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La esperanza que no muere

Fuentes: Rebelión

            ¿Tienes una esperanza que no muere? Es de pensar si nos hemos hecho tal pregunta. ¿Cuál es la certeza mayor que tenemos? La actual crisis global y múltiple que barre muchas de nuestras certezas, nos exige tener bases fuertes que nos sostengan, nos guíen, nos animen. Nuestros tiempos son de desesperanza: Es todo un “sistema de pecado” que nos asedia.

            La agonía del sistema capitalista, principal responsable de nuestros males, va a ser larga. Por eso busca todos los medios a su alcance, en particular los peores, para sobrevivir. Su hegemonía está cuestionada por todas partes: Nunca el gobierno de EE.UU. ha tenido tantos países en contra. No se hace problema de fomentar guerras en cualquier país para que no pasemos a un mundo multipolar, o sea con varios contrincantes, afín de mantener su dominio sobre el comercio mundial. Desata la guerra en Ucrania para debilitar a Rusia, después de haber sometido y debilitado a Europa. Apoya contra toda la humanidad el genocidio en Gaza y en el Medio Oriente para seguir controlando el petróleo y el gas de los países árabes. Quiere acaparar el petróleo de Venezuela. Busca desbaratar a los países de la Alianza de los ‘BRICS’: Brasil, Rusia, India, China y Sur-África. Fortalece sus bases militares -unas 800- por todo el planeta; confirma sus alianzas con los países asiáticos y oceánicos para cercar a China. Vuelve a controlar los gobiernos de América Latina después de una etapa progresista: lo vemos en Perú y lo sufrimos en Ecuador.

            Al nivel eclesial, el papa Francisco está denunciando todos los imperialismos del dinero, de las armas, de la comunicación, de la cultura… que quieren uniformizar a todos mediante un pensamiento único que se resume en el liderazgo de Donald Trump: “¡América primera!”. Se entiendo ‘los Estados Unidos de América del Norte’ y su desquiciado presidente multiplica las afirmaciones más descabelladas: Asumir la administración del Canal de Panamá, comprar Groenlandia, integrar Canadá a EE.UU., guerrear contra China, deportar millones de latinoamericanos, ocupar Galápagos como durante la 2ª guerra mundial con el visto bueno del presidente Noboa, bombardear Irán…

            El papa Francisco no es muy escuchado, incluso en la propia Iglesia católica, en sus denuncias contra un sistema capitalista que mata, destruye la naturaleza, saquea las materias primas en África y América Latina, colapsa el pulmón del planeta que es la Amazonía… Los tiempos nuevos exigen una Iglesia renovada, pero el Sínodo sobre la Sinodalidad en un proceso de 3 años ‘ha parido un ratón’ porque las dinámicas de la mayoría del clero y las respuestas de los católicos han sido muy débiles y muchas veces contrarias.

            Frente a esta situación bastante catastrófica y desesperanzada, el mismo papa Francisco nos propone hacer del año 2025 “el Año de la Esperanza”. Retoma la expresión de San Pablo que escribió: “La esperanza no defrauda”. Además, la relaciona con el desarrollo de un año Jubilar, según la tradición bíblica y el proyecto de Jesús proclamado por Jesús en su primer discurso programático en Nazaret. El “Jubileo” confirmaba ‘esperanza’ del Pueblo de Jesús en un mundo más justo. ¿Están decididos los cristianos a entrar en tal desafío? “Ser testigos de la Esperanza”, tal como lo escribía san Pedro: “Sepan dar razón de su esperanza”.

            ¿De qué esperanza hablamos en una sociedad y en Iglesia donde reinan la indiferencia, el individualismo, el conformismo, la pasividad y la consecuente maldad? ¿Cuáles son los grupos cristianos que son testimonios de esperanza? ¿Cuáles son las organizaciones sociales nacionales y las instituciones internacionales que son signos de esperanza?

            Se supone que el niño de Belén vino para traernos una Buena Noticia, tal como unos ángeles lo anunciaron a los pastores. La Buena Noticia de Jesús es el comienzo de la llegada del Reino de Dios, es decir, la puesta en marcha con él de un Movimiento que se asentará en el amor sin fronteras, el compartir equitativo, el respeto a la naturaleza, la liberación de los oprimidos, el despertar de los ciegos, el levantamiento de los cojos… porque Dios es padre y madre y todo lo quiere hacer nuevo. Jesús encarna la voluntad de Dios que arranca desde los pequeños, los humildes, los pobres y lo que optan por sus causas. Eso es el mensaje depositado en el Niño de Belén y que estalló en la sinagoga de Nazaret cuando tuvo 30 años.

Este Movimiento, las autoridades religiosas y militares de Palestina no lo aguantaron más de 3 años… a pesar de que se enraizaba en la tradición bíblica del Jubileo. Este consistía en una gran celebración que se realizaba, con irregularidad, cada 50 años según las leyes vigentes en el ‘Viejo Testamento’. El Jubileo tenía 4 grandes revisiones y actuaciones: Dejar libres a los esclavos, perdonar las deudas, dejar descansar la tierra durante un año y, para aquellos que la habían perdido, recuperar su propiedad familiar… porque, dice Dios: “Te he sacado de la Casa de la esclavitud (Egipto)” – “No debe haber pobres en medio de ti” – “La tierra no se compra ni se vende porque es mía” – “No tengas miedo ni te acobardes, que contigo está el Señor, tu Dios” …

Ese es el proyecto que Jesús empezó a hacer realidad. Varios grupos de sus compatriotas en las 3 provincias de Palestina, guiados por una docena de sus apóstoles y varios centenares de discípulos, creyeron en él y confiaron en la capacidad de éxito de este proyecto bíblico del Reino. Decidieron unirse en Comunidades para testificar de Jesús y para llevarlo a la práctica: Era su esperanza segura, por recrrieron en todos los rincones del imperio romano… hasta que llegó a todos los continentes. Los cristianos de América Latina somos los herederos de este proyecto 3 veces milenario. ¿Sigue siendo nuestra esperanza? ¿O lo hemos ignorado, descartado, postergado? El papa Francisco vuelve a tocar las puertas de nuestros corazones, de nuestras familias, de nuestros grupos y de nuestras Iglesias. ‘Esta es la esperanza que no defrauda’… ¿O estamos ocupados en otras cosas, desilusionados de las grandes causas de la humanidad y de nuestra propia vida?

A ver si despertamos a ‘la esperanza que no defrauda’ que no es ni más mi menos que el proyecto de Jesús, o sea el Reino, para nuestros tiempos y que tanto hace falta. ¡Feliz año de la esperanza en 2025!

Pedro Pierre: Sacerdote diocesano francés, acompaña las Comunidades Eclesiales de Base (CEB ) urbanas y campesinas de Ecuador, país adonde llegó en 1976.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.