El artículo «12 de octubre de 1492: ¿Descubriento o Invasión? fue censuarado el 8 de octubre de 1992, por la presion del obispo católico de la ciudad de San Salvador de Jujuy; la primera parte fue publicada el el diario «Pregón», y la segunda parte fue víctima de la censura. Aquí va el texto completo […]
El artículo «12 de octubre de 1492: ¿Descubriento o Invasión? fue censuarado el 8 de octubre de 1992, por la presion del obispo católico de la ciudad de San Salvador de Jujuy; la primera parte fue publicada el el diario «Pregón», y la segunda parte fue víctima de la censura. Aquí va el texto completo y actualizado, para contribuir al debate sobre el tema.
Tratado de Tordesillas: «El tratado repartía generosamente las tierras ajenas en nombre de Dios, hizo exclamar al rey de Francia, Francisco I: ‘Que me demuestren la cláusula del testamento de Adán en donde diga que Francia está privada de lo que le corresponde en el Nuevo Mundo’. Mientras aparecía el testamento, Francisco impuso la doctrina según la cual los derechos de posesión debían ser determinados por la ocupación efectiva de los territorios y armó varias expediciones con patentes de corso hacia las muevas tierras. En poco tiempo comenzó la expansión europea. Francia sería seguida por Inglaterra y Holanda.» Felipe Pigna, Los mitos de la historia argentina, 2004.
Sin duda, para la mayoría de las personas que habitamos nuestro continente, las Américas y la región del Caribe, confundido por la historia «oficial universal», que se imparte a través de las escuelas públicas (estatales y privadas) e incluso en las universidades, opinan sin convicción que Cristóbal Colón «descubrió América»; otros dogmáticamente afirman que hubo un «encuentro de dos mundos» o un «encuentro de dos culturas».
En el siglo XVI gregoriano, el arrepentido cristiano, fraile dominico Bartolomé de las Casas, fue uno de los primeros en denunciar ante Europa, a través de sus escritos, las atrocidades y atropellos que cometían contra los pueblos y civilizaciones «indias» los mentados «descubridores» y «encontradores» de mundos y culturas. Con acertada reivindicación histórica, a partir de mediados del siglo XX, las diversas organizaciones «indias» que se van gestando a nivel continental y mundial, denuncian al «12 de octubre» como el día del inicio de la invasión, genocidio y ecocidio sobre nuestra Madre Tierra.
Por su parte el Vaticano, hoy pequeño pero rico y poderoso Estado Independiente desde el 11 de febrero de 1929, gobernado en la actualidad por el Cardenal polaco Karol Wotjla (Juan Pablo II), sostiene y celebra el 12 de octubre de 1492 como el «inicio de la evangelización en el nuevo mundo». El poder del Sumo Pontífice romano, en los siglos XV y XVI, era supuestamente el máximo e «infalible», en lo temporal y terrenal, para los reinos cristianos y fieles europeos. En la administración del Derecho Internacional del «mundo cristiano», el Pontífice de turno, Calixto III, el 13 de mayo de 1456 había asignado mediante una Bula Intercaetera, exclusivamente al reino de Portugal, todas las islas y tierras firmes que «navegando por las regiones orientales y meridionales del Mar Tenebroso (océano Atlántico), descubrieran y conquistaran (…) África, hasta los indios». El pontífice romano era la única autoridad, en la Europa cristiana, para «donar» territorios de pueblos «infieles», para incorporarlos al «rebaño de Jesucristo».
Los «indios» o las «indias orientales» eran la meta utópica de todo cristiano, desde el siglo I; teólogos y sabios opinaban que en el fin del Oriente se situaba el «auténtico paraíso de Adán y Eva». Antes del periodo cristiano los griegos invadieron vastas regiones de las «indias orientales»; posteriormente Marco Polo visita dichos lugares hasta llegar a la China. «Las indias orientales» eran realidad y mito para los cristianos, al extremo tal que los germánicos se consideraban, hasta tiempos de Adolfo Hitler, como descendiente de los «arios» de la India.
Para todo cristiano poderoso, las «indias» era la región de las especies, del oro y la plata, las perlas y las piedras preciosas. Clausurado el «oriente próximo» por el Imperio Turco Otomano, en 1453, a los europeos cristianos: España, Portugal y el Pontífice Romano estaban obligados a llegar a las «indias orientales» por otras rutas. Para esa época en el léxico del derecho internacional que administraba el Pontífice para los reinos cristianos, descubrir islas y tierras firmes significaba hallar una tierra antes ignorada por los cristianos fieles; ganar significaba conquistar esa misma tierra; también se sobre entendía que el descubrimiento es anterior a la ocupación y que ninguna cosa puede ser ganada sin haber sido antes descubierta. Para los pontífices romanos «unas tierras habían sido ganadas a los infieles, mientras que otras permanecían aún insumisas, sin conquistar.»
