«En el Día de Año Nuevo de 2018 no estoy emitiendo un llamado, estoy emitiendo una alerta, una alerta roja para nuestro mundo». … «La unidad es el camino. Nuestro futuro depende de ella». Antonio Guterrez. Secretario General ONU [i] El Foro de Davos se ha celebrado entre el 23 y el 26 de […]
estoy emitiendo una alerta, una alerta roja para nuestro mundo».
…
«La unidad es el camino. Nuestro futuro depende de ella».
Antonio Guterrez. Secretario General ONU [i]
El Foro de Davos se ha celebrado entre el 23 y el 26 de enero en Suiza [ii]. El lema de este año ha sido «Actuando juntos en un mundo fracturado». En este encuentro las élites capitalistas globales han pretendido desarrollar una narrativa compartida para poder seguir controlando un mundo dividido y enfrentado, para seguir manteniendo su sistema económico, raíz de todos los problemas globales y con el que se está suicidando la Humanidad. Pretenden «mejorar el futuro uniéndonos a este esfuerzo global sin precedentes para el co-diseño, co-creación y colaboración». Son conscientes de que el contexto global ha cambiado dramáticamente. Las fisuras geoestratégicas han resurgido con consecuencias políticas, económicas y sociales. La prosperidad económica y la cohesión social no van a la par, y hay una sobreexplotación de los bienes comunes mundiales. Su hegemonía unipolar está siendo cuestionada exitosamente y un mundo multipolar se consolida a pesar de las sanciones económicas, amenazas militares y su concepto de democracia formal. Quieren constituir un Gobierno tiránico, despótico y opaco en el mundo al estilo del construido en la Unión Europea , que bloquee desde arriba cualquier atisbo de una verdadera democracia. Pero se ha visualizado que las tensiones interoligarquicas se han agudizado con el triunfo de Trump en EE UU y con el Brexit en la UE, y con ellas sus medidas no disponen de un mando único y coherente.
El Foro Social Mundial, la voz alternativa a la élite internacional de Davos, se celebrará entre el 13 y el 17 de marzo en Salvador de Bahía (Brasil) diecisiete años después de su inicio, buscando una redefinición y reinvención en el marco del complicado contexto mundial en el que vivimos, bajo el lema «Resistir es crear, resistir es transformar» enmarcado en esta crisis sistémica y civilizatoria que incrementa los riesgos para la paz y la supervivencia de la Humanidad, paralela a una brutal ofensiva neoliberal contra los movimientos sociales, la democracia participativa y la multipolaridad mundial [iii].
Quién controle la narrativa ejercerá la hegemonía y el liderazgo mundial. Y son conscientes de que narrativas nuevas que cuestionan su liderazgo les impide la Gobernanza global que venían ejerciendo. Les tranquiliza saber que no existe en el horizonte un propósito colectivo global, pero mientras la legitimidad entre los estados y su ciudadanía continua erosionándose. La lucha de clases se juega precisamente en quién controle la «narrativa» y, con ella, las medidas a adoptar para enfrentar los desafíos globales de la Humanidad que no tienen espera.
La narrativa de las élites mundiales
Los procesos históricos y sociales no tienen vuelta atrás. Se desarrollan con su propia lógica en base al poder real de cada actor social, con los límites que marcan las necesidades objetivas. No son actos «voluntaristas» de individuos iluminados los que marcan el devenir histórico. Son leyes sociales similares a las que determinan que una semilla se transforme en un árbol. Igual que los árboles nosotros somos fruto y parte de la Vida, y estamos sujetos a sus leyes físicas y químicas. Pero estos procesos pueden desarrollarse felizmente o abortarse. Y es ahí donde nuestras decisiones y libre albedrío son definitorios, no como individuos sino como sociedad, como especie.
