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Wang, el niño chino de ocho años que llega congelado a la escuela tras caminar varios kms con temperturas de nueve grados bajo cero

Fuentes: Rebelión

Wang Fuman es un niño de ocho años de edad que camina todos los días 4,5 kms, con temperaturas de hasta nueve grados bajo cero, para asistir a sus clases de educación primaria en una escuela ubicada en una zona rural del sur de China, informó Peoples Daily (El Diario del Pueblo), órgano de prensa […]

Wang Fuman es un niño de ocho años de edad que camina todos los días 4,5 kms, con temperaturas de hasta nueve grados bajo cero, para asistir a sus clases de educación primaria en una escuela ubicada en una zona rural del sur de China, informó Peoples Daily (El Diario del Pueblo), órgano de prensa del Partido Comunista Chino (PCch).

«Wang camina todos los días una hora y media con una temperatura de nueve grados bajo cero. Es un ejemplo para todo el mundo», dijo el director de esa escuela localizada en el poblado de Xinjie, provincia de Yunnan, región que comparte frontera con Vietnam y Birmania.

Según Zhuan Shan Bao, maestro del pequeño, éste no se pierde ni una sola clase y siente pasión por las matemáticas.

Sus compañeros y compañeras se ríen de él cuando entra en la clase con el pelo blanco, semi congelado, y con las manos entumecidas y agrietadas a causa del viento gélido que le corta la piel en los estrechos senderos, embarrados, por donde realiza su recorrido diario.

Wang vive con su abuela y una hermana mayor en una choza de barro y paja situada en la aldea de Zhaotong. Hasta ahora realizaba su itinerario sin guantes y sin ropa de abrigo. Tras conocerse su historia, este héroe está recibiendo de gente solidaria diversos paquetes con prendas de invierno.

La fuerza de voluntad de Wang y la importancia que da a la escuela es un ejemplo para todos aquellos jóvenes del primer mundo que dejan los estudios (España es líder en Europa en abandono escolar), desaprovechando una oportunidad de oro para vivir un futuro mejor.

También es una lección para todos aquellos y aquellas que no «saben valorar lo poco que tienen», pues a veces un granito de oportunidad puede convertirse en montaña.

La historia de Wang nos hace sentir una profunda vergüenza por los líderes que nos gobiernan, tanto acá como acullá.

Esta noticia sería tan sólo un caso conmovedor, tal y como la están dando la prensa del establishment y las diversas cadenas de televisión occidentales, si no ampliáramos su contenido con un retrato más plástico del arranque económico de China.

En el gigante asiático, donde gobierna un régimen comunista desde 1949, hay unos cien millones de millonarios y multimillonarios (sobre una población de 1.400 millones de personas). La mayoría de esos nuevos ricos ha hecho fortuna de forma muy poco ética, criminal. Es decir: explotando masivamente a los más débiles y gracias a la rampante corrupción del Partido Comunista y las abejas que chupan de su enjambre de miel (1).

Imaginad lo peor que se puede hacer para enriquecerse (en China y en todo el planeta) y acertaréis.

Es necesario puntualizar lo anterior para no quedarnos con una historia emotiva que entristece nuestro corazón. De lo que se trata en medios como Rebelión es de ir creando Con-Ciencia Social, sin lo cual no habrá un auténtico cambio destinado a lograr un reparto equitativo de la riqueza.

¡Viva la Nueva revolución», aquella que intenta desmarcarse, con aires renovados, de los valores de la vieja derecha y la vieja izquierda, que se han ido pudriendo al vaciarse de principios éticos y por entregarse a los alquimistas del metal que, en vez de mirar por el bien colectivo y repartido, abogaron por el enriquecimiento rápido y criminal.

Nota

-1- Este escriba vivió ocho años en China, en la última década del siglo XX y en las dos primeras décadas del siglo XXI.

Blog del autor: http://www.nilo-homerico.es/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.