Por lo tanto, para los cristianos, el hecho que los «infieles» conozcan y defiendan sus territorios, no tenía ninguna validez en el Derecho Internacional establecido: de allí que sólo los europeos cristianos «descubren» y «ganan» islas y tierras firmes en el mundo. Atento a estas atribuciones cristianas, los reyes católicos (España) y Alfonso V (Portugal), suscriben el 4 de setiembre de 1479 el Tratado de Alcácovas para la sucesión de los reyes castellanos, reservándose Portugal el control absoluto de la navegación oceánica en la región de Guinea; España no tenía derecho a navegar desde las Islas Canarías hacía el Sur. Los portugueses estaban autorizados, mediante bulas papales, ratificadas en el Tratado de Alcácovas, para navegar y descubrir no sólo tierras, sino también los mares más allá de Guinea, «hasta las indias, donde no llegó otra nación cristiana».
Cristóbal Colón, seguro de llegar a las «indias orientales», navegando hacia la zona occidental del Mar Tenebroso (Océano Atlántico), logra convencer a los reyes católicos de España, para que financiaran o sean parte de la «empresa descubridora y ganadora». Suponiendo dogmáticamente los castellanos que «Dios creó la Tierra por obra de la naturaleza, era común a todos los hombres y podía en consecuencia, ser ocupado por cualquiera que la encontrase vacío de cristianos», el 17 de abril de 1492, los reyes católicos suscriben con Cristóbal Colón la Capitulación de Santa Fe, concediendo a Colón el título de Don, el cargo de Almirante de «todas aquellas islas y tierras firmes que su mano e industria se descubrieran o ganaran en los mares y océanos»; además lo nombraron Virrey y Gobernador General de «todas las tierras firmes e islas que descubriera o ganara en lo mares».
Desde el punto de vista comercial se le concedía a Cristóbal Colón el diezmo y el octavo de » las mercaderías que descubrieran y ganaran dentro de los límites de su almirantazgo», tales como perlas, piedras preciosas, oro , plata, especiería y cualquier otra cosa y mercaderías de cualquier especie, nombre y manera que sean, que se compraren, trocaren, fallaren, ganaren o hubieren». En la edad media europea, las «indias» eran supuestas como riquísimas y eran codiciadas por todos los reyes y mercaderes. Colón ofreció llegar a ellas a través del océano por la vía de occidente y, por ello, en la Capitulación de Santa Fe los reyes católicos aceptan el señorío del Océano o Mar Tenebroso.
LOS SUMOS PONTÍFICES Y LA DISTRIBUCIÓN DE LA TIERRA
El 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón (con el cargo de Capitán Mayor de la Armada) desembarca en la Isla Guanahaní, en el archipiélago Las Bahamas; de acuerdo a su convicción y planes para descubrir las indias, Colón estaba seguro de haber llegado a las Isla Cipango (Japón) y que estaba muy próximo a descubrir «El Gran Cathay, la tierra firme del Gran Khan, el rey de los reyes oriental». El 19 de febrero de 1493, de regreso a España, Colón se presenta ante las autoridades portuguesas, en las Islas Azores, como «Almirante del Mar Océano y Virrey de las Indias que eran de los Reyes Católicos». El 4 de marzo de 1493, Juan II, entendía, que por el Tratado de Alcácovas de 1479 suscripto entre los reyes católicos y él, la conquista de las indias le pertenecía.
El 28 de mayo de 1493, en Barcelona, los reyes católicos confirman a Colón sus títulos, cargos, mercedes y derechos comerciales estipulados en la Capitulación de Santa Fe. Así daba inicio la invasión extra continental sobre la región del Caribe y las Américas.
Los reyes católicos, seguros de que Colón «descubrió y ganó islas y tierras firmes de las indias», se apresuran en conseguir una Bula del Sumo Pontífice romano, Alejandro VI, para evitar problemas con las pretensiones descubridoras de Portugal. La segunda Bula Inter Caetera, se emite el 4 de mayo de 1493, de acuerdo a las indicaciones de Cristóbal Colón, estableciéndose el famoso meridiano de demarcación, de donación demarcación, a cien leguas del Oeste de los archipiélagos de Azores y Cabo Verde, conocida como «la raya trazada por el Vicario de Cristo», que se proyecta desde el polo Ártico al polo Antártico: Tratado de Tordesillas.
