Mauricio Funes, periodista de profesión y representando al partido de la ex guerrilla salvadoreña, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), será a partir del próximo uno de junio, el primer presidente de izquierda de la historia de El Salvador. El FMLN, quien sacó en estas elecciones del poder al partido de derecha, […]
Mauricio Funes, periodista de profesión y representando al partido de la ex guerrilla salvadoreña, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), será a partir del próximo uno de junio, el primer presidente de izquierda de la historia de El Salvador. El FMLN, quien sacó en estas elecciones del poder al partido de derecha, después de 20 años consecutivos, abre un nuevo capítulo, ya que durante la mayor parte del siglo pasado el país se caracterizó por regímenes militares de derecha.
Con casi la totalidad de las actas escrutadas por el Tribunal Supremo Electoral (TSE), Mauricio Funes ha sido declarado como el nuevo presidente electo por una abrumadora cantidad de salvadoreños y salvadoreñas que acudieron a las urnas el pasado 15 de marzo. Según estimaciones no oficiales, el número de votantes estaría alcanzando un 70% de más de 4 millones de habitantes registrados en el padrón electoral, porcentaje mayor que el registrado cuando se eligió al último presidente de la derecha salvadoreña.
Casi al filo de la media noche del día de las elecciones, la cúpula del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) reconoció el triunfo del partido de izquierda FMLN. «Seremos una oposición constructiva pero vigilante de las libertades del pueblo salvadoreño», declaró reiteradamente Rodrigo Ávila, candidato por ARENA a decenas de seguidores que se encontraban cariacontecidos en el local principal del partido. En su discurso, refiriéndose a su instituto político, señaló que «es un partido fuerte, un partido unido, en estos momentos es cuando más nos tenemos que unir», quizás adelantándose a la tormenta interna que se le avecina al partido, pues figuras históricas de ARENA ya habían exigido públicamente reformas profundas en la dirección y en la forma de hacer política del partido de derecha.
Paralelamente al saludo diplomático que hacían muchos mandatarios latinoamericanos al presidente electo, el actual presidente de El Salvador, reconoció y saludo telefónicamente el triunfo del efemelenista Mauricio Funes. Por su parte, el gobierno de los Estados Unidos, por medio del portavoz del Departamento de Estado, Robert Wood, declaro que esperaban «trabajar con el nuevo gobierno de El Salvador en nuestra agenda bilateral… El pueblo de El Salvador tomó una decisión, y la voluntad del pueblo necesita respetarse.»
En su primera aparición, en la que se declaró vencedor, Funes, acompañado de su esposa y de su compañero de fórmula, rodeado por la dirección de su partido, dio a conocer por medio de un breve discurso ya como presidente electo las principales líneas de su gobierno. Prometió respetar la Constitución y el régimen de libertades, convirtiendo al país en la economía más dinámica de Centroamérica y fortaleciendo las relaciones con Estados Unidos.
Funes inició su primer discurso agradeciendo a sus votantes, a su partido, a su familia, a su equipo, y a sus amigos. En este momento, el país entero se paralizó, pues todos los canales de televisión y las radios formaban una sola cadena, comunicando las primeras palabras del presidente electo.
«Lo he dicho y lo repito, mi gobierno estará animado por el espíritu de la unidad nacional. La construcción de la unidad nacional exige dejar de lado ya, en este mismo instante, la confrontación y el revanchismo», dijo. Luego proclamó: «Gracias al mandato que me ha otorgado el pueblo salvadoreño me convierto, sin lugar a dudas, con los datos escrutados hasta el momento y dados a conocer por el Tribunal Supremo Electoral, en el presidente electo de todos los salvadoreños».
En su discurso, que para muchos analistas estuvo bien estructurado, ofreció la mano a sus ahora opositores, antes contrincantes de elección: «Como presidente electo de todos los salvadoreños y salvadoreñas, buscaré beneficiar a la mayoría de la población, independientemente de sus preferencias políticas. Saludo a mis adversarios con respeto, reconozco su empeño y les expreso mi disposición al intercambio libre de ideas, en función de los intereses nacionales y el fortalecimiento de la democracia. Ahora desde este momento el partido Arena pasa a la oposición». Palabras acompañadas por gritos de alegría y olas de aplausos por los cientos de simpatizantes que rodeaban al nuevo presidente.
Un eje clave de sus promesas está radicado en intentar levantar una economía en crisis. «Construiré una economía dinámica eficiente y competitiva y promoveré la creación de una amplia base empresarial. Nuestro propósito es convertir a El Salvador en la economía más dinámica de Centroamérica. A ese esfuerzo, invito a todos los empresarios medianos, grandes y pequeños, a que contribuyan a la construcción de un nuevo país».
Antes de que los empresarios entren en pánico por este cambio de gobierno, pues no tienen experiencia de trabajar con un gobierno de izquierda, subrayó: «El régimen económico establecido por la Constitución de la República es la propiedad privada, ésta y la seguridad jurídica tendrán el mayor respeto y serán objeto de atención especial. La estabilidad macroeconómica y el ejercicio fiscal responsable serán objetivos que se realizarán con transparencia y fieles a las instituciones democráticas».
Buscando definir lo que será su política exterior dijo «Fortaleceré las relaciones internacionales e implementaré una política exterior independiente, basada en la protección y fomento de los intereses nacionales. La integración centroamericana y el fortalecimiento de las relaciones con Estados Unidos serán aspectos prioritarios en nuestra agenda de política exterior».
Es de resaltar que en varias ocasiones, Funes reiteró su deseo de apegarse a la Constitución: «Mi gobierno tendrá un compromiso incondicional con la Constitución, la democracia y la vigencia plena del estado de derecho, trabajaré incansablemente por el régimen de libertades y el respeto escrupuloso a la crítica y a la libertad de expresión y a todos los cultos religiosos».
Durante su discurso de proclamación como presidente electo, Mauricio Funes también destacó el mensaje «profético» de Monseñor Oscar Arnulfo Romero e indicó que la «opción preferencial por los pobres» del arzobispo mártir será «la ruta» de su gobierno. Dijo: «Trabajaré por el bienestar general, buscando favorecer en el ejercicio público principalmente a los sectores populares empobrecidos y excluidos». Quizás por ello, el obispo auxiliar de San Salvador, Gregorio Rosa Chávez, elogio al presidente electo, al declarar «Tener un presidente que invoca a Monseñor Romero para que le guíe el camino, y que promete vivir lo que le enseñó, es un cambio radical».
– Oscar Pérez, periodista salvadoreño, es corresponsal de la Agencia Informativa PULSAR y Presidente de la Fundación de la Comunicación para el Desarrollo (COMUNICANDONOS).