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La justicia ambiental en China no prospera

Fuentes: IPS

XIADIAN, China- A Feng Jun le costó casi todas sus pertenencias luchar contra el gobierno de esta localidad, en la nororiental provincia china de Hebei, y la acería que, según él, es responsable de la muerte de su hija. «Espero que esta tragedia no le vuelva a ocurrir a nadie más», señaló Feng. La hija […]

XIADIAN, China- A Feng Jun le costó casi todas sus pertenencias luchar contra el gobierno de esta localidad, en la nororiental provincia china de Hebei, y la acería que, según él, es responsable de la muerte de su hija.

«Espero que esta tragedia no le vuelva a ocurrir a nadie más», señaló Feng.

La hija del agricultor, Feng Yanan, de 16 años, murió de leucemia el 19 de junio de 2007. A su otra hija, Feng Weinan, ahora de 14, le diagnosticaron la misma enfermedad junto a su hermana en 2006, pero ella se recuperó.

Para pagar la atención médica de sus hijas, de 88.000 dólares, Feng, de 44 años, vendió su propiedad, su automóvil, su motocicleta, su estanque, sus patos, sus árboles frutales y sus caballos. Le cuesta conseguir un empleo en Xiadian, porque la gente teme contratarlo.

Feng sostiene que sus hijas se enfermaron por el agua vertida por la acería local al río Boaqiu. La fábrica vertía efluentes contaminados a unos 15 kilómetros de la tierra que poseía en la aldea Xiadian, un asentamiento pobre a unos 50 kilómetros al sureste de Beijing.

Además tiene evidencia que prueba el alto grado de contaminación, dijo a IPS, señalando un montón de análisis oficiales sobre la calidad del agua.

Los resultados de estudios realizados en marzo de 2007 a su pozo de 40 metros muestran que la cantidad de arsénico es tres veces superior a lo que el gobierno considera seguro.

La de manganeso es cuatro veces superior al límite permitido. Otro estudio realizado en 2006 muestra resultados casi similares.

Pero lo más difícil para Feng ha sido probar que la contaminación de la fábrica es responsable del cáncer de sus hijas. Se desconocen las causas exactas de la leucemia, pero numerosos estudios indican que factores genéticos y ambientales aumentan el riesgo de padecerla.

Feng demandó a una de las acerías en octubre de 2008 por su responsabilidad en la muerte de su hija Yanan, y reclamó una indemnización para cubrir los costos médicos.

El caso se abrió en marzo de 2009. El proceso demoró hasta principios del verano boreal de este año, cuando el tribunal de Xiadian dictaminó que no había pruebas suficientes para relacionar la enfermedad de Yanan con la contaminación de la fábrica.

En Xiadian se analiza todos los años la calidad del agua, aunque suelen realizarse a l líquido de la superficie. Además, se avisa con tiempo a la fábrica, explicó Feng. Ninguno de los resultados arrojó niveles anormales de arsénico ni manganeso. El tribunal se basó sobre esos datos para emitir su veredicto.

«Los casos de contaminación ambiental son difíciles en China porque las fábricas son grandes contribuyentes y los funcionarios no harán nada que les impida seguir funcionando», explicó Li Jian, abogado de Feng.

Alrededor de 40 por ciento de los casos procesados por algunos tribunales de China están vinculados a temas ambientales, pero muy pocos prosperan, indicó Yang Fuqiang, especialista del Fondo Mundial para la Naturaleza.

«Los jueces no saben mucho sobre el ambiente o sobre cómo manejar los casos», señaló Yang. «Necesitamos mejorar la capacidad de los tribunales locales y más abogados especializados en cuestiones ambientales», añadió.

«Las acerías no dejarán de funcionar, es una parte importante de la economía local», remarcó Wang Wihong, madre de Feng. «El gobierno le da la razón, pero no saben cómo manejarlo», añadió.

Por lo menos 50 de los 3.300 habitantes de Xiadian murieron a causa de distintos tipos de cáncer en los últimos años. Setenta por ciento de las personas que enferman fallecen.

Decenas de «aldeas con cáncer» surgieron en zonas semi rurales del país, donde el enorme grado de contaminación llevó al aumento de casos de cáncer en los últimos 10 años. La industria pesada se trasladó en ese periodo de las grandes ciudades hacia las afueras.

Una comerciante de 61 años, que no quiso dar su nombre, dijo conocer a cinco personas que habían muerto de cáncer en los últimos años en esta aldea.

«La contaminación viene del río. En verano huele muy mal. Ya no podemos beber de los pozos. Dejamos de hacerlo el año pasado. Ahora traemos agua del condado vecino», relató.

Una mujer de 24 años, que tampoco quiso dar su nombre, dijo que el problema de la contaminación existe aquí desde que era pequeña. Pero se agravó en los últimos años. La joven, quien se casó hace un año, trata de ahorrar dinero para irse de esta aldea antes de tener hijos.

«Hay tres grandes acerías en un lugar muy pequeño. La gente simplemente se acostumbró a la situación. No hay mucha esperanza», añadió.

Fuente: https://mail.google.com/mail/?ui=2&ik=10b6b2da1a&view=att&th=12acb0654466b249&attid=0.1&disp=inline&zw