Esa «donación» pontificia tiene por introducción: «Nos por nuestra mera liberalidad y ciencia cierta y con la plenitud de la potestad apostólica os donamos, concedemos y asignamos todas las islas y tierras firmes, descubiertas y por descubrir, halladas y por hallar, hacia el occidente y medio día hacia la India y cualquier parte (…) que por otro rey o príncipe cristiano no estuviesen actualmente poseídas con anterioridad al día de Natividad de Nuestro Señor Jesucristo próximo pasado (…)». Está perfectamente aclarado que los reinos cristianos, mediante bulas pontificias, primero se aseguraban «jurídicamente» la usurpación, luego invadían islas y tierras firmes, con acciones que llamaban descubrimiento y por último, la ocupación consolidada la llamaban ganancia.
Sin duda que la batalla diplomática, a través de bulas, entre Portugal y España, favorecía a los reyes católicos en la empresa de «descubrir las indias orientales». Por ello, y sin pérdida de tiempo, autorizaron a Cristóbal Colón a realizar el viaje siguiendo el camino hacia Occidente y Mediodía, con el propósito de «descubrir» tierra firme de la India, antes que llegaran a ella los portugueses. El 25 de noviembre de 1493, Colón emprende su segundo viaje a las Indias para «descubrir y ganar todo»; regresa a España en 1496, afirmando haber «descubierto» la tierra firma de la India (Isla de Cuba).
El 8 de junio, Vasco da Gama emprende desde Lisboa la expedición portuguesa, que los llevará a las puertas de la verdadera India Oriental; arriba a Cálicut bordeando las costas Atlántica e Índica de África, doblando por el cabo de la Nueva Esperanza. Da Gama regresa a Lisboa con la sensacional noticia el 29 de agosto de 1499; a partir del 28 de septiembre del mismo año, el rey Manuel I de Portugal envía noticias al Sumo Pontífice romano sobre el «descubrimiento» de Vasco da Gama, titulándose Señor de conquista, navegación y comercio de Inthiopía, Arabia, Persia e India.
Catorce meses antes del arribo de Vasco da Gama a Lisboa, el 30 de mayo de 1498, Cristóbal Colón iniciaba su tercer viaje a «las Indias», en seis navíos y acompañado de 330 personas, entre ello 40 escuderos, 100 peones de guerra y de trabajo, 20 lavadores de oro y 30 mujeres. Según las noticias de la época, «Colón no llevaba ningún intérprete para comunicarse con los indios». En este viaje, Colón creía haber «descubierto» Paria y el procedente del «auténtico paraíso de Adán y Eva»; había navegado por las costas de la actual Venezuela, «descubriendo las más hermosas tierras que haya visto y las más pobladas», por la hermosura que percibía describía «jardines, donde había infinitas casas y gentes (…) había mucha gente vestida.»
El 18 de octubre de 1598 envía desde «las Indias» a España una flota de cinco carabelas cargadas de esclavos y perlas. El 21 de mayo de 1499, Cristóbal Colón fue destituido de sus cargos de Gobernador General y Virrey de «las Indias». En 1501, Colón regresa a España cargado de cadenas por orden del Gobernador de «las Indias», Francisco de Bobadilla, quien había llegado a la Española (Santo Domingo) en 1500. A partir de entonces se litigarán en la Corte española, Colón y sus hermanos versus los reyes católicos, sus derechos económicos y prerrogativas gubernamentales reconocidas a través de la Capitulación de Santa Fe.
A pesar de los pleitos existentes y las noticias de que Vasco da Gama llegó a Cálicut, la India Oriental, Colón se atribuye el título de Virrey de Asia en 1502, porque estaba seguro que Paria (Sud América) «era la verdadera India de Ganjes». Dado que en 1501 los portugueses habían emprendido la búsqueda de las islas de la especiería al mando de Vasco da Gama, los Reyes Católicos de España ordenaron a Cristóbal Colón emprender el cuarto viaje. El 11 de mayo de 1502, Cristóbal, su hermano Bartolomé y su hijo Hernando de 13 años se dirigen hacia la isla de la especiería y en busca de Asia; los reyes católicos, suponiendo que Colón se encontraría con Vasco da Gama, le entregaron una carta para el portugués, en la que solicitaban «trato de amigo con Cristóbal Colón.»
El 5 de diciembre de 1502, Cristóbal Colón decide abandonar la búsqueda de estrecho del mar que lo llevaría a las islas de la especiería; aún estaba convencido de que Cuba era «tierra firme de Asia» y que, las «tierras infinitísimas de Austro» (Sud América) constituían un «continente independiente». En 1504, los Reyes Católicos, a través de las noticias de Rodrigo de Bastidas, quien durante 1499 había intentado encontrar el estrecho del mar, ya tenían información que Cuba era una isla. El 7 de noviembre de 1404, la familia Colón regresaba a España.
