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Kirguistán

Ahora la llaman segunda «revolución de los tulipanes»

Fuentes: Pravda

Traducido del ruso para Rebelión por Josafat S. Comín

La situación en Kirguistán continúa siendo extremadamente tensa. La oposición ha anunciado la creación de un gobierno provisional, sin embargo Kurmanbek Bakiev sigue en el país y todo parece indicar que no está dispuesto a entregar el poder así por las buenas.

Recordemos: la oposición representada por el Movimiento Popular Unido (MPU), había convocado para el 7 de abril asambleas populares o «Kurultai», sin embargo los acontecimientos comenzaron a desarrollarse siguiendo otro guión.

El 6 de abril fue detenido en Talas uno de los líderes de la oposición, Bolot Sherniyazov. Como respuesta, junto al edificio de la administración regional comenzó a congregarse la gente, indignada. Las negociaciones con el gobierno local no dieron resultado, y la multitud tomó el edificio, e hizo varios intentos de hacerse con la sede local del ministerio del interior y el aeropuerto. Comenzaron los enfrentamientos con la policía. Desde Bishkek y Talas mandaron refuerzos en helicópteros y aviones. Además también voló a la zona el viceprimer ministro Akylbek Zhaparov y el ministro del interior Moldomusa Kongantiev. Muy pronto la situación en Talas quedó fuera de control, y los altos cargos llegados de Bishkek fueron hechos prisioneros. Ese mismo día en Bishkek fueron arrestados los líderes de la oposición, incluido Almazbek Atambayev, Temir Sariev, Omurbek Tekebaev y otros. Sin embargo eso no impidió que desde la mañana del 7 de abril se produjesen mítines de protesta por todo el país. La oposición logró sin apenas resistencia por parte de los órganos de seguridad, hacerse con el poder en Naryn (región de Naryn), Karakol, Kyzyl-Suu, Balyckchy (región de Issyk-Kul), Tokmak, Sokuluk (región de Chuy) y otras poblaciones.

Sin embargo fue en Bishkek donde los acontecimientos tomaron un matiz más dramático. La mañana del miércoles comenzaron los enfrentamientos entre manifestantes, la policía y cuerpos de élite del ejército junto a la sede del MPU en la parte este de la ciudad. Los manifestantes consiguieron romper el cerco, llegando a hacerse con varios fusiles y con al menos un mortero. Varios vehículos policiales fueron incendiados. Seguidamente los manifestantes se dirigieron al centro de la ciudad. Al mismo tiempo desde el oeste de la capital se les unió otra columna de manifestantes. Poco después en la plaza central Ala-Too, comenzó un mitin, en el que se congregaron alrededor de 5 mil personas. Los manifestantes intentaron romper la barrera policial y de los antidisturbios, que defendían la Casa de gobierno. En respuesta la policía recurrió al gas lacrimógeno, las granadas de ruido y las balas de goma. Sin embargo hacia el mediodía los manifestantes consiguieron acorralar a los antidisturbios contra la valla que rodea la sede gubernamental. Se produjeron las primeras víctimas, muertos y heridos por ambas partes. Los defensores de la Casa de gobierno abrieron fuego real, disparando a matar, también hicieron lo propio los francotiradores apostados en el tejado. Las ambulancias y hospitales pronto se vieron obligados a trabajar a pleno rendimiento.

Por la tarde la oposición se hizo con el control del edificio que alberga el parlamento, con la sede de la televisión pública, desde donde se comenzaron a transmitir mensajes de representantes de la oposición. Fueron asaltados los edificios de la Fiscalía general, y una serie de comisarías de barrio, el Ministerio de hacienda, etc. Quemaron la residencia del presidente Kurmanbek Bakiev y de su hijo Maxim. La Casa de gobierno resistió hasta la noche, hasta que sus defensores entregaron las armas y el primer ministro Daniar Usenov no firmó su dimisión. El número de muertos para entonces ya había llegado a 60, y los heridos a 500. Por la tarde en Bishkek comenzaron los saqueos. Muchas tiendas y centros comerciales fueron asaltados, algunos incendiados.

Fue entonces cuando se anunció la creación de un gobierno provisional. Lo encabezó la diputada y ex ministra de exteriores Rosa Otumbayeva. Sus suplentes serían Almazbek Atambayev (líder del Partido Socialdemócrata), Omurbek Tekebayev (líder del Partido «Ata-Meken») y Temir Sariev (líder del partido «Ak-Shumkar»). El sillón de ministro de defensa recaería en Ismail Isakov, quien anteriormente ya había ocupado el cargo, siendo destituido y juzgado por acusaciones de corrupción.

