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A-Meri-India, una nota desde la tierra de los aspirantes frustrados

Fuentes: Economic & Political Weekly

La economía y la sociedad india se enfrentan a un inicio tumultuoso del siglo XXI. Las estadísticas pueden mostrar tasas de crecimiento que rompen récords desde 1991. Pero la verdad es que el empleo formal, especialmente en el sector empresarial, ha estado estancado, lo que ha llevado a demandas crecientes de reservas de empleo público […]

La economía y la sociedad india se enfrentan a un inicio tumultuoso del siglo XXI. Las estadísticas pueden mostrar tasas de crecimiento que rompen récords desde 1991. Pero la verdad es que el empleo formal, especialmente en el sector empresarial, ha estado estancado, lo que ha llevado a demandas crecientes de reservas de empleo público basadas en la casta. India es hoy, de hecho, un puesto de avanzada de las finanzas globales. Hemos depredado nuestra propia cultura y ecología, mientras la economía que hemos escogido importar oculta nuestro tejido social roto. Bajo el brillo que nuestros políticos desean anunciar se encuentra la triste verdad: la colonización cultural se encuentra en un pico histórico, mientras marchamos confiados hacia el ecocidio.

Ganar no lo es todo. Es lo único.

– Dicho estadounidense atribuido a Vince Lombardi, entrenador de rugby americano. Dure (2015)


Espero que los Estados Unidos en solitario o una combinación de los Estados Unidos y la Commonwealth británica restablezca y rejuvenezca el dominio extranjero sobre la India.

Chaudhuri (1997: 58)

 

En la carrera de la «Nueva India» todo el mundo puede llegar el primero a la vez. ¿Cuántos Virat Kohlis puede tener el equipo indio de cricket como máximo a la vez? La respuesta correcta: tantos como jóvenes y ambiciosos jugadores de cricket pueda haber en India. Este es el mensaje elemental para nuestra juventud en los programas de televisión de máxima audiencia. No dejemos que un número tan trivial como 11 nos impida alcanzar los cielos. Veamos una escena todavía muy familiar en una de nuestras carreteras rurales de la India. Va a pasar un tren por un paso a nivel. Ambos lados del cruce están a tope de vehículos. Los espacios en los lados de la calzada parecen ejércitos rivales en formación de batalla. Tan pronto como el tren está a la vista, casi al unísono (como respondiendo a una llamada a la batalla), los motores se aceleran. En cuanto pasa el tren las barreras se levantan y el camino se vuelve a abrir. Esto inicia una guerra por la carretera, el caos esperado en el que los conductores de los dos lados del camino intentan adelantarse unos a otros para pasar primero.

Algo parecido al caos de este paso a nivel es lo que parece estar sucediendo con la economía y la sociedad india en este tumultuoso inicio del siglo XXI. Posiblemente algo más de unos cuantos centenares de millones de trabajadores, la mayor parte jóvenes e inquietos, compiten por empleos que ni siquiera parecen llegar a las decenas de millones. Sin embargo, la fiebre desesperada de la «India con aspiraciones» es tal, que a cada uno de los candidatos se le ha llevado a creer que está entre los «escogidos» que «algún día» pasarán el corte. Una frustración masiva de nuestra juventud está profundamente marcada en el guión de la economía de la era de la reforma india, con implicaciones tectónicas para la política y la sociedad. Si se llega a discutir alguna vez en los medios, se usan eufemismos.

«Amerindia», o «A-Meri-India» es el nombre que he dado al país en el que vivimos, dado que nuestros hijos y nietos están más sometidos al dominio americano (mediante mercados globales controlados por corporaciones y la invasión cultural) que lo que nunca lo estuvieron nuestros antecesores durante el dominio británico. Irónicamente, durante las décadas pasadas desde la independencia, la colonización psicológica no ha hecho con el tiempo más que intensificarse (especialmente entre 1985-91) en lugar de atenuarse.

