La desilusión del neoliberalismo, pero también la reacción que ha suscitado en su contra, han creado la posibilidad del viraje hacia la izquierda en América Latina, manifestó el científico social Immanuel Wallerstein, al advertir también que «hay un descontento de la izquierda hacia los gobiernos de izquierda», lo que demuestra que, como han dicho los […]
La desilusión del neoliberalismo, pero también la reacción que ha suscitado en su contra, han creado la posibilidad del viraje hacia la izquierda en América Latina, manifestó el científico social Immanuel Wallerstein, al advertir también que «hay un descontento de la izquierda hacia los gobiernos de izquierda», lo que demuestra que, como han dicho los zapatistas, se «ha hecho algo, pero no es suficiente», por lo que llegó la hora de poner fin a una primera etapa para entrar a otra.
En un encuentro que reunió a varios de los pensadores de mayor peso en el mundo, Boaventura de Sousa Santos destacó la necesidad de construir conocimiento desde un contexto de liberación, es decir, «un pensamiento alternativo de alternativas», mientras Pablo González Casanova señaló la importancia de luchar contra el «conocimiento indolente», ése que no participa del drama que vive la humanidad frente a la explotación del capitalismo.
En el ciclo de conferencias Los retos del siglo XXI y las ciencias sociales, realizado en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el contexto del 75 aniversario del Instituto de Investigaciones Sociales, Immanuel Wallerstein, Boaventura de Sousa Santos, Pablo González Casanova, Enrique Dussel y Julio Labastida hicieron una examen de la situación que atraviesa el mundo en este sistema de dominación y acumulación, pero también disertaron sobre los desafíos que enfrentan las ciencias y, particularmente, las sociales, para la construcción de un conocimiento emancipador.
Pablo González Casanova cuestionó a la academia, que no participa «de un fenómeno terriblemente doloroso que se extiende desde la periferia hasta el centro» y que está guiado por el despojo de las riquezas de otros, la expansión de los mercados favorable a los grupos de dominación y acumulación, la eliminación de los subsidios de los campesinos de todo el mundo, «salvo los de Wisconsin».
Por ello, enfatizó, existe la necesidad de luchar contra lo que De Sousa Santos ha llamado el «conocimiento indolente». Este tipo de problemas, añadió, «son los que la academia debe asumir en medio de la amenaza, misma que pesa sobre la propia academia».
Alternativas para la humanidad
González Casanova, ex rector de la UNAM, también enfatizó que en momentos en que se debilita la función social del Estado y se esfuma la función mediadora de los partidos políticos surgen movimientos como el del EZLN, mismo que ha dado una importancia fundamental a la moral y que, junto con Venezuela y Cuba, está definiendo alternativas para la humanidad.
En el auditorio de la Coordinación de Humanidades, que fue insuficiente para el gran número de estudiantes, académicos, investigadores y miembros de la sociedad civil que se dieron cita en este lugar, Immanuel Wallerstein comenzó con una conferencia magistral en la que habló de la situación mundial a través de tres periodos: 1945-1970, 1970-2000 y 2000-2025.
En ese contexcto destacó que Estados Unidos, con el objetivo de mantener su hegemonía, debió hacer un «acuerdo tácito» con la antigua Unión Soviética, mismo que consistió en una división de zona entre los dos poderes, una división económica y una gran lucha ideológica, pero de carácter retórico.
Posteriormente, dijo, Estados Unidos inició un declive lento para su hegemonía, y el problema ha radicado en cómo retardar dicho declive. Actualmente, una de sus estrategias para lograr ese objetivo es mostrar su poderío militar y exhibirlo unilateralmente, como ocurrió en la invasión a Irak. Sin embargo, esa estrategia ha resultado en «un fracaso completo» porque no ha intimidado a los poderes con potencial nuclear; «ni los árabes son hoy más dóciles a Estados Unidos que ayer», y las naciones aprecian más a China.
De tal manera, lo que «ha logrado George W. Bush es acelerar el declive y crear fisuras importantes entre la población», lo cual podría resultar «en una violencia política interna» en aquella nación, expresó el autor de La crisis estructural del capitalismo.
Por otra parte, manifestó que es necesaria una «rehabilitación» de la izquierda mundial, pero con pasos diferentes a la vieja izquierda. Entonces se refirió a los recientes comunicados del EZLN y señaló que, aunque aún «no se sabe qué van a ofrecernos», en su mensaje destaca que ha llegado el momento de pasar a una siguiente etapa. Los zapatistas han reconocido que «hemos hecho algo, pero no es suficiente», dijo.
El sociólogo confesó que ese mismo sentimiento lo tuvo en el pasado Foro Mundial Social, es decir, que «hemos llegado al fin de la primera etapa y debemos pensar en algo más».
Más tarde, en una mesa en la que analizaron los retos de las ciencias sociales, Boaventura de Sousa Santos expresó que el problema radica en cómo crear juntos otra manera de pensar, otra manera de construir conocimiento: «¿Cómo hacer un uso contrahegemónico de un pensamiento hegemónico?»
El autor de Reinventar la democracia manifestó que en la construcción de ese pensamiento alternativo «los intelectuales son importantes, pero no como pensamiento de vanguardia, sino como notas de pie de página», pues todos los que tienen la experiencia de trabajar con los movimientos saben que lo primero que hay que hacer es oír, y «los intelectuales no saben oír porque están acostumbrados a hablar».
En ese sentido, realizó una crítica a la universidad, que se ha aislado de aquellos conocimientos no reconocidos, no protegidos y no visibles, como la sabiduría indígena y campesina.
De Sousa Santos, quien es autor de una propuesta de universidad popular de los movimientos sociales, enunció algunos de los retos: «¿Cómo ser objetivos sin ser neutrales? ¿Cómo crear conocimiento en un contexto de liberación?» Enfatizó que la diversidad del mundo, con todo el movimiento de la globalización contrahegemónica, no tiene una teoría epistemiológica, y ése es el primer problema a enfrentar.
Durante su exposición, el filósofo Enrique Dussel expresó que es impensable el capitalismo sin el colonialismo, pero estos dos fenómenos han producido otros fenómenos internos. Habló sobre la manera en que se han constituido las ciencias desde un eurocentrismo. Incluso, dijo, la ciencia política «es completamente eurocéntrica y completamente colonizadora».
Por su parte, Julio Labastida se refirió a los planteamientos en la obra de Wallerstein y consideró que el autor no «plantea ninguna alternativa a su diagnóstico, sino más que un tránsito hacia el caos, y no sabemos hacia dónde salimos».