¡»Alerta roja generalizada»! Corría el 20 de junio pasado y luego de meses de un relativo silencio el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) comunicaba al mundo la aplicación de una medida extrema de urgencia en sus territorios, la que alimentaría de inmediato las más diversas hipótesis. Ese anuncio, lanzado desde el corazón de la […]
¡»Alerta roja generalizada»! Corría el 20 de junio pasado y luego de meses de un relativo silencio el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) comunicaba al mundo la aplicación de una medida extrema de urgencia en sus territorios, la que alimentaría de inmediato las más diversas hipótesis.
Ese anuncio, lanzado desde el corazón de la selva Lacandona, recorrió miles de kilómetros en pocos segundos para llegar a los más alejados rincones planetarios. Las principales redes de información alternativa – e incluso ciertas transnacionales de la información- dieron cuenta de inmediato de la decisión rebelde. Una vez más las vías virtuales y numerosos multiplicadores rompían, «el cerco del silencio» denunciado muchas veces por los líderes indígenas.
De la misma manera que once años y medio atrás cuando se hicieron conocer al mundo, los zapatistas se apropiaron de Internet para transmitir su verdad, ejercitando así una nueva metodología de comunicación revolucionaria que desde su aparición pública les ha convertido en una de las sublevaciones populares más mediatizadas de la historia contemporánea.
El alerta implicaba el cierre de los «caracoles», de las oficinas de las Juntas de Buen Gobierno y de los Concejos Autónomos Zapatistas. Es decir, la vuelta a la clandestinidad total de las instancias de poder popular que el EZLN ha instaurado durante los últimos años.
Un nuevo comunicado de fines de junio del sub comandante Marcos -el mítico y hasta ahora desconocido dirigente de capucha y pipa- clarificaría el misterio. Entre el 20 y el 26 de junio se había realizado una amplia consulta democrática entre las bases de su movimiento y las comunidades indígenas activas. El 98 % había aprobado una «nueva iniciativa política de carácter nacional e internacional», la que vendrá a revolucionar aún más la lucha indígeno-campesina iniciada en aquella región del sureste mexicano y que hoy busca dar un ambicioso paso hacia delante.
LA UTOPIA CHIAPANECA
El EZLN se alzó en armas el 1ro de enero de 1994, justo el día que entraba en vigor el Acuerdo de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México. Es decir, fecha emblemática en la consolidación del modelo de globalización neoliberal en América del Norte.
La sublevación que implicó la «aparición» de un nuevo actor político-social en la escena mexicana hasta entonces totalmente desconocido-, consistió en la toma militar de cinco municipios de Los Altos y la Selva de Chiapas así como la publicación de la (primera) Declaración de la Selva Lacandona que definía las bases conceptuales y estrategia del movimiento. Los zapatistas reivindican allí su carácter en tanto «fuerza indígena»…»producto de 500 años de luchas», es decir desde el momento mismo de la llegada de los españoles a América.
No propugnaban la conquista del poder ni instaurar el socialismo , objetivo principal en otras experiencias guerrilleras latinoamericanas. Se «limitaban» a solicitar que el poder legislativo y el judicial restauren la legalidad de la nación deponiendo al entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, acusado por autocracia y corrupción. Por otra parte, elemento distintivo adicional, el movimiento chiapaneco reivindicaba como base de su legitimidad el artículo 39 de la Constitución mexicana que define que la soberanía nacional reside en el pueblo y que éste puede modificar la forma de gobierno que se quiera dar.
Luego de diez días de lucha, que dejaron al menos 150 muertos, se entabló un proceso de diálogo y negociación con las autoridades federales con la exigencia de elaborar una Ley de Derechos y Culturas Indígenas, aprobada por el Congreso en abril del 2001 pero con modificaciones del texto original negociado con los rebeldes, por lo que el proceso de diálogo «inestable» se mantiene bloqueado.
Desde entonces, el zapatismo ha desplegado sus propias estructuras organizativas y de gobierno en las zonas que controla, ejercitando un proceso silencioso de acumulación de poder propio. Siempre en vigilia, con estructuras semiclandestinas y soportando, en los últimos once años, desde ofensivas militares abiertas del poder mexicano, hasta masacres (como la de Acteal), pasando por presiones, cercos y violaciones de sus derechos humanos básicos.
AVANZAR PARA NO PERDER TODO
Tres semanas después de decretar el «alerta roja» y consumado el proceso de consulta entre sus comunidades, a través de otro comunicado de su dirección el EZLN anunció el levantamiento de esa medida a partir del 15 de julio. El funcionamiento de sus estructuras de gobierno así como las visitas y contactos internacionales se normalizaron a partir de entonces. Anticipándose además la nueva estrategia que desde agosto del 2005 impulsarán los rebeldes chiapanecos.
Explicada en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, la estrategia consistirá en salir, física y políticamente, de su santuario chiapaneco para impulsar una amplia política nacional de alianzas con otros actores sociales que luchan por el cambio en México.
