Por su amplia convocatoria y su carácter plural, el Foro Social Mundial sigue siendo el más significativo espacio de desarrollo de pensamiento, ideas y construcción de alternativas frente al neoliberalismo. Las mil doscientas actividades que conformaron la agenda de su VII edición, realizada en Nairobi (Kenia) del 20 al 25 de enero pasado, dan cuenta […]
Por su amplia convocatoria y su carácter plural, el Foro Social Mundial sigue siendo el más significativo espacio de desarrollo de pensamiento, ideas y construcción de alternativas frente al neoliberalismo. Las mil doscientas actividades que conformaron la agenda de su VII edición, realizada en Nairobi (Kenia) del 20 al 25 de enero pasado, dan cuenta de la vitalidad fraguada por su innovadora propuesta, que tiene como columna vertebral presencias de proceso: movimientos, redes, campañas, intelectuales, que han marcado la sustancia de sus contenidos y dinámicas, y que en esta ocasión plasmaron la oportunidad de mirar al mundo desde África, un continente rico en iniciativas sociales y políticas, a la vez que acorralado al extremo por las incongruencias del modelo.
El enorme mosaico de realidades y culturas que conforman el continente sede, se reflejó en una presencia heterogénea y una variedad de causas múltiples, que van desde reivindicaciones históricas, como aquella del pueblo de Sahara occidental en procura de su independencia, hasta vindicaciones más recientes como aquella en torno al VIH-SIDA, o el derecho al agua.
Sin duda, el aporte político de este último Foro es justamente haber abierto la oportunidad de pensar en las luchas mundiales desde un continente en ebullición, que cuenta con un bagaje significativo de conquistas recientes: las independencias coloniales registradas en el último medio siglo, la abolición del apartheid en Sudáfrica signada en 1990, los intentos de construcción de socialismos en Angola y Mozambique, entre otros. Y que cuenta también con interesantes precedentes generados por movimientos nuevos, como por ejemplo la victoria histórica de una iniciativa en defensa de la libre importación y el acceso a medicamentos genéricos para el VIH-SIDA, registrado por el movimiento sudafricano TAC -Treatment Action Campaign- en 2001, contra la acusación planteada por un grupo de corporaciones transnacionales que, apoyándose en la OMC, abogan por la exclusividad sobre las patentes de las medicinas.
El Foro de Nairobi permitió también que se ampliara el espectro de redes y organizaciones que establecen y fortalecen nexos entre ellas, que se definieran nuevos puntos de agenda común, e incluso que se editaran innovadoras iniciativas solidarias, como lo expresa el lanzamiento de la Campaña Global por la Reforma Agraria en África, realizado por la Vía Campesina y otros. Motivó además a pensar en las interrelaciones entre continentes; un ejemplo de ello es la prioridad acordada por el Foro Social Américas a orientar sus actividades hacia la visualización de la presencia africana en el hemisferio, su historia común, su presente y futuro compartidos, ello se reflejó en la organización de distintas actividades conjuntas con el Foro africano.
No obstante, como parte de un proceso en evolución, este último Foro fue también el escenario en el que se transparentaron algunas tendencias críticas pre-existentes y se añadieron otras nuevas. Así, se han señalado aspectos como la comercialización del Foro y la tercerización de los servicios, la innegable ‘onegeización’, su alejamiento de la participación popular, la entrometida seguridad policial, la sobredimensionada presencia de las iglesias cristianas, y otros asuntos análogos, descritos ampliamente por los medios que cubrieron el evento. La avalancha de críticas -cuyos exponentes más implacables fueron las propias delegaciones africanas-, que habrá que recoger en toda su amplitud y asumirlas en perspectiva de profundización del proceso, reafirmaron infelizmente la impresión de un evento marcado por el desencuentro y el enajenamiento de los propósitos que movilizan este rico proceso desde hace ya siete años.
En este escenario, incumbe pensar en el futuro, abrir los debates y aportar a éstos. Juntar y poner en diálogo todos los balances evaluaciones e ideas para que esta iniciativa, considerada como la mayor propuesta social de la época, refuerce su sentido y vitalidad.
