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Sobre un informe de Ashish Kothari y K. J. Joy

Una mirada hacia atrás en el futuro: India, el Sur de Asia y el mundo en 2100

Fuentes: Rebelión

Traducción de Carlos Valmaseda

Discurso de Meera Gond-Vankar al 10º Vikalp Mahasangam, celebrado simultáneamente en 30 lugares de toda Asia, invierno de 2100 [1]

Bienvenidos al 10º Vikalp Mahasangam [2], la primera vez que organizamos una confluencia en 30 lugares diferentes del sur de Asia, con miles de vosotros trabajando en las más apasionantes iniciativas para mantener la justicia que hemos conseguido. En primer lugar, mis felicitaciones y agradecimiento al increíble equipo de comunicadores que ha hecho esto posible gracias a plurinet, el sistema descentralizado que sustituyó al internet controlado centralizadamente en la primera mitad del siglo que acaba de terminar. Me siento afortunada porque mientras yo hablo en mi idioma, está siendo transmitido en más de 300 lenguas con la ayuda de voluntarios de las pluriversidades de las que más tarde hablaré un poco. También estoy profundamente honrada porque se me haya escogido para reunir este breve reporte de las transformaciones que han tenido lugar en las últimas décadas, basadas en algunas contribuciones procedentes de las incontables que habéis vivido. He intentado ser fiel a lo que he recibido de vosotros, pero inevitablemente habrá interpretaciones y errores que son solo míos. Habrá muchas más narrativas de este viaje ahí fuera, ¡que florezcan todas!

También tengo que disculparme cuando me refiero a los años o décadas en esta narrativa por estar utilizando el calendario gregoriano. Aunque afortunadamente la diversidad de calendarios y mapas del tiempo, y del mismo concepto de tiempo, ha sido cada vez más aceptada en todo el mundo, muchos de nosotros hemos crecido usando este nuestro punto de referencia (aunque en mi caso, mis antecesores utilizaban otros). Espero que encontraréis maneras fáciles de convertir los periodos de tiempo que uso a los calendarios y mapas del tiempo de vuestro propio gusto y conveniencia.

Aquellos de vosotros que sois lo suficientemente mayores como para haber pasado por las turbulencias de mediados del siglo XXI recordaréis que pasamos una prueba de fuego. Diversos tipos de desigualdades e injusticias, colapso ecológico y muchas más cosas que algunos de nosotros quisiéramos olvidar, llegaron a su cenit entre los años 30 y 50 de ese siglo. Fue una lenta salida arrastrándose del cenagal creado por la combinación de capitalismo, estatismo, fascismo, patriarcado, casteísmo, humanocentrismo y otras fuerzas estructurales. Pero conseguimos salir, aferrándonos a las numerosas pero dispersas y pequeñas iniciativas contra corriente, construyendo sobre ellas mediante redes y solidaridad, imaginando colectivamente mejores futuros. Ha sido las últimas décadas las que nos han visto movernos con resolución, aunque no sin traspiés, hacia la igualdad, la justicia, la sabiduría ecológica, la sostenibilidad y la paz, y todo lo que está asociado con estas grandes transformaciones. Son los detalles de este extraordinario viaje lo que me gustaría desarrollar hoy. Confieso que he recibido tantas aportaciones de tantos de vosotros que no he tenido tiempo de crear una narrativa coherente, así que lo que sigue parece de alguna manera deshilvanado, y no tiene ningún orden de prioridad o importancia. Os corresponde a cada uno de vosotros decidir qué es más importante para vosotros en esta historia, que parte de esta historia os gustaría destacar a vuestros jóvenes… o si estáis ahora mismo entre estos jóvenes, cual os justaría llevar con vosotros como inspiración para el resto de vuestra vida.

Por cierto, voy a mencionar diversos lugares, movimientos e iniciativas en mi presentación. Algunos de vosotros sois de estas áreas, de hecho sois responsables de las transformaciones allí. Pero si hay alguna que no conocéis y queréis conocer más detalles, ¡ya sabéis dónde buscar: www.vikalpsangam.org!

Empiezo con una de las transformaciones más extraordinarias: la disolución de lo que solía ser una aguda división entre lo rural y lo urbano. En las últimas décadas, los asentamientos se han convertido en parte de mayores unidades socieconómicas y ecológicas de asentamientos rurales, rurbanos y urbanos (un continuo sin una ruptura clara) capaces de cubrir la mayor parte de todas las necesidades básicas internamente; han florecido zonas de intercambio sostenible o economías swaraj; se han establecido instituciones de gobierno en estos paisajes culturales y ecológicos mayores, rindiendo cuentas en los gram sabhas y mohalla sabhas de que están compuestas (estas han conservado su forma ‘rural’ o ‘urbana’ en aras de la continuidad). Formas típicas de este gobierno ecoregional o bioregional son aquellas que cubren los valles de los ríos (o parte de estos cuando el río es grande, como subcuencas y microcuencas), o aquellas en/alrededor de una cordillera. Iniciativas tempranas de este tipo como el Aravari Sansad o las autoridades en las cuencas de los ríos en las primeras dos o tres décadas del siglo XXI nos dieron lecciones cruciales, aunque a menudo solo fueron éxitos parciales o, a veces, fracasos rotundos, e incluso aunque tuviesen sus propias faltas como la continuación de las desigualdades de casta y género. Ideas que surgieron del trabajo de gente como Elango R., Ganesh Devy, Ela Bhatt y otros fueron también útiles en la conceptualización de estas economías regionales y unidades de gobierno. El gobierno ecoregional también empezó a reconfigurar los límites políticos dentro de India y, como ahora sabéis, las unidades convencionales de distrito y estados han sido disueltas en su mayoría o se han fusionado en aquellas basadas en continuidades ecológicas y culturales.

Vinculado con lo anterior, y contrariamente a las expectativas, a principios del siglo XXI la emigración rural-urbana se ralentizó hasta convertirse en un goteo, y miles de aldeas empezaron a dar la bienvenida al regreso de residentes que se habían marchado anteriormente, incluidos jóvenes que ni siquiera habían nacido allí. Esto se debió a que las áreas rurales se volvieron económicamente vibrantes, sus sociedades progresivamente menos socialmente divisorias y jerárquicas, y sus gram sabhas en el centro de un gobierno democrático ilustrado que ellos llaman gram swaraj. Muchas de ellas también se han convertido en el nuevo hogar para la juventud urbana de cualquier otra parte, que ha abandonado sus entumecedores trabajos corporativos y se han incorporado al modo de vida rural, integrándose con la comunidad local de formas mutuamente beneficiosas, aprendiendo agricultura y artesanía y trayendo con ellos nuevas capacidades e información de uso a la aldea. Ya a principios del siglo XXI empezamos a verse ejemplos de esto en aldeas como Hivare Bazaar (Maharashtra) y Kuthambakkam (Tamil Nadu), o aquellas donde programas de medios de sustento como Jharcraft (Jharkhand) y Kudumbashree (Kerala) tuvieron éxito. Estos procesos aumentaron a medida que las aldeas se transformaron en asentamientos rurbanos.

