El Papa Francisco aterrizó el jueves en Bangladés tras un viaje políticamente sensible al vecino Myanmar, un país budista donde no hizo referencias directas al sufrimiento de los musulmanes rohinyá que han huido en masa a Bangladés. El viaje del Papa a Bangladés probablemente sea menos delicado, aunque sus palabras serán seguidas de cerca tras […]
El Papa Francisco aterrizó el jueves en Bangladés tras un viaje políticamente sensible al vecino Myanmar, un país budista donde no hizo referencias directas al sufrimiento de los musulmanes rohinyá que han huido en masa a Bangladés.
El viaje del Papa a Bangladés probablemente sea menos delicado, aunque sus palabras serán seguidas de cerca tras su decisión de no utilizar en público la palabra «rohinyá» durante sus cuatro días en Myanmar para evitar un incidente diplomático con un país acusado de hacer una limpieza étnica.
Se espera que el Papa se reúna el viernes con un grupo de refugiados rohinyá que representarán a las aproximadamente 625.000 personas que han huido a Bangladés provenientes de Myanmar desde finales de agosto.
«Ni siquiera pronunció la palabra ‘rohinyá’ en Myanmar», dijo a Reuters el jueves H.T. Imam, asesor político de la primera ministra de Bangladés Sheikh Hasina. «Aquí estaremos esperando lo que diga», agregó.
El presidente de Bangladés, Abdul Hamid, dio la bienvenida al Papa en el aeropuerto de Daca. Tanto Hamid como el líder la Iglesia católica tienen previsto pronunciar discursos más tarde durante el día, en los que abordarían la crisis de los refugiados.
El Vaticano dijo el miércoles que la autoridad moral del Papa no se vio afectada por no referirse a la perseguida minoría musulmana de Myanmar por el nombre que eligieron para identificarse y que su mera presencia captó la atención sobre la crisis de los refugiados.
El portavoz del Vaticano, Greg Burke, dijo que la decisión del Papa de no referirse a los rohinyás no borraba nada de lo que ha dicho en el pasado, pero agregó que la diplomacia vaticana «no era infalible» y que otros tenían derecho a plantear sus puntos de vista.
El éxodo de los rohinyás desde el estado de Rakáin hacia el extremo sur de Bangladés fue provocado por una ofensiva militar en respuesta a los ataques de militantes rohinyá a una base del ejército y puestos de la policía el 25 de agosto.
Decenas de aldeas donde vivían los rohinyás fueron quemadas y los refugiados que llegaron a Bangladés denunciaron asesinatos y violaciones.
Naciones Unidas acusó a Myanmar de realizar una limpieza étnica y la semana pasada Washington dijo que la campaña militar incluyó «horrendas atrocidades».
El Ejército de Myanmar ha negado las acusaciones de asesinato, violaciones y desplazamiento forzado, mientras el Gobierno culpa de la crisis a los militantes rohinyá, a los que califica como terroristas.