Son escasas las organizaciones no gubernamentales que logran llegar a los 80 años de existencia. Entre ellas la Central Sanitaria Suiza Francesa (CSSR) que los festeja el 11 de junio, confrontada a su propia historia y a las nuevas exigencias de la cooperación al desarrollo. Una «vejez-desafiante» que obliga a redefinir rumbos y prioridades, según […]
Son escasas las organizaciones no gubernamentales que logran llegar a los 80 años de existencia. Entre ellas la Central Sanitaria Suiza Francesa (CSSR) que los festeja el 11 de junio, confrontada a su propia historia y a las nuevas exigencias de la cooperación al desarrollo.
Una «vejez-desafiante» que obliga a redefinir rumbos y prioridades, según afirma Viviane Luisier, presidenta de la Central desde 2010, profesional en el colectivo independiente de parteras «Arcade sages-femmes» de Ginebra y especialista desde su juventud en temáticas de género y solidaridad.
En su historia personal aparecen no solo luchas políticas, asociativas y de género en Suiza. Sino también una década entera de trabajo como cooperante internacionalista en Nicaragua en los ochenta. Primero en el Ministerio de Salud de ese país centroamericano y más tarde en la Casa Materna de la ciudad de Matagalpa.
P: 80 años de existencia, todo un logro para una organización asociativa. ¿Cuál es el hilo conductor de estas ocho décadas?
En el curso de su ya larga vida nuestra organización ha debido adaptarse a un panorama político que ha cambiado permanentemente, tanto en Suiza, en Europa, como en el denominado «sur». En sus orígenes fue antifascista y solidaria con los republicanos españoles en los años 30. En aquel entonces se trataba de reclutar médicos comprometidos dispuestos a partir para dar su apoyo directo en el terreno. Los materiales médicos-sanitarios, así como los fondos recolectados, eran fruto directo de la solidaridad popular suiza. Más tarde, se entra en una suerte de somnolencia funcional. Hasta que la Central se activa nuevamente ante la convocatoria de camaradas suizos indignados por la intervención imperialista en Vietnam. Su trabajo siempre se basaba en el apoyo de la solidaridad de militantes y simpatizantes.
En los años 80, la CSSR protagoniza cambios importantes: se transforma de un colectivo de solidaridad en una asociación de cooperación al desarrollo. Logra mantener su imagen y valores de los años de juventud, aportando un apoyo concreto a actores muy específicos. A grupos, movimientos y gobiernos a los que identificamos no por ser «pobres», sino por sus compromisos a favor de una mayor justicia social. Esta es hoy nuestra razón de ser que anima también nuestros desafíos futuros.
P: Ante esa historia llena de cambios esenciales, ¿cómo seguir alimentando vuestra visión de cooperación y solidaridad en una compleja realidad mundial en permanente mutación?
Sin duda los desafíos son numerosos cuantitativamente y esenciales a nivel cualitativo. Subrayo uno entre tantos, que nos confronta a una situación crítica. El hecho de haber entrado en el mundo de la *cooperación al desarrollo*, nos permite impulsar proyectos significativamente más ambiciosos y costosos que lo que podría promover un movimiento de solidaridad. Especialmente a partir de los años 2000 en que todo el espectro asociativo hace frente a una crisis de sobrevivencia. Es, sin embargo, a partir de esta decisión que creció de forma significativa nuestra dependencia de los fondos públicos. Hoy, cuando las federaciones cantonales (nuestra principal fuente de recursos) nos exigen una coparticipación para financiar los proyectos, debemos buscar fondos privados y no siempre es posible verificar la coherencia y pureza de los mismos. Esta realidad podría llevarnos a modificar nuestra estrategia. Va a ser necesario, nuevamente, adaptarnos sin perder nuestra alma. Realidad particularmente difícil para una vieja dama de 80 años…
P: ¿Cómo se posicionan vuestras contrapartes en el Sur?
¡Están plenamente al tanto de los problemas financieros que tenemos las organizaciones de la cooperación! Ellas también deben adaptarse y elaborar los proyectos en los marcos, términos y formularios que les impone el norte. Pero manejan bien las nuevas tecnologías de la comunicación y, en particular, están muy motivadas para seguir participando en proyectos comunes. Es significativo observar que cuando se deterioran las condiciones políticas y de seguridad en las realidades donde ellas deben actuar, nuestras contrapartes nos piden que no las abandonemos y continuemos construyendo juntos.
P: ¿Podría presentarnos un proyecto que en estos últimos años ha sido emblemático para la CSSR?
Entre muchos e interesantes proyectos que hemos promovido, hay uno que apoyamos desde hace diez años y que me ha motivado particularmente. Denominado «Lucha contra la mortalidad materna», consiste en la formación y acompañamiento de parteras empíricas en la región de Matagalpa, en Nicaragua, a unos 130 kilómetros al norte de la capital Managua. Es una zona cafetalera por excelencia. El café es el producto esencial de exportación y de ingresos para el país. Pero donde la situación y realidad cotidiana de las mujeres campesinas ha sido y sigue siendo muy difícil. Además de la formación de las parteras, se realizó una película que tiene por objetivo la prevención del embarazo entre las adolescentes. El proyecto incorpora también la intensificación de la planificación familiar en el campo; la colaboración en la formación de las parteras calificadas, etc. Todas actividades, logros y resultados que nos producen una gran satisfacción no sólo a nosotras, en Suiza, sino a nuestras contrapartes en Matagalpa.
P: ¿Cómo continuar en tanto actor de la solidaridad?
El movimiento solidario y la cooperación solidaria no deben descorazonarse a pesar de la compleja realidad mundial actual. Es importante mantener esa solidaridad, alimentarla, enriquecerla, fortalecerla, especialmente en momentos de un evidente repliegue xenofóbico en nuestros países del norte. Se habla de «crisis» financiera para reducir la cooperación al desarrollo, cuando en realidad suiza continua a estar entre los países con más riqueza concentrada en el mundo. Entre el concepto de «crisis» que se usa para recortar la cooperación y el de «crisis de sobrevivencia» que enfrentan realmente muchas comunidades y pueblos en lejanas latitudes no hay comparación alguna. Nuestra responsabilidad hacia «el otro» no debe desvanecerse por meros pretextos financieros. El planeta es único y nosotros somos corresponsables por él y por cada uno y todos los habitantes del mismo.
La Central Sanitaria de la Suiza Francesa, CSSR según sus siglas en francés, está actualmente presente con proyectos en cinco países latinoamericanos y en el Medio Oriente: Bolivia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Palestina.
Dos son los principales apoyos institucionales que le permiten asegurar sus proyectos: la Federación Ginebrina de Cooperación (FGC) y la Federación de Cooperación del Cantón de Vaud (FEDEVACO).
Fue creada el 9 de diciembre del 1937 por el profesor Hans Von Fischer. Le festividad central será el próximo 11 de junio en Ginebra, con la presencia de autoridades políticas, del mundo universitario y membresía en general.
Nació apoyando a los militantes republicanos en la guerra civil española. Se relanzó luego en la solidaridad con la liberación de Vietnam. Asociándose a partir de los años 80 al movimiento de solidaridad con los pueblos centroamericanos.
En Suiza es activa en la solidaridad con demandantes de asilo e inmigrantes en general. También en campañas a favor del aumento de la cooperación. Sostiene con otras 80 ONG, sindicatos y asociaciones la Iniciativa a favor de las Multinacionales Responsables.
Sergio Ferrari, en colaboración con swissinfo.ch
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