Para hacerlo es imprescindible abordar las relaciones de poder y económicas intra-Foro, pues éstas subyacen en las decisiones sobre su carácter, metodología, convocatoria, formato y arquitectura. Más aún, determinan la opción entre sus dos tendencias más manifiestas: la de ‘Feria Social Mundial’, sostenida por un conjunto de entidades, y aquella del Foro como proceso de articulación para apuntalar cambios, invocada por una amplia gama de movimientos y organizaciones.
Samir Amín, pensador africano, ubica en el medio de estas corrientes aquella de «un altermundialismo cuyos adherentes se reclutan en las clases medias de los países ricos, que son críticos del modo de existencia que propone el capitalismo, pero poco interesados por las preocupaciones reales de las clases populares de sus propios países, y menos aún por aquellas del Sur, donde su altermundialismo ‘moderado’ es muchas veces incomprendido. No obstante, paradójicamente, aunque fuera por el acceso más fácil a los medios financieros, parecen estar sobre representados en los Foros Sociales Mundiales o regionales, y a veces percibidos como un freno al fortalecimiento de las luchas populares». Pero, se podrían también identificar réplicas de esto en el Sur.
En cualquier caso, el reto de optar por un camino para el Foro, sin abandonar su carácter de apertura a la pluralidad de expresiones y a la heterogeneidad de presencias, implica priorizar algunas reglas del juego que tienen que ver con lo que se quiere lograr de él.
Se supone que en el Foro feria, cada quien encuentra o hace lo que quiere o, simulando al mercado, cada quien obtiene lo suyo según sus posibilidades, solo que aparentemente en este caso en un ambiente más humano. Quienes disponen de recursos se exponen en el «mainstream» del Foro, como sucedió en Nairobi, donde la «avenida principal» abrigaba mayoritariamente a iglesias cristianas -no al vasto ecumenismo africano ni mundial-, organismos de desarrollo, instituciones internacionales, y algunas ONG. Muchas de las actividades que lograron alguna participación aparentaban ganar su concurrencia entre los fieles patrocinados para el efecto o, lo que es lo mismo, entre los beneficiarios de proyectos. Además, el criterio establecido en Nairobi de cobrar por cada evento autogestionado, con tarifas por tamaño del evento sin tener en cuenta la capacidad de pago ni consideraciones de representatividad o convocatoria social, generó una preocupante distorsión en el programa, donde pocas entidades pudieron inscribir decenas de eventos, mientras que otras se vieron obligadas a limitar sus actividades.
El Foro proceso, por su parte, implica una o varias lecturas de la realidad mundial y un registro de los posicionamientos ya existentes ante ella, desde distintos ángulos y problemáticas, en las propuestas de los movimientos vivos que confluyen en este espacio. Hasta aquí, uno de los importantes aportes del Foro resulta de la posibilidad de ampliar los espacios de intercambio y confluencia de distintas luchas sociales y permitir la visualización de una agenda común, como sucede con lo expresado por la Asamblea de Movimientos Sociales, que además de suscitar la interacción entre las distintas causas, produce una declaración y un calendario de acciones comunes, que interrelaciona las propuestas y movilizaciones que encauzan diferentes movimientos y redes, en sus luchas de proceso contra las múltiples manifestaciones del modelo y sus instituciones. De hecho, uno de los mayores logros acumulados por el Foro constituye la convocatoria realizada por esta última al día mundial de movilización contra la invasión a Irak y la guerra, el 15 de febrero del 2003.
Sacrificar esta posibilidad a nombre de los «experimentos metodológicos», es un riesgo para el futuro del Foro, pues de continuar en la tendencia que se expresó en Kenia, donde la mencionada Asamblea tuvo que forjar sus espacios in-situ, y hacer de la participación abierta un motivo de reivindicación interna, podría abonar a la desmotivación de importantes actores sociales, cuyas contribuciones son sustanciales en la causa conjunta de lucha contra el modelo.