El 7 de noviembre de 1504 muere la reina Isabel, quedando Fernando únicamente como Gobernador General; a pesar de ello, Cristóbal Colón envía a su hijo Hernando y a su hermano Bartolomé con las manos vacías, sin oro, para que informen sobre el cuarto viaje; al respecto, Cristóbal Colón escribía que «(…) no me pareció bien ni servicios a vuestras altezas de se le tomar (el oro) por vía de robo.»
Colón reclama en la Corte sus derechos y privilegios. El 20 de mayo de 1506 fallece en Valladolid. En junio de 1506, Felipe el Hermoso y la mayoría de los nobles imponen la renuncia del rey Fernando. Felipe el Hermoso muere inesperadamente en setiembre de 1506.
En 1507, Martín Waldsseemüller en su famoso mapamundi, indicaba que «de las tres partes que estaba dividido el mundo: Europa, África y Asia, parece lícito denominarla Tierra de América.» Américo Vespucio entre 1501 y 1502, en compañía de los portugueses había «descubierto» el carácter continental del «cuarto mundo» (Sud América). Waldsseemüller aclaraba que esa «cuarta parte está aislada de las otras, las cuales en cambio, forman una sola masa de tierra firme.» En 1522, se confirma en España que Magallanes, en 1520, había «descubierto» el estrecho que lleva su nombre (en Sud América), y que, había «descubierto» el «error de Cristóbal Colón», por cuanto las tierras «descubiertas» por él no eran las verdaderas indias.
Entre 1537 y 1538, Hernando Colón no utilizaba el término «Indias» para defender los «descubrimientos» de su padre Cristóbal; afirmaba que su progenitor había prometido a los reyes católicos «descubrir islas y tierra firme en la parte de occidente», eliminando todo motivo de polémica a los enemigos de su padre, dispuestos a airar «el grave error de Colón». En esos tiempos los fiscales del rey de España, en los pleitos que sostuvieron con los herederos de Cristóbal Colón, nunca pudieron esgrimir en la Corte que Colón «no descubrió las verdaderas indias» ofrecidas en la Capitulación de Santa Fe, de 1492, y que, por ello los soberanos no estaban obligados a mantener vivas las recompensas prometidas.
Hernado Colón siempre sostuvo que su padre «descubrió todas las tierras ofrecidas a doña Isabel y a don Fernando años atrás, a saber islas y tierra firme en el Mar Océano».
EL TÉRMINO INDIO EN EL DERECHO INTERNACIONAL
En 1524 se organiza el «Consejo de Indias» para administrar las riquezas y los asuntos de las colonias de España. Se iniciaba la consolidación de las invasiones sobre islas y tierras firmes ignoradas por los fieles cristianos, avaladas política y jurídicamente por las bulas emitidas por los sumos pontífices de Roma, en esos tiempos, «máximos infalibles» en el ejercicio de la autoridad del derecho internacional establecido dentro del mundo cristiano católico europeo.
Está perfectamente aclarado que desde 1492 hasta 1898, en que Cuba logra su independencia de España, los términos: INDIO, INDIOS e INDIAS denuncian una región requerida por sus riquezas, por los europeos desde la Edad Media; también denuncian las atribuciones invasoras y conquistadoras dogmáticas del sistema cristiano católico europeo administrado por el Sumo Pontífice romano.
Por lo tanto, el «error de Cristóbal Colón» no da ningún derecho que se sostenga solapadamente en el Derecho Internacional establecido actual, que los pueblos indios del «nuevo mundo» son «poblaciones indígenas», sin derechos para reivindicar territorios y ejercer los derechos de la Libre Determinación. Ser «indígena», lamentablemente significa estar incorporado dentro del «Derecho Romano», dentro del «rebaño de Jesucristo», y, dentro del derecho de la repúblicas herederas de derechos coloniales.
En la cosmovisión o la utopía del mundo cristiano católico, durante los siglos X al XVIII, la palabra y la acción de la «invasión» se antepone siempre al término y la acción de «descubrimiento», cuando un territorio estaba ocupado por pueblos y riquezas que no correspondían a su categorizaciones etnocéntricas y homocéntricas. Los españoles y los europeos en general, creían ser únicos portadores de la «verdad absoluta» sobre los «orígenes del mundo».
Fuentes:
MANZANO, Juan: Colón y su secreto, el Predescubrimiento. Ediciones de Cultura Hispánica. 2da Edición. Madrid. 1982.
PIGNA, Felipe: Los mitos de la historia argentina. La construcción de un pasado como Justificación del presente. Grupo Editorial Norma. Buenos Aires. 2004.