Ya son 400 las empresas multinacionales que mantienen vínculos comerciales con la antigua Birmania, pese a los abusos a los derechos humanos y sindicales que comete la dictadura militar. Lloyd’s, Rolls Royce, Ericsson, Alcatel o Daewoo se han sumado recientemente a la lista negra. En Birmania, cada día los militares obligan a centenares de hombres, mujeres, niños y personas de edad a realizar trabajos en contra de su voluntad. El trabajo forzoso puede consistir en construir campamentos para el ejército, caminos, puentes o vías férreas,… Una negativa a realizar la tarea puede provocar la detención, tortura, violación o asesinato de la persona en cuestión…
Ya son 400 las empresas internacionales que mantienen vínculos comerciales con la antigua Birmania, pese a los abusos a los derechos humanos y sindicales que comete la junta militar en el gobierno
Son los datos más recientes que actualizan la lista de empresas con vínculos comerciales en Birmania y con su régimen militar. Como parte de su campaña por el respeto de los derechos humanos y sindicales en este país asiático, la Confederación de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL) acaba de añadir 36 nuevas compañías a su lista negra, con lo que el total supera ya las 400 transnacionales
Otra campaña sobre Myanmar, la británica, que históricamente ha sido una de las más activas e insistentes en denunciar al régimen birmano, acaba de anunciar que grandes empresas como Lloyd’s, Rolls Royce, Ericsson, Alcatel o Daewoo se han sumado recientemente a su lista. Otras, como Ernst & Young, han causado baja porque han cortado sus lazos con Myanmar. La mayoría de las 400 empresas, casi un 25%, son británicas o de satélites comerciales y financieros del Reino Unido como Hong Kong o Singapur. También predominan las transnacionales japonesas, norteamericanas y alemanas. En la última versión del documento no aparece referenciada ninguna empresa española.
La mitad del presupuesto, para los militares
Según John Jackson, director de la campaña británica, «estas compañías contribuyen a perpetuar en el poder a la dictadura militar». Las inversiones extranjeras y los intercambios comerciales con Myanmar no ayudan a su gente, sino que más bien la perjudican porque ayudan a consolidar y respaldar al régimen. «La junta militar gasta la mitad de su presupuesto en armamento y las fuerzas armadas, mientras que sólo destina a sanidad unos 10 céntimos de euro anuales por persona», asegura Jackson.
Pero las denuncias de la comunidad internacional hacia Birmania y su régimen no provienen únicamente de ONG y organizaciones sindicales: son también oficiales, de gobiernos e instituciones multilaterales. En junio de 2003, el Gobierno laborista británico hizo un llamamiento a las compañías británicas para que no invirtieran en este país pero, desde 1998, éstas han hecho caso omiso y las inversiones del Reino Unido se han cuadruplicado.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT), perteneciente a Naciones Unidas, también ha abordado la penosa situación laboral y sindical en el país asiático. El pasado junio, la conferencia anual de esta institución denunció la condena a muerte de tres sindicalistas birmanos y la poca voluntad del Gobierno para erradicar una de las prácticas más habituales en este país: el trabajo forzoso, considerado un crimen de lesa humanidad.
La OIT ha dado de plazo hasta el mes de noviembre a la junta militar para demostrar que está realizando verdaderos avances en la materia; unos adelantos que deberían incluir la liberación de los sindicalistas que han denunciado estas prácticas de nueva esclavitud.
Trabajo forzoso
En Birmania, cada día los militares obligan a centenares de hombres, mujeres, niños y personas de edad a realizar trabajos en contra de su voluntad. El trabajo forzoso puede consistir en construir campamentos para el ejército, caminos, puentes o vías férreas,… Una negativa a realizar la tarea puede provocar la detención, tortura, violación o asesinato de la persona en cuestión. Existen solamente dos modos de evadir el trabajo forzoso: pagar a alguien para que efectúe un reemplazo o, cuando ya no se tiene dinero, huir del país antes de que el ejército se presente a quemar el pueblo y asesine a esa persona o a su familia.
Desde los años sesenta, la Organización Internacional del Trabajo reclama a las autoridades birmanas que eliminen la práctica del trabajo forzoso, contraria a toda normativa laboral internacional y que probablemente se continuará cometiendo mientras los militares continúen en el poder.
Penosa situación global de derechos humanos
La situación de los derechos humanos y sindicales en Myanmar continúa siendo de las peores del mundo. A pesar de que en los últimos años se han dado pequeños pasos positivos, puramente formales y gracias sobre todo a la insistente presión internacional, son pocos los avances reales en el modo como la dictadura trata cotidianamente a sus conciudadanos: oleadas de represión política, violencia contra minorías religiosas y étnicas, traslados forzosos de personas, asesinatos…
El régimen militar también mantiene en prisión a numerosos presos políticos: la más conocida, la Premio Nobel de la Paz 1991, Aung San Suu Kyi, que tras ser liberada en 2002 volvió a ser recluida un año más tarde bajo arresto domiciliario, sin que se haya producido ninguna novedad en su caso.
Más información:
Lista de la 400 empresas multinacionales relacionadas con Birmania