La mañana del 8 de abril, el gobierno provisional ofreció la primera rueda de prensa. En palabras de Rosa Otumbayeva. El nuevo órgano toma todo el poder en sus manos hasta la celebración de nuevas elecciones, que serán a su vez convocadas una vez se haya aprobado la nueva ley electoral. Así mismo, el nuevo gobierno provisional anunciaba la disolución del parlamento, y la supresión de una serie de instituciones, tales como la Agencia central de desarrollo, inversiones e innovaciones (dirigida hasta ahora por el hijo del presidente Maxim Bakiev) y la Secretaría de la presidencia. Al mismo tiempo se anunció que se retomarían las tarifas que había de electricidad, y se anularía la privatización de las más importantes empresas energéticas, en concreto «Severelectro» y «Vostokelectro».

Según la mayoría de las fuentes, Kurmanbek Bakiev habría volado hasta la ciudad de Osh, desde donde intentaría coordinar la resistencia.

La situación en Bishkek sigue siendo tensa. Sigue habiendo miles de personas en la plaza. La gente empieza a hacer acopio de productos de primera necesidad. La mayoría de las instituciones públicas y de los centros educativos han cerrado por tiempo indefinido.

 

Antecedentes

Repasemos brevemente la prehistoria de la situación actual en Bishkek. El verano pasado Kurmanbek Bakiev fue elegido presidente para un segundo mandato. Ese mismo otoño su equipo comenzó a llevar a término la ejecución definitiva de la nueva estrategia socio-económica. Se centraba fundamentalmente en la privatización de los sectores estatales (incluido algo tan estratégico para Kirguistán como el energético) y en la renuncia del gobierno de velar por la protección social de la población (monetización de las prestaciones, reforma de pensiones).

En noviembre de 2009 el gobierno kirguiso anunció un drástico aumento de las tarifas de energía eléctrica, calefacción y agua caliente. Este paso, que significaba un golpe muy sensible para el bienestar de la mayoría de la población, se convirtió en catalizador del aumento de las protestas. En febrero ya se celebraron varios mítines, siendo los más importantes en Naryn. La gente se oponía al aumento de tarifas. Se oían demandas políticas, incluyendo la dimisión del gobierno. Como resultado, el gobierno se vio obligado a dar marcha atrás y anunciar una rebaja del 50% en la factura de la luz para los habitantes de las regiones más montañosas y de difícil acceso, entre las que se incluye precisamente Naryn.

La población estaba indignada también por la venta de las compañías estratégicas («Severelectro» y «Vostokelectro») y de telecomunicaciones («Kirguiztelecom»). Además, según afirma la oposición, pasaron a manos de personas allegadas a la familia del presidente. Un descarado nepotismo en la política y la economía, que provocaba el descontento de la mayoría. Al inicio de su mandato Bakiev juraba a los ciudadanos de la república que no se repetiría la práctica que se daba en tiempos de su antecesor, el presidente Askar Akayev, cuando los principales sectores económicos estaban en manos de la familia del jefe del estado. Sin embargo al principio del segundo mandato, el hijo del presidente Maxim, «salió de la sombra» para ponerse al frente de una nueva estructura, la Agencia central de desarrollo, inversiones e innovaciones que junto con el Fondo de desarrollo (otra estructura bajo control directo del entorno más próximo a la familia de los Bakiev) prácticamente concentraban en sus manos toda la dirección económica.

Viendo que las reformas despertaban reacciones inequívocas en la población, el gobierno puso en marcha al organización de un evento de grandes dimensiones, la convocatoria de un «congreso de la concordia» «Kurultai», presentado como un foro decisivo para todos los representantes de todos los grupos sociales, políticos y confesionales de Kirguistán. El 23 de marzo el Kurultai reunió en Bishkek a 750 delegados durante dos días. Como cabía esperar no fue más que una puesta en escena, puro decorado.

La oposición no tomó parte, convocando un «Kurultai» alternativo el 17 de marzo, que congregó a 5 mil personas, donde se exigió la anulación de la subida de las tarifas para los servicios comunales, y la no privatización del sector energético.

 

Por su parte Guennadi Ziuganov , líder de los comunistas rusos, en sus primeras declaraciones comentando los acontecimientos de Kirguistán señaló:

«Creo que el presidente de Kirguistán, Bakiev, se había aficionado demasiado al nepotismo, como ya le sucediera a su antecesor: Prometió a la gente una vida mejor, y que llevaría a cabo una política exterior más realista. No consiguió ni lo uno ni lo otro.