«Vamos a seguir luchando por los pueblos indios de México pero ya no sólo por ellos ni sólo con ellos, sino que por todos los explotados y desposeídos de México», señala el documento. Que indica que en este contacto con «la gente sencilla y humilde del pueblo mexicano» se va a promover «un programa de lucha…que sea claramente anticapitalista, o sea anti-neoliberal, o sea por la justicia, la democracia y la libertad»
Todo esto con la propuesta de elaborar una nueva Constitución «que reconozca los derechos y libertades del pueblo y defienda al débil frente al poderoso». Para ello, el EZLN enviará delegaciones de su dirección «para hacer este trabajo en todo el territorio y por el tiempo indefinido». También se anticipa que el EZLN «establecerá una política de alianzas con organizaciones y movimientos no electorales que se definan en teoría y práctica como de izquierda…para construir DESDE ABAJO Y POR ABAJO, una alternativa a la destrucción neoliberal, una alternativa de izquierda para México».
Tras esta iniciativa, se manifiesta la propuesta zapatista de «tratar de construir o reconstruir otra forma de hacer política…con el espíritu de servir a los demás, sin intereses materiales, con sacrificio, con honestidad, que cumpla la palabra, que la única paga sea la satisfacción del deber cumplido…» Tan simple como complejo: una bomba ética en el corazón de un país y un continente atravesado por la corrupción generalizada de las instancias de poder y por el desencanto de las mayorías.
¿Fundamento «moral» de la nueva propuesta zapatista? Dos argumentos de importancia capital. El primero, el siempre activo concepto de la solidaridad internacional. «Decirles a todos los que resisten y luchan con sus modos y en sus países que no están solos, que nosotros los zapatistas aunque somos muy pequeños, …vamos a ver el modo de ayudarles». Y para ello la promesa -teñida de una fuerte simbología- de enviar 8 toneladas de maíz «en el camión que se llama *Chompiras*- o dos recipientes de 200 litros cada uno con gasolina o petróleo para Cuba». Y maíz para los indígenas de Bolivia y Ecuador…O enviar artesanías o café orgánico de sus cooperativas a Europa «para que lo vendan y saquen un poco de paga para su lucha. Y si no se vende, pues siempre pueden tomar un cafecito y platicar de la lucha anti-neoliberal y si hace un poco de frío pues se tapan con los bordados zapatistas.»
El segundo argumento, el profundo espíritu de autocrítica que aparece en muchos paragrafos de la Declaración de Lacandona. Entre ellos, el ligado al «respeto a las compañeras» ( reivindicar el elemento feminista) y , la relación entre lo político y lo militar, al constatar «que el EZLN se estaba metiendo en las decisiones que le tocaban a las autoridades democráticas, o civiles» en las zonas bajo control zapatista.
La utopía chiapaneca fue así renovada y reactualizada en las últimas semanas. Pasos tan arriesgados como significativos cuya validez sólo la práctica el balance futuro podrán evaluar. «Hemos llegado a un punto donde no podés ir más allá y, además, es posible que perdamos todo lo que tenemos si nos quedamos como estamos y no hacemos nada más para avanzar. O sea que llegó la hora de arriesgarse otra vez y dar un paso peligroso pero que vale la pena…Un nuevo paso en la lucha indígena sólo es posible si se junta con obreros, campesinos, estudiantes, maestros, empleados, o sea los trabajadores de la ciudad y el campo.»
Cuadrito PILARES DE LA UTOPIA ZAPATISTA
El zapatismo es hoy, sin duda , uno de los emblemas y paradigmas de la resistencia al modelo neoliberal. Nacido en un momento internacional muy especial, poco tiempo después que se produjera la caída del Muro de Berlín y la derrota sandinista en Nicaragua, el discurso del EZLN aportó varias consecuencias directas inmediatas.
Constituyó una bofetada al modelo hegemónico neoliberal y lo desmitificó -un grupo de indígenas que se permiten desafiar al gran poder dominante-. Constituyó un mensaje de esperanza para otros indígenas y actores sociales emergentes. Reanimó la solidaridad internacional en un momento en que había perdido todo parámetro de referencia conceptual.
El zapatismo, esbozó una serie de valores conceptuales que siguen alimentando el debate y enriquecen la reflexión. «Configuró un horizonte ideológico, ético, lingüístico y cultural propio.Los indios ya no se ven igual a como se veían antes de 1994», sostiene Luis Hernández Navarro, coordinador de Opinión del periódico mexicano «La Jornada».
Los zapatistas no preconizan tomar el poder sino resistirlo. Se definen como «fuerza rebelde» y entiende la rebelión como movimiento insurgente en pro de la vida. «Muera la muerte, viva la vida» fue una de las consignas que acompañaron la ocupación de San Cristóbal de las Casas.
Tal como lo señala Hernández Navarro, «el zapatismo tiene raíces en lo local y un horizonte planetario: la lucha contra el neoliberalismo, el valor de los comunitario, el reconocimiento a la gestión colectiva, la reivindicación de las identidades, la defensa de la naturaleza, la liberación de las mujeres y la solidaridad internacional…Su resultado final es, sin embargo, distinto a cada uno de ellos. Entre los ingredientes que componen esa mezcla se encuentran las utopías indígenas, la lucha agraria inspirada por el caudillo Emiliano Zapata (de donde viene el nombre de zapatismo), el guevarismo del Che y las propuestas de liberación de cristianos progresistas.
A partir de las últimas semanas otros pilares vienen a reforzar los cimientos de esta utopía zapatista. La alianza con otros actores sociales anti-neoliberales (obreros, estudiantes); negociar un plan de lucha; apostar a una nueva Constitución así como reconstruir la forma tradicional de hacer la política.