El carácter del Foro: participación, arquitectura y metodología
Las opciones sobre el carácter del Foro tienen que ver con el conjunto de principios sobre los cuales se levanta su propuesta. Hablando del evento, imaginado como el punto de llegada de una amplia propuesta, además de mantener su carácter abierto al pensamiento plural y al debate, conviene priorizar la expresión prioritaria de las nuevas prácticas que distintos actores generan en el día a día: la economía alternativa y solidaria, las prácticas ecológicas, la diversidad y la igualdad entre los géneros, y otros. Una de las mayores críticas que se han formulado en torno al Foro de Kenia es la escasa presencia de los actores de la economía solidaria y popular, y la primacía de actores privados y onerosos.
En el mismo sentido, la «arquitectura» del Foro debe ser sensible a las realidades y contextos en que se realiza el evento. La idea de construir, aquí y ahora, un diseño de ciudad alternativa que permita a los y las asistentes, experimentar por unos días un modelo diferente, debería desarrollarse en concordancia con el reto de mantener el sentido participativo. El Foro tiene que mantenerse en contextos accesibles a la población local -sea en la ciudad o en el campo-, y aprovechando al máximo la infraestructura pública existente. Esto, máxime si una «arquitectura» inventada para la ocasión implica costos crecientes, que para solventarlos ya sólo queda el recurso de acudir a empresas, cada vez más omnipresentes. Tal es el caso de Petrobras, patrocinador del Foro 2005 en Brasil, -y muy visible incluso en el Foro de Nairobi, como auspiciante de la delegación brasileña y del Pabellón de Brasil-; o de la empresa multinacional de telefonía celular Celtel, en el reciente evento de Kenia, a quien se la confió hasta las inscripciones.
La lógica del gigantismo, que se ha venido imponiendo progresivamente, empuja a querer hacer foros cada vez más grandes, con los inevitables inconvenientes de espacio o a costa de enormes inversiones, que ya en 2005 conllevaron a un abultado déficit. El Foro de Nairobi fue víctima de esa lógica, estimando una participación de más de 100.000 personas cuando todo indicaba que la cifra sería menor. Incluso la cifra oficial de 66.000 personas inscritas parece superar en mucho el número real de participantes. Este traspié en el cálculo conllevó a escoger un lugar alejado -el Estadio Moi, en las afueras de Nairobi-, cuyo costo de acceso era prohibitivo, no sólo para los sectores populares locales, sino incluso para el promedio de participantes del Sur. Es más, significó una inversión desproporcionada en infraestructura, como las grandes carpas que permanecieron prácticamente vacías.
Pero más allá de estos asuntos aparentemente logísticos, uno de los mayores retos del Foro radica en la búsqueda de elementos metodológicos que contribuyan a reforzar el proceso de construcción subyacente, haciendo que las distintas visiones que coexisten en él entren en juego a la hora de las definiciones. El Consejo Internacional (CI) ha consensuado en la importancia de propiciar oportunidades de convergencia, como también en la necesidad de asegurar ciertos equilibrios (geográficos, de sectores, de género, étnicos, etc.) en los espacios de destaque. Dos propuestas en este sentido, estrenadas en el primer Foro Social Américas, fueron parcialmente retomadas en el Foro de Nairobi, pero en una forma que terminó restándoles fuerza.
La primera son los eventos «cogestionados», planteados como alternativa, tanto a los «eventos centrales» de los primeros foros, como a la fórmula de tener únicamente eventos autogestionados, que no asegura la diversidad en los espacios de destaque. Los cogestionados son eventos coordinados por las instancias organizadoras del Foro, teniendo en cuenta las confluencias de organizaciones o redes que inscriban actividades en torno a los ejes temáticos definidos. La agenda de Nairobi preveía 13 eventos de este tipo, en grandes escenarios; sin embargo, su organización a última hora y la nula promoción que tuvieron, hizo que muchos permanecieron casi vacíos, faltaron ponentes o incluso fueron cancelados.