Somos conscientes, de forma más intuitiva unos que otros, que los cimientos económicos, sociales y políticos sobre los que se asienta el sistema capitalista se tambalean. No podemos seguir igual. Y las élites internacionales, enfrentadas entre si, también lo saben. Llevan desde la década de los setenta del S XX intentando secuestrar y paralizar el desarrollo y evolución de la Humanidad.
Han iniciado una nueva narrativa a la espera de resolver sus contradicciones interoligárquicas, que piensan marcaran sólo la composición y poder relativo dentro de la élite mundial futura. Conscientes de la desigualdad y polarización social inasumible, que se verá agudizada por la cuarta revolución industrial hablan del posthumanismo, del «homo sapiens mejorado» y de la «inmortalidad» para las élites internacionales en un modelo económico y social neo-feudal. No pueden cuestionarse el propio sistema ni sus privilegios, por lo que visualizan un mundo para las élites con los beneficios del desarrollo tecnológico. Sólo para los 2.043 personas, los mil millonarios en dólares según la lista Forbes. Sólo ellos tendrán acceso por poder adquisitivo a los frutos de la cuarta revolución industrial. Para el resto de la humanidad sólo una renta administrada desde arriba que permita seguir con el consumo de subsistencia. Implica, así mismo, acabar con los derechos humanos y con la democracia como sistema político, que no son sino «construcciones sociales y mentales intersujetivas» que dejan de tener sentido en su imaginado futuro. No tienen pudor en recuperar la ideología nazi depurándola del «nacionalismo» que ya no tiene sentido en un mundo globalizado que se enfrenta a problemas globales que requieren de la coordinación y cooperación de toda la humanidad bajo un único Gobierno mundial. Desprecian a los movimientos sociales y tan sólo temen el colapso medioambiental, al que no ven salida sin eliminar a la mitad de la Humanidad, y al poder creciente de China bajo el control de un partido comunista.
Nuestra visión como Humanidad
Hemos crecido como especie, nos hemos multiplicado y poblado todo el planeta Tierra. Pero aún no nos hemos convertido en Una Humanidad. Iniciar la andadura como una única Humanidad es nuestro verdadero reto.
El despliegue de toda nuestra creatividad está obstaculizado por las cadenas de un individualismo exacerbado, por la perversión de los valores dominantes en la sociedad y por un sistema económico que tan sólo la posibilita para «incrementar» los beneficios de los integrantes de los Consejos de Administración de las Corporaciones privadas. El desarrollo de las fuerzas productivas ha hecho estallar la contradicción con las actuales relaciones de producción del sistema capitalista, que se han convertido inevitablemente en freno y lastre para el despliegue completo de la creatividad humana, requiriendo urgentemente su superación. Esta es la exigencia de la juventud mundial de Democracia real en todos los ámbitos de la vida, y antes que en otros en el propio seno de las empresas.
La historia de la Humanidad es el desarrollo de la cooperación y coordinación en ámbitos territoriales cada vez más amplios. De aldeas a ciudades-estado, reinos, imperios y, por fin, la mundialización. En esta situación nos encontramos.
La transformación de las formas de organización económica, social y políticas actuales camina paralela a esta profunda revolución que ya ha comenzado. No hay individuos sino sociedad. Y no hay sociedad sin «comunidad». No habrá verdadera sociedad sin que todas las personas como individuos podamos desarrollar plenamente todo el potencial de nuestras capacidades. Las nuevas generaciones se ven a sí misma como «ciudadanía del mundo», conscientes de vivir en un único planeta cuya biosfera conforma un sistema cerrado e interconectado. Nuestro futuro pasa por respetarlo y cuidarlo, y no es posible sin adaptar nuestra forma de producir, distribuir y consumir en armonía con él. La nueva organización social tendrá que tener coherencia interna entre los objetivos, motivaciones y valores globales de la humanidad, empresas, sociedad y personas. En consecuencia, tenemos que empezar por dotarnos de los indicadores y ratios que nos permitan gestionar y conducir los procesos. Y esto lo estamos haciendo con la Economía y la Ciudad del Bien Común. Necesitamos una visión holística, global del proceso productivo que partiendo de la humanidad productora termine en la humanidad consumidora, que colectivamente es la misma, maximizando la satisfacción de las necesidades humanas en armonía con la biosfera y con el menor consumo y coste social y medioambiental.