Algunos datos de la Encuesta Económica del gobierno indio ilustra este punto de las aspiraciones frustradas con absoluta claridad. El sector formal que paga impuestos (organizado), aquel en el que se encuentran los puestos de trabajo más deseados en la economía, está muy por debajo del 7% del total de empleos: un hecho de tozudez persistente notable en sí mismo. Más del 93% de los empleos se encuentran en ocupaciones «informales» como la construcción, el trabajo doméstico, la venta callejera y la agricultura. A pesar de tasas de crecimiento récord desde 1991, especialmente desde 2003, el empleo formal en el sector organizado de la India ha permanecido tenazmente estancado, subiendo imperceptiblemente de 26,7 millones en 1991 a justo por debajo de los 30 millones tras casi un cuarto de siglo de crecimiento.

Si tenemos en cuenta que los empleos en el gobierno y en el sector público han disminuido (debido a la mecanización y la desinversión) desde 19 millones a justo por debajo de los 18 millones, resulta que el sector empresarial privado ha generado un incremento neto de empleo formal de unos 4 millones de trabajadores. ¡Esto se ha producido en un periodo durante el que la fuerza total de trabajo ha aumentado en más de 200 millones! Aunque supongamos caritativamente que los efectos multiplicadores en cadena generados por el crecimiento en el sector organizado tengan implicaciones para el empleo en el sector informal, y supongamos con liberalidad que 10 empleos en la economía informal son el resultado de cada empleo generado en la economía organizada corriente, la suma total de la contribución hecha por el sector empresarial privado a la generación de empleo en todo el país durante un periodo de 25 años es de 44 millones: bien por debajo de la tasa demandada (Ministerio de Finanzas 2016).1

Vale la pena ser «atrasado»

Muy pocos han llegado ni siquiera a discutir en profundidad la diferencia fundamental entre empleos y medios de vida. Ni se intenta tampoco relacionar el fracaso del sector privado en la generación de empleo con la creciente demanda de reservas en empleos del sector público y el gobierno por todo el país. La mayor parte de los análisis han evitado señalar la imposibilidad de las aspiraciones (una palabra que ha entrado en el discurso público del «desarrollo» solo en el siglo XXI, gracias a las divisiones de marketing de las megacorporaciones) y de ver la importancia crítica del fenómeno de que el poder de casta basado en la tierra en la India rural haya sido sobrepasado por castas más bajas sin tierras que ganan movilidad social gracias a oportunidades de mercado o, más frecuentemente, gracias a empleos públicos reservados para ellos.

Con todo el bombo y platillo dado al imperativo del crecimiento económico para generar empleo, los datos revelan que la mayor parte del crecimiento ha estado destruyendo empleo (se han despedido millones a lo largo de los años desde 1991), lo mismo que ha sucedido en China y en buena parte del resto del mundo. Dada la rápida automatización de la tecnología las perspectivas para el futuro, tanto a corto como a largo plazo, son igualmente sombrías (ILO 2016).

La sequía de empleos en la economía dominante empresarial significa que hay de repente mucha más demanda de puestos de trabajo públicos y de reservas basadas en la casta para esos empleos. Cuando me reuní con el Ministro Principal de Bihar, Nitish Kumar, en vísperas de las elecciones a la asamblea en noviembre de 2015 me dijo que, como media, unas 200-300 mil personas se presentan para 2000 puestos de trabajo en el gobierno de Bihar. (¡Le producía una cierta satisfacción el hecho de que en Gujarat la media de candidatos era dos o tres veces mayor!)

En Utar Pradesh, se han registrado historias de la lucha por empleos públicos como barrenderos, en las que se sabe que se presentaron muchos graduados universitarios. De nuevo la media de candidatos para el número de empleos se encontraba en el rango de 100:1. Los dalits locales estaban tan desconcertados por ello que pidieron reservas de empleos como barrenderos para ellos.

Hay un incentivo para que todas las castas, no importa lo alto que estuviesen en la jerarquía tradicional, sean clasificadas como «atrasadas» para asegurar la preferencia en las reservas. La agitación Jat en Haryana ya ha costado muchas vidas. Es igualmente cierto para el andolan [movimiento] patidar en Gujarat. Los kapus en Andhra Pradesh, los marathas en Maharashtra, los gujjars en Rajastán y los ahoms en Assam también piden lo mismo: cuotas para su comunidad.

