El general retirado del Ejército de EEUU Antonio M. Taguba, que encabezó la investigación castrense de los abusos de detenidos en la prisión iraquí de Abu Ghraib, considera que «No queda ya duda alguna de que la Administración actual [que encabeza el republicano George W. Bush] cometió crímenes de guerra». «La única cuestión pendiente es […]
El general retirado del Ejército de EEUU Antonio M. Taguba, que encabezó la investigación castrense de los abusos de detenidos en la prisión iraquí de Abu Ghraib, considera que «No queda ya duda alguna de que la Administración actual [que encabeza el republicano George W. Bush] cometió crímenes de guerra».
«La única cuestión pendiente es si quienes ordenaron las torturas rendirán cuentas», agrega.
Sus observaciones forman parte del prólogo a un informe elaborado por la organización Médicos por los Derechos Humanos (Physicians for Human Rights, en inglés) y divulgado el miércoles.
Del mismo se deduce que Estados Unidos sometió a abusos y torturas a supuestos terroristas en Irak, Afganistán y en el campo de prisioneros en Guantánamo (Cuba).
El documento, titulado ‘Broken Laws, Broken Lives’ (‘Leyes conculcadas, Vidas destrozadas’), señala que tras las evaluaciones clínicas de once ex detenidos los médicos hallaron pruebas de torturas, incluidos golpes, descargas eléctricas, privación del sueño, humillación, violación sexual y decenas de otras vejaciones.
El grupo Médicos por los Derechos Humanos, que tiene su sede en Massachusetts, denuncia en su informe que las personas que estuvieron bajo custodia de las fuerzas estadounidenses y luego quedaron en libertad nunca fueron acusados de crímenes.
«Encontramos pruebas físicas y psicológicas claras de tortura y abuso que causaron, a menudo, sufrimientos duraderos», dijo Allan Keller, uno de los médicos que hicieron los análisis.
‘La tortura, un asunto de percepción’
Por su parte, un comité del Senado que investiga los métodos de interrogatorio aplicados por los militares de EEUU divulgó documentos según los cuales la Agencia Central de Inteligencia (CIA) indicó al Pentágono que eran aceptables los métodos que, según las leyes internacionales, se consideran torturas.
A lo largo de los años desde que las fotografías de prisioneros sometidos a torturas en Abu Ghraib se difundieron por todo el mundo, el Gobierno del presidente George W. Bush ha negado que fuese su política la vejación de cautivos, y ha emitido diferentes directivas que supuestamente limitan el uso de técnicas violentas de interrogatorio.
Pero ya a finales de 2002, cuando EEUU preparaba la invasión de Irak, el abogado de la CIA Jonathan Fredman dijo a un grupo de oficiales militares y de inteligencia en Guantánamo que «la tortura es, básicamente, un asunto de percepción».
«Si el detenido muere, ustedes están haciéndolo mal», añadió Fredman, según uno de los documentos divulgados el martes por el Comité de Fuerzas Armadas del Senado.
Casos extrapolables
El informe del grupo de médicos puntualizó que, dado que sus miembros sólo han examinado a 11 detenidos, «las conclusiones de esta evaluación no pueden generalizarse al tratamiento de todos los detenidos bajo custodia de EEUU».
Pero, añade, los incidentes documentados coinciden con las conclusiones de otras investigaciones y permiten concluir que «estos detenidos no fueron los únicos torturados, sino que representan un número mucho mayor de detenidos sometidos a tortura y maltratos bajo custodia estadounidense».
Cuatro de los hombres estudiados fueron capturados en Afganistán entre fines de 2001 y comienzos de 2003 y luego enviados al campo de prisioneros en la base naval estadounidense de la Bahía de Guantánamo, en Cuba, donde permanecieron un promedio de tres años.
Los otros siete fueron detenidos en Irak tras la invasión estadounidense en 2003 y quedaron en libertad un año después, explica el informe.
Todos los individuos dijeron a los médicos que fueron sometidos a múltiples formas de tortura y vejaciones que «a menudo ocurrieron de forma simultánea a lo largo de un período prolongado», señala el informe.