La lucha contra los valores del neoliberalismo pasa por definir, concretar y visualizar qué otro mundo es posible. Otro mundo basado en una nueva economía por y para la Vida, la economía y la ciudad del Bien Común, en la Justicia Social Global que pivota sobre la igualdad, la solidaridad y la verdadera libertad que promueve un desarrollo armónico y equilibrado de la humanidad respetando la Vida como el Todo del que surgimos y somos su parte consciente. Se trata de replantear conceptos como ‘felicidad’, ‘progreso’ y «sostenibilidad» que se encuentran en la justicia social, el desarrollo personal y el equilibrio ambiental, y no en el crecimiento económico ilimitado intrínseco al sistema capitalista.
La realidad es tridimensional. Puede observarse desde la perspectiva económica, social o política, pero es una única y sola realidad. Cada una de ellas configura las otras. No sólo se influyen entre sí, se determinan entre sí. No puede haber una economía mono u oligopolista con igualdad social y democracia real. De la misma forma no puede haber verdadera democracia sin que a la vez se consiga igualdad social, justicia fiscal y control político de la economía. Los movimientos sociales debemos reivindicar e imponer con nuestros análisis esta vinculación holística de la realidad, denunciando como carentes de rigor científico aquellos que lo obvian.
La alternativa altermundialista de otro mundo urgente y necesario tiene que configurarse sobre esta unicidad entre lo económico, social y político, de abajo hacia arriba por unidades territoriales locales, comárcales, provinciales, regionales, nacionales, continentales y mundial. Este equilibrio entre las tres dimensiones de abajo hacia arriba, en sintonía con el principio de auto-afinidad de la geometría fractal de Mandelbrot, dará enorme estabilidad al nuevo sistema y posibilitará el pleno desarrollo de las potencialidades endógenas de las comunidades y territorios. Esta visión es la que nos ha llevado a la EBC Cádiz a completar la Economía del Bien Común con la Ciudad del Bien Común.
En este 2018 se manifestaran todas las contradicciones. En la historia de la Humanidad no hay vuelta atrás. La única salida viable es avanzar, globalizar la dignidad humana. Devolver el equilibrio roto por la globalización económica neoliberal, globalizando los aspectos sociales y políticos constreñidos actualmente a los Estados-nación y destrozados por el omnímodo poder económico. Y este equilibrio tan sólo es posible haciendo surgir el nuevo Poder soberano de la ciudadanía universal.
Estamos en las puertas de un gran caos provocado: Crisis financiera global unida a una gran guerra.
Resistir es crear, resistir es transformar. Nos encontramos en el comienzo de la verdadera historia de la Humanidad; ante la transición a otro mundo con otros objetivos, motivaciones y valores. Para ello tendremos que demostrar que no se puede subestimar a los movimientos sociales. Esta crisis tiene que desembocar en un movimiento popular a escala mundial, reivindicando esa nueva Humanidad, que libere de trabas todo su potencial. Las contradicciones del sistema que agoniza hace tiempo que maduraron. Las condiciones objetivas están dadas. La oportunidad para la acción de mejorar en todos los aspectos llegará en este especial momento que tendrá la urgencia de comunicar el saber del momento histórico que vivimos a todas las culturas, razas y lenguas de la Humanidad.
Notas:
[i] Discurso de año nuevo. Antonio Guterrez. Secretario General ONU http://cnnespanol.cnn.com/2017
[ii] Web del FME https://www.weforum.org/es/eve
[iii] Ferrari, Sergio Alainet 02.02.2018 https://www.alainet.org/es/art
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