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Elecciones Irán

Reformistas y conservadores contra Ahmadinejad

Fuentes: IPS

El presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, ocupó la atención de la prensa mundial por su retórica contra la existencia de Israel, por su aparente apoyo a la insurgencia chiita en Iraq y por la oposición de Estados Unidos a su programa nuclear. Pero las elecciones parlamentarias de marzo en Irán estarán menos determinadas por la […]

El presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, ocupó la atención de la prensa mundial por su retórica contra la existencia de Israel, por su aparente apoyo a la insurgencia chiita en Iraq y por la oposición de Estados Unidos a su programa nuclear.
Pero las elecciones parlamentarias de marzo en Irán estarán menos determinadas por la política exterior que por las crecientes acusaciones de incompetencia y mala administración económica contra conservadores y figuras de línea dura en el Poder Ejecutivo y en el Legislativo.

«Ahmadinejad está en problemas, no sólo porque sus políticas económicas no funcionaron. Él se las arregló para antagonizar a casi toda la elite iraní a causa de su estilo de administración exclusivista», dijo Farideh Farhi, investigadora independiente sobre temas de Irán y cientista política en la Universidad de Hawaii.

El presidente y sus aliados en el Majlis (parlamento), calificados «de línea dura», afrontan la oposición de reformistas liderados por el ex presidente Mohammad Jatami (1997-2005) y de conservadores que se aprontan para desafiar a Ahmadinejad si fracasa en las urnas.

La coalición de Jatami reúne a 21 partidos moderados, entre ellos el islámico Frente Iraní de Participación, la Asociación de Clérigos Combatientes (que integra el propio ex presidente), y los Ejecutivos del Partido de la Construcción (Kargozaran), fundado por colaboradores del ex presidente de Akbar Hashemi Rafsanjani (1989-1997).

Según sus antecedentes, Rafsanjani, definido como «pragmático» o «centrista», es algo más que un oportunista. Pero su apoyo a una lista de candidatos de alto perfil impedirá que los descalifique el Consejo de Guardianes.

Este Consejo, órgano de contralor religioso que aprueba las postulaciones y las leyes ya votadas por el Majlis, está integrado por clérigos y sólo responde al real Poder Ejecutivo: el líder supremo, ayatolá Alí Jamenei.

La facción de línea dura avanzó el día 24, cuando más de 2.000 candidatos reformistas fueron descalificados por el Consejo, según la agencia de noticias Associated Press.

El Consejo no anunciará la lista final de candidatos aprobados hasta el 5 de marzo, lo que acorta la campaña proselitista rumbo a las elecciones del 14 de ese mes.

De unos 7.200 aspirantes a candidatos registrados inicialmente, continúan en carrera unos 5.000, según Alí Reza Afshar, portavoz del Ministerio del Interior.

Eso supone un avance significativo respecto de las elecciones de 2004, cuando el Consejo de Guardianes descalificó a más de 4.000 candidatos reformistas.

La crisis política que sobrevino ese año fracturó el movimiento reformista, entre quienes proponían boicotear las elecciones o mantener su participación en ellas. La división se mantuvo en el parlamento

Haciendo gala de una retórica populista, Ahmadinejad se convirtió en el imprevisible ganador de las elecciones presidenciales de 2005, con el apoyo de grupos paramilitares vinculados con la Guardia Revolucionaria y leales al líder supremo.

«Él no fue el candidato de la derecha hasta bien el final», dijo Farhi durante una charla, el día 25, en el Centro Internacional Woodrow Wilson, instituto de investigaciones políticas con sede en Washington.

Una fuerte votación para centristas y reformistas representaría un fuerte rechazo a la gestión de Ahmadinejad, calificada por los críticos, según Farhi, de «expansionista, inflacionaria e incompetente». También fortalecería al Majlis ante el Poder Ejecutivo, agregó.

«Todos sienten que este Majlis fue totalmente ineficaz», señaló.

El presidente es criticado por enlentecer las privatizaciones, administrar mal el presupuesto y designar a burócratas incompetentes.

Los ataques procedieron de reformistas y centristas como Rafsanjani, pero sus candidatos al Majlis también deberán competir con oponentes conservadores que podrían explotar la insatisfacción con Ahmadinejad para parecer más agradables ante el electorado.

También se ha enfriado el entusiasmo que hasta ahora manifestaba Jamenei por el presidente.

Para los conservadores, la principal pelea será por el encabezamiento de sus listas electorales, en especial la de Teherán. «Quien encabece la lista capitalina será el principal desafiante de Ahmadinejad en las próximas elecciones presidenciales», dijo Farhi.

Esa lista incluye a Hassan Rowhani y Alí Larijani, ambos poderosos políticos conservadores que condujeron las negociaciones sobre energía nuclear con la comunidad internacional. Se trata de dos figuras atractivas para votantes insatisfechos con Ahmadinejad.

También figuran en la nómina el ex ministro de Relaciones Exteriores Akbar Velayati y el ex ministro de Inteligencia Alí Fallahian.

Irán realizó 27 elecciones desde la Revolución Islámica de 1979. No es inusual que la ciudadanía participe en las urnas en mayor proporción que la de Estados Unidos.

Cincuenta y cinco por ciento de los ciudadanos habilitados estadounidenses votaron en las elecciones presidenciales de 2004, la mayor concurrencia a las urnas en 36 años.

En cambio, Irán reportó una concurrencia de 60 por ciento en las elecciones de 2006 para los concejos locales y la poderosa Asamblea de Expertos.

En esa ocasión, los aliados de Ahmadinejad sufrieron ante reformistas y conservadores que se les enfrentaron una derrota aplastante, luego de haber contado con la mayoría de los escaños en esos órganos.

A diferencia de elecciones anteriores, no resuenan rumores de boicot. Y, contrariamente a lo que percibe la prensa internacional, los conservadores se las arreglaron para controlar el debate sobre política exterior, concentrado en las negociaciones sobre el programa nuclear nacional.

La Estimación Nacional de Inteligencia emitida en diciembre por las agencias especializadas del gobierno estadounidense admitió que Irán había suspendido en 2003 –al menos temporalmente– su programa nuclear.

El mismo informe periódico había asegurado en 2005 que a este país sólo le faltaban 10 años para desarrollar la bomba atómica.

«La política exterior de Estados Unidos logró afianzar a la dirigencia de línea dura en el poder. No sé si ésa era la intención», agregó Farhi.