Cinco años han bastado para que las grandes potencias y sus protegidas, las multinacionales farmacéuticas, dejaran sin sentido los acuerdos de Doha (Qatar) sobre acceso a medicamentos. El 14 de noviembre de 2001 la Organización Mundial de Comercio (OMC) llegó a un compromiso para que los países pobres pudieran fabricar o comprar fármacos baratos si […]
Cinco años han bastado para que las grandes potencias y sus protegidas, las multinacionales farmacéuticas, dejaran sin sentido los acuerdos de Doha (Qatar) sobre acceso a medicamentos. El 14 de noviembre de 2001 la Organización Mundial de Comercio (OMC) llegó a un compromiso para que los países pobres pudieran fabricar o comprar fármacos baratos si se enfrentaban a una crisis sanitaria. Pero, según denuncian ONG como Médicos sin Fronteras e Intermón Oxfam, aquel pacto ha quedado en papel mojado.
Y no será por falta de crisis sanitarias. «El caso del sida ilustra esta tendencia. Aunque la amplia competencia genérica ha contribuido a que los precios de los medicamentos de primera línea para tratar el sida se reduzcan hasta un 99%, pasando de 10.000 dólares -7.800 euros- a unos 130 dólares -101,40 euros- al año desde 2000, los precios de los medicamentos de segunda línea -que los pacientes necesitan cuando aparecen resistencias- continúan siendo elevados debido al número cada vez mayor de barreras que constituyen las patentes», afirma Médicos sin Fronteras.
Intermón Oxfam coincide, y señala directamente a Estados Unidos como uno de los obstáculos para la llegada de medicamentos. De acuerdo con esta organización, el Gobierno de Bush ha conseguido eludir el efecto del acuerdo de Doha incorporando cláusulas de protección de los productos de sus laboratorios a los programas de ayudas a países pobres. Al final, éstos los aceptan porque saltarse el régimen de patentes puede suponer perder el resto de las subvenciones. Por eso el documento conmemorativo que la ONG emitió ayer se titula Patentes contra pacientes. Pacientes pobres, podría añadir.