Estas OBCs propietarias de tierras (aquellos que pertenecen a las Otras Clases Atrasadas [OBC = Other Backward Classes en inglés; por la Constitución india estas OBCs y Tribus Registradas, Scheduled Tribes, tienen reservados puestos de trabajo y estudio, nota del tr.]) han sido tradicionalmente poderosas en la India rural. Han conseguido beneficios del hecho de que el gobierno aboliese los impuestos agrícolas y sobre la tierra tras la independencia. También han sacado ventaja de una electricidad, fertilizantes y canales de irrigación, gratuitos o muy subvencionados.

Sin embargo, el crecimiento económico en la era de las reformas ha generado una nueva clase media que ha reducido el dominio de las castas propietarias de tierras tradicionales. Muchos patidars, kapus y otros han aprovechado las oportunidades de la nueva economía y se han beneficiado de ella. Pero muchos más se han quedado atrás, sobrepasados por una clase aspirante que a menudo incluye a castas más bajas que han tomado ventaja de las reservas en educación y empleo. Los barrenderos empleados por el gobierno puede que sean de castas bajas, pero ganan más que muchos de las castas propietarias de tierras por encima de ellos en la jerarquía tradicional.

Los líderes y gestores políticos han defendido durante años que los campesinos deberían abandonar la agricultura puesto que con ella no se puede ganar dinero, y dedicarse a ocupaciones más «productivas». (El dinero reaparece mágicamente en la agricultura, por supuesto, cuando las corporaciones globales de agribusiness entran en ella). Bajo la tutela de las instituciones financieras internacionales, la economía de la agricultura se ha dejado en la adversidad durante mucho tiempo para inducir a los campesinos a abandonar la agricultura. Esto ha abierto el camino para las multinacionales de la alimentación y ha facilitado la adquisición de tierras para la construcción, las infraestructuras, la minería y la industria. ¿Puede sorprendernos que en las últimas dos décadas el país haya sido testigo de que 350 mil personas que habían escogido permanecer en la agricultura se hayan suicidado?2

La promesa que se hace a millones, especialmente a los jóvenes que abandonan los hogares campesinos, es la de empleos en la industria o los servicios en las ciudades, la de un lugar en la economía metropolitana del país y de estilos de vida globalizados. Esta promesa está lejos de cumplirse. No obstante, existe como una fantasía real en las mentes de millones de jóvenes indios.

Fue una joven y desesperada India la que votó por un hombre desesperado por convertirse en Primer Ministro del país hace dos años. La marea de apoyo por parte de la juventud urbana y en proceso de urbanización, que fue crucial para llevar a Narendra Modi y al Bharatiya Janata Party (BJP) al poder, es más que probable que se vuelva contra él en 2019, a no ser que consiga lo imposible y proporcione realmente los trabajos prometidos. Los datos no están de su lado.

India 2041

Hagamos un experimento mental y examinemos qué tendría que pasar para que el sueño de todos los ministros de finanzas indios (y es fundamentalmente el mismo sueño de desarrollo para todos ellos: una edición india del sueño americano) se cumpliese en el próximo cuarto de siglo, tantos años hacia el futuro como le ha costado a India llegar hasta aquí desde las reformas de 1991. El sueño es que India se convierta en un país moderno y poderoso «desarrollado».

Para precisarlo más, no solo la pobreza se habría convertido en una cosa del pasado lejano en 2041 y la prosperidad y el bienestar serían la norma general, sino que aproximadamente el 75%-80% de una población de la India de 1,6 mil millones, que es como decir unos 1,2-1,28 mil millones de personas (la población total de la India en este momento) viviría en ciudades. Los ministros de finanzas tanto de los gobiernos de la Alianza Progresista Unida dirigida por el Partido del Congreso como de la Alianza Nacional Democrática dirigida por el BJP han compartido esta esperanza.3

