Recomiendo:
0

65 años de un abominable infierno en Hiroshima y Nagasaki

Fuentes: Rebelión

Un sobreviviente de la bomba atómica: Todas las crisis del sistema capitalista -propias de sus mismas contradicciones internas-, nos han llevado inevitablemente por ahora, a dos Guerras Mundiales por la repartición de las zonas económicas de dominación exclusiva entre las potencias, con la generación de un nuevo desorden económico mundial (orden exclusivamente para las grandes […]

Un sobreviviente de la bomba atómica: Todas las crisis del sistema capitalista -propias de sus mismas contradicciones internas-, nos han llevado inevitablemente por ahora, a dos Guerras Mundiales por la repartición de las zonas económicas de dominación exclusiva entre las potencias, con la generación de un nuevo desorden económico mundial (orden exclusivamente para las grandes potencias).

Al final de la Primera Guerra Mundial, una vez vencido el expansionismo colonialista alemán, Estados Unidos, sus aliadas potencias coloniales europeas y Japón, se repartían el dominio de los territorios antes Alemanes. Pero, en 1922 los japoneses fueron afectados por el Tratado Naval de Washington, que limitaba los navíos que podían tener, asegurando el absoluto dominio naval para los EEUU y Gran Bretaña. Japón quedaba fuera de la repartición del mundo, mientras las potencias europeas aliadas ocupaban territorios en su área de influencia. En 1940, Japón firmó el Pacto Tripartito con Alemania e Italia, lo que alineaba a Japón con las «Potencias del Eje».

En julio de 1941 Japón invade el sur de Indochina, controlado por Francia, por lo que EEUU, Gran Bretaña y Holanda le aplican embargos comerciales y reducen el suministro de petróleo en un 90%; con la inmediata reducción del comercio exterior de Japón en un 75%. El 5 de noviembre el Emperador Hirohito y el gobierno japonés amenazan con declarar la guerra a EEUU si no levantaban el embargo petrolero. El 6 de diciembre Roosevelt aprobaba secretamente el proyecto «Manhattan» para el desarrollo de la bomba atómica. Por lo que se supone que EEUU no impidió lo que ya tenían confirmado iba a ocurrir, el 7 de diciembre de 1941 la primera flota japonesa lanzó un ataque aéreo masivo sobre Pearl Harbor, por lo que al día siguiente el Congreso de EEUU declaró la guerra a Japón a solicitud del propio Presidente Roosevelt.

EEUU, con la ayuda de Gran Bretaña y Canadá, desarrolló 2 tipos de bombas atómicas, una con Uranio-235 y otra a base de Plutonio-239, a comienzos de mayo se seleccionaron como objetivos las ciudades japonesas de Kioto, Hiroshima y Yokohama, el 16 de julio de 1945 se hizo la primera prueba de la bomba en Nuevo México.

Los intensos bombardeos masivos nocturnos durante 6 meses sobre 68 ciudades japonesas, no se acercaban a las ciudades donde tenían previsto lanzar las bombas atómicas, ya que querían medir el impacto real del poder de destrucción y masacre que causarían sobre una ciudad en condiciones normales de vida. Nada más fría y diabólicamente preparado por las más criminales mentes científicas militares norteamericanas, al igual que los peores criminales nazi-fascistas del mundo entero juntos.

Tanto el 6 como el 9 de agosto de 1945, se llevaron a cabo 2 de las masacres más horrorosas en toda la historia de toda nuestra «humanidad»: el presidente de EEUU, Harry Truman, ordenó el lanzamiento de las bombas atómicas sobre los pueblos de Hiroshima y Nagasaki, ocasionando la muerte en muy pocos minutos de más de 230 mil personas, una gran mayoría de civiles indefensos (ninguna de las 2 poblaciones tenía contingentes militares importantes), así como el sufrimiento, las deformidades y la muerte lenta de una cifra aún mucho mayor a causa de la radiación, y las graves consecuencias genéticas que aun hoy sufren millones de japoneses.

Los únicos bombardeos atómicos de la humanidad no fueron para terminar una guerra, como nos repite la falsa propaganda gringa, sino para dar un claro mensaje al mundo: EEUU, sin invadir a nadie y sin tener un solo caído en combate, imponía su voluntad hegemónica a los pueblos del mundo, tan solo para lograr el dominio absoluto de cualquier zona económica del planeta, sin importar el trágico saldo de centenas de miles de vidas humanas, para conservar su criminal y perversa hegemonía capitalista global.

Según el testimonio de quienes presenciaron la devastación, los sobrevivientes de la explosión parecían zombis que deambulaban entre cenizas y humo, sin pelo y ciegos, que lo último que vieron fue el resplandor nuclear.

Como los médicos, enfermeras y rescatistas también estaban muertos o heridos, la gente completamente desolada no tenía a dónde ir, y permanecían en el mismo sitio de la diabólica y abominable masacre fascista. Los sobrevivientes en Hiroshima y Nagasaki, y poblaciones cercanas estuvieron expuestos a la lluvia radioactiva, por lo que las consecuencias de esta exposición sobre sus cuerpos no fue perceptible de inmediato, pasaron días, meses y años antes de manifestarse los síntomas de los daños.

El efecto psicológico inmediato a la destrucción fue la parálisis. La población entró en una especie de inacción. La limpieza de las ciudades y rescate de cuerpos no se pudo organizar en muchos sectores hasta meses después de la explosión. Otro de los efectos que causó la explosión fue la sensación de terror constante. La incursión de un pequeño avión en el cielo provocaba pánico e histerias colectivas. En la conciencia histórica del pueblo japonés, la explosión de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki dejó una cicatriz imborrable.

Hiroshima y Nagasaki le demostraron al mundo para que habían servido en realidad 10 mil años de desarrollo de la historia, la cultura, la filosofía, del conocimiento científico y del avance tecnológico: tan sólo para matar mejor, más fácil, y a muchos más.

Roso Grimau, candidato al Parlamento Latinoamericano

http://rosogrimau.blogspot.com/2010/07/65-anos-de-un-abominable-infierno-en_2107.html

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.