Simultáneamente, la mayor parte de las ciudades parecen ir bien en su camino a llegar a ser sostenibles: el síndrome de las megaciudades que duró un siglo, ha estado dando paso a otras más pequeñas, manejables. Estas están reduciendo considerablemente su dependencia parasitaria del campo, y en cambio participan en intercambios igualitarios, cubriendo la mayor parte de sus necesidades de agua, energía, alimentos y materiales desde dentro o de sus inmediatos alrededores; dedican al menos un setenta y cinco por ciento de sus carreteras al transporte público y peatonal/ciclista, y cada barrio está dominado por espacios públicos donde los niños pueden jugar libremente. La mayor parte de los barrios se han declarado zonas de desecho-cero, y la mayor parte de sus ciudadanos están implicados en una democracia en el nivel de mohalla sabha, que incluye la gestión de los presupuestos participativos y la planificación de baños y espacios públicos que empezaron a ser llamados nagar swaraj. Iniciativas en Pune, Bengaluru y otras ciudades a principios del siglo XXI proporcionaron algunas innovaciones de las que otras áreas urbanas pudieron aprender y empezar programas similares (como sorprendentes contra-tendencias a los problemas de insostenibilidad y no-habitabilidad de las megapolis dominantes). De manera muy apropiada una campaña nacional fue dedicada a Tagore, uno de los primeros en escribir sobre la desigualdad ciudad-aldea.

La inicial concentración de industrias e instituciones en las ciudades lentamente dio paso a la descentralización de instalaciones de producción, servicios y demás (incluidas la sanidad y el aprendizaje o educación). Los pujantes barrios de chabolas de finales del siglo XX y principios del XXI sufrieron enormes transformaciones mediante programas in situ de vivienda digna, espacios abiertos, autosuficiencia en agua y energía, posibilidades de una cultura vibrante, una combinación de autogobierno y rendición de cuentas de las administraciones de las ciudades y medios de sustento predominantemente localizados. Un ejemplo temprano de esto fue el programa Hogares en la Ciudad en Bhuj, Kachchh. Estos y otros ejemplos fueron utilizados en los años 20 para conseguir una enmienda constitucional basada en la 74 Enmienda para ofrecer todos los elementos de la descentralización urbana.

Las infraestructuras también se han estado descentralizando progresivamente donde ha sido técnicamente posible, y están basadas cada vez más en material local. Los materiales basados en fósiles han sido eliminados gradualmente e incluso cuando se usan están restringidos o limitados y son usados de forma que fortalezcan el material local y renovable y no lo reemplacen. Se ha intentado también alguna forma de «recuperación de la vida salvaje», con espacios verdes y humedales, corredores verdes, espacios innovadores de nidificación y asentamiento incorporados en la arquitectura de los edificios (algunos a partir de diseños tradicionales de hace cientos de años), contribuyendo todo ello a la revitalización de la vida salvaje y la biodiversidad en las ciudades.

Hablando de vida salvaje, y recordando en particular nuestra vieja creencia de que somos parte de la naturaleza, y toda vida merece ser respetada, estoy feliz de anunciar que la conservación comunitaria se ha extendido por la mayor parte del sur de Asia, de manera que las comunidades por si mismas o con la ayuda del gobierno, investigadores y sociedad civil, gestionan y conservan los ecosistemas naturales. Los últimos informes muestran que los ecosistemas (a lo largo del continuo rural-urbano) con algo de atención especial por la vida salvaje, ahora cubren un tercio del país, habiendo sido estos regenerados e interconectados, proporcionando cobertura a una gran recuperación de la mayor parte de poblaciones de la vida salvaje. Dado que el foco está puesto cada vez más en la sostenibilidad en la mayor parte del resto del paisaje terrestre y marítimo, la biodiversidad se estaría recuperando incluso fuera del 33% de áreas de atención especial. Las políticas tradicionales exclusivistas de separación de la población y la vida salvaje, personificada en la conservación del tigre a finales del siglo XX y principios del XXI, ha dado paso al reconocimiento de que la coexistencia de diferentes tipos es posible, con la adecuada atención a las necesidades de las diferentes especies, incluidos espacios inalterados identificados colaborativamente por expertos procedentes tanto de las comunidades huéspedes como de fuera. Un impulso muy importante hacia la conservación inclusiva fueron leyes como la Ley de Derechos del Bosque que fue aprobada a principios del siglo XXI, y sus sucesoras, relacionadas con las áreas marinas y los humedales, combinando la seguridad en la tenencia para las comunidades con responsabilidades y recursos para la conservación. Pero fue igualmente importante el reconocimiento creciente de paradigmas no legales, de costumbres o comunitarios de vida con la naturaleza, no encorsetados por modelos formales occidentales. Un importante trabajo de documentación en las primeras dos décadas del siglo XXI ya había mostrado la realidad y potencialidad de áreas conservadas por la comunidad (ACC), y la revitalización ecológica en las ciudades (por ejemplo, los lagos en Bengaluru y Salem), y se aprendió de estos ejemplos para construir sobre ellos en las siguientes décadas. Lo que es más importante, parece que estamos bien situados en una forma de pensar en nosotros mismos como parte de la naturaleza, y de desechar la idea de áreas separadas para humanos y el resto de la naturaleza. Tenemos que agradecer muy especialmente a nuestras poblaciones adivasi , de pastores, campesinas y de pescadores por mostranos el camino hacia este cambio de mentalidad. Dentro del gobierno, el viejo Departamento Forestal ha sido reemplazado por un Servicio de Extensión de Ecosistemas cuya tarea principal es facilitar la conservación basada en la comunidad.

La bienvenida preocupación por la biodiversidad y la vida salvaje ha ido de la mano con algunas increíbles transformaciones en las condiciones socioeconómicas de la gente. La pobreza absoluta (que incluye la privación de cualquier tipo de necesidad básica) ha sido eliminada… gracias por el aplauso… ¡Ha sido gracias a vuestros esfuerzos!… y todo el mundo tiene un acceso seguro a todas las necesidades básicas, entre las que se incluyen una alimentación nutritiva y adecuada, agua y aire limpios, higiene, vivienda, energía condiciones para una buena salud y oportunidades para aprender. Aunque a principios del siglo XXI una serie de legislaciones basadas en derechos ayudaron en este viaje, se entendió que no era adecuado exigir la responsabilidad del estado para el bienestar de los desposeídos. De hecho, este «bienestarismo» creaba a veces una nueva forma de desposesión: la de quitar la agencia a la gente, la capacidad de autoprovisión, y cuando (como sucedía a menudo en las primeras décadas) el estado retiraba o era incapaz de cumplir los planes de bienestar, se creaba una situación de completo colapso en la que la gente ni siquiera tenía sus propios recursos en los que apoyarse. Las políticas basadas en los derechos se convirtieron gradualmente en procesos políticos y sociales de soberanía e independencia, en los que las comunidades podían conseguir los derechos, capacidades y foros para asegurar sus necesidades básicas por ellos mismos o en relaciones regionales de producción y consumo locales… y de hecho el surgimiento de una sociedad ‘prosumidora’ (productora-consumidora). Esto se relaciona también con la naturaleza del ‘trabajo’, algo a lo que volveré un poco más tarde.

