Surgen decenas de fuerzas populares de defensa para enfrentar la brutalidad militar.
Myanmar está al borde de una nueva guerra civil, con cada vez más comunidades tomando las armas para protegerse de la incesante campaña de violencia militar, ha advertido un portavoz del nuevo gobierno del país en la oposición.
El conflicto ha hecho estragos durante décadas en las zonas fronterizas de Myanmar, donde un gran número de grupos armados de minorías étnicas lucha contra el ejército por una mayor autonomía. Sin embargo, desde el golpe de estado de febrero, han surgido decenas de nuevas fuerzas populares de defensa oponiéndose a la junta, y los combates se producen ahora en zonas del país que antes eran pacíficas.
«El pueblo de Myanmar no tiene otra opción. Simplemente no les queda otra opción», dijo el Dr. Sasa, portavoz del nuevo Gobierno de Unidad Nacional de Myanmar o NUG, creado por representantes políticos en favor de la democracia.
La amenaza constante de redadas, detenciones, torturas y asesinatos por parte del ejército ha empujado a las comunidades a tomar las armas, informó.
«Esto es solamente el principio. La situación se volverá incontrolable. Aunque se trate de un solo hombre en una aldea, la ciudadanía no se doblegará ante estos asesinos. Es todo el país el que se encamina a la guerra civil», dijo el Dr. Sasa.
En la última semana se ha desplazado a decenas de miles de personas en el estado Kayah, al este del país, debido a los intensos enfrentamientos entre el ejército birmano, las recién formadas Fuerzas de Defensa del Pueblo Karenni (KPDF, por sus siglas en inglés) y el Ejército Karenni, un grupo armado ya establecido de la minoría étnica. El lunes por la noche, el ejército golpista utilizó helicópteros para bombardear y disparar a combatientes civiles, según declaró KPDF a los medios de comunicación locales. «Atacamos con armas ligeras, pero ellos respondieron con proyectiles de artillería», declaró un miembro del grupo al medio independiente Myanmar Now.
Se han formado al menos 58 fuerzas de defensa en todo el país, de las cuales 12 están activas, según el Proyecto de Datos de Eventos y Ubicación de Conflictos Armados o ACLED, una organización sin ánimo de lucro que lleva a cabo el seguimiento de conflictos. Estos grupos se forman a nivel local y no están siempre vinculados oficialmente al NUG.
En la localidad de Mindat del estado Chin, una de las zonas más pobres del país, personas voluntarias armadas con poco más que pistolas de caza tradicionales se levantaron contra el ejército en mayo. En otros lugares, jóvenes de las ciudades han huido a la selva para aprender a fabricar explosivos caseros. Entre las personalidades famosas que han anunciado unirse al entrenamiento se puede encontrar desde una antigua reina de la belleza, Htar Htet Htet, quien representó a Myanmar en el concurso Miss Grand International, hasta Han Htoo Lwin, conocido como Kyar Pauk, cantante de la banda de punk rock Big Bag.
Durante la última semana en Rangún, la mayor ciudad de Myanmar, miembros de las fuerzas de seguridad de la junta militar han sido el objetivo de una oleada de atentados con disparos y explosiones. También se atacó la celebración de una boda, al parecer porque se sospechaba que el novio era un informante de la junta. Cuatro personas murieron, incluida la novia, después de que una bomba fuera camuflada como un regalo, de acuerdo con los medios de comunicación locales. Nadie ha reivindicado la autoría de las explosiones.
Las escuelas de todo el país, algunas de las cuales han sido ocupadas por el ejército, han sido bombardeadas o incendiadas por autores desconocidos, en lo que podría ser un intento de consolidar el cierre del sistema educativo por parte de manifestantes antigolpistas. La junta militar ha ordenado a padres y madres que inscriban a sus hijos para que vuelvan a la escuela, pero la gran mayoría no lo ha hecho. Más de la mitad del profesorado que trabaja en los colegios estatales está en huelga, según medios de comunicación locales.
Estos atentados, incluidos los dirigidos a personas sospechosas de estar en connivencia con el ejército, constituyen una tendencia preocupante, indica Richard Horsey, asesor principal de Myanmar para Crisis Group. «Una vez que este tipo de violencia se convierta en la norma será difícil de contener. Es difícil terminar con estas dinámicas más tarde».
El NUG, que ha hablado de planes para crear un nuevo ejército federal, ha instado a los grupos antigolpistas a seguir las directrices éticas y no atacar escuelas u hospitales. El sábado pasado publicó un vídeo mostrando la primera tanda de tropas de las fuerzas de defensa que han terminado su formación.
