Que a alguien que dio la orden de matar a decenas de reclusos que se habían rendido y estaban desnudos y tendidos en un patio, simplemente le digan «ladrón», es casi un elogio. Pero Alán García no lo ha tomado así porque sabe que el tema puede serle útil en el plano de su campaña […]
Que a alguien que dio la orden de matar a decenas de reclusos que se habían rendido y estaban desnudos y tendidos en un patio, simplemente le digan «ladrón», es casi un elogio. Pero Alán García no lo ha tomado así porque sabe que el tema puede serle útil en el plano de su campaña por recuperar el Poder en el Perú, gracias a que la derecha está -podríamos decir parafraseando a Marx- como aquellas mujeres en las que, en un cuarto de hora de debilidad, cualquier aventurero puede aprovechar de ellas.
Aquí se ha hecho un escándalo mayor con el tema de las declaraciones del Presidente de Venezuela, el Comandante Hugo Chávez, referidas al candidato Alan García. Los medios de difusión, los partidos tradicionales y los políticos de la clase dominante se han desgañitado invocando la «soberanía» y el «honor nacional» para rechazar airados el que alguien haya dicho ladrón de cuatro esquinas y otras cosas similares a quien tiene cuentas que rendirle a la ley y que se ha amparado en la prescripción de sus delitos en lugar de «ponerse a derecho».
Pocos han reparado, sin embargo, en el hecho que fue García el primero en tirar la pelota en este que parece hoy una suerte de «pleito de callejón». El 22 de abril. En efecto, el diario Correo de Lima publicaba en primera plana y con gran ostento una declaración de García: «Hugo Chávez está loco». El subtítulo refería esa formulación al hecho que el líder aprista consideraba «infantil actitud del mandatario venezolano con respecto al CAN».
En realidad, ahí estaba la madre del cordero, la que se ha perdido de vista lastimosamente después, en unos casos por ingenuidad, y en otros por conveniencia. Casi como en un tablero en el que se mueven las piezas, han ocurrido los hechos siguiendo una secuencia clara:
· El Presidente Toledo suscribió el TLC con los Estados Unidos sin acuerdo del Congreso peruano y estando de por medio un pedido legal de referéndum, el 12 de abril
· El Presidente de Venezuela Hugo Chávez consideró que la suscripción de tratados de ese tipo por parte de Colombia y Perú constituían un golpe artero a la Comunidad Andina de Naciones y anunciò su su paìs se retiraría de ese orgaismo.
· Alan García terció en el debate, defendió «el derecho» del Perú a
firmar el TLC y desestimó las críticas al gobierno de Toledo y
declaró «loco» al Presidente de Venezuela por anunciar el retiro
de su país de la Comunidad Andina. En esa línea, coincidió
plenamente con otros dos interlocutores: Lourdes Flores, y el
embajador de los Estados Unidos en el Perú, James Curtis
Strabble. Estos últimos, reunidos en la residencia del diplomático
estadounidense consideraron «muy positiva» la suscripción del
Tratado.
· El avance de los escrutinios oficiales de la ONPE consagraron a García como el acompañante de Ollanta Humala en la segunda ronda electoral peruana, descartando virtualmente las expectativas electorales de Lourdes Flores. Varios de los colaboradores de la candidata llamaron inmediatamente a «cerrar filas» en torno a García para «impedir el triunfo de Ollanta» considerándolo una suerte de «catástrofe nacional». Mario Vargas Llosa, que había luchado denodadamente por sacar a García de la Presidencia en el pasado, anunció que lucharía ahora denodadamente por restituirlo en el Poder porque «cualquier cosa» era mejor que Ollanta.
· En ese marco ocurrieron las declaraciones de Chávez, hechas en Caracas el viernes 28 de abril, es decir, seis dias después de ser violentamente agredido por García desde Lima.
El jefe de Estado Venezolano, como se recuerda, dijo lo que todos los peruanos saben que es rigurosa verdad, pero que hoy los medios no quieren discutir si eso es cierto o no. Las interesa armar un debate en torno a si Chávez «tenía derecho, o no, a opinar en el tema». De ahí ha surgido la cantinela esa de la «no injerencia» que reclaman.
En realidad, lo que se ha buscado aquí, a través de un enorme escándalo publicitario, no es sólo golpear a Hugo Chávez y al proceso bolivariano de Venezuela, sino sobre todo pasar por detrás de la cortina el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos. Hoy, quien se opone a ese acuerdo, es «chavista» y está, naturalmente «en contra del derecho soberano del Perú a firmar acuerdos con Estados Unidos, o con quien quiera». Ahí está la madre del cordero.
Por eso resulta lamentable que se haya permitido que esos sectores, interesados en un accionar antiperuano de esa magnitud, tomen la iniciativa y pasen a la ofensiva atacando incluso la sede de la embajada de Venezuela en Lima.
Una Izquierda que se respete pudo, y debió, salir al frente de esa campaña desnudando su intención aviesa y desenmascarando la esencia de una postura que sólo beneficia al amo imperialista y a sus sirvientes locales.
En el marco de ese debate, el tema de Chávez es apenas un pretexto, pero sirve para todos los fines de la reacción: atacar a Venezuela, agraviar a Cuba, hundir a Humala y poner en Palacio a un mandatario que si llegara, sabe que le debe la elección a una derecha espantada… y mentirosa.
(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera