Más que permitirles expresarse en algunos espacios, facilitarles servicios de atención, ayuda y orientación, tenderles una mano, las personas transexuales, bisexuales, homosexuales y travestis en esta isla del Caribe -y en muchas partes del mundo- abogan y necesitan ser aceptadas como son. Así lo manifestaron la pasada semana, en La Habana, los asistentes al IV […]
Más que permitirles expresarse en algunos espacios, facilitarles servicios de atención, ayuda y orientación, tenderles una mano, las personas transexuales, bisexuales, homosexuales y travestis en esta isla del Caribe -y en muchas partes del mundo- abogan y necesitan ser aceptadas como son.
Así lo manifestaron la pasada semana, en La Habana, los asistentes al IV Congreso Cubano de Educación, Orientación y Terapia Sexual, médicos, especialistas y terapeutas que coinciden en reconocer avances en la materia en el país, aunque es largo y difícil el camino para conseguir la plena aceptación, en una sociedad de arraigada cultura machista, añadieron.
«Se ha trabajado mucho contra la discriminación hacia las personas no heterosexuales, pero todavía en cada palabra hay un dejo de lástima, complacencia, de una tolerancia que también margina y hasta puede ser despiadada», comentó Omar Parada, coordinador del programa de HsH (hombres que tienen sexo con hombres), de la provincia Granma, a más de 700 kilómetros al este de la capital cubana.
Parada intervino en un debate libre de la cita científica, que sesionó bajo la idea «Por el derecho a la libre orientación sexual e identidad de género». Entre las insatisfacciones de su labor, dirigida a la prevención del VIH/sida, refiere que hay un espacio que «sigue siendo muy comprometedor y al cual es muy difícil acceder: el de las personas bisexuales».
La atención integral a transexuales en Cuba y su inclusión en las políticas sociales fue reconocida por varios integrantes de ese grupo, acogidos y atendidos por del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), institución que dirige la estrategia, orientación y terapia al respecto.
«Un día nos acercamos al CENESEX, porque no conseguíamos trabajo. Algunas tenían que prostituirse, esconderse. Allí nos acogieron y nos han ayudado no sólo con tratamiento médico, de especialistas, sino que nos facilitaron estudiar, hacernos personas. Gracias a esos cursos me hice peluquera y me integré socialmente», relata Olivia, transexual de hombre a mujer.
«Ahora salimos a la calle haciendo un bien y eso ha servido para que nuestras familias nos comprendan y nos apoyen», agrega.
El primer diagnóstico de transexualidad en Cuba ocurrió en 1972, a un joven de 23 años de edad, por especialistas del entonces Grupo Nacional de Trabajo de Educación Sexual (GNTES), actualmente CENESEX, precisó Mariela Castro, directora de esa institución, durante la conferencia que abrió el congreso. «Es el primer caso cubano que solicitó atención institucional y dio lugar a la creación de una comisión multidisciplinaria para la atención a estas personas».
De entonces acá, la Comisión Nacional de Atención a Transexuales ha recibido 92 solicitudes. De éstas se ha podido confirmar el diagnóstico de 27 transexuales, dos travestis y dos homosexuales masculinos afeminados.
Del total de diagnósticos emitidos, 24 viven un proceso de cambio de hombre a mujer y dos de mujer a hombre; sólo uno obtuvo la reasignación quirúrgica de su sexo, por lo que actualmente es reconocida como mujer, aunque se mantiene bajo atención y seguimiento.
El equipo multidisciplinario para el diagnóstico y tratamiento a transexuales del CENESEX lo integran profesionales de psicología, sociología, derecho, antropología, educación, comunicación social, trabajo social y lingüística, así como de diferentes especialidades de las ciencias médicas: psiquiatría, endocrinología, medicina interna, cirugía general y plástica, genética, ginecología, enfermería, otorrinolaringología, dermatología y foniatría.
Para Héctor Hernández, a quien conocen y se presenta como La Mama, se trata de una relación recíproca, en la cual han recibido atención y, luego, han ido ganando nuevos espacios.
Vinculada al proyecto HsH en Granma, Hernández trabaja en un proyecto del CENESEX para la prevención de ITS/VIH/sida. «Empezamos con grupos necesitados, de personas automarginadas, que no trabajaban, y fuimos desarrollando debates sobre estos temas, para sensibilizar también al personal de las instituciones».
Como resultado, el órgano de trabajo local adecuó su política de empleo y actualmente casi el 80 por ciento de la población transexual, homosexual y travesti vinculada al proyecto está trabajando o transita por un curso de superación, agregó.
Entre sus acciones sobre este tema, el CENESEX ha propuesto al Parlamento una Ley de Identidad de Género y Cambio de Sexo Legal y ha apelado al Ministerio de Salud Pública para que establezca los procedimientos de atención a transexuales, incluida la cirugía de reasignación sexual.
Sin embargo, tan amplia y variada como la propia diversidad sexual, la receptividad social de estos asuntos precisa todavía de un largo camino aún plagado de mitos, tabúes y discriminación, como necesitado de apertura, información y conocimiento.
«Son imprescindibles los medios de comunicación como una vía de información para compartir conocimientos, multiplicarlos, y que se abra paso el entendimiento», sostuvo por su parte la psicóloga Norma Guillard, vicepresidenta de la sección de Diversidad Sexual de la Sociedad Cubana Multidisciplinaria de Estudios de la Sexualidad (Socumes).
Guillard abogó por llevar estos temas a un medio tan poderoso como la televisión, en particular la problemática de la mujer lesbiana, como vía para que las transformaciones sexuales se acompañen de una «libre de mitos, prejuicios y estereotipos sexistas».
Entre la comunidad científica, de la educación y de los profesionales dedicados a estos temas, también falta conocimiento, sensibilidad y valentía para enfrentarse a la diversidad sexual sin prejuicios, agregaron las asistentes y delegados a la cita.
«Hay una ignorancia grande entre los propios profesionales que se adentran en estos temas de la sexualidad humana, que a veces hablan del asunto como si fueran a contaminarse», apuntó el urólogo Manuel Lemus, quien reconoció que el camino precisa de una transformación desde lo individual.
«Porque en el fondo», al decir de Mariela Castro, «está la educación en el odio cultural al homosexual, al transgénero, al que no es heterosexual, y es contra eso que tenemos que luchar».
A su juicio, los dos espacios valiosos y críticos, donde falta mucho por hacer al respecto, son la familia y la escuela, «las instituciones más importantes de una sociedad», señaló. «Todas las personas somos importantes, y hay que crear espacios para todas».