La otra propuesta retenida para Nairobi fue la del «4to día», dedicada a la convergencia, la evaluación y la planificación de acciones concertadas. Uno de los principales aciertos del Foro ha sido, justamente, el de facilitar acercamientos entre distintos actores, temas, sectores y agendas, rol que ha venido cumpliendo de facto la Asamblea de Movimientos Sociales, para los sectores que participan en ella. Las asambleas temáticas autogestionadas de la mañana del 24 de enero, en torno a temas como la guerra, las migraciones, el SIDA, la diversidad sexual, sindicalismo y globalización, entre otros, permitieron efectivamente identificar metas comunes y acciones. No obstante, la agenda prevista no dio lugar luego a espacios más amplios de convergencia entre temas, dejando para la tarde 21 foros temáticos, denominados con palabras clave que no denotan ningún sentido político, «de luchas, alternativas y acciones» -muchos de ellos repetitivos de los temas de la mañana-, que se limitaban a la presentación de propuestas de acción, que serán expuestas ulteriormente en la página web. De allí que, una vez más, la Asamblea de Movimientos Sociales, que contó con una participación masiva, cumplió con el papel de permitir las mencionadas confluencias.
Desde sus inicios, el Foro se levantó como un espacio de convergencia para luchar contra el neoliberalismo, lo más amplio que se pueda imaginar. Su pluralismo, diversidad y transversalidad de género son elementos constitutivos; su carácter de ágora para el intercambio de ideas y propuestas, constituyen su sustancia; su esencia participativa es el motor de su propuesta de construcción de alternativas. Pero para que esto mantenga su sentido, no puede limitarse a la realización de eventos desconectados entre sí, y cada vez rediseñados como un experimento nuevo. Es tiempo, entonces, de abonar en la idea de proceso, haciendo que el acumulado obtenido hasta ahora sirva de plataforma amplia para las nuevas iniciativas, y siga aportando a la construcción de un actor social y político plural, que encamine cambios de fondo y alternativas al modelo.
El Foro Social Mundial del 2008
En el 2008 el Foro estrenará una nueva modalidad organizativa: en lugar de realizar un evento, se convocará a movilizaciones y acciones de visibilidad, en todo el mundo, en una misma fecha de enero. En principio, esta fórmula -cuyas modalidades precisas se delinearán en la próxima reunión del Consejo Internacional, en junio-, permitirá involucrar a más gente, sin dejar de tener una visibilidad mundial. Su éxito, toda vez, estará condicionado, por un lado, por la situación en cada país y la decisión de los actores locales de invertir esfuerzos para organizarlo, pues no es algo que se pueda orquestar de manera centralizada. Por otro lado, la cohesión del Foro y su visibilidad mundial dependerán en gran medida de un esfuerzo de comunicación, articulado globalmente, no solo durante ese día sino en el proceso previo.
Desde ya se ha abierto el debate de si debe haber uno o varios temas centrales, o temas libres; si habrá un lema común (más allá del «Otro Mundo es Posible»). Un significativo colectivo de redes internacionales y Foros regionales plantearon en la reunión del Consejo Internacional en Nairobi, la iniciativa de un día mundial de movilización, coincidiendo con el Foro Económico Mundial en Davos, contra los crímenes de las empresas transnacionales y los gobiernos que sostienen Davos. Esta iniciativa atiende a la importancia de enviar un mensaje claro y contundente del compromiso del Foro en la lucha contra el neoliberalismo.
Por su parte, el próximo Foro Social Mundial en un mismo lugar físico quedó agendado para el 2009. El espaciamiento de los Foros mundiales ha sido una demanda de múltiples sectores, especialmente movimientos sociales, desde la creación misma del Consejo Internacional del FSM en 2001, sustentada en la necesidad de dejar más espacio y tiempo para invertir en las propias luchas sociales, y desarrollar los procesos locales y continentales del Foro.
En todo caso, si los mencionados aspectos críticos que se expresaron en el Foro de Nairobi alertaron sobre un cierto agotamiento del formato mega-foro -que ya fueron expresándose en ediciones anteriores-, el 2008 plantea un reto y varias oportunidades para innovar y buscar nuevas maneras de asentar el Foro proceso en los distintos rincones del mundo.
