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Perú, entre dos izquierdas

Fuentes: El Mundo

Las elecciones a Presidente celebradas el domingo en Perú, con victoria de Alan García, del histórico partido APRA, puede que hayan sido las elecciones más particulares de la historia peruana y una de las más singulares de Latinoamérica. Por vez primera no competían candidatos de distinto signo ideológico -derecha e izquierda- o de signo similar […]

Las elecciones a Presidente celebradas el domingo en Perú, con victoria de Alan García, del histórico partido APRA, puede que hayan sido las elecciones más particulares de la historia peruana y una de las más singulares de Latinoamérica. Por vez primera no competían candidatos de distinto signo ideológico -derecha e izquierda- o de signo similar -derecha y derecha- como había ocurrido hasta el momento, sino dos candidatos de izquierda, socialdemócrata uno, de la izquierda indigenista el otro. Un hecho inédito, precedido por otro no menos notable, como la derrota en primera vuelta de la candidata de la derecha, Lourdes Flores, y el triunfo de Ollanta Humala, cuyo partido resultó el más votado y, por tanto, el que mayor número de diputados obtuvo.

La sacudida continental que han significado el triunfo repetido de Hugo Chávez, en Venezuela, y el de Evo Morales en Bolivia, sumado al ascenso de coaliciones de izquierda o centro izquierda en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, dio a las elecciones peruanas una importancia que, en otras circunstancias, no hubieran tenido. La derrota de Lourdes Flores en la primera vuelta fue el primer shock, pues implicaba que la derecha quedaba fuera de la lid electoral. El segundo shock para la derecha y sus aliados externos fue tener que optar por Alan García, como mal menor, ante el horror que les causaba el posible triunfo de Ollanta Humala, más próximo a Chávez y Morales.

Alan García fue presidente entre 1985 y 1990, siendo su gobierno uno de los más controvertidos de Perú. Desde posiciones de izquierda, nacionalizó la banca, limitó el pago de la deuda externa al 10% de las exportaciones peruanas, prohibió a las empresas extranjeras extraer divisas y se enfrentó al FMI. En política exterior asumió una línea beligerante contra EEUU y en favor de la revolución sandinista. Durante su toma de posesión, en julio de 1985, se formó el Grupo de Apoyo a las gestiones de paz en Centroamérica del Grupo de Contadora, lo que provocó una gran irritación en Washington. Pese a su prometedor inicio, la parte final de su mandato estuvo marcada por una terrible crisis económica y por las acciones terroristas de Sendero Luminoso. Cuando entregó la presidencia a Alberto Fujimori, su popularidad estaba destrozada.

Estos antecedentes lo hacían un candidato ingrato para la derecha y para EEUU. Sin embargo, la irrupción de Humala y la derrota de Flores transformaron el espectro político peruano, obligando a un forzado reacomodo detrás de García, como barrera ante el ascenso del ex militar. Las discrepancias entre García y Humala no pueden hacer olvidar otros hechos relevantes. García ganó con el 52.77% de votos, por 47.23% de Ollanta, es decir, a Humala le faltó un 2.78% de votos para ganar. Por otra parte, Humala triunfó en 15 de los 24 departamentos del país, por 9 Alan García. Su partido, en fin, es la primera fuerza política en el Parlamento peruano, con 45 diputados, por 36 del APRA. Todo ello le da a Humala un peso esencial en el nuevo mapa político peruano. Tampoco cabe olvidar que, programas en mano, hay más coincidencias entre García y Humala que las que podría haber entre García y Lourdes Flores.

Perú estrenará un nuevo gobierno de centro izquierda, que deberá buscar entendimiento y apoyo en un Parlamento dominado por una mayoría de izquierdas. Dado los niveles de efervescencia en el país, los ejemplos movilizadores de Bolivia y Venezuela y el reto de dar respuesta a la miseria y la desigualdad, Alan García tendrá un margen de maniobra limitado, pues necesita aliados para gobernar. Humala, por su parte, ha perdido y ganado al mismo tiempo. Aunque no haya vencido en las elecciones, su poder en Perú lo hace insoslayable y, si sabe administrarse, será presidente del país.

Cualquiera que sea el análisis, algo parece fuera de dudas. Perú no ha votado a la derecha, sino a la izquierda. Alan García está más próximo a la Latinoamérica de Lula, Kirchner, Bachelet y Tabaré Vázquez, que no a la de Álvaro Uribe y Vicente Fox. En Perú no se ha detenido el avance de las fuerzas del cambio. Todo lo contrario, se ha consolidado, con una particularidad. En Brasil, Argentina, Chile, Bolivia o Venezuela, los gobiernos están sometidos al marcaje (Mundial de fútbol obliga) de la derecha. Alan García tendrá el marcaje desde una izquierda combativa. Y que EEUU deba celebrar la victoria de Alan García prueba lo mal que anda su influencia en Latinoamérica.

* Profesor de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales en la Universidad Autónoma de Madrid. [email protected]