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Abstención de los países de la Unión Europea y de la ‎OTAN en el voto de una resolución de la ONU ‎contra el nazismo

Fuentes: Il Manifesto

En medio de la mayor discreción mediática, los países miembros de la Unión Europea ‎y de la OTAN optaron por la abstención al someterse a votación una resolución de ‎la ONU contra la apología del nazismo.

Pero esa abstención no es tan sorprendente. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, la CIA y posteriormente ‎la OTAN se dedicaron a reclutar y “reciclar” numerosos criminales nazis a través del ‎mundo. El reclutamiento y uso de neonazis por parte de la OTAN se ha intensificado últimamente en los países bálticos y en Ucrania. Esos elementos son ‎portadores y difusores de la ideología racial que nunca abandonaron. ‎

[Ceremonia del batallón Azov, conformado por militantes neonazis y hoy integrado a la Guardia ‎Nacional de Ucrania como “Regimiento de Operaciones Especiales”, bajo las órdenes directas ‎del ministerio del Interior ucraniano] ‎

La Tercera Comisión de las Naciones Unidas –encargada de los asuntos sociales, humanitarios y culturales– adoptó, el 18 de noviembre de 2020, la resolución titulada “Combatir la glorificación del ‎nazismo, el neonazismo y otras prácticas que contribuyen a exacerbar las formas ‎contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de ‎intolerancia”.‎

En esa resolución, la Asamblea General de la ONU recuerda que «la victoria contra el nazismo en ‎la Segunda Guerra Mundial contribuyó a establecer las condiciones que permitieron crear las ‎Naciones Unidas para prevenir las guerras en el futuro y preservar a las generaciones venideras del ‎flagelo de la guerra», alerta sobre la difusión de las ideas de movimientos neonazis, racistas y ‎xenófobos en numerosas regiones del mundo y expresa «profunda preocupación ante cualquier ‎forma de glorificación del movimiento nazi, del neonazismo y de quienes fueron en su día miembros ‎de la organización Waffen-SS». ‎

La resolución subraya más adelante que «el neonazismo es algo más que la mera glorificación de ‎un movimiento ya pasado; es un fenómeno contemporáneo» y precisa que los movimientos neonazis y ‎otros análogos contribuyen a: «exacerbar las formas contemporáneas de racismo, discriminación ‎racial, antisemitismo, islamofobia, cristianofobia, xenofobia y formas conexas de intolerancia». ‎

Debido a todo lo anterior, la resolución exhorta los Estados miembros de las Naciones Unidas a ‎adoptar una serie de medidas para contrarrestar ese fenómeno. ‎

Esta resolución, adoptada por la Asamblea General de la ONU el 18 de diciembre de 2019, fue ‎aprobada ahora por la Tercera Comisión con 122 votos a favor –entre ellos los votos de 2 miembros ‎permanentes del Consejo de Seguridad: Rusia y China

Sólo dos Estados miembros de la ONU votaron contra esa resolución: Estados Unidos y Ucrania. ‎

Por su parte, siguiendo probablemente una directiva interna, los otros 29 Estados miembros de ‎la OTAN –entre ellos Italia– se abstuvieron. ‎

También se abstuvieron los 27 países miembros de la Unión Europea [1], incluyendo los 21 Estados ‎europeos miembros de la OTAN. En el total de 53 países que se abstuvieron de votar la ‎resolución contra la glorificación del nazismo y el neonazismo se cuentan igualmente ‎las abstenciones de Australia, Japón y de otros Estados socios de la OTAN. ‎

La significación política de esa votación es muy clara: los miembros de la OTAN y sus socios ‎boicotearon una resolución que, sin nombrarla, cuestiona directamente y sobre todo a Ucrania, ‎cuyos movimientos neonazis han sido y son utilizados por la OTAN con fines estratégicos.

Está ‎ampliamente demostrado que brigadas neonazis recibieron entrenamiento militar ‎de Estados Unidos y de la OTAN, que las utilizaron después en el putsch de la plaza Maidan –‎en 2014– y contra las poblaciones rusas de Ucrania, antes y después del regreso de Crimea a la ‎Federación Rusa, iniciando así en Europa una nueva confrontación análoga a la de la guerra fría. ‎

En ese sentido, resulta emblemático el papel del batallón Azov, fundado en 2014 por Andriy ‎Biletsky, conocido como el «Fuhrer Blanco», ferviente defensor de la «pureza racial de la ‎nación ucraniana, que no debe mezclarse con razas inferiores». ‎

Después de distinguirse por su ferocidad, el batallón Azov fue incorporado oficialmente a la ‎Guardia Nacional ucraniana, con la categoría de regimiento, y fue equipado con blindados y ‎artillería. Incluso conservó su emblema –que imita claramente el emblema de la división Das Reich ‎de las SS nazis– y la formación ideológica de sus efectivos, según el modelo de los nazis. El ahora ‎regimiento Azov se entrena con instructores estadounidenses, enviados a Ucrania desde ‎la ciudad italiana de Vicenza, y de otros países de la OTAN. En realidad, el hoy regimiento Azov ‎no es una unidad militar ucraniana sino un movimiento ideológico y político que sigue teniendo ‎como jefe a Andriy Biletsky, dedicado principalmente a “educar” a los jóvenes, inculcándoles ‎el odio contra los rusos y entrenándolos militarmente. Simultáneamente, en Kiev se reclutan ‎neonazis de toda Europa. ‎Ucrania se ha convertido así en “vivero” del nazismo que renace en pleno corazón de Europa. ‎

En ese contexto se produce la abstención de Italia y de los demás países miembros de la OTAN y ‎de la Unión Europea en la votación sobre la resolución titulada “Combatir la glorificación del ‎nazismo, el neonazismo y otras prácticas que contribuyen a exacerbar las formas ‎contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de ‎intolerancia” en la Asamblea General de la ONU. ‎

Y el parlamento italiano acepta eso, como cuando –en 2017– firmó un memorándum de ‎entendimiento con el presidente del parlamento ucraniano, Andriy Parubiy, fundador del Partido ‎Social-Nacional –según el modelo nacional-socialista hitleriano–, jefe de las brigadas neonazis ‎responsables de asesinatos y de feroces golpizas a opositores políticos. ‎

Este Andriy Parubiy, quien declaró en televisión que «el hombre más grande que practicó la ‎democracia directa fue Adolfo Hitler», agradeció ahora al gobierno de Italia su decisión de ‎no votar la resolución de la ONU contra el nazismo. ‎