Un ardiente llamado a la juventud a salvar al mundo formuló hoy el presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, en una masiva concentración que será recordada eternamente en Viena. Convocados por la organización Manos fuera de Cuba y Venezuela, más de cuatro mil jóvenes se congregaron en una vieja fábrica vienesa convertida en arena cultural […]
 Un  ardiente llamado a la juventud a salvar al mundo formuló hoy el presidente de  Venezuela, Hugo Chávez Frías, en una masiva concentración que será recordada  eternamente en Viena.
  Convocados por la organización Manos fuera de Cuba  y Venezuela, más de cuatro mil jóvenes se congregaron en una vieja fábrica  vienesa convertida en arena cultural para escuchar al líder bolivariano y a  Aleida Guevara, hija del Guerrillero Heroico Ernesto Che Guevara.
  Esta  última pronunció unas emotivas palabras en las que invocó el concepto de  libertad y parodiando unas coplas conocidas en América, invitó a los jóvenes a  buscarlas unidos hasta la victoria siempre.
  Los jóvenes se dieron cita  desde muy temprano en las arenas de la antigua planta, algo inusual en este país  donde no es costumbre ver actos como el de hoy. 
  Los más viejos señalaron  que hacía más de un cuarto de siglo que en la Arena no se reunían tantas  personas, lo que demuestra el poder de convocatoria de las revoluciones de Cuba  y Venezuela.
  Chávez pronunció un discurso medular en el que advirtió que  hoy se requiere salvar al mundo, a la humanidad, a la especie humana, amenazada  por muchos peligros, el peor el del imperio norteamericano.
  Después de  denunciar que Estados Unidos lleva al mundo a un nuevo tipo de guerra, la  denominada preventiva, dijo que en la misma hora en que se reunían en el país  del Danubio, el imperio seguía bombardeando al pueblo de Iraq.
  A esta  misma hora también los generales del Pentágono fraguan planes de agresión contra  los pueblos de Irán, de Cuba o de Venezuela, y sus marines hacen maniobras en el  Caribe amenazando a estos últimos, agregó.
  Dijo que quería repetir en  Viena lo que Fidel Castro había dicho en la Plaza de la Revolución José Martí en  La Habana, y él mismo en Caracas: Señores imperialistas, no les tenemos  miedo.
  Afirmó que cada día que pasa está más convencido de que este siglo  es el del fin del imperialismo norteamericano.
  Citó un dicho popular  venezolano: a cada cochino (cerdo) le llega su sábado y aseguró que al  imperialismo le había llegado también su día, aunque eso no se logra por  decreto.
  Chávez explicó que la idea central que deseaba trasladar a los  jóvenes vieneses es que sólo la juventud puede salvar al mundo porque cumple los  requisitos indispensables para ello: fuerza moral, amor, pasión y  pureza.
  Salvemos al mundo, muchachos, repitió constantemente en medio de  atronadores aplausos y gritos en español y alemán que estremecieron la explanada  de la vieja fábrica.
  Señaló que la idea precisa estaba en una vieja  consigna de Rosa Luxemburgo, de socialismo o barbarie, aunque explicó que  entonces el mundo no había llegado al nivel de deterioro que alcanza en estos  momentos y, por tanto, no hay tiempo para maniobras.
  Como dijo Fidel,  señaló, mañana puede ser demasiado tarde y la tarea es salvar al mundo ahora  mismo. Vamos a salvarlo, muchachos, pidió nuevamente a los jóvenes que aplaudían  y gritaban ensordecedoramente en aprobación a lo que se les pedía.