Agricultura, pastoreo, pesca y explotación forestal se han convertido en algo dedicado a, antes que nada, cubrir la alimentación y otras necesidades básicas localmente, mediante métodos orgánicos o ecológicamente sensatos. La conversión de la agricultura desde una producción fundamentalmente de uso (producción de valor de uso para satisfacer necesidades diversas y enriquecer la vida humana) a una producción de cultivos comerciales de monocultivo, muy basada en aportaciones externas, que tuvo lugar a mediados del siglo XX, ha sido revertida. Las comunidades son ahora capaces de cubrir la mayor parte de sus necesidades primarias sin tener que pasar por sistemas de mercado de mercancías a gran escala. Estos sistemas de medios de sustento se ven como parte de un sistema mayor de producción de biomasa para cubrir las necesidades de alimentación, forraje y combustible, proporcionar los nutrientes necesarios al suelo y también proporcionar inputs a las oportunidades agrícolas descentralizadas de valor agregado. Los agroquímicos y las tecnologías no democráticas como la modificación genética se han eliminado gradualmente; la mayor parte de estos medios de sustento se basan en semillas y variedades locales, e inputs locales para la fertilización y protección de plagas. Los movimientos en torno a las semillas, el pastoreo sostenible, diversas formas de prácticas agrícolas sostenibles y las campañas contra los cultivos GM y las variedades híbridas de finales del siglo XX y principios del XXI proporcionaron la base para este cambio.

Las desigualdades sociales y las injusticias de diverso tipo están en camino de ser considerablemente reducidas, lo que ha sido posiblemente la lucha que más ha costado conseguir. Las desigualdades más obstinadas han sido las de casta y género. Para los que anteriormente se denominaban dalits, y otros sectores socialmente marginados, aunque las políticas de reservas tras la Independencia tuvieron su papel en la provisión de algunas oportunidades de acceso a la educación y el trabajo, para los años 30 fueron reemplazadas por una serie de medidas para el empoderamiento económico y social y la integración, incluido el acceso a la tierra, zonas de viviendas mixtas, e incentivos para establecer relaciones sociales entre castas. Esto permitió florecer a estos sectores, a la vez que se empezaban a erradicar las identidades de casta completamente, moviéndose hacia una visión ambedkariana de una sociedad sin castas. Anteriormente, las ocupaciones basadas en el género y la casta se habían transformado, de manera que se convirtieron en neutras desde el punto de vista de casta y género y cualquiera puede ahora tener cualquier ocupación, con igualdad de acceso para aprender las destrezas necesarias. En el caso del género y la sexualidad, las primeras décadas del siglo XXI vieron un incremento de la movilización por la igualdad de derechos de las mujeres en toda una serie de frentes (incluidos los títulos de propiedad sobre la tierra y la igualdad de salario), el reconocimiento de múltiples géneros y sexualidades (la Corte Suprema finalmente relajó su punto de vista sobre la homosexualidad, y una presencia creciente de jóvenes miembros del parlamento redujo la resistencia del lobby conservador), y la legalización y reconocimiento público de parejas del mismo sexo. A diferencia de muchos otros temas de cambio radical, en estos asuntos una parte de los medios de comunicación dominantes tuvieron un rol positivo de sensibilización del público en las primeras décadas del siglo XXI.

Las familias, tal como existen hoy, se han transformado considerablemente desde el pasado. Aunque conservan su característica esencial de ser un espacio para el cuidado y la crianza, las familias como espacios de opresión y explotación han llegado a ser considerablemente poco comunes, principalmente debido a los movimientos feministas y de niños de mediados del siglo XXI. Ahora se comparten equitativamente entre géneros (sin homogeneizarlos) funciones y tareas domésticas como el cuidado de los niños, la cocina, el cuidado de los mayores y demás. Lo que ha ayudado considerablemente ha sido que estas responsabilidades se han socializado también mediante grupos de vecindario. La casta y la religión ya no son la base para el matrimonio, la vida en común o las relaciones. Las familias existen ahora en una desconcertante variedad de formas, basadas en la vida en común entre una diversidad de géneros, por diversas razones que incluyen (¡aparte del amor!) el cuidado de los niños y los mayores.

Posiblemente, una de las transformaciones más emotivas ha sido cómo trata la sociedad hoy a los que se solía llamar ‘discapacitados’. Todos estamos capacitados o discapacitados de diversa forma y el anacronismo de tratar a aquellos con alguna disfunción física o mental particular como discapacitados y marginar aquellos que tienen en tal sentido alguna necesidad especial ha sido afortunadamente descartado. Todos los asentamientos humanos han estado llevando a cabo transformaciones para hacer que estos sean accesibles e inclusivos, y especialmente sensibles con aquellos que tengan necesidades especiales. Programas centrados en espacios de aprendizaje y educación y en diversas formas de medios de comunicación, han cambiado los marcos mentales que solían pensar en esta gente como de alguna manera inferiores, para verlos simplemente como parte de la diversidad humana.

Una de las mayores fuentes de desigualdad (económica, política, social) y de insostenibilidad, la propiedad privada y estatal de la tierra, está desapareciendo. En las primeras décadas del siglo XXI, algunas comunidades como Mendha-Lekha en India central dieron el paso revolucionario de poner toda la tierra agrícola en los comunes de la aldea, reclamando al mismo tiempo el derecho colectivo a los bosques, aguas y tierras de pastoreo de propiedad estatal. Todavía recuerdo la historia de este acontecimiento contada por mis abuelos maternos, quienes eran de esta región. El impacto positivo que esto tuvo sobre su vida económica y social incitó a otros a dar pasos similares. Los más rápidos fueron las áreas adivasi e indígenas, que en cualquier caso tradicionalmente tenían más propiedad colectiva o patrones de custodia. Las comunidades agrícolas no adivasi necesitaron más tiempo para cambiar, y en las áreas urbanas es donde hubo más lucha, y donde la transformación todavía no es completa. La propiedad familiar de los hogares ha permanecido tozudamente resistente al cambio, pero junto con otras fuentes de riqueza, cada vez hay más discusión sobre la necesidad de acabar con su herencia en base a líneas familiares. En cualquier caso, con un grado muchísimo mayor de igualdad en otras esferas de la vida, incluida la democratización económica que describiré más abajo y con el valor de compartir y con la igualdad en ascenso, las desigualdades de riqueza con la herencia personal como mayor baluarte son mucho más fáciles de cuestionar.

En una transformación revolucionaria de lo que existía hace un siglo y en sincronía con la recomunalización de la tierra (y otros recursos naturales), la economía se ha vuelto considerablemente democratizada. Los movimientos de resistencia al poder de las corporaciones privadas y el estado-nación sobre las actividades económicas, especialmente de los trabajadores en diversos sectores, dirigieron el camino. Hubo un largo periodo en el que los sindicatos de trabajadores, especialmente los vinculados con partidos políticos, no fueron la fuerza transformadora que podrían haber sido y buena parte de la fuerza de trabajo del sector no organizado o informal fue dejada fuera. Sin embargo, nuevos tipos de organizaciones de trabajadores como los sindicatos de recogedores de basura, los trabajadores forestales, los trabajadores de la pesca y aquellos de las industrias y minas que revivieron el enfoque de gente como Shankar Guha Niyogi de la Chhatitisgarh Mines Shramik Sangh, apoyados por organizaciones de la sociedad civil, pusieron gradualmente bajo el foco el control del productor, las condiciones de trabajo, la responsabilidad medioambiental, la igualdad de género y la paridad salarial. Empezando con los sindicatos de recogedores de basura y de trabajadores forestales, que desplazaron a las corporaciones y las agencias estatales, el movimiento para quedarse a cargo de la producción y de las instalaciones de servicio echó raíces. Fue esta una lucha larga y dura, porque los dueños del capital, los grandes latifundistas y las agencias que controlaban otros recursos naturales no iban a darse por vencidos tan fácilmente y tenían el poder del estado tras ellos. Lo que ayudó fue la combinación de movimientos de resistencia y toma del poder con aquellos que estaban mostrando formas alternativas de producción, como las docenas de compañías productoras y cooperativas productivas que brotaron en las primeras dos a tres décadas del siglo XXI, que tuvieron el cuidado de no repetir los errores de las cooperativas creadas por el gobierno del siglo anterior. También fue de ayuda un movimiento de consumidores cada vez más activo que comprendió que sus intereses se encontraban en alinearse con los productores, moviéndose ambos hacia procesos ecológicamente sensatos y socialmente justos y hacia una fusión en una transformación del significado de ‘trabajo’ como se describe abajo.