¿Qué significaría esto en concreto? En la India urbana y metropolitana significaría que se crearían unos milagrosos 200 millones de puestos de trabajo adicionales en el próximo cuarto de siglo, a un ritmo de 25 millones de nuevos empleos cada año. Como hemos señalado anteriormente, ya estamos un orden de magnitud por debajo de la demanda de creación de puestos de trabajo para la rápidamente creciente fuerza de trabajo desde 1991. ¡También significaría que nuestras ciudades serían capaces repentinamente de proporcionar la enorme infraestructura -de aire y agua limpios, de alcantarillado y electricidad, de carreteras y comunicaciones, viviendas y seguridad- para unos 800 millones de personas más! ¿Alguien ha dicho ciudades inteligentes?

En el campo, esta visión supone igualmente logros heroicos. Si más de tres cuartas partes de la India deben ser urbanas en 2041, y hay que disuadir a los aldeanos de vivir de la agricultura, esto sería un profunda ruptura epistémica con el pasado, de un tipo que no ha sucedido nunca en la historia de la India: toda una generación de jóvenes indios habrían sido criados sin ningún conocimiento de agricultura manual. Esto tiene las implicaciones más amplias imaginables. Consideremos solo unas cuantas:

(I) Significaría que la agricultura estaría virtualmente totalmente mecanizada, como en el mundo «desarrollado». Para hacer funcionar las trilladoras, cosechadoras y otra maquinaria agrícola habría una demanda gigantesca de recursos energéticos. Aunque solo la mitad procediese de combustibles fósiles (en sí misma una petición heroica), supondría una intensa demanda de las reservas que quedan de petróleo y carbón, en una era dominada por el pico del petróleo y el cercano «pico del carbón». ¿De dónde vendrían estos combustibles fósiles? Una buena parte tendrían que ser importados con las cada vez más escasas reservas de divisas, suponiendo que haya países que todavía quieran vender estos combustibles.

(II) Se podría argumentar que India, ahora un país rico, importará los alimentos. De nuevo, la escasez de divisas podría ser el límite operativo. Vale la pena tener en cuenta que las exportaciones de India han estado disminuyendo con fuerza durante un año y medio en el momento que escribimos esto, ¡y solo hemos tenido dos años de excedente en la balanza comercial durante las últimas cuatro décadas! Hay que contar también con la perspectiva de malvender los cimientos de nuestra seguridad alimentaria a países que presumiblemente nos venderán los alimentos o los combustibles para hacerlos crecer.

Incluso si India encuentra las divisas en 2041, ¿quedarán países en la Tierra que quieran y puedan proporcionar alimentos para, posiblemente, más de quinientos millones de personas? ¿Hay en el planeta un sustituto agroecológico para las llanuras indogangéticas?

(III) Finalmente, habría que considerar el hecho de que este nivel de agricultura dirigida por los combustibles fósiles supondría una demanda extraordinaria al espacio climático precisamente en una era en la que este último estará reduciéndose prácticamente exponencialmente. Comparada con los primeros países desarrollados, la industrialización de India está teniendo lugar en condiciones enormemente alteradas que inhiben la modernización. La escasez de recursos (tanto inputs como contaminación y espacio climático, la saturación de los mercados mundiales (desde el punto de vista de la demanda efectiva), la automatización/robotización industrial, los requerimientos limitados pero precisos de destrezas en los servicios y la industria del siglo XXI (lo que hace que muchos en la clase aspirante de hecho no sean empleables, como reza el dicho de tantas grandes corporaciones), y la limitación política de una democracia son solo la punta del iceberg.

Hasta donde hemos sido capaces de determinar, la India es el único caso en toda la historia de un país de un tamaño importante que intenta industrializarse, modernizarse y urbanizarse bajo condiciones de sufragio universal adulto, lo que hace que los desplazamientos forzados de grandes poblaciones humanas sean muy difíciles. Basta decir que el único adjetivo que merece una visión «desarrollista» así es «absurda». ¿Serán el capitalismo y el desarrollo las próximas víctimas del interrogatorio que plantea la democracia india?4

Los que tienen, los que no y los que tienen muchísimo

Sería un disparate suponer que un Rockefeller indio sería mejor que un Rockefeller americano. La India empobrecida puede llegar a ser libre, pero sería difícil para cualquier India que se hubiese hecho rica mediante la inmoralidad el volver a ganar su libertad… el dinero hace que un hombre esté indefenso.