En los últimos tiempos los ciudadanos kirguises habían visto como les subían las tarifas de los servicios comunales en 2 ó 3 veces. También subieron el impuesto para el agua de riego, para unos huertos, sin los que allí es imposible sobrevivir. De la juventud casi nadie tiene trabajo. La industria sigue sin funcionar.

En cuanto a política exterior, Bakiev había prometido expulsar a los usamericanos de su base militar, pero en cuanto le amenazaron con el dedo, se retractó. En lugar de construir unas relaciones de largo alcance con Rusia, lo que ha hecho es endeudarse pidiéndonos créditos, que no estaba dispuesto a devolver.

Todo esto junto ha sido el detonante que ha encendido la situación. Además a Bakiev no le faltan fuerzas de oposición. Recientemente en la reunión de la UPC-PCUS, en la que tomaron parte nuestros camaradas de Kirguistán debatimos las posibles variantes de desarrollo de los acontecimientos.

Este no es el primero ni el último sobresalto en el espacio postsoviético. Y todos debemos extraer enseñanzas, incluida Rusia. Cuando se suben de golpe un 30-40% las tarifas comunales, o incluso se duplican, se pueden esperar grandes disgustos. Si un político promete algo al país, debe cumplirlo».

Nota:

Según informaba Pravda hace 10 días, Washington apuesta cada vez más fuerte por Kirguistán como base de operaciones para sus objetivos a largo plazo en la región centroasiática. Se están sucediendo cada vez con mayor asiduidad las visitas de destacados funcionarios usamericanos, responsables de la política de los EE.UU para Asia central y del sur. Si en febrero fue Richard Holbrook, representante de Obama en Afganistán y Paquistán, en marzo se entrevistó con el presidente kirguiso, Kurmanbek Bakiev, el Jefe de la comandancia Central de la FF.AA. David Petraeus.

Por supuesto de las conversaciones mantenidas, apenas trascendió nada, más allá de las frases de rigor del tipo: «las partes tocaron asuntos relativos a la colaboración mutua», «se habló de la situación en Afganistán», etc.

Pero por mucho que se esfuercen, no es difícil imaginar lo que significa la frase de Bakiev: «Nuestra república está interesada en el mantenimiento de la seguridad y estabilidad en Afganistán, y continuará aportando su esfuerzo para la recuperación de ese país conjuntamente con la comunidad internacional». Por supuesto, los usamericanos, a diferencia de Bishkek, no deben guardar tanto las formas, ya que no tienen acuerdos con la Organización de Cooperación de Shanghái, ni con la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, que sin duda tomarán este doble juego del gobierno kirguís, sin especial entusiasmo.

A través de la prensa usamericana hemos podido saber que la visita de Holbrook aportó resultados prácticos más allá de las frases huecas. En concreto se ha alcanzado un acuerdo para prolongar el plazo de arrendamiento de la basa militar cercana a Bishkek, en Manás y que a partir de ahora denominan «Base para el tránsito de mercancías».

La agencia Eurasia.net, informa que los EE.UU. pretenden levantar un centro de entrenamiento antiterrorista en el sur de Kirguistán, para el que los usamericanos destinarían 5,5 millones de dólares. En el Ministerio de exteriores kirguiso confirman la noticia, señalando que se trataría de un centro de entrenamiento de tropas especiales para el ejército kirguiso.

La construcción de este nuevo centro militar refuerza sin duda la influencia de los EE.UU. en Kirguistán en una región clave como es el valle de Ferganá.

Cabe señalar, que recientemente se dieron conversaciones similares para la apertura de una base en el sur de Kirguistán, pero bajo control de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva. En agosto del año pasado se firmó un memorándum de cooperación militar con Rusia, que incluía entre sus puntos la construcción de una base para tropas de despliegue rápido, donde se entrenarían efectivos kirguises y rusos. Sin embargo no se concretó nada y el tema se estancó.

Mucha prisa se han dado en cambio en concretar este acuerdo con los usamericanos. Por lo visto este vector de la política exterior ha resultado más rentable, si no para el país, seguro que sí, para sus dirigentes.

Washington utiliza la república kirguisa como cabeza de puente para el dominio de la región, y entre sus primeros objetivos están Afganistán e Irán.

 

 

 

Fuentes:

http://gazeta-pravda.ru/content/view/4422/34/

 

http://gazeta-pravda.ru/content/view/4405/59/

 

http://kprf.ru/international/77861.html