La transformación económica también se manifestó en la forma en que este Mahasangam se ha organizado. No hemos gastado ni una rupia en su organización en ninguno de los treinta lugares: todas las contribuciones han llegado bajo la forma de trueque o de tiempo compartido. Democratizar la economía también ha significado que la anterior hegemonía financiera -¡hege money si me permitís un pequeño juego de palabras!- de instituciones monetarias ha sido reemplazada por una diversidad de monedas locales, socialmente controladas o medios de intercambio no monetizados. La rupia todavía existe, como sabéis, pero se utiliza principalmente para intercambios entre regiones y no tiene su antiguo poder anónimo. Las grandes depresiones económicas de principios del siglo XXI ya habían planteado serias dudas sobre el rol de las instituciones financieras centralizadas como bancos o ministerios de finanzas y hubo un momento en el que la gente finalmente rechazó permitir a los gobiernos seguir rescatándolos. En cambio, los movimientos exigieron la descentralización de los acuerdos y poderes financieros, incluso a través de drásticas reformas fiscales, y la creación de monedas locales y demás. La sociedad civil y las comunidades también han revivido o creado nuevas formas de compartir el tiempo para intercambiar destrezas y experiencia sobre una base no monetaria. Con respecto a esto último, ¡permitidnos reconocer públicamente los voluntarios lingüísticos, que nos están ofreciendo hoy todas las traducciones para que este discurso sea comprensible!

Están conectados con esto los grandes cambios que han tenido lugar en el dominio de los medios de sustento y el ‘trabajo’. Tras un periodo de agudo declive a finales del siglo XX y principios del XXI, los medios de sustento o formas de vida del sector primario (silvicultura, agricultura, pastoreo, pesca y demás), y otros directamente basados en la naturaleza como muchas artesanías, empezaron a ver un resurgimiento. Esto se debió en parte a la movilización de los adivasis, pequeños campesinos, pescadores artesanales, pastores, artesanos y otros, afirmando la legitimidad de sus medios de sustento y sus derechos a la tierra y otros recursos, creando diversos foros nacionales para un mayor impacto. Fue también el resultado del trabajo de las organizaciones comunitarias y grupos de la sociedad civil que innovaron para encontrar opciones de medios de sustento para los jóvenes entre estas gentes, integrando lo mejor de lo tradicional y los nuevos conocimientos, creando espacios alternativos de aprendizaje (como una serie de shalas en Kachchh, de las que estoy orgullosa de decir que formaron parte mis abuelos paternos), afirmando el lugar crucial de la mujer en el mantenimiento de la sociedad viva en todos estos medios de sustento (como el trabajo de las mujeres dalit de la Deccan Developement Society, o las mujeres rurales de Maati Sanghatan y las mujeres urbanas de SwaCH) y vinculándolas a procesos de democracia económica que tuvieron lugar en diversos sectores. Es interesante que hubiese también una tendencia de ‘profesionales’ en otros sectores, como el de las Tecnologías de la Información, que quisiesen desplazarse a ocupaciones del sector primario. Aunque inicialmente esto tendía a estar desconectado de aquellos tradicionalmente dedicados a tales ocupaciones, con el tiempo se convirtió en un proceso de aprendizaje y apoyo mutuamente sinérgico. La industria y los servicios con el tiempo se descentralizaron significativamente, vinculado con la creciente localización de la economía y el gobierno político, cuando las instalaciones de producción a gran escala se convirtieron en redundantes en la mayor parte de los sectores. Los trabajadores en las instalaciones modernas se rebelaron contra el tipo de trabajo de la entumecedora línea de montaje en la que se les colocaba mientras la mayor parte de los beneficios eran acaparados por los propietarios capitalistas. Exigieron a la vez un mayor control democrático sobre las condiciones de trabajo y los ingresos y también tipos y patrones de trabajo que fuesen más ‘integrales’ y con sentido. Se construyó un continuo rural-urbano, y reforzado este, las posibilidades de que las familias participasen en todos los sectores de la economía ya no categorizados como ‘primarios’, ‘secundarios’ y demás, ni atados rígidamente por la casta, el género o otras identidades de este tipo.

Los cambios en el ‘trabajo’ incluyeron volver a colocar en el centro del escenario en la economía las relaciones de afecto, cuidado y compartición. En las diversas décadas de los siglos XX y XXI en que el capitalismo y la modernidad estuvieron en ascenso estas relaciones (entre la gente y la naturaleza, entre la gente dentro de las comunidades, entre las comunidades, etc.) habían sido ignoradas o dejadas de lado, o reemplazadas por relaciones comerciales y explotadoras, o convertidas en mercancías dándoles un valor monetario, tal como sucedió con las medidas basadas en el mercado para combatir la crisis climática. A esto lo hicieron retroceder las feministas y aquellos otros que subrayaron la naturaleza básica humana de estas relaciones y su enorme contribución al mantenimiento de la sociedad en su conjunto (incluida la economía) y de ahí la necesidad de reconocerlas y volverlas a colocar en el lugar que habían perdido o del que habían sido desplazadas, donde fuese necesario con formas modificadas para que perdiesen cualquier desigualdad que pudiesen contener.

Como consecuencia de lo anterior, ya no tenemos una rutina de 9 a 5, de lunes a viernes. Más bien, el ‘trabajo’ forma parte de la vida comunitaria, integrado con el disfrute y el ocio en una totalidad sin discontinuidad y donde cada individuo puede hacer muchas cosas de diferente tipo, llevando a nuevos niveles la visión de Marx de ser un cazador y pastor y un crítico, todo a la vez. También ha desaparecido el trabajo monótono, matador. Las tareas mecánicas que son esenciales para que la sociedad funcione son compartidas por todos aquellos que pueden realizarlas. Puesto que no hay espacio para la acumulación privada que necesitaba cosas como el trabajo en una cadena de montaje, hay mucho más tiempo para actividades creativas como leer, escribir, la música, la danza, la pintura y demás, a menudo formando parte del ‘trabajo’ mismo. Todo lo anterior tuvo muchas más posibilidades de éxito con los cambios en el aprendizaje y la educación (¡más sobre esto en un minuto!), reinstaurando el respeto a trabajar con las manos y los pies, cambiando la mentalidad que dividía trabajo y disfrute, productor y consumidor, propietario y trabajador… y aumentando la comprensión social de que los ‘deadlihoods’ [juego de palabras intraducible a partir de likelihood, medio de sustento, y deadly, mortal] (destrucción de las viejas formas de vida y su reemplazo por ‘empleos’ entumecedores) debían ser sustituidos por medios de ganarse el sustento de diversas formas. Nos movemos hacia hacer realidad la visión de Marx ‘de cada uno según su capacidad, a cada uno según sus necesidades’.

