La revista electrónica La Haine (El odio, que también puede traducirse como el rencor) ha publicado el 6 de junio un comunicado firmado por el Bloque Antifascista y el Bloque Negro (ambos de México) en el que contradicen «la versión difundida por la mayoría de los medios de comunicación del movimiento antiglobalización, de que los […]
La revista electrónica La Haine (El odio, que también puede traducirse como el rencor) ha publicado el 6 de junio un comunicado firmado por el Bloque Antifascista y el Bloque Negro (ambos de México) en el que contradicen «la versión difundida por la mayoría de los medios de comunicación del movimiento antiglobalización, de que los enfrentamientos en Guadalajara fueron ‘provocados’ por grupos de ‘infiltrados'». (Véase también Rebelión.org, 7/6/04 y La Jornada, 8/6/04.)
En su comunicado se lee lo siguiente: «Los manifestantes que se dedicaron a romper el cerco policial no hicieron más que ejercer su libre derecho de movilización, en ningún momento existió ese grupo de provocadores que inició la acción, quienes la iniciamos (¡!) fuimos cientos de manifestantes, tanto anarquistas, como estudiantes, jóvenes de diversas organizaciones sociales y gente de Guadalajara que ya estamos cansados de tantas mentiras, de tantos falsos discursos, jóvenes que habíamos sido reprimidos sin contemplaciones desde el primer día de la Cumbre». (Las cursivas y las admiraciones son mías.)
Más adelante dicen que romper los vidrios de multinacionales fue un acto político, porque estas empresas representan los símbolos del capital, lo cual, dicho sea de paso, es una obviedad que todo mundo sabe. Eso es tan evidente como lo es también el jabón que usan, la ropa que traen puesta, el refresco o la cerveza que beben, el autobús en que se transportan, el cemento, las varillas y los tabiques de la casa en que viven, los satélites y la fibra óptica por medio de los cuales transmiten sus comunicados, la computadora en la que escriben, y un larguísimo etcétera. ¿Ya destruyeron su computadora fabricada por una multinacional?
Me parece preocupante el comunicado de los bloques Antifascista y Negro, quizá por la ingenuidad que me llevó a pensar que, en efecto, habían sido provocadores infiltrados los que incitaron a la policía a actuar como lo hicieron: golpeando salvajemente a los manifestantes, deteniéndolos, vejándolos y, en cierta forma (problema de grados), torturándolos. Me asalta la duda de que las víctimas de la represión hayan sido los que iniciaron el enfrentamiento con la policía porque son partidarios de la acción directa y -supongo- de sus consecuencias, o de que esas víctimas hayan sido quienes simplemente estaban en la manifestación de protesta contra el neoliberalismo representado por los gobernantes reunidos en la cumbre de Guadalajara.
En las páginas de La Haine se pueden leer fragmentos como los siguientes (24/05/04): La creatividad política para contribuir a «mejorar las cosas» «es sinónimo de reformas y embellecimientos con vistas a un futuro que no existe. La única creación útil es aquella que nos da placer ahora o que sirve para extender la revuelta y el ansia por acabar con este sistema. No queremos autogestionar la miseria; no queremos resolver los problemas del capitalismo; no queremos decorar este estercolero con propuestas constructivas. Queremos atacarlo para destruirlo».
Y más adelante el articulista añade: «Practiquemos el vandalismo. O lo que es lo mismo, la acción que busca la diversión y el placer en el ataque a algo o alguien que nos oprime. Es una práctica sencilla y abierta a todo el mundo. Por ello está tan extendida y podría extenderse mucho más. Con el ataque desmitificamos al enemigo rompiendo la falsa apariencia de paz y control total».
Y para concluir señala: «El vandalismo es una herramienta útil y divertida. Una más. Su mala prensa se debe sobre todo a su capacidad para desestabilizar la vida cotidiana y su facilidad para extenderse. Por eso nos interesa, por eso lo defendemos y practicamos. Es muy fácil. Usted también puede hacerlo. ¡Hágalo!» Menos mal que nos hablan de usted y no de tú, pues ya me estaba sintiendo ofendido.
De lo anterior no puede sorprender el comentario de un lector a este artículo: «¡no temas! ¡A veces no pienses! porke lo ke pienses puede ser lo ke limite tu acción…» (Las k son deliberadas porque, obviamente, el autor del comentario está en contra de las q, quizá porque son parte del sistema, como bien se sabe.) Y termina su comentario con una loa al buen gusto: «creo en cagarse en los pantalones y vomitar en las eskinas, creo en lo feo y lo podrido y en la belleza…» Nótese que nos dejó con la duda sobre lo que iba a calificar de belleza. Me quedaré con la duda, pues no quiero averiguarlo.
No condeno la violencia a secas ni soy admirador de Gandhi. Hay violencia revolucionaria y hay violencia defensiva, que son, para mí, las únicas formas de violencia justificadas. Pero de algo estoy absolutamente seguro: no estamos viviendo momentos revolucionarios; ni existe un pueblo en armas ni la organización social y política para una revolución que pudiera resultar victoriosa. La protesta contra el capitalismo y las injusticias sociales que provoca es necesaria y ojalá fuera realmente masiva, ¿pero será mediante agresiones violentas y vandalismo como se educará políticamente a la sociedad? ¿Educarla? ¿Para qué?, dirían los de La Haine, sería tanto como pensar, y pensar limita la acción. Ya entendí.