Algunas de las temáticas que destacaron en el Foro de Nairobi
Si bien por la amplitud de la agenda es impracticable lanzar una mirada al conjunto de problemáticas abordadas, señalaremos algunas que resaltaron por su carácter novedoso o de amplitud.
La principal innovación temática del Foro de Nairobi, radica sin duda en el abordaje amplio de la problemática del VIH-SIDA y la visibilidad de distintas cuestiones socio-económicas relativas a la extensa progresión de esta afección, que padecen unos 39.5 millones de personas en el mundo, de las cuales las dos terceras partes están en África Subsahariana. Por eso mismo, las más importantes iniciativas, propuestas y movilizaciones relacionadas con la pandemia provienen de este continente, que ha contribuido copiosamente al establecimiento de interrelaciones entre la expansión de esta enfermedad y la pobreza, como también al análisis del impacto de las políticas neoliberales en dicho fenómeno.
En ese sentido, la puesta en evidencia de la magnitud del problema, de sus engranajes macro-económicos y humanos, invalidaron por sí solas las conservadoras campañas por la abstinencia sexual, que se hicieron visibles por primera vez en el Foro, en casos hasta con expresiones beligerantes, reduciendo un asunto complejo y multifactorial a cuestiones morales, alejadas de las visiones de derechos y libertades sustentadas por distintos movimientos ciudadanos relevantes al momento de pensar en alternativas al modelo.
En otro rango de problemáticas, la Deuda externa fue una de importante destaque y convocatoria, con el aporte novedoso de asociarla a la demanda de reparaciones por daños causados a los países, pues como señaló Camille Chalmers, de Jubileo Sur,»lo básico es reconocer que la deuda actual es el resultado de todo un proceso histórico de saqueo, de destrucción ecológica, física y social, y que hay una enorme deuda del Norte hacia el Sur». Por eso, se articularán campañas próximas en torno a tres palabras clave: repudio, restitución y reparaciones.
Más de 40 organizaciones y redes continentales de África, América Latina y Asia, y mundiales, participaron en una asamblea para concertar posiciones y fortalecer la coordinación entre movimientos, en ella renovaron su rechazo a las nuevas fórmulas de solución propuestas por las Instituciones Financieras Internacionales, que siguen propugnando las mismas políticas de ajuste; acordaron alentar a los gobiernos del Sur a entrar en un proceso de repudio y de apoyarlos en esa gestión. En tal sentido, saludaron la decisión del gobierno de Noruega de cancelar parte de la deuda ilegítima de algunos países de América Latina, reconociendo que la campaña conjunta de movimientos de ese país, con aquellos de los países afectados, se ha mostrado un modelo efectivo. También se propuso reforzar las iniciativas de concientización sobre la ilegitimidad de la deuda y profundizar el estudio sobre el proceso de reparaciones. Por último, enfatizaron en la importancia de continuar trabajando en la articulación de esta problemática con otras tales como libre comercio, la lucha contra la militarización, contra las bases militares, de manera a procurar estrategias más eficaces, para enfrentar al conjunto de proyectos de dominación.
La prioridad acordada por la Vía Campesina y otras organizaciones a las cuestiones de la Reforma Agraria y la Soberanía Alimentaria, tuvo significativa repercusión en el Foro. El lanzamiento de la Campaña Global por la Reforma Agraria en África, realizada en este marco, constituye un aporte significativo del movimiento campesino a la resolución de uno de los mayores problemas de ese continente y de la humanidad, como es el hambre. Pues mientras progresa la concentración de la propiedad de la tierra y recursos naturales -tales como el agua-, el avance de la pobreza en las zonas rurales registra índices sin precedentes: el 75% de pobres del mundo se concentran allí.
Las políticas relativas a la tierra y el desarrollo rural, como aquellas del Banco Mundial que preconizan la liberalización de la tierra, la expansión de la agricultura comercial, el avance de los cultivos transgénicos, y otros, fueron señaladas como las más poderosas amenazas para la vida campesina y sus principios de sustentabilidad; esto se reflejó en las palabras del mozambiqueño Diamantino Nhampossa, coordinador de La Vía Campesina en África: «Hace quinientos años, el colonialismo tomó nuestras tierras. Desde la década de los ochenta, nuestras tierras están siendo tomadas por el Banco Mundial. En la actualidad, lo único que nos queda es movilizarnos y organizar campañas como ésta, para motivar a la gente a luchar por sus derechos».