El consumismo fue uno de los peores flagelos que derribar, arraigado como había estado durante generaciones de lavado de cerebro mediante la propaganda. Pero una mayor conciencia de las consecuencias del sobreconsumo, una mezcla de incentivos y desincentivos para frenar el consumismo y la resistencia y protestas de las víctimas del desarrollo destructivo que ataba sus situación a los patrones de consumo de los ricos, llevaron a cambios graduales. Se había establecido un ‘límite por encima de un consumo sano’ en los 2020, y todos aquellos que estaban sobreconsumiendo recursos habían cambiado su estilo de vida para una mayor sostenibilidad. En agudo contraste con los inicios del siglo XXI, ahora estamos ligeramente envidiosos con los vecinos que son felices con menos, el valor de aparigraha , que se puede traducir aproximadamente como ‘estar satisfecho con lo que uno tiene’ o ‘suficientidad’, fírmemente instalada en el marco ético de la sociedad. Recuerdo cuando era joven que mis abuelos repetían frecuentemente la famosa filosofía de Gandhi de la ‘avaricia’ contra la ‘necesidad’ y yo me burlaba silenciosamente de ellos: ahora la mayor parte de nosotros comprende su enorme importancia.

También se ha producido una notable transformación demográfica. En primer lugar, nuestra población se ha estabilizado en unos 1500 millones de personas, a medida que las tasas de natalidad cayeron enormemente en los 20 y los 30 como consecuencia del empoderamiento de las mujeres, la mejora de la seguridad económica de los pobres y el declive de las creencias religiosas que privilegiaban a los niños frente a las niñas o prohibían el aborto y el control de la natalidad. Estados como Kerala dirigieron el camino en esta fase. En segundo lugar, mucha de nuestra gente había emigrado a otras partes del mundo, siendo bienvenidas por la gente de estas zonas como una forma de multiculturalismo y también como reconocimiento del hecho que el subcontinente indio se sentía abrumado debido a la alta densidad humana.

Puede que no exagere si digo que una parte absolutamente fundamental de estas transformaciones increíbles fue el cambio en el aprendizaje y la educación. Las instituciones educativas se habían transformado en espacios abiertos de aprendizaje y bienestar entre las comunidades en su conjunto. Sus facilitadores (¡solían llamarlos ‘profesores’!) venían de trasfondos formales e informales, modernos y tradicionales, y quienes aprendían participaban en la formación de los curricula. El aprendizaje se ha movido más hacia una combinación del principio nai taleem de Gandhi (nuevo aprendizaje / educación) de integración de cabeza, manos (¡y pies!) y corazón, para inculcar la unidad con el resto de la naturaleza y la construcción de relaciones mutuamente respetuosas con el resto de la humanidad. En muchos casos, comunidades a lo largo del continuo rural-urbano habían reclamado el aprendizaje de los niños como una práctica colectiva más que una que sucede entre los muros de una institución. ¡Imaginaos que las pluriversidades donde los adultos pueden ahora aprender una diversidad de destrezas, valores, perspectivas y sistemas de conocimiento, e interactuar con gente de diversas culturas, solían conocerse como ‘universidades’ en las que los estudiantes se moldeaban para encajar en puestos encorsetados dentro de las empresas y agencias gubernamentales!

Un resultado sorprendente de los cambios en aprendizaje, educación y formación es que la dependencia de los ‘profesionales’ se ha reducido considerablemente. Todos nosotros tenemos la oportunidad de aprender las habilidades básicas de la vida. En la mayor parte de los casos somos nuestros propios doctores, o profesores, o electricistas, o cocineros y demás. Por supuesto, todavía tenemos especializaciones, porque ninguno de nosotros puede ser bueno en todo, pero hemos salido de esa fase que duró varias décadas en el siglo XXI en la que para cada pequeña dolencia corríamos al doctor, para cada tarea doméstica pedíamos un servicio profesional, para cada reparación íbamos a un taller. ¡La mayoría de vosotros no es lo suficientemente mayor para recordar una época en la que si tenías un resfriado hacías cola para ver a un doctor!

En las primeras décadas del siglo XXI, los medios electrónicos de comunicación se extendieron considerablemente. Muchos de vosotros podéis recordar o habréis oído hablar de Facebook, Twitter y demás. De hecho, pasamos por una fase horrorosa en la que mucha gente optó por un chip implantado en su piel con la ayuda del cual podía transmitir todo tipo de información sobre sí misma y saber de otros, sin la necesidad de contacto físico cara a cara. Pero un grave mal uso de esto por parte de las empresas y gobiernos, estos últimos en nombre de la seguridad pública, dio lugar a movimientos de masas contra estas tecnologías intrusivas. La gente comprendió cada vez más la vacuidad de relaciones exclusivamente virtuales y hubo un resurgimiento de interacciones cara a cara, la recomunalización de las plazas de aldeas y ciudades como lugares para la convivencia y el aprendizaje mutuo y la recuperación de las tradiciones orales. ¡Se rescató el término ‘red social’ de su cautiverio digital para que significase en realidad este tipo de interacciones! Por supuesto, la comunicación electrónica sigue existiendo, y de hecho la estamos usando ahora mismo para la transmisión de este discurso, pero con el cada vez mayor control democrático de los medios de comunicación en su totalidad, esto no desplaza a las comunicaciones normales.

Vinculado con esto estuvo el movimiento para eliminar la distinción rígida o dicotomía entre pensamiento abstracto y conocimiento experiencial. Durante mucho tiempo en la historia humana tales separaciones se basaban en jerarquías de casta, clase o género y en los últimos siglos en la dominación del conocimiento y la epistemología ‘occidentales’, ‘modernos’. Estos factores fueron identificados y combatidos y todos los aspectos del conocimiento fueron completamente democratizados. Diversas formas de conocimiento fueron más integradas e hibridadas, aunque manteniendo parte de su carácter distintivo, una especie de unidad ecléctica en la diversidad. La información en general quedo libremente disponible, con la Ley de Derecho a la Información de principios del siglo XXI, que interpretó en ello un gran papel, pero que tuvo que ser usada solo en circunstancias excepcionales, a medida que la sociedad aceptaba cada vez más el principio del conocimiento como comunes. Diversos movimientos hacia sistemas de acceso abierto en software y hardware, edición, medicina y otros campos, que vieron su nacimiento hace un siglo, florecieron a partir de los años 2020 en adelante, y cualquier intento de privatizar el conocimiento fue tenazmente derrotado por personas que de manera desafiante hicieron público dicho conocimiento. Esto no significó que las innovaciones individuales ya no fuesen consideradas importantes. Al contrario, se les dio un amplio reconocimiento social. Los individuos aceptaron que sus ideas e innovaciones eran sus regalos al colectivo que los mantenía (un rasgo, por cierto, que una parte sustancial del conocimiento tradicional tenía antes de que llegasen las ideas de derecho de la propiedad intelectual hacia finales del siglo XX y principios del XXI).