Gandhi (2010:89)

Una razón por la que India se encuentra en tan lamentable desastre ecológico, cultural, económico y político es nuestro total fracaso intelectual a la hora de captar el cuadro general de las cosas tal como se han ido desarrollando durante una generación. Hoy, conducir desde el aeropuerto de cualquier gran ciudad india al centro de la ciudad es probable que revele el secreto a voces de la visión «desarrollista» india a un observador atento. Es lo que uno podría justamente llamar «el punto de vista del promotor» del desarrollo. Aunque es poco probable encontrar alguna vez esta visión en las páginas de un manual sobre desarrollo, todo en esta visión consiste en vivir el lujo en cualquier dimensión concebible. Las vallas publicitarias anuncian viviendas en complejos de apartamentos con eslóganes libres de ironía, como «la personificación de la belleza, la serenidad y el encanto colonial», «Venecia en Greater Noida», «Golf y vida en el paraíso» y demás.

De ninguna manera se trata de frívolas fantasías. Como prueba tridimensional uno solo necesita estar familiarizado con algunas de las bastante a menudo lujosas viviendas en Palm Meadows en Bengaluru o Cleo County en Noida.

Detrás de estos «desarrollos» se encuentran algunas de las personas más poderosas y políticamente influyentes del país: agentes inmobiliarios, especuladores de tierra, agentes de bienes raíces, constructores, promotores; los hombres cuyos Audis, BMWs y Jaguars corren por las calles de nuestras ciudades. A menudo esta gente dobla también como políticos, representando a su circunscripción en las asambleas estatales y el Parlamento. India es el paraíso del emprendimiento político en el siglo XXI.

Es este modelo de «desarrollo» -que excluye estructuralmente a la inmensa mayoría de indios y que refuerza completamente y se basa en premisas coloniales- el que será progresivamente cuestionado por los aspirantes frustrados a la «Nueva India». Los que tienen (más aún que los que no tienen, que han sido aplastados contra el suelo) están buscando su parte del pastel que, hasta ahora, ha estado limitado preponderantemente a los que tienen muchísimo.5

¿En marcha hacia el ecocidio?

Si la plataforma de políticas reinante dura otra generación, el desmembramiento ecológico del subcontinente es una conclusión inevitable. Las inundaciones, incendios y sequías de los últimos veranos son avisos tempranos de los tiempos que están por venir. Es necesario declarar que la base agroecológica de esta civilización se encuentra hoy en un peligro mortal. En un folleto poco conocido en la Universidad Visva-Bharati, escrito hace casi un siglo, Rabindranath Tagore (2004: 75-76) escribió:

«antes de que Asia esté en posición de cooperar con la cultura de Europa, debe basar su propia estructura en una síntesis de todas las diferentes culturas que posee. Cuando, habiéndose asentado sobre esta cultura, se vuelva hacia Occidente, tendrá, con un sentimiento confiado de libertad mental, su propia visión de la verdad, desde su propio punto de observación aventajado y abrirá un nuevo punto de vista de pensamiento al mundo. Si no es así, permitirá que su herencia inestimable se desmorone en el polvo e, intentando reemplazarla torpemente con débiles imitaciones de Occidente, se convertirá en algo superfluo, ordinario y ridículo. Si pierde así su individualidad y su poder específico, ¿ayudará esto en lo más mínimo al resto del mundo? ¿No implicará su terrible bancarrota a la mente occidental? Si todo el mundo crece finalmente hasta ser un Occidente exagerado, esta parodia ilimitada de la era moderna morirá, aplastada por su propia absurdidad» [se han añadido las cursivas].

