Venezuela fue foco y manzana de la discordia fundamental de la reunión sostenida en Sochi el 14 de mayo por los jefes de las diplomacias de Rusia y Estados Unidos, Sergéi Lavrov y Mike Pompeo. Seguida por un encuentro de los dos altos funcionarios con el presidente Vladimir Putin, la centralidad del país bolivariano en […]
Venezuela fue foco y manzana de la discordia fundamental de la reunión sostenida en Sochi el 14 de mayo por los jefes de las diplomacias de Rusia y Estados Unidos, Sergéi Lavrov y Mike Pompeo. Seguida por un encuentro de los dos altos funcionarios con el presidente Vladimir Putin, la centralidad del país bolivariano en la cita resulta más significativa por tratarse de la primera visita de Pompeo como secretario de Estado al país eslavo en el contexto de un largo período de envenenadas relaciones bilaterales entre las dos potencias, que se remonta al primer gobierno de Obama. También, por haberse contemplado en la agenda varios de los temas candentes de la relación bilateral y, a la vez, de la escena internacional, entre ellos Ucrania, el programa nuclear de Irán, Siria, Corea del Norte, la supuesta interferencia rusa en las elecciones y la política interior de Estados Unidos, y los tratados de control de armas nucleares.
Las posturas sobre la patria de Bolívar no pudieron ser más distantes.
Así, Lavrov manifestó: «Rusia está a favor de que el pueblo (de Venezuela) determine su futuro, y… es de suma importancia que todas las fuerzas patrióticas responsables de la política de ese país inicien un diálogo entre ellas… en el marco del llamado Mecanismo de Montevideo. Y el gobierno… ha afirmado Maduro, está dispuesto a ese diálogo».
Más adelante: «Las amenazas contra el gobierno de Maduro… de los representantes… de la administración estadounidense y de Guaidó, que constantemente recuerda su derecho a invitar a la intervención armada desde el exterior, no tienen nada en común con la democracia».
A su vez, Pompeo: «Insto a que mis colegas rusos apoyen al pueblo venezolano mientras devuelven la democracia a su país. Estados Unidos y más de 50 otras naciones coinciden en que ha llegado el momento de que Nicolás Maduro se vaya… esperamos que el apoyo de Rusia a Maduro termine». Lavrov, en una fina estocada, recordó cómo han terminado los intentos de llevar la democracia a Irak, Libia y otras naciones.
Aunque las sesiones en Sochi hayan evidenciado el desacuerdo de ambas partes en la mayoría de los temas, si condujeran a establecer un mecanismo regular de consultas entre Moscú y Washington, podría constituir una importante contribución a crear una pequeña válvula de escape a la cada vez más caldeada atmosfera internacional. Aunque no fuera tratado en Sochi, no debe perderse de vista el barril de pólvora en que nos ha sentado Trump con la guerra comercial contra China y su plan de «paz» para Palestina, que implicaría barrer con su ya casi inexistente soberanía económica y territorial y el más duro ataque a la recia identidad de ese pueblo.
No pocos analistas de distinto signo político se han referido al grave peligro de desencadenamiento de un conflicto bélico ruso-estadounidense creado por el presidente de Estados Unidos y su equipo al escalar las amenazas a Venezuela y la retórica contra Rusia por su apoyo a la soberanía del país suramericano. Incluidas las importantes relaciones económicas bilaterales y el convenio de cooperación militar ruso-venezolano. Al margen de las posturas opuestas, este peligro podría disminuir si existiera una más fluida comunicación entre Moscú y Washington. De la misma manera, si la potencia del norte llegara a darse cuenta al fin de que por la fuerza no puede romper la estoica resistencia chavista, una relación menos enrarecida con Moscú podría facilitar el establecimiento de un diálogo político entre las «fuerzas patrióticas» venezolanas, como el aludido por el canciller ruso.
Tanto Pompeo como Putin y Lavrov expresaron su satisfacción por las pláticas. Pompeo declaró encontrarse en el balneario del Mar Negro «porque el presidente Trump está decidido a mejorar las relaciones con Rusia». Por su parte, Putin expresó: «Como saben, hace unos días tuve el placer de hablar con el presidente estadounidense vía telefónica, y tuve la impresión de que él está dispuesto a restaurar las relaciones ruso-estadounidenses… y resolver conjuntamente las cuestiones que representan un interés mutuo». Por nuestra parte, dijimos en repetidas ocasiones que también nos gustaría restaurar las relaciones plenamente, espero que se estén creando ahora las condiciones necesarias para esto». También expresó su disposición a colaborar con Washington en relación a Corea del Norte, Afganistán, el mercado mundial de energía y avanzar en el diálogo estratégico.
En resumen, es un pequeño paso el dado por Moscú y Washington, probablemente facilitado por la publicación del informe del fiscal Mueller. El asesor de Putin, Yuri Ushakov, calificó de constructivo el enfoque de Estados Unidos en las conversaciones, pero opinó que no se ha producido «un gran avance». Si uno piensa en la prepotencia y la estulticia del equipo de política exterior de Trump no es para estar optimista. Pero la lucha y la solidaridad entre los pueblos obra milagros y esa es nuestra esperanza.
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