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¿La felicidad yemení?

Fuentes: Rebelión

Yémen significa «país de la derecha», si uno mira hacia La Meca desde Occidente, el Yémen queda a la derecha y Siria a la izquierda. El lado derecho significa felicidad, y el nombre de Yémen está unido con Al-Yamana, palabra árabe que representa la felicidad. Su máximo esplendor fue en el reino de Saba con […]

Yémen significa «país de la derecha», si uno mira hacia La Meca desde Occidente, el Yémen queda a la derecha y Siria a la izquierda. El lado derecho significa felicidad, y el nombre de Yémen está unido con Al-Yamana, palabra árabe que representa la felicidad. Su máximo esplendor fue en el reino de Saba con su misteriosa reina y su relación amorosa con el rey de los judíos Salomón, que dio origen al mito. Los romanos llamaron Yémen «Arabia Felix» (Arabia Felix) porque era rica debido al comercio de especias

Yémen tiene una extensión algo mayor que la de nuestro país, pero una población que ronda los 23 millones de habitantes. El actual Yémen es el resultado de la unión de la República Democrática del Yémen (sur) y la República Árabe del Yémen (norte) en 1990.

Su religión es musulmana, de los cuales los sunnitas representan el 53% y los chiís el 47%. Su tasa de crecimiento demográfico es algo superior al 3% anual y los hijos por mujer es de 5,5 hijos. Su tasa de mortalidad infaltil es de 7,6%. El acceso al agua potable de su población es del 67%, cifra absolutamente alarmante. Su renta per cápita es de 930 dólares. Sólo el 4% de sus tierras son utilizables.

Yémen consta de una franja costera semidésertica a lo largo del mar Rojo y de una zona montañosa más húmeda en el interior, donde se desarrolla la agricultura, fundamentalmente sorgo, algodón y el qat que es una planta narcótica. El sur del país es montañoso y seco, carece de ríos permanentes, en los valles y oasis se desarrolla la agricultura y la pesca es un recurso importante.

En el siglo XIX, los británicos se expandieron por la zona y ocuparon todo el extrremo sudoccidental y en 1839 se instalaron en Adén. Con la inauguración, en 1870, del canal de Suez y la consolidación del dominio turco sobre el norte del Yémen, Adén adquirió una gran importancia estratégica para los británicos, pues era la llave del mar Rojo y en consecuencia del nuevo canal.

Ya a inicios del siglo XX, tanto Turquía como Reino Unido marcaron una frontera entre sus territorios, que pasaron a llamarse Yémen de Norte y Yémen del Sur.

En 1967, Yémen del Sur proclamó su independencia, iniciando una revolución de corte socialista. En 1969, cerraron todas sus bases militares los británicos y se nacionalizó la banca, el comercio exterior y la industria naval y se emprendió una reforma agraria. Mantuvo una estrecha colaboración con la URSS.

En el año 1990, se produjo la unión de los dos países formando la República del Yemén, estableciéndose la capital política en Sanná y se designó capital económica a Adén.

El Banco Mundial considera a Yémen «uno de los países con más escasez de agua del mundo». Cada yemení dispone sólo de 125 m3 anuales, frente a los 2.500 m3 de media en el mundo, o los 1.250 del norte de África. Eso significa que el 80% de los yemenís sufren restricciones de agua.

Su elevada natalidad, la rápida urbanización, el cultivo del qat, hierba narcótica que consume muchísima agua un tercio del total y la masiva perforación de pozos hace que la situación hídrica sea dramática.

Las reservas de agua se consumen a un ritmo superior al que se reponen. Yémen gasta 3.500 millones de Hm3 anuales, mientras que sólo capta 2.500 millones de Hm3. En Sanná, situada sobre una meseta a 2.200 metros de altitud, solía encontrarse agua a 20 metros de profundidad. Ahora hay que perforar a más de 200 m. El ritmo de agotamiento de los acuíferos es tal que los expertos temen que la ciudad se quede sin agua dentro de quince años.

Llenar un depósito de agua les cuesta entre entre seis y ocho euros y el gasto de agua viene a representar el 30% del gasto familiar.

En el año 2009, sus ventas de petróleo fueron de 2.000 millones de dólares, frenta a los 4.400 millones de 2008, esto representa el 75% de su presupuesto nacional. La crisis económica también ha afectado a la llegada de dinero procedente de los seis millones de yemeníes en el exterior, con un descenso muy pronunciado. El turismo ha desaparecido como consecuencia de la inseguridad.

Fuentes oficiales estiman el desempleo en el 35% y el Banco Mundial calcula que el 42% de la población vive con menos de dos dólares diarios. Como consecuencia de la crisis, su moneda oficial el rial yemení se ha depreciado muchísimo, lo que está produciendo un empobrecimeinto generalizado.

Su esperanza está en la exportación de gas, para recuperarse, pero el país apenas crece por encima del 3% que es lo que su población crece, por lo cual la esperanza en el futuro ecnómico del Yémen es escasa.

Uno de los problemas es que la unificación del Norte y el Sur del Yémen nunca se ha consolidado totalmente y el gobierno está preocupado por el secesionismo del Sur. El norte del Yémen alberga sus principales recursos energéticos. La ausencia de servicios e infraestructuras, la marginación económica y las tensiones tribales, aumentan las diferencias con el centro y cierran las posibilidades de solución a corto plazo. A ello debemos unirle las disputas religiosas entre suníes y chiís.

En el sur del Yéme, los problemas surgen en torno a la consfiscación de tierras, el retiro de los oficiales del ejército del sur y la exclusión de la población en el reparto de los beneficios de petróleo.

Los yemeníes son conscientes de su nacionalidad y se sienten orgullosos de su identidad árabe. Yémen se negó en 1990 a unirse a la gran coalición para la guerra de Iraq y como represalía Arabia Saudí expulsó a 850.000 trabajadores yemeníes.

Yémen representa una de las sociedades más complicadas del mundo. Con la coyuntura que atraviesa, puede verse empeorada si se produce una intervención norteamericana. Es evidente la incapacidad del actual gobierno yemení, por eso Occidente teme que si la situación sigue deteriorándose acabará convirtiéndose en un Estado fallido con lo cual nos encontraríamos en una repetición de Afgansitán y Somalia-

El New York Times presenta a Yémen como «un Estado inestable con multiples retos a la seguridad y un compromiso incierto de combatir a los extremistas que ven sus principales enemigos en Occidente».

Para entender el problema yemení de Estados Unidos, basta con leer al contralmirante norteamericano Alfred Thagus (1840-1914) «quienquiera que sea que consiga la supremacía marítima del oceáno ïndico se convertirá en un actor importante del escenario internacional» De ahí, el acuerdo del gobierno yemení con Estados Unidos para una gran instalación militar en la isla de Socotora. Tras los problemas con Irán, Yémen, Iraq y Afganistán está la lucha por la hegemonía entre Estados Unidos y China.

En Yémen, si interviene Estados Unidos le volverá a pasar lo de Iraq o Afganistán teniendo en cuenta el rechazo yemení a los norteamericanos y su fuerte nacionalismo árabe.

Esperemos que los norteamericanos reflexionen y analicen las consecuencias de unaintervención ya sea directa o indirecta. Lo que Occidente debe hacer es ayudar a la sociedad yemení a salir de la pobreza y dejar que decidan libremente su futuro.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.