La tendencia general a la democratización del conocimiento y el reconocimiento de su naturaleza diversa también afectó a la tecnología. En las últimas décadas, el desarrollo tecnológico y las innovaciones han quedado sometidas cada vez más a la regulación social y democrática para asegurar que las tecnologías de destrucción y dominación son desalentadas y cortadas en seco. En la primera parte del siglo XXI empezó un movimiento para el reconocimiento de muchas tecnologías tradicionales que tuvieran una relevancia continuada (por ejemplo, la construcción con barro), recuperándolas de alguna forma aunque incluyesen algunas innovaciones (por ejemplo, bloques de barro comprimido con una mezcla de materiales, incluida la biomasa, para añadir más fuerza). Hubo también, más o menos por el mismo tiempo, cada vez más innovación tecnológica que se mantuvo explícitamente en la arena pública, como las técnicas de fuente abierta digitales o las de mapeo. La capacidad de las organizaciones de la sociedad civil para airear o sabotear tecnologías peligrosas (como la ingeniería genética) y sus proveedores, o producir tecnologías alternativas que funcionaban igual de bien, o mejor, también aumentó progresivamente. Durante algún tiempo el estado y las agencias corporativas contraatacaron con demandas y cosas peores, pero la fuerza de la democratización tecnológica (unida a movimientos hacia un conocimiento e información más abiertos, y el socavamiento de las concentraciones de poder mediante la localización) no pudo ser contenida. Las tecnologías se convirtieron en algo más sensibles al género y hubo un cambio desde una valoración y elección de tecnologías en base a un único punto /criterio a una valoración multicriterio basada en indicadores extraídos de las preocupaciones por la sostenibilidad, la igualdad y la democratización.

Se seguía de los principios de democracia del conocimiento y la información que los medios de comunicación también habían sido democratizados y diversificados. La gran concentración de poder en los media que caracterizó a los primeros 2000, alcanzando su cenit en el imperio de uno de los presidentes de los Estados Unidos, fue demolida gradualmente por una combinación de hackers éticos, una serie de eventos del estilo de Wikileaks, el aumento de la popularidad de medios alternativos que afirmaron el conocimiento como comunes, tecnologías que permitían un acceso público mucho más amplio a la información y las noticias y el descontento público con los nexos entre los centros de poder políticos, económicos y de conocimiento. Una desconcertante diversidad de medios ha evolucionado desde entonces, desde las radios comunitarias y el teatro de calle y los videos públicos hasta periódicos, revistas y otros, en una igualmente desconcertante diversidad de lenguas. Internet también se ha democratizado, con múltiples nodos controlados por la gente para su correcto funcionamiento.

Nada de lo anterior hubiera sido posible si no hubiese sido por el fuerte movimiento hacia una transformación radical en la política. A principios del siglo XXI los movimientos populares comprendieron que la democracia (demos+cratis= poder del pueblo), ¡no iba de elecciones! Más bien se trataba de que la gente normal en todas partes tuviese el poder de formar parte del proceso de toma de decisiones. La democracia se transformó lentamente en la encarnación de una forma de swaraj política, desde un sistema basado en las elecciones de arriba abajo a uno con el núcleo del poder en las gram sabhas (asambleas de aldea), mohalla sabhas (asambleas de barrio), las asambleas de aldeas tribales y de comunidades de pastores e instituciones representativas mayores formadas por delegados o representantes de estas asambleas. Un lema iniciado por una pequeña aldea en el corazón de India, Mendha-Lekha en Gadchiroli -‘nuestro gobierno en Delhi y Mumbai, en nuestra aldea nosotros somos el gobierno’- resonó por toda India y vio diversas modificaciones apropiadas dependiendo del contexto (‘nosotros gobernamos nuestra aldea, y nuestros delegados están en el comité del valle del río’ o ‘nuestro municipio es Mumbai, pero en nuestro barrio nuestras decisiones cuentan’). La democracia representativa llegó a estar basada en esta democracia radical o directa. La política de la representación se transformó muchísimo, emanando del poder en la base, sujeta a fuertes normas de rendición de cuentas, transparencia y el derecho a ser retirado; la naturaleza de los partidos políticos fue menos la de conseguir el poder (puesto que en cualquier caso el poder centralizado ya no era aceptado) y más sobre la representación genuina de la diversidad cultural y social (incluida la de género y sexo), el liderazgo orgánico y la motivación para servir. Queda alguna desazón en la relación entre democracia radical o directa en la base y la representación a un nivel más alto, pero no parece haber provocado serias rupturas puesto que vosotros como público empoderado no habéis permitido a los representantes un poder sin freno.

(Pausa… mientras un fuerte aplauso estalla entre los participantes del Mahasangam…)

Una cuestión compleja y polémica que fue debatida durante esta transformación estaba relacionada con la continuación y rol del estado. Como sabéis, en su definición más amplia de un mecanismo de gobierno a diversos niveles, el estado se ha mantenido, pero transformado considerablemente desde el estado-nación centralizado, con peso excesivo de la cúpula, que existía antes, a una serie de instituciones con funciones de coordinación y asesoramiento sin especiales poderes que no estén sujetos a las unidades de democracia directa. Este fue claramente uno de los escenarios de máxima resistencia y contestación en la primera mitad del siglo XXI, como se vio por ejemplo en los obstáculos puestos por buena parte del entonces Departamento Forestal a la democratización del gobierno de los bosques bajo la Ley de Derechos Forestales aprobada en la primera década del siglo y los intentos de los gobiernos de derechas de restringir drásticamente la disensión de la sociedad civil. La maduración de los movimientos populares y de la sociedad civil en esta fase, que les permitió trabajar entre ellos mucho más que antes, creó una masa política substancial que mantuvo la democracia directa y mantuvo el control de tales intentos por parte del estado. Simultáneamente, el movimiento hacia un gobierno ecoregional y la revisión y relajación de los límites de las naciones estado en el sur de Asia (y más globalmente) que describiré en un minuto, ayudaron a redefinir la forma del estado. El carácter del estado sufrió una transformación radical: de un estado capitalista, de castas altas y patriarcal tal como existió en la mayor parte de los siglos XX y principios del XXI, en cambio, el estado y sus instituciones llegaron a representar los intereses de todos los sectores populares. Su rol sufrió un cambio de una fuerza coercitiva a una de faciltador, ayudando a integrar diferentes intereses, conflictos, etc., que podían ser resueltos en el nivel de las comunidades. Notablemente, hemos visto incluso el desmantelamiento de las fuerzas policiales, y los pueblos del sur de Asia en su conjunto están discutiendo el posible desmantelamiento del ejército: si todos estamos de acuerdo en esto, será una de las transformaciones más extraordinarias de la historia humana.

