El príncipe Vajiralongkorn, invitado por el Parlamento de Tailandia a convertirse en el nuevo rey del país, ha sido un heredero impredecible por falta de relato público. Los medios locales prestaron mucha atención a su padre y predecesor, el fallecido rey Bhumibol, durante sus siete décadas de reinado, pero de Vajilongkorn, de 64 años, se […]
El príncipe Vajiralongkorn, invitado por el Parlamento de Tailandia a convertirse en el nuevo rey del país, ha sido un heredero impredecible por falta de relato público.
Los medios locales prestaron mucha atención a su padre y predecesor, el fallecido rey Bhumibol, durante sus siete décadas de reinado, pero de Vajilongkorn, de 64 años, se han hecho poco eco.
Esa ausencia de narrativa impide a los tailandeses hacerse una idea exacta de su nuevo monarca, que como príncipe ha permanecido en buena medida ausente de las preocupaciones de su pueblo.
En contraste con Bhumibol -que recorrió el país impulsando iniciativas de progreso-, Vajiralongkorn no ha prodigado las apariciones públicas ni se le ha asociado con planes de desarrollo.
Y ha residido la mayoría de los últimos lustros en el extranjero, principalmente en Alemania, donde estudia uno de sus hijos.
Protegida por la ley de lesa majestad -que castiga hasta con 15 años de cárcel las críticas a la Corona-, tampoco sus actividades privadas son conocidas con alguna certeza por sus futuros súbditos.
«Vajiralongkorn ha sido una figura imprevisible», dice el profesor Pavin Cachavalpongpun, académico del Centro de Estudios del Sudeste Asiático de la Universidad de Kyoto (Japón).
Exiliado en el país nipón, el académico cree que al nuevo rey no le resultará fácil encarnar el papel de «símbolo de la unidad de la nación y factor de estabilidad, algo que su padre cumplió bien».
Pavin considera que Vajiralongkorn -que aún debe aceptar su entronización y desde la muerte su padre en octubre ha mantenido un silencio estricto-, instaurará un nuevo modelo de monarquía.
«Habrá una nueva distribución de roles entre los diferentes actores del entorno de la Corona», augura el experto.
«Por ejemplo, el nuevo rey reajustará su relación con el Ejército», estima Pavin en un correo electrónico remitido a Efe.
Liderada por el general Prayut Chan-ocha, la junta militar que gobierna en Tailandia desde la asonada castrense de 2014 ha dejado claro en el mes y medio de regencia su fidelidad a Vajiralongkorn.
Esa declaración de intenciones disipó las dudas sobre la sucesión alumbradas por la popularidad de la princesa Shirindorn, tercera hija de Bhumibol y más activa que su hermano en asuntos internos.
Pero el grado de entendimiento que Vajiralongkorn alcance con las Fuerzas Armadas una vez en el trono es una incógnita que no empezará a despejarse hasta que entre en vigor la nueva Constitución.
Aprobada en referendo el pasado agosto, esa Carta Magna refuerza el papel de los uniformados y reduce las prerrogativas reales, y debe ser suscrita por el nuevo soberano antes del próximo febrero.
La Corona y el Ejército se necesitan mutuamente en la Tailandia contemporánea, donde ambas instituciones ocupan la cúspide del aparato burocrático, que es el que tradicionalmente ejerce el poder.
La monarquía se ha garantizado la continuidad histórica con el apoyo de las Fuerzas Armadas, que en contrapartida no ha tenido mejor fuente de legitimidad que el respaldo de la Casa Real.
Solo durante el reinado de Bhumibol el Ejercito protagonizó una veintena de golpes o intentos golpistas, e instauró sucesivos gobiernos militares que fueron refrendados por la Corona.
Queda por saber si Vajiralongkorn, décimo monarca de la dinastía Chakri -fundada a fines del XVIII por un general que destronó al rey entonces reinante-, encuentra acomodo en esa cultura política.
Fuente: http://www.efedocanalisis.com/noticia/vajiralongkorn-heredero-impredecible/