A pesar de su inferioridad numérica, los manifestantes se lanzaron a patadas y puñetazos contra los escudos y porras que les impedían el acceso al área ahora alambrada donde se expandirán los actuales terrenos de Camp Humphreys, a 70 kilómetros al sur de Seúl, según la agencia Yonhap. ‘Retirad las fuerzas militares norteamericanas! Pyeongtaek es […]
A pesar de su inferioridad numérica, los manifestantes se lanzaron a patadas y puñetazos contra los escudos y porras que les impedían el acceso al área ahora alambrada donde se expandirán los actuales terrenos de Camp Humphreys, a 70 kilómetros al sur de Seúl, según la agencia Yonhap.
‘Retirad las fuerzas militares norteamericanas! Pyeongtaek es nuestra tierra!’, era uno de los lemas de los manifestantes, que repetían este domingo las protestas de hace una semana en este mismo escenario.
Más de 200 personas resultaron heridas en una auténtica batalla campal librada entre miles de estudiantes, activistas antinorteamericanos y campesinos, por una parte, y policías, soldados y guardias de seguridad, por otra.
Del medio millar de manifestantes que fueron detenidos en esos disturbios, 16 han pasado a disposición judicial y podrían ser juzgados en tribunales militares.
Fuentes de la policía citadas por los medios de prensa surcoreanos indicaron que podría haber también heridos debido a los enfrentamientos.
Asimismo, ordenaron la detención de toda persona que intentara traspasar el área protegida por las alambradas.
A la vez que se producían estos choques en las inmediaciones de la base, cientos de personas se manifestaban en el centro de Pyeongtaek, en demanda del cierre de las instalaciones militares y la suspensión de su ampliación.
Ayer, cerca de 6.000 manifestantes participaron en Seúl en una marcha contra la presencia norteamericana en Corea del Sur y la ampliación de Camp Humphreys.
Los participantes en esa protesta de la capital surcoreana reclamaban también la dimisión del ministro de Defensa surcoreano, Yoon Kwang-ung.
Según los planes del Gobierno, los terrenos en litigio albergarán unas instalaciones militares que permitirán triplicar el espacio que ahora ocupa la base estadounidense de Camp Humphreys.
Una vez terminados los trabajos de construcción, hacia el 2008, ésta será la mayor base de Estados Unidos en Corea del Sur, donde el Pentágono tiene estacionados 32.000 soldados como parte de su política de disuasión hacia Corea del Norte.
Las dos Coreas siguen técnicamente en guerra desde que se firmó el armisticio de 1953, alto el fuego que puso fin a tres años de conflicto armado entre coreanos, chinos, soviéticos, estadounidenses y tropas de la ONU.
Seúl y Washington acordaron estas obras en 2004 con el fin de trasladar a Camp Humphreys el comando de las fuerzas norteamericanas en Corea del Sur desde su actual guarnición en Yongsan, en el centro de la capital surcoreana.
También podría ser enviada a Pyeongtaek la segunda División de Infantería norteamericana que actualmente se encuentra estacionada cerca de la frontera con Corea del Norte.
Los campesinos de Pyeongtaek reclaman para sus cultivos el terreno de las instalaciones militares y acusan al Gobierno de entregar insuficientes ayudas para su reubicación en otras partes de Corea.
El viernes pasado, la primera ministra surcoreana, Han Myung-sook, pidió calma a la población de Pyeongtaek y afirmó que la violencia ‘no reportará ningún bien a la nación’.
Sin embargo, Han dejó claro que la ampliación de Camp Humphreys era un asunto ineludible.
Terra Actualidad – EFE