Algunos grupos armados de las minorías étnicas han ofrecido su apoyo a las fuerzas antigolpistas, aunque otros se muestran ambivalentes. Hay grupos que podrían tratar de utilizar el golpe para sus propias ganancias territoriales, complicando aún más la crisis.
Las fuerzas de defensa antigolpistas se enfrentan a un ejército famoso por su brutalidad y que cuenta con unos 400.000 efectivos armados, lo que lo convierte en el segundo ejército más grande del sudeste asiático después del de Vietnam. Se abastece principalmente de China y Rusia, recurriendo a una generosa financiación estatal, así como a sus lucrativas redes empresariales, que el activismo intenta debilitar presionando a las empresas internacionales.
El Dr. Sasa pide a la comunidad internacional que reconozca al NUG como gobierno oficial de Myanmar. De este modo, dijo, el organismo podría exigir a las empresas petroleras y de gas, como Total y Chevron, que entreguen sus pagos a representantes democráticos y no a los generales de la junta militar.
«Es un insulto para nosotros que la empresa Total u [otras] empresas occidentales paguen el gas que sale de tierra birmana a estos generales del ejército, ya que se utiliza para comprar armas a Rusia y China y para matar a la ciudadanía de Myanmar», afirmó.
Al parecer, nueve países vecinos del sudeste asiático han propuesto debilitar el proyecto de resolución de la ONU eliminando la petición de un embargo de armas.
El Dr. Sasa hace un llamamiento a los países afines para que presionen a favor de la medida, y para que introduzcan sanciones más duras y concretas. Cuanto más se retrase la comunidad internacional, añadió, «más sangrienta será la situación y más cerca estaremos de la guerra civil y el genocidio».
Según ACLED, en el primer semestre de 2021 ya se han producido más combates en Myanmar que en todo el año pasado. También se ha registrado un aumento importante de denuncias de ataques a civiles y de informes sobre explosiones y otras formas de violencia a distancia, que incluyen el despliegue de artillería, bombardeos, granadas o artefactos explosivos improvisados.
Con anterioridad, el conflicto se concentraba en el estado Rakhine y en el estado Shan al norte de Myanmar, pero ahora se ha extendido por todo el país. Es probable que esto ejerza presión sobre los comandantes locales, informó Horsey, pero es difícil saber qué impacto tendrá sobre el ejército en su conjunto.
«Son muy poderosos, tienen muchos recursos militares y no les preocupa en absoluto las víctimas civiles. De hecho, durante décadas todo su enfoque del conflicto interno ha sido atacar deliberadamente a civiles como parte de una estrategia de contrainsurgencia brutal», dijo Horsey.
Salai Za Uk Ling, subdirector ejecutivo de la Organización Chin de Derechos Humanos, dijo que habitantes de Mindat denunciaron que, durante los últimos enfrentamientos, el ejército había utilizado a civiles como escudos humanos. Miles de personas de la localidad permanecen ahora atrapadas justo cuando comienza la temporada de lluvias, informó.
«Dicen que están muy, muy desesperados. Ha habido algunas entregas por parte de personas voluntarias de ayuda básica alimentaria y sanitaria, pero no ha habido ninguna entrega a gran escala», añadió, advirtiendo de una inminente crisis humanitaria. Covid-19 también se está extendiendo a lo largo de la frontera con la India.
Al menos 833 personas han sido asesinadas por el ejército desde que éste tomó el poder en febrero, según estimaciones de la Asociación de Asistencia a Presos Políticos de Birmania. Miles de personas han sido detenidas, a menudo en lugares desconocidos donde corren el riesgo de ser torturadas.
Una activista que se ha reunido con jóvenes que se entrenan para luchar contra el ejército, y que pidió permanecer en el anonimato, dijo que las personas voluntarias creían que la violencia era el único lenguaje que la junta militar entendía. «Quieren asustar a los soldados que entran en sus comunidades haciendo detenciones, golpeando y torturando», dijo. «Algunas personas tienen sus propios hoteles, otras tienen restaurantes, bares… y ahora todas han abandonado sus negocios».
Una joven estudiante de medicina había huido sola para formarse, comentó la activista. «Estaba muy convencida, ya que sus amigos fueron asesinados. El terror invadió su casa durante la ley marcial y vio cómo quemaban vivas a otras personas delante de ella. Esa experiencia la ha empujado a tomar las armas «.
Autoría: Periodista en Rangún y Rebecca Ratcliffe en Bangkok, 1 de junio de 2021
Fuente original en inglés: https://www.theguardian.com/world/2021/jun/01/rise-of-armed-civilian-groups-in-myanmar-fuels-fears-of-civil-war