Igualmente, la Soberanía Alimentaria, propuesta relacionada con el derecho de los pueblos a decidir sobre sus políticas agrícolas y alimenticias, tuvo gran relevancia no sólo por exponerse en el continente con los mayores índices de hambre y desnutrición, sino por ser uno de tradición agrícola y de autosustento, menoscabada ahora por la imposición de políticas y prácticas mercantiles, y amenazada aún más por el avance de tratados de libre comercio como son los Acuerdos de Asociación Económica -EPAs Economic Partnership Agreements-.
De ahí que justamente la problemática del Libre Comercio, que fue objeto de una importante agenda de debates, fue un área en la cual se avanzaron distintos acuerdos, particularmente en el sentido de establecer vínculos más sólidos entre África y los otros continentes. En este plano, se destacó la consolidación del movimiento internacional contra los EPAs (acuerdos de asociación y cooperación económica, que la Unión Europea está negociando con países de África, Caribe y Pacífico), entre cuyas acciones inmediatas figura una movilización internacional, fijada para el próximo 19 de abril, cuyo epicentro serán Europa y África, pero también los países del Caribe, a la vez que la Alianza Social Continental plantea impulsar acciones de solidaridad en el resto de América Latina.
Para África, los EPAs serían equivalentes a lo que el ALCA -Área de Libre Comercio de las Américas- para América Latina. Desde que se inició el proceso de negociaciones, hace unos dos años, se ha dado un crecimiento significativo de los niveles de movilización en contra de estos acuerdos en ese continente, impulsados principalmente por la Africa Trade Network, que reúne a sindicatos, organizaciones campesinas y ONGs de unos 40 países africanos.
La diversidad por su parte se expresó desde distintos matices; de éstos obtuvo gran visibilidad aquel de la diversidad sexual y las reivindicaciones de derechos de las personas discriminadas por su orientación sexual, que lograron abrirse espacios en un contexto presumiblemente adverso, en el cual reiteradamente se invocaba la existencia de culturas incompatibles con esta forma de diversidad, lo que llegó incluso a que no faltaran quienes pretendieron obviar esta problemática en la agenda del Foro. Al respecto, acogiendo las propuestas del IV Foro Social por la Diversidad Sexual, la Asamblea de Movimientos Sociales reafirmó en sus conclusiones su compromiso con las luchas para erradicar estas discriminaciones en cualquier lugar que se manifiesten, y su respaldo a la campaña «En un Mundo diverso, la Igualdad es lo Primero», encaminada por el Dialogo Sur/Sur LGBT y otras redes, como un mecanismo para fomentar una cultura de respeto a las diversidades, aspecto nodal para la construcción de alternativas.
Las causas de las Mujeres y sus propuestas para la humanidad, ganaron nuevas expresiones en el continente africano. Entre las nuevas problemáticas abordadas por este movimiento figura aquella de la soberanía alimentaria, impulsada por la Articulación de Mujeres de la Vía Campesina y la Marcha Mundial de las Mujeres, que visualizó los retos singulares de la afirmación de derechos en torno a la agricultura y la producción alimenticia. Este último movimiento mundial aportó igualmente con debates sobre la mercantilización del cuerpo y la vida de las mujeres, que se expresa en las distintas esferas asociadas a la producción de la vida, visibles en varias situaciones inherentes a la globalización, como es el caso de las migraciones. En colaboración con el Dialogo Sur/Sur LGBT y otras redes, enfocó igualmente las cuestiones de diversidad como parte sustancial de las luchas contra el patriarcado y por la universalización de la igualdad.