Esto también me lleva al problema de los crímenes -‘crímenes’ entre comillas-. Durante un largo periodo de la historia humana, hemos considerado cualquier desviación de lo que se consideraba ‘normal’ como un crimen. Afortunadamente, el liderazgo informado a mediados de los 2100 cuestionó esto y finalmente este punto de vista desapareció con la gradual comprensión de que no hay nada como una conducta ‘normal’ contra la que algunas conductas puedan ser marcadas como ‘desviadas’ y por tanto criminales. El pluralismo no solo es tolerado sino incentivado activamente. Y a otro nivel, las condiciones materiales que existían que fuerzan a la gente a realizar actividades que hieren a otros o afectan a las relaciones con otros seres humanos bajo la forma de violencia, robos, sobornos, mercado negro y demás, ya no existen. En otras palabras, nadie se ve forzado a dedicarse a estas actividades para cubrir sus necesidades. Esto no significa que actualmente no existan actividades que podemos considerar todavía crímenes. Tenemos que reconocer que la naturaleza humana no siempre es necesariamente benigna y generosa, ni siquiera cuando estas características han sido ampliadas considerablemente en las últimas décadas. A veces tenemos razones para sentirnos enfadados, heridos, hostiles y hasta vengativos. Por lo tanto, el ‘crimen’ todavía existe bajo la forma de gente haciendo cosas que hieren los intereses de otros, pero con décadas de estímulos de nuestro lado positivo y generoso y la disminución de la competición para ‘adquirir’ recursos, esto sucede en un grado mucho menor. Además, la forma en que se tratan estas actividades y casos ha cambiado cualitativamente. Las personas que caen en estas actividades ya no son consideradas criminales y puestas tras las rejas. En cambio, son vistos como gente que necesita ayuda y los centros de consejo comunitario y los procesos de rehabilitación les ayudan a comprender el daño que sus acciones causan a otros y cómo superar los impulsos o actitudes que los causan. En lugar de estigmatizar a estas personas, el énfasis se pone en la empatía y el cambio de conducta. Hacia 2030 la pena de muerte fue abolida y, cada vez más, los castigos corporales han sido sustancialmente eliminados gradualmente.

He mencionado ‘cultura’ varias veces, pero no basta solo mencionarla de paso. Un firme apoyo de todas estas transformaciones ha sido la increíble diversidad y profundidad cultural de India. Se ha convertido en una causa de celebración y fuerza en lugar de la fuente de divisiones y conflictos en que se había convertido bajo la influencia de los fanáticos de la derecha política y cultural a principios del siglo XXI. Diversos prominentes individuos y grupos empezaron movimientos contra la intolerancia marcando esta fase, ayudando a reclamar las diversas culturas e identidades como las bases para compartir y aprender, de hecho, como fuente de entusiasmo y alegría (¡qué aburrido si todos fuésemos lo mismo!). Diversas lenguas, cocinas, creencias y sistemas de conocimiento, formas de vivir y amar, todos estos y otros aspectos de la cultura se dieron con orgullo para contrarrestar su rápida erosión bajo las arremetidas del capitalismo y la modernidad o el proselitismo de la derecha. Entre los movimientos más importantes estuvo el cambio en los sistemas de educación para integrar los idiomas locales, incluidas las tradiciones orales, y para celebrar tanto las cocinas, identidades étnicas y otros aspectos de la cultura locales y de otras zonas. Ya a principios del siglo XXI organizaciones como Bhasha en Gujarat y SECMOL en Ladakh mostraron el camino.

En el espíritu de la diversidad, múltiples ideologías que fomentaban la igualdad y la justicia social, la sostenibilidad, la democratización, la dignidad, la paz, la no violencia y otros valores positivos, florecieron. Desde 2010 en adelante vimos un proceso de visión desde la base hacia arriba, diálogos de prácticas, conceptos, valores, visiones del mundo de toda India y pueblos en otras partes del mundo. Esto se combinó con lecciones de relevantes visiones del mundo espirituales y seculares ya existentes y los grandes pensadores y hacedores del pasado, en una síntesis en evolución de valores y principios, dejando espacio para que floreciesen y coexistiesen diversas ramas ideológicas. Los procesos de Vikalp Sangams (Confluencias de alternativas) y los Sangam de Sangams y la Convergencia de Movimientos iniciados a finales de los años 10, de los cuales esta Mahasangam es una continuación, fueron una pequeña parte de esto. A través de ellos fueron revividos o reforzados los valores básicos de diversidad y pluralismo, solidaridad, cuidado y compartición, igualdad, justicia, unidad de la vida, interconectividad y reciprocidad, paz, creatividad, respeto por el trabajo, sencillez, etc. Ahora tenemos una enorme diversidad de actas constitutivas de los pueblos por todo el subcontinente, pero la mayor parte de ellas se basan en el común entendimiento y aceptación de estos y otros valores, que proporcionan un hilo que nos une a todos.

Basado en lo anterior, la centralización religiosa y los conflictos interreligiosos también desaparecieron, cuando todos los individuos y comunidades comprendieron el poder de su propio ser espiritual y ético. El liderazgo espiritual cultivado se mantuvo, pero los intentos para convertirlo en instituciones dogmáticas, de fe ciega, no democráticas como las religiones que dominaban a principios de los 2000, estuvieron constantemente desafiados por movimientos que abogaban por el pluralismo y la diversidad. Durante un tiempo hubo tensiones entre movimientos basados en la ciencia que eran vistos como si disputasen contra el espiritualismo y la religión per se (aunque su foco estaba más en la eliminación de la ‘fe ciega’ y las supersticiones) y los movimientos que buscaban reforzar valores espirituales y éticas básicos. Pero el liderazgo cultivado en ambos lados comprendió que la coexistencia no solo era posible sino esencial, especialmente para socavar el poder de la ortodoxia científica y religiosa. Varias declaraciones poderosas sobre cambio climático y medio ambiente por parte de aquellos dentro de las religiones dominantes, que iban contracorriente (como las del Papa, el Dalai Lama y varios líderes del islam y el judaísmo en la década de los 2010), ayudaron a construir estos puentes. El resurgimiento de los pueblos indígenas y sus fes basadas en la naturaleza proporcionaron un impulso adicional. La sujeción de la vida de la gente a la religión organizada institucional, que estaba en ascenso en los siglos XX y principios del XXI, se redujo considerablemente hacia finales de siglo. En cambio, la gente se ha vuelto más ‘espiritual’ y como dijo Mahatma Phule, ‘buscadora de la(s) verdad(es)’ ( satyashodahaks ).

¿Pero qué es la vida sin estética y diversión? Ha florecido una increíble diversidad de artes y artesanías, dándole la vuelta al declive visto en muchas formas tradicionales a finales del siglo XX y principios del XXI. Estuvo vinculado también con la transformación de los medios de sustento y de trabajo y la recuperación de la diversidad cultural, como se ha descrito arriba, y la comprensión por parte de la gente ‘normal’ de sus capacidades intrínsecas para ser creativos y de la posibilidad de integrar el arte en su vida diaria. Uno de los procesos más interesantes fue la demolición de la división entre artes ‘clásicas’ y ‘populares’ (folk) a medida que música, danza y otras formas artísticas empezaron a desvincularse de las conexiones de casta y género y los centros de aprendizaje alternativo fomentaron que aprendiera cualquiera interesado. Esto no significó por supuesto que la excelencia y la brillantez no sean reconocidas. Ciertamente, lo son, mediante los medios de reconocimiento y de premio, y el patronazgo y patrocinio públicos. ¡También lo hacemos en las ceremonias de apertura de estos Sangams y Mahagangams! Han surgido nuevas formas de orientación o tradiciones maestro-alumno que han descartado sus anacrónicos vínculos con casta, género y otras problemáticas identidades. De hecho, estamos viendo cada vez más integración de artes y valores, la visión de la naturaleza como arte y del arte como verdad: una especie de ‘est-ética’.