Creo que es extremadamente importante invocar a escritores de integridad irreprochable como Nirad Chandra Chaudhuri, Mahatma Gandhi y Rabindranath Tagore, quienes nos mantendrán unidos a valores vitales en la recesión de hoy. Cabe mencionar brevemente que la oportuna advertencia que plantearon fue, y lo sigue siendo, notablemente ignorada por sus compatriotas, especialmente las llamadas élites educadas. Hoy hemos creado un país que tiene más «americanos» viviendo en él que los que se pueden encontrar en la tierra que les sirve de inspiración.

Al intentar cumplir la imposible promesa de permitir a un millón de personas entrar cada mes, mentalmente, en la economía metropolitana globalizada desde las filas de la India con aspiraciones -vendiéndoles el cielo para seguir adelante con una actitud jactanciosamente triunfante de business-as-usual-, nuestros líderes no solo muestran una deprimente falta de imaginación (especialmente imaginación autóctona), de hecho están transformando radicalmente la sociedad y la cultura indias a peor. Al imitar los patrones de la «madre patria», tenemos ahora una economía en la que «el que gana se lo lleva todo», dirigida por roles modelo jóvenes y viriles como Virat Kohli y Kangana Ranaut, insinuaciones eróticas que no son nunca coincidencia en un mundo dominado cognitivamente por los mensajes del agresivo marketing 24/7/365. La sociedad y la cultura no son sino formas de daño colateral de esta economía invasiva.

Mucha violencia tiene que llegar debido a este proceso histórico culturalmente corrosivo que se desarrolla ante nosotros, amenazando el sistema de gobierno constitucional del país como nunca antes. India no ha estado nunca tan colonizada psicológicamente como hoy. Mientras se exhibe una variedad totalmente engañosa y jactanciosa de «nacionalismo» corporativo, las credenciales patrióticas de la gente están bajo un escrutinio sin precedentes por parte de aquellos que siguen traicionando la herencia de la tierra mediante el mantenimiento sistemático y el refuerzo de las políticas de sus predecesores, reclamando el monopolio del legado de las culturas de la India.6

El país nunca ha estado más gobernado por indios no residentes (NRI, Non Resident Indians, figura administrativa para aquellos indios que viven en el extranjero, n. del tr.) y residentes no indios (RNI, resident non-indians, residentes extranjeros en India) que hoy. Porque, no nos equivoquemos, la India en rápida digitalización no es sino una versión actualizada del sueño de uno de sus predecesores. Una comparación que, dada su retórica política, seguramente les avergonzaría. Recordemos que vivimos ahora en la utopía de Rajiv Gandhi. ¿No fue él el que desplegó el eslogan de que «llevaría a India al siglo XXI» en las alas de la tecnología de la información? Seguramente estaría encantado al ver hoy que la tecnología de la información gobierna una imaginación india llena de fantasías, como pocas otras culturas o políticas hacen.

Esta es una era de eras anidadas. Largos periodos de la historia que empezaron hace décadas, a veces siglos, están convergiendo en un clímax en estas turbulentas décadas del siglo XXI. En esta perspectiva de «longue durée», las siguientes fechas son críticas: 1492 (viaje de Colón a las «Indias»), 1600 (fundación de la Compañía de las Indias Orientales), 1757 (la decisiva Batalla de Plassey y el inicio del gobierno de la Compañía en Bengala), 1857 (la inauguración del gobierno de la Corona británica en India), 1947 (independencia formal india), 1985-91 (el nacimiento de A-Meri-India/Amerindia, siguiendo el impulso tech de Rajiv Gandhi y las reformas dirigidas por el Fondo Monetario Internacional que empezaron en junio de 1991).

India es hoy un orgulloso puesto de avanzada de las finanzas globales, depredando cada día con más rapidez sus propias cultura y ecología, aunque la economía importada (haciendo cierta la negación de la antigua Primera Ministra británica Margaret Thatcher de la idea misma de sociedad) no ha sino eclipsado la sociedad humana, aparte de fracasar en la creación de los empleos prometidos.