La Comunicación, constantemente evocada como un recurso ineludible para la concreción de los propósitos del Foro, fue también objeto de algunas conclusiones. En una reunión de síntesis convocada por la Campaña Mundial por los Derechos de la Comunicación -CRIS-, con participación de redes mundiales, redes regionales y organizaciones africanas, se intercambiaron propuestas de acción, logrando un consenso sobre la necesidad de movilizar un entorno amplio de actores sociales en torno a la democratización de la comunicación. Para ello, se propuso sensibilizar sobre el hecho que los derechos de la comunicación son fundamentales para los procesos democráticos, para la organización y las luchas de los movimientos sociales, y para el ejercicio de todos los derechos humanos. Se resaltó, asimismo, que la información, la comunicación y el conocimiento -y de manera específica el espectro radioeléctrico y la Internet- deben ser reconocidos como bienes comunes y servicios públicos, no como mercancías, y que por lo mismo deben permanecer fuera de los acuerdos comerciales; y que hace falta ampliar las políticas públicas en materia de información y comunicación.
La presencia de las Américas fue múltiple y heterogénea. La Carpa del Foro Social Américas, organizada por el Consejo Hemisférico, constituyó un importante punto de referencia para participantes del continente, a la vez que fue espacio de encuentro e intercambio con otras realidades, tales como la de Palestina, Sahara, y otras, que realizaron conversatorios en ella. Entre las actividades de mayor convocatoria destacaron dos, organizadas por el movimiento de mujeres: la Reunión Preparatoria para el Foro Mundial de Soberanía Alimentaria (Nyeleni 2007) que convocaron la Vía Campesina y la Marcha Mundial de las Mujeres, recogió importantes aportes sobre el papel de las mujeres como generadoras de conocimientos en la materia y proveedoras de alimentación para la humanidad. El lanzamiento del libro «Fidel y las Mujeres», organizado por la Federación de Mujeres Cubanas, además de relevar el importante papel de las mujeres en la revolución, se constituyó en un foro mundial de cálido reconocimiento del aporte de Cuba a las luchas de los pueblos, donde participantes de los cinco continentes intervinieron espontáneamente para subrayar la trascendencia de la solidaridad cubana en educación, salud, ciencia, cultura, etc., con destaque especial en África, continente al cual este país ha ofrecido su solidaridad en distintas causas.
Entre los múltiples otros temas y dinámicas que el Foro de Nairobi puso en escena, podemos resaltar brevemente la Asamblea contra la Guerra, que convocó a jornadas globales de acción para el 17 al 20 de marzo; el lanzamiento en Nairobi de la nueva African Water Network (red Africana del agua), con participación de más de 40 países, la cual luchará contra la privatización del agua y se vinculará con redes afines, (como la Red Vida en las Américas). Asimismo, la propuesta de la Asamblea sobre Trabajo y Globalización, de crear una red internacional permanente entre sindicatos, movimientos sociales y centros de investigación en torno a la problemática de trabajo, cultura y derechos laborales, de cara a los embates de la globalización neoliberal.
El Foro Alternativo
Paralelo a la realización del Foro en el Estadio Moi, e invocando las dificultades que presentaba la participación en él de los pobladores pobres de Nairobi, se organizó un Foro Alternativo, del 21 al 23, en el céntrico parque Jeevanjee Gardens, por iniciativa del Parlamento de los Pueblos, que se congrega allí de manera permanente, todas las tardes del año, para debatir diversos temas a nivel local, nacional e internacional.
En ese Foro se abordaron temáticas tales como vivienda, desempleo, seguridad social, tierra, agua, salud y provisión de servicios públicos. También se realizaron debates ideológicos, por ejemplo en torno al capitalismo y al socialismo. Asistieron a este unas cuatro mil personas, incluyendo participantes al Foro Social Mundial, que lo visitaron. Este Foro Alternativo encaminó sus conclusiones hacia la Asamblea de Movimientos Sociales. Entre ellas: la provisión de vivienda por los estados, como un derecho humano básico; la equidad en la distribución de recursos naturales, con prioridad a las comunidades locales; la eliminación de las disparidades en la estructura salarial, garantizando a todos/as un salario mínimo digno; la reversión de injusticias históricas, tales como la usurpación de tierras del campesinado, o los tratados que restringen el uso en Kenya de las propias aguas del lago Victoria.