Como en el caso de las artes y la artesanía, la escena deportiva también ha sido testigo de una explosión de talento. En los años 20 y 30 cada vez hubo más aborrecimiento contra el elitismo y la comercialización vulgar en los deportes, protestas contra la ‘pedestalización’ del cricket y una exigencia de acceso democrático, amplio, a las instalaciones y centros de entrenamiento. Aunque se mantuvo el espíritu competitivo, reconociendo que forma parte del ser humano, se empezó a poner mucho más énfasis en los deportes cooperativos y el espíritu cooperativo equilibrando los males de la competitividad agresiva. El patrocinio público interpretó un importante papel en la reducción de la dependencia del estado y la eliminación del patronazgo empresarial. Deportes de élite como el golf disminuyeron en respuesta a la tendencia general hacia la igualdad y la toma democrática de decisiones de los comunes. Tenemos ahora una situación en la que casi todo el mundo es un deportista de algún tipo, donde la excelencia sigue siendo celebrada pero no se le da estatus de superhéroe y donde personas de India lo hacen bastante bien en acontecimientos internacionales, no solo como competidores individuales sino también como embajadores de la cooperación. Me alegra decir que mediante una atención sensible a aquellos con necesidades especiales, y con el espíritu de cooperación tomando el control, las viejas distinciones entre ‘capacitados’ y ‘discapacitados’ han empezado a disolverse también en los deportes.

Todo lo que he descrito hasta ahora ha sido extraordinario. Pero quizás lo más notable ha sido el cambio en nuestras relaciones en el Sur de Asia. Aunque India, Pakistán, Bangladesh, Nepal, Bután, Sri Lanka y China siguen manteniendo sus identidades ‘nacionales’, las fronteras se han convertido en algo poroso, sin necesidad de visados para cruzarlas. A mediados del siglo XXI varias nacionalidades oprimidas durante el siglo XX e inicios del XXI habían tomado el poder del gobierno en estas áreas fronterizas. Se habían declarado shanti abhyaranyas (reservas de paz) en previsión de conflictos zonas como Siachen, los desiertos de Kachchh y Thar y los Sundarbans (estos últimos se habían convertido en un serio escenario de conflicto por el agua y la tierra, debido en parte a la crisis climática, durante los 30 y 40). Lo mismo se aplica al Estrecho de Palk, con comunidades pesqueras tanto de India como de Sri Lanka empoderadas para asegurar el uso sostenible y pacífico de las zonas marinas. Un Gran Tíbet se ha convertido en una realidad, autogobernado, habiendo renunciado tanto China como India a su dominio político y económico sobre él y extendiendo en cambio la mano para ayudar en lo que sea necesario. En el Gran Thar, comunidades de pastores tanto en India como en Pakistán han sido igualmente empoderadas para el autogobierno. En todas estas iniciativas, un estrecho nacionalismo está siendo sustituido por identidades civilizatorias, orgullo e intercambio, una especie de swasabhyata (identidad étnica propia) que fomenta el respeto y el muto aprendizaje entre diferentes civilizaciones y culturas. Tanto las comunidades nómadas como la vida salvaje pueden moverse libremente de un lado para otro, como solían hacer antes de que estas áreas se convirtiesen en zonas de conflicto y fuesen separadas por vallas. En resumen, los elementos transfronterizos de naturaleza y recursos en la región -el agua, los bosques, las especies migratorias- se están situando cada vez más bajo un buen marco de gobierno público regional.

De hecho, la población de India y del resto del Sur de Asia han sido importantes actores de un mundo cada vez con menos fronteras, en el sentido de una gradual disolución de las fronteras de los rígidos estados-naciones. El Sur de Asia aprendió de los errores de bloques como la Unión Europea, con su extraña mezcla de centralización y descentralización y una continuada dependencia del estado-nación, y trabajó su propia receta para respetar la diversidad dentro de una unidad de propósito. Esta se basa principalmente, como se ha mencionado anteriormente, en el gobierno basado en la comunidad en áreas de lo que eran anteriormente fronteras del estado-nación. Los movimientos populares de todo el Sur de Asia fueron actores clave en la concepción de la democrática Asamblea Global de los Pueblos que, en algún momento a mediados del siglo XXI, empezó a reemplazar a las Naciones Unidas. La Asamblea tiene una serie de mecanismos de gobierno que no dan un poder permanente o a largo plazo a ninguna persona o individuo, deben rendir cuentas a las unidades ecoregionales de democracia directa sobre el terreno, y están pensadas exclusivamente para funciones absolutamente esenciales como el gobierno de los comunes globales (los mares, la atmósfera y demás) y facilitar relaciones culturales y económicas igualitarias y sostenibles.

De hecho, reconozcamos que las transformaciones en el Sur de Asia no son enteramente producto de su propia actividad. Solíamos enorgullecernos por ser una civilización antigua (¡o varias, de hecho!), por tener la mayor base de conocimiento del mundo, etc. Este orgullo recibió un duro golpe cuando comprendió, hace muchas décadas, que estas cosas significaban bien poco si seguíamos permitiendo que nuestro medio ambiente fuese destruido, tolerando que la mitad de nuestra población viviese en la pobreza y permitiéndonos convertirnos en un país colonizador explotando países más débiles que nosotros. Fue solo cuando comprendimos que podíamos aprender enormemente de iniciativas populares de todo el mundo, de la misma forma que ellos podían aprender de nosotros que las transformaciones se pudieron hacer más efectiva y ampliamente. Aun así, imagino que podemos enorgullecernos un poco por haber sido instrumentos para empezar (con otros) el Sangam de Alternativas Globales, que funcionó durante algunas décadas hasta que quedó incorporado en la Asamblea Global de Pueblos.

Lo que me lleva a mi punto final: en honor a la tradición, hemos estado llamando a esta serie ininterrumpida de reuniones Vikalp Sangams o Confluencias de Alternativas. Cuando empezaron y durante la mejor parte de su historia, ciertamente se dedicaron a promover alternativas a los sistemas ecónomicos, políticos y sociales dominantes de ese momento. Ahora que están firmemente enraizados y floreciendo los procesos de justicia, igualdad y sabiduría ecológica, propongo que hagamos un nuevo cambio. Desde la próxima confluencia en adelante, ¿deberíamos llamarlas ‘Vividh Kalpana Sangams’ -Confluencia de Imaginaciones Diversas-?

Notas

1) 2100 según el calendario gregoriano. Para su equivalente en otros calendarios de la región los oyentes y lectores pueden por favor buscar en plurinet.

2) Megaconfluencia de alternativas. Un proceso denominado Vikalp Sangam fue iniciado a principios del siglo XXI y se transformó o unió en diversos tipos de encuentros y confluencias entre los que se incluye un amplio Sangam de Sangams (‘confluencia de confluencias’) y la Convergencia de Movimientos de todo el subcontinente, con el objetivo de compartir iniciativas e imaginar colectivamente sociedades más justas, igualitarias y sostenibles. Aunque la mayor parte son locales y pequeñas en tamaño, una vez cada 4-5 años se organizan encuentros mayores como Mahasangams.

Referencia del libro.

http://www.authorsupfront.com/ futures.htm y https://www.amazon.in/dp/B077S479W4