Uno solo puede tener la esperanza de que la seguridad en sí misma cultural de nuestra civilización revivirá, como esperaba Tagore, lo suficientemente pronto como para no solo proteger India de los peores daños socioecológicos de la vertiginosa globalización, sino también para interpretar el papel de pionera ecológica del mundo, en lugar del de «superpoder» que de alguna manera ha llegado a creer que es a lo que está destinada a convertirse un día (tragándose quizá un embuste iniciado por Wall Street). India se ha convertido hoy en un caso vergonzoso de colonialismo voluntario. Le corresponde a India poner punto final a esto y recuperar las corrientes auténticas de su antigua civilización.7

Notas

1 Para un análisis detallado de los datos sobre despidos y recortes, véase Aseem Shrivastava y Ashish Kothari (2014), capítulos 2 y 3.

2 Para un análisis detallado, véase Aseem Shrivastava y Ashish Kothari (2014), capítulos 6 y 7.

3 Véase, por ejemplo, el punto de vista expresado en una entrevista por el ministro de finanzas del Partido del Congreso P. Chidambaram (Ray and Chaudhury 2008). No hace falta añadir que el ministro de finanzas de la Alianza Nacional Democrática, Arun Jaitley, no tiene una visión diferente del futuro de India.

4 Una democracia populista, modernizadora, «desarrolladora» es incapaz de articular en el dominio público que el proyecto desarrollista, ciertamente tal como está concebido actualmente, es de hecho una imposibilidad. Un profesor retirado de la Universidad de Delhi, un inconformista brillante, se dice que opinaba que si alguien tenía una buena teoría, deberían traerla a India y nosotros la probaríamos por ellos. Hicimos un trabajo bastante completo con el socialismo. Estos días estamos ocupados sometiendo a un igualmente impresionante interrogante a la democracia. Queda el desarrollo (léase capitalismo) por pasar por lo que se podría llamar -con orgullo legítimo- «El test indio». No hace falta añadir que las apuestas van contra la teoría, por todas las razones discutidas más arriba.

5 Véanse los capítulos 6 y 7 de Shrivastava y Kothari (2014) para un análisis del colonialismo interno de India.

6 Para una elaboración del concepto «nacionalismo corporativo», una contradicción en los términos, véase Shrivastava y Kothari (2014), capítulo 11.

7 Para una visión alternativa de la economía/ecología de la India los lectores interesados pueden ver Shrivastava y Kothari (2014), Parte II, y también esperar la publicación de mi ensayo con Elango Rangasamy «Localization and Regionalization of Economies: A Preliminary Sketch for an Ecological Imperative» en una próxima publicación titulada Alternatives, editada por Ashish Kothari y K J Joy.

Referencias

Chaudhuri, Nirad C (1997): Three Horsemen of theNew Apocalypse, New Delhi: Oxford UniversityPress.

Dure, Beau (2015): «Winning Isn’t Everything; It’sthe Only Thing. Right?,» Guardian, 24 September, viewed on 7 July 2016, https://www.theguardian.com/ sport/2015/sep/24/ winningeverything-sports.

Gandhi, M K (2010): Hind Swaraj: A Critical Edition, Suresh Sharma and Tridip Suhrud (eds), New Delhi: Orient Black Swan.

ILO (2016): World Employment Social Outlook: Trends 2016, Geneva: International Labour Organization.

Ministry of Finance (2016): Economic Survey 2015-16, Statistical Appendix, Government of India,New Delhi, viewed on 7 July 2016, http://indiabudget.

nic.in/survey.asp.

Shrivastava, Aseem and Ashish Kothari (2014): Churning the Earth: The Making of Global India, New Delhi: Penguin Viking.

Ray, Shantanu Guha and Shoma Chaudhury (2008): «My Vision Is To Get 85% of India Into Cities» interview with P Chidambaram, Tehelka, 31 May,

viewed on 7 July 2016, http://archive.tehelka.com/ story_main39.asp?fi lename=Ne310508cover_story. asp.

Tagore, Rabindranath (2004): «An Eastern University», Rabindranath Tagore Selected Essays, Delhi: Rupa & Co, pp 72-94.

Fuente: http://www.epw.in/journal/2016/29/meri-india.html-0

Traducción de Carlos Valmaseda