron de acuerdo con los cambios de horarios.
La Doctora Helen Delaney, de la Escuela de Negocios en la Universidad de Auckland, advirtió que se registraron mayores niveles de estrés y presión para completar tareas laborales dentro de un plazo más corto, especialmente aquellos que enfrentan una fecha límite o experimente mayores cargas de trabajo por la época del año o por reducción de personal.
Los empleados debían hacer en cuatro días lo que hacían habitualmente en cinco. El objetivo era el mismo, pero en menor tiempo, por lo que las horas de trabajo se extendieron para completar el trabajo.
En lo general, señaló la investigadora, pocos empleados tuvieron problemas o preocupaciones con respecto a tener tiempo extra; pues compartieron ese tiempo con amigos y familia; sin embargo, hubo quienes no supieron que hacer con su día libre.
Una empleada le contó a su colega que «se estaba aburriendo. Preferiría venir al trabajo y ver a sus compañeros».
«Otro empleado contó la historia de una compañera de trabajo que estaba ‘luchando en averiguar qué hacer con el día libre’. Al final esta persona ‘tomó tiempo para ella misma, que fue un aprendizaje importante'».
El éxito en esta prueba significó que la junta de la empresa recibiría algunas recomendaciones para profundizar en el concepto: si la prueba se hace permanente.
Barnes dijo que todos los empleados tendrían la opción de trabajar cuatro días a la semana siempre que respondan con productividad; asegurando que reducir las horas de